Auto destructiva.

Si me preguntaran quien me ha hecho tanto daño tendría una lista muy larga de personas. Desde familia, amigos, vecinos, profesores, conocidos, desconocidos y yo misma.

Si me preguntaran de qué manera me hicieron daño estas personas tendría otra lista muy larga con todas las razones descritas a detalle, porque (para mi mala suerte) recuerdo muy bien cada una de ellas.

Han hablado a mis espaldas, conspirado en contra de mi y los que son parte de todo mi ser. Han hecho mis ilusiones pedazos, han dicho que mis sueños son absurdos, que por lo único que me mirarían es por mi físico. Han tocado mi cuerpo sin mi consentimiento e inculcado el miedo de salir cuando tan solo era una niña. Me Han humillado frente a todos solo por no decir la respuesta correcta aún sabiendo que, apenas, estoy aprendiendo. Han creado rumores sobre mí, sobre cosas vulgares y atroces, que quien me conozca sabrá que yo no haría algo así, pero en ese entonces yo era una desconocida hasta para mi misma.  Me han hecho pensar que estoy mal, que lo único que vale de mi es lo que solo se ve a simple vista.

Si hoy me preguntaran si he podido salir de esas situaciones sonreiría con orgullo y melancolía.  Susurraría un si, así sin decir más. Porque lo hice, y cada vez dejo que esas cosas me afecten menos, ahora sano más, y me repito que estoy bien.

Que soy más que una cara, que un par de senos grandes, piernas prominentes, cabellos largos, cara bonita.

Pero también abría una profunda decepción en aquella sonrisa. Pude seguir adelante siendo fuerte y valiente como siempre lo he sido.  Sin embargo la naturaleza del humano es ser auto destructivo.

Es hacer cosas que sabemos que nos van a lastimar solo por sentir un poco.

Yo me acostumbré tanto a estar mal.

Era tan común que mis pensamientos me atacarán con flechas, espadas y espinas a toda hora.

Vivir con una daga en el pecho era tan natural que cuando, sin darme cuenta, empecé a librar mis batallas internas y a sacar la daga dolió más. Era un dolor mezclado con un alivio desconocido.

A lo que no conozco le temo, le temía al sentimiento tan liberador.  Le temía a este sentimiento que no me obligaba, me sugería y rogaba por que me diera una oportunidad de sanar.

La oportunidad de amar mi soledad, de disfrutar de mis sentimientos y no solo reprimir lágrimas y forzar sonrisas.

Sin embargo, soy una persona auto destructiva que solo sabía sentir desde el dolor.

Yo misma me recordaba que no era suficiente, que no soy buena, que soy un montón de defectos, que soy una pieza fácil de remplazar.

Ya he hablado de que aprendo a amarme y aceptarme, pero no siempre ha sido así.

A veces también debo mencionar que aunque destruirse, caer, desmoronarse es parta de crecer y ser más fuerte es doloroso.

Duele levantarse y sentir que no eres nada, que no vales nada, que eres más que un montón de defectos. Destruirse, desde mi punto de vista, duele, arde y quema como si estuvieras en medio de una fogata ardiendo en llamas, que queda una de esas quemaduras fueran recuerdos y pensamientos que te gritan mientras se clavan en tu piel recordándote que no eres nada más que lo que dicen los demás.

Una vez, hace mucho tiempo, me encontraba sentada en el suelo del baño con los ojos llenos de lágrimas y el dolor quemando mi piel. Había reprimido tanto mis emociones lo único que puede hacer fue esconderme en el baño hasta caer de rodillas en el suelo y explotar en llanto y sentimientos. Esa fue la primera vez que me destruí y fue la primera vez que arranqué la daga de mi pecho.

Dolió, dolió, y siguió doliendo durante más de un año, me perdí a mi, y lloraba, no forzaba sonrisas, no me reprimía porque no tenía nada que sentir. Nadie se dio cuenta y así era mejor. Recuerdo que Leía, escribía, y escuchaba  música para sentir algo.
No obstante, ya no todo era tristeza y dolor, cuando sonreía, joder, lo hacía en serio.

Empecé a conocerme

Un día, me topé con un video, fue mera casualidad y lo vi por curiosidad.  Hablaba sobre amarse, sobre cuidarse, sobre qué para cada persona es diferente, sobre los defectos y que no eran malos porque nos hacían ser nosotros, nos hacían diferentes. Que solo yo tengo el poder de juzgarme a mi misma, después de todo nadie sabe más que yo todo lo que he tenido que atravesar.

Ahí empecé a tratar de hacerme feliz. 

Sin embargo, como la persona auto destructiva que soy volví a quebrarme en el baño, solo que esta vez fue diferente.  Recuerdo haberme dicho a mi misma:

“Está bien, esto es parte del proceso, a diferencia de otras veces  ya sabes como levantarte.”
La segunda vez  me dije:
“Mor, somos auto destructivas y esta bien, eres un montón de piezas sin precio porque eres invaluable, llena de imperfecciones, rencores, virtudes, y problemas, un alma valiente que ahora no teme destruirse.”

La tercera Vez:

“Mañana sales de esa cama y te arreglas bonita. Eres más que solo un físico, lo sabemos, sé que aún te da miedo llamar la atención, pero recuerda que ser feliz es para valientes y lo somos, te encanta cuidarte y maquillarte entonces lo hacemos.  Recuerda que ahora tenemos buenas personas a nuestro alrededor que nos protegen de las malas, así como nosotras también tenemos la fuerza para hacerlo”.

La siguiente vez:

“¿Ves eso? Ja, estamos sanando, hoy nos destruimos, pero ya estamos mejor, lo vamos a estar, vamos a leer más historias bonitas y escuchar más canciones que nos hagan sentir como si nos pudiéramos comer en mundo en nuestra habitación, vamos a estar bien, aunque nos destruyas mil veces, nos sabremos poner de piel mil veces más. “

Hoy me dije:

“Somos auto destructivas, somos un caos, somos un montón de cenizas, y también sabemos como reconstruirnos, como ser caóticamente hermosas, y ser las ceniza que, en cuanto menos lo esperas, van a arder con fuerza.”