Uno
Yume.
Estaba sentada en el suelo de mi estudio, tomaba un poco de te de manzanilla con miel, me gustaba este momento de relajación mientras admiraba mi obra terminada, mi ropa era un desastre naturalmente, pero no importaba, para eso estaba puesta para que mostrara mi inspiración mi manera de amar lo que hago, jamás me ha importado mancharme de pintura, ni el cabello, ni las manos, ni la ropa.
Es por eso que me tomo mi tiempo para ducharme después de un trabajo bien hecho, porque todo lo que llevo encima es una muestra de todo el proceso que conlleva hacer una pintura. Observo la luz del ventanal notando que el cielo esta despejado, pero el frio del exterior es notorio al ver el pequeño vapor en la ventana provocada por lo caliente de la tetera que tengo junto a la mesita.
Deshago el moño de mi cabello y lo dejo libre por mis hombros, asi como acomodo un poco mis anteojos ya empañados por mi bebida caliente. Es un gran día.
Observo que la puerta de mi estudio se abre, inclino la cabeza mirando el lujoso zapato de mi esposo entrar, seguido por su entera presencia pulcra y llena de elegancia, mi aromatizante de vainilla se ve opacado por su fina colonia, su cabello es tan negro como la noche y su estructura bastante atlética es alguien muy atractivo.
Sonríe al verme. Me encantaría estar enamorada de él como lo esta de mi, pero no he logrado sentir mas que un cariño en estos dos años de matrimonio.
—Sabia que estarías aquí preciosa.
—¿Dónde mas si no?
Camino hasta inclinarse y acariciar mi rostro, se que no hará mas que eso, pues no le gusta llenarse de pintura sus costosos trajes de diseñador.
—Pense que regresarías hasta mañana.
—Es que tengo un viaje en la noche, asi que tuve que adelantar todo —suspira —no sabes como agradezco que aceptaras esto.
—Es tu hijo, jamás me interpondría, lo sabes.
—Gracias —miro hacia la puerta —Riki entra.
Escuche el caminar lento de alguien, su calzado denotaba su edad, pantalones jeans holgados negros, una sudadera oversize gris, tuve que elevar demasiado la cabeza para alcanzar a ver su rostro, su mirada es fuerte, sus ojos son intensos y negros, asi como el cabello igual al de su padre, toda su aura anuncia peligro, extiendo la mano para que mi esposo me ayude a levantarme del piso, cuando la mirada del chico me recorre de arriba abajo esbozando una muy ligera sonrisa.
—Ella es mi esposa, Yume.
Salude con un ligero incitamiento de cabeza —Lamento mucho lo de tu madre, se que las palabras no son nunca las correctas.
—Gracias por intentarlo de todos modos, aunque un abrazo es mejor que cualquier tipo de palabras.
—Estoy toda llena de pintura. ¿no importa?
Se acerco y me abrazo, su padre se hizo aun lado, yo apenas procese lo que estaba pasando, esta viviendo un duelo, por lo que es normal buscar consuelo, pero la manera en que me abrazo, fue fuerte, apenas le llegue al hombro, por lo que se tuvo que inclinar un poco para que lograra rodearlo con los brazos. Su colonia es mas fuerte que la de su padre.
—Se que me sentiré cómodo aquí —sus manos se deslizaron por mi espalda —se nota que eres una persona amable.
—Yume es muy sensible, es una artista después de todo —su teléfono sonó —permítanme.
Contesto saliendo del estudio, Riki me soltó y miro mi pintura.
—Es la primera vez que veo tu trabajo en vivo.
—¿conoces mi trabajo?
—Si, eres muy famosa, por eso no se como terminaste con mi papá.
—Tu papá es maravilloso.
Rodeo la pintura —Si lo se, se lo maravilloso que es.
Mire una mancha en su sudadera.
—Dios ya te llene de pintura —me acerque y extendí la tela donde estaba la marca —te lo compensare.
Tomo mi muñeca y me hizo mirarlo a los ojos —A mi no me disgusta mancharme.
Me soltó y volvió a mirarme de arriba abajo, mi esposo entro y acuno mi rostro entre sus manos, Riki solo se cruzo de manos observando.
—Tengo que irme, se que dejarte a cargo de Riki es demasiado, no tienes idea de lo mucho que agradezco lo que haces.
—Tranquilo estaremos bien.
Iba a besarme, pero recordó qué seguía llena de pintura por lo que solo me sonrió, giro para mirar a su hijo.
—¿Estarás bien? —el asintió —volveré lo más pronto posible.
—Descuida, creo que estaremos bien.
Le dio una palmada en el hombro y se fue, un momento de silencio reino en el estudio, hasta que me sentí nerviosa por la presencia de Riki.
—Te mostrare tu habitación, luego me iré a dar una ducha para ver que deseas comer, ¿te molesta si te digo Riki?
—¿Podrías decirme Niki? Se que no es mucha la diferencia, pero en Osaka todos me llamaban así.
—No tengo problema con ello, Niki —se mordió el labio al sonreír y por alguna razón mi pulso se acelero.
