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❝ En medio de la noche,
No entiendo lo que está pasando
Es un mundo perdido.
En medio de la noche,
No puedo dejarlo salir.
Alguien sigue buscando
Y rompe tu vida
Nunca tendré miedo
En medio de la noche ❞.

Había perdido a su vida entera.
La perdió a ella.
Perdió a su chica.
Shoto perdió a Ryoka.

La vida de su mujer se escapó por entre sus dedos, todo por ser lento. Lloraba desconsoladamente abrazando el cuerpo frío de su amada, a su lado estaba Rumi quien ya había parado de llorar, solo agarraba la mano de su hermanita y daba ánimos al menor.

—Fallamos como héroes. —Susurró Nezu—. Nosotros...

—No. —Lo cayó Ryukyu—. Usted falló, nosotros no.

Toda la culpa se vió caída sobre El Director en esos momentos. Todos los héroes lo miraban con desaprobación, pero también algo confundidos con la actitud de la Dragona.

—Ryoka no murió. —Suspiró la rubia—. Aún no es su momento.

—¿De que hablas, Ryukyu? ¡No tiene pulso, todo por la estúpida idea de esta rata-oso! —Le gritó Kamui Woods, pero fue callado por una voz chillona y femenina—.

—¡Llegamos, maestra! —Gritó, Nejire, entrando al gimnasio con uno de sus amigos—.

—Me comuniqué con dos de los tres grandes hace un par de minutos. —Explicó la mujer dragón—. Estaban en su patrullaje cerca de aquí y les pedí que por favor trajeran al médico más reconocido de Japón.

—¿Y que piensas hacer con un doctor cuando necesitamos una funeraria? —Susurró Aizawa, molesto—.

—Salvar a nuestro adorada Ryoka. —Entendió Mirko, levantándose—.

Tamaki y Nejire apretaron sus labios al ver en la forma como se encontraba Akimaya, tan despedazada. Tamaki incluso quiso llorar, pero recordó a quien traía con él y lo pasó al frente.

—Buenos días, Akimaya Keiji. —Saludó Ryukyu, acercándose a él—. Bastardo asqueroso.

Su tono de voz era fuerte, exigente.

—Este doctor no usa su apellido, siempre mantiene esa información privada. —Resumió Mirko, caminando a la par de la dragona—. Él es el padre biológico de Ryoka, quien la abandonó a las horas de perder a su esposa.

Todoroki apretó el cuerpo de su novia contra el de él. Si ese hombre hubiera estado presente en la vida de Akimaya, ella sería plenamente feliz. Tenía algo de coraje contra el señor, pero no lo demostraría.

—E-Esperen. —Paró el doctor—. Yo desaparecí el apellido Akimaya legalmente, ¿por qué demonios me traen aquí hablando de Ryoka?

—Porque Ryoka es tú hija. —Demandó Hawks con autoridad—. Y mas te vale ayudarla si no quieres que tu secretito sea relevado a nivel mundial. ¿Cómo reaccionarían? La gente, al saber que su amado Doctor Keiji no es mas que un hombre horrible que abandonó a sus bebés cuando apenas tenían horas de nacer.

—No, por favor. —Soltó, desesperado—. Haré lo que sea, héroes. Pero por favor, no lo revelen.

Aizawa resonó su lengua contra sus dientes y se quitó del medio, señalando el cuerpo sin vida de su ahijada. Keiji abrió sus ojos al extremo, claro que la reconocía, era su hija, a quien dejó botada por resentimiento al no tener a su esposa. Aclaró su garganta, acercándose a ella.

—¿Cómo quieren que la cure? Ella... No se recuperaría en su totalidad.

—¿Y como piensas ayudar? ¿Acoso la revivirás con algún hechizo? —Soltó sarcásticamente, Edgeshot—.

—Su singularidad. —Present Mic habló, tragando duro—. La conozco. Es un potenciador. Potencia un cuerpo ajeno o propio para que trabaje el doble de rápido, incluso el triple. Si una persona está perdiendo sus signos vitales, él los puede acelerar. Sus heridas podrían sanar en cuestión de segundos dependiendo del daño. También... Es el as de su quirk, tendrá una oportunidad en su vida para revivir a una persona, pero eso le costará su propia vida.

—¿Pretenden, de verdad, que la cure? —Tartamudeó nervioso—. ¡Mírenla! Ella... No va a tener una segunda oportunidad.

—¡Akimaya! —Gritó Endeavor, acercándose a él—. ¿De verdad le piensas fallar por segunda vez a tu hija?

El doctor miró a sus lados, rodeado de héroes. Quería salir de ahí, pero no, era su deber como el doctor mas famoso de Japón y como padre.
Al menos, cumplir con ese pequeño favor.

—Yo... Podríamos cerrarle sus heridas y curarlas en mi clínica. Luego, usaré mi singularidad para intentar reanimarla. Si no funciona... Olvídenlo.

Esa última palabra fue con decisión, sacándose su bata de trabajo. Se arrodilló frente a su hija y la observó por unos segundos. Ella era preciosa, tenía un cuerpo ejercitado pero femenino. Una piel pálida y llena de cicatrices. Era el vivo retrato de su esposa...
Cerró sus ojos y acercó sus manos a ella, comenzando a curar todo lo que podía. Fue incluso desagradable para el héroes ver como algunas de sus extremidades rotas volvían a acomodarse en su lugar inicial, igual que sus heridas. La herida del abdomen, la de su riñón, fue la única de las más peligrosas en sanar.