—Suenas bien diciéndolo, ¿Puedo llamarte Onee chan? No luces de la edad de mi padre.
—Soy un poco más joven, tu padre me lleva trece años, así que sigo siendo bastante mayor, no creo que Onee sea adecuado, pero puedes decirme Yume.
Se encogió de hombros —Para mi no eres tan mayor, dices que trece años no es una diferencia, es justo lo que me llevas, anda me sentiría más en confianza al decirte Onee Chan.
—Si te hace sentir más cómodo, esta bien, vamos a mostrarte tu habitación.
Salí primero del estudio, por algún motivo me sentía demasiado nerviosa, tal vez porque no tenia en mis planes el tener hijos aun, aunque sabia que Jun lo tenia, estaba consiente de que es un hombre divorciado, pero cuando me case con él, solo vi lo que necesitaba.
Una pantalla para que mi madre me dejara en paz con lo del matrimonio y alguien que pudiera darme mi espacio para mis pinturas.
Jun tiene todo eso, su trabajo lo hace viajar mucho por lo que no esta mucho en casa, así que puedo pintar tranquila, además es estable de manera económica, no necesito de su dinero, pero ayuda a lo que deseaba mi madre. Ella lo adora por cierto, se llevan muy bien.
—No se muy bien tus gustos aun, así que trate de ser lo más minimalista posible, lo decoramos después —entro mirando a su alrededor —te dejo instalarte y regreso.
—Estoy seguro que pronto sabrás mis gustos onee chan.
Niki.
La relación con mi padre nunca fue la mejor de hecho se que es mi padre solo porque mi madre me lo dijo.
Cuando mi madre enfermo me dijo que me tendría que venir con él a vivir, por lo que me puse a investigar sabia que tenia dinero, pues todo el tratamiento del cáncer, así como mi educación y lujos, nunca hubo carencias de dinero.
Mi curiosidad me llevo a buscar a su reciente esposa, y cuando vi la fotografía fue devastador. Hikari Yume, una de las pintoras más reconocidas de manera internacional, ella es originaria de Nagasaki, y tiene treinta años se caso con mi padre a los veintiocho y las fotos de su boda la hacían lucir como un maldito ángel. Es delgada, de figura exquisita, tiene la piel lechosa y con una tonalidad durazno hermosa, además de su cabello largo castaño, sus ojos son de un café tan claro que relucen.
Mi padre no la merece.
Menos ahora que la conocí, su imagen algo salvaje, su cuerpo con solo esa camisa larga mostrando sus piernas con sus pequeños shorts, su cabello parecía que fue revuelto durante el sexo y por un milagro no tuve una erección.
Puede que aun sea joven, pero he tenido la oportunidad de estar con mujeres deliciosas, algunas de mis maestras, compañeras del colegio, pero es seguro que las cambiaría a todas ellas por probar a Yume.
Escuché que tocaron la puerta, me di una ducha para calmar mi ansiedad por verla, así que salí con solo una toalla enredada en la cintura.
—Venía a preguntar…—se quedo sin habla al verme semi desnudo, ella también tenía el cabello húmedo pero lucia una linda pijama.
—¿Si? —su rostro se puso tan rojo pero trato de disimular.
—¿Qué deseas de cenar? —desviaba la mirada —tengo para hacer udon, ramen, un estofado de tofu.
—Udon esta bien, enseguida voy.
Asintió y al darse la media vuelta se tropezó un poco, solo hizo un inclinamiento de cabeza y corrió a la cocina.
Ya la tengo en la bolsa.
La observe cocinar, ella estaba hablando con alguien por teléfono, parecía ser su agente o algo asi, porque decía lo de sus pinturas, se concentró tanto en lo que hacia que su nerviosismo inicial conmigo desapareció, la comida olía deliciosa y saber que ella lo esta preparando es mil veces mejor.
Probo la salsa y chupo su dedo, esa pequeña acción activo tantas imágenes en mi cabeza, demasiadas para mi propio bien o para el de ella.
Termino de servir todo y se despidió de la persona al otro lado del teléfono.
—¿Trabajo?
—Si, vendrán esta semana por las pinturas para la galería, asi que mi agente me pregunto si podían venir mañana, pero lo agende para otro día.
—¿Tienes cosas que hacer?
—Si —me sirvió y se sentó —contigo, debemos ir por tu uniforme para la nueva escuela, además de cosas para tu cuarto, no quiero que lo dejes asi, es tu espacio y debe de estar a tu estilo.
—¿Quiere decir que estaremos todo el día juntos?
—Si, prácticamente si.
—Maravilloso.
Yume.
Me ayudo a lavar los platos y disfruto mucho de la comida, creo que fui yo quien hablo la mayor parte del tiempo, creo que me sentí nerviosa por nada, pues en realidad es muy amable y educado, creo que solo me intimide un poco por su tamaño, en realidad es muy alto para su edad.
Me fui a dormir mas tranquila preparándome para la mañana siguiente, mi esposo no me hablo para nada, no me pregunto de su hijo, ni se había adaptado bien. No me molesta que me de mi espacio o que se ocupe mas en su trabajo que en mi, pero siento que debería de estar mas con Riki, pues lo de su madre tiene poco y necesita algo de apoyo paternal.
Hablare con el después.
—¿Estas listo?
Toque la puerta de su habitación, quedamos en salir de casa a las nueve de la mañana para tener tiempo de ver lo mas que pudiéramos sin que fuera tedioso para él.
Salió con un suéter negro holgado, una camisa blanca de cuello debajo, además de pantalones tipo cargo, llevaba lentes de aumento y su cabello bien peinado para un lado, es como un modelo de esas revistas para adolescentes.
—Onee chan, te muy bien.
Yo solo había tomado un vestido de lana gris, me pondría unas botas largas negras, no elegí nada especial, incluso solo me cepille el cabello y me puse brillo labial, trato de solo maquillarme cuando tengo eventos en la galería o entrevistas, por lo demás prefiero andar al natural.
—Gracias.
Fue todo lo que dije, pero antes de salir de casa, me alise el cabello al verme en el espejo de la entrada, ¿Qué sucede conmigo?
Lo lleve a desayunar a un restaurante que me gustaba mucho, de nuevo siento que fui yo la que mas hable, pues Riki me preguntaba sobre como me nació el amor hacia la pintura.
—Mi madre en parte tuvo la culpa, ella es maestra y cada que asistían algún museo, alguna exposición de arte, terminaba acompañándola, quedando prendada de cada pintura descifrando que es lo que deseaba plasmar cada autor —me miraba de una forma que tenia que girar la cabeza para evitar mirarlo a los ojos, en verdad me siento algo intimidada —bueno, mejor vayamos a comprar, no quiero aburrirte con cosas de adultos.
—Yo estoy bastante entretenido, eres bastante interesante.
Pedimos la cuenta y nos fuimos al centro comercial, primero pasamos por sus uniformes, había mandado hacerlos con las medidas que su padre me dio, sentí un alivio al ver que eran la talla exacta, al menos eso se lo debo de agradecer.
—¿Te gusta lo que ves?
Soltó de la nada mientras miraba a través del espejo, me había estado mordiendo el dedo pulgar mientras lo analizaba.
—¿Perdón?
—Que si te gusta —se giro —¿me veo bien?
—Si.
Me di unas palmaditas y mejor continuamos con las compras.
Niki
No es tonta, ella sabe muy bien lo que estoy haciendo, pero trata siempre de desviar el tema, lo que lo hace mas divertido, aunque me gusta verla estando tranquila, se ve que disfruta de acompañarme, no se sobre esfuerza con esto de ayudarme a adaptarme.
Pero no la podría ver como madrasta nunca, ya que me gusta demasiado.
Tomo mi mano en una de las tiendas, para mostrarme los estantes, no perdí oportunidad para entrelazar nuestros dedos, ella no se puso nerviosa, lo vio como una acción natural, asi que mientras ella me explicaba todo lo que podía poner en ellos, yo me preguntaba si podría empotrarla contra ellos y que no se movieran de su lugar.
—Creo que ya tienes casi todo para tu habitación —soltó mi mano y miro un folleto —¿Estas cansado? ¿quieres comer algo?
—Vamos a casa, podemos pedir algo a domicilio, creo que si estoy un poco cansado.
—Bien.
Camino frente mío y un joven se le acerco, tratando de coquetearle, pero ella fue cortes con él, lo rechazo. No se había dado cuenta, pero mas de uno de aquí la miraba con curiosidad, Yume es preciosa, por lo que es bastante normal que mas de uno la voltee a mirar, sin mencionar que varias personas la han reconocido, ella se tomo algunas fotografías con ellos agradeciéndoles el apoyo.
En todo el camino a casa no dije a nada, ella noto que no deseaba hablar por lo que solo se limito a conducir, llegando a casa baje primero, espere a que abriera la puerta para casi pasar volando.
—¿Hice algo malo? —venia tras de mi —¡Niki! —necesito calmarme —Perdona si te incomode.
—¡Mierda! —golpee la pared, ella dio un pequeño salto —no Onee chan, no me incomodaste, no hiciste nada malo.
—¿Entonces?
—Te dire algo —me gire para verla, ella parecía preocupada —¿tienes idea de la relación que tengo con mi padre? —negó con la cabeza —es una relación económica solamente, el se encarga de mantenerme por compromiso sanguíneo —me acerque un poco —¿Sabes lo que significa?
—Niki…
—Que no le debo nada…
Le tome el rostro y la bese, ella empezó a empujarme, pero no podía moverme, menos cuando la arrincone contra la pared, mi cuerpo prácticamente aplastaba al suyo dejándola sin poder moverse mas, me mordió para separase del beso, pero esto solo hizo que me excitara aun mas.
—¡Basta! —logro separarme, me dio una bofetada —soy esposa de tu padre, lo que hiciste no esta bien.
Se fue alejándose de mi, pero la alcance para tomarla de la muñeca y volverla a besar.
—Quiero que me digas que me detenga, pero sin jadear cuando te beso…
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