—Ya no puedo seguir. —Les dijo—. El ojo se sale de mis límites. —Jadeó cansado—. Sus dientes están de vuelta y sus huesos se volvieron a juntar. No puedo sanar tampoco la herida del vientre, va desde atrás hasta el frente, es demasiado grande.

—¿Entonces? —Preguntó, Nezu—.

—Ella no podrá ser reanimada en este estado, por mas que use mi quirk para acelerar su corazón, moriría a los segundos por las heridas.

Mirko tiró su cabeza hacia atrás y soltó un sollozo.
Su hermanita no volvería, tampoco podía obligar a que un ser humano de su vida por alguien que no conoce prácticamente.
La atención de Keiji se centró en Todoroki, quien en ningún momento había soltado la mano de su hija.
Suspiró, viéndolo.

—¿Eras el novio de Ryoka? —El menor asintió—. ¿Hijo de Endeavor, no? Vaya... —Rió, acariciando el cabello desordenado y con algunas partes arrancadas gracias al Nomu, de su hija—. Ryoka estaba rodeada de más amor del que pensé... Tiene una hermana, un novio y amigos que se preocupan por ella, ademas de los héroes, que demostraron tenerle mas afecto que profesionalidad.

—Mmh, ¿por qué abandonó a los gemelos Akimaya?

—Que directo eres, niño. —Negó con pesadez—. La muerte de mi esposa me destrozó y lo único que pude hacer fue correr. No quería ver a mis hijos, quienes tienen su misma cara. Así evitaría odiarlos...

Bajó su mirada de nuevo a Ryoka.
Nunca pensó que ver "de nuevo" a su esposa lo afligiría tanto. De hecho, siempre tuvo la idea de que solo llegaría a odiar a sus pequeños por recordarles a su amada. Pero, ahora que tenía a uno de ellos cara a cara... No le desagradaba. Le entraron unas inmensas ganas de pasar con ella un día de padre e hija, salir a comer helado y vacilar.

Eso ya no se podría hacer, lastimosamente.

Ya que él no estaría vivo para cuando su hija abra los ojos.

Las lágrimas amenazaron con salir pero, ¿por qué? Nunca le tuvo miedo a la muerte, nadie lo esperaba en casa y su vida era tanto miserable como solitaria.
Tal vez era arrepentimiento por perder tan preciados años con sus hijos o tal vez miedo a sentir dolor.

No lo sabía, ni lo iba a descubrir.
Solo iba a dejar que todo sucediera.

Sobrepasando sus límites, obligó a que el vientre del su hija se sanara en su mayoría, estaba seguro de que le dejaría una cicatriz, pero era mejor que dejar esa fea herida abierta. Con dolor muscular, se dejó caer a su lado, cerrando los ojos.

Activó el as de su poder.

Mientras sentía como ambas almas cambiaban de lugar, habló.

—Cuando revivo a una persona, mi peculiaridad será pasada al receptor. No será para uso ajeno, solo para propio y automático. El quirk de Ryoka se potenciará el doble, obteniendo mas fuerza y velocidad de curación. —Su aliento se acababa cada vez mas, ahora su cuerpo no pesaba, era liviano, estaba a flote su muerte—. No logré sanar el ojo del todo, pero, al menos no quedará un cuenco lleno de sangre que deba tapar siempre.

Soltó una última risa, muriendo.

—Por favor, díganle que vaya a mi clínica apenas pueda...

Mirko se acercó al hombre.
No tenía pulso.

Luego se acercó rápidamente a su hermana y mientras le estaba tomando el pulso, abrió sus ojos.

Ahora uno era negro con la pupila roja, tal y como se ve cuando tiene su singularidad activada.

—¡Ryoka! —Exclamó la morena, saltando a abrazarla mientras lloraba de felicidad—.

—Rumi... —Susurró, aceptando su abrazo—. Me siento rara... Pesada.

—¿Cuantos dedos ves? —Le preguntó Hawks, alzando tres dedos—.

Era cierto que su visión ahora era algo molesta y poco funcional, pero cerrar su ojo izquierdo la ayudaba a ver mejor.

—Tienes tres dedos.

Eso bastó para que la mayoría soltara un grito de felicidad y se acercara a ella para abrazarla. Estaban felices, demasiado. Mirko se alejó y llegó al cuerpo de Keiji, tomándolo entre sus brazos.

—Doc, tan poco tiempo de conocer a tu hija y ya das tu vida por la de ella. —Rió, entregando al hombre muerto en brazos de Nejire—. Esperen.

Cuando movió el cuerpo, pudo recordar lo que dijo Mic antes. "... potencia un cuerpo ajeno o propio...".
Miró al doctor de arriba para abajo, logró notar como una larga y delgada cicatriz aparecía en su ojo izquierdo. Abrió sus ojos a mas no poder y le gritó a Ryukyu.

—¡Ryu, rápido! ¡Lleva al señor Akimaya a la clínica!

—¿Qué...?

—¡Maldita sea, su quirk puede ser su salvación! ¡Llévalo, corre!

La dragona la miró confundida, pero aceptó. Activó su singularidad y salió volando con el cuerpo del hombre. ¿Por qué intentar con su peculiaridad si ahora estaba en el cuerpo de Ryoka? Fácil, Mirko hace un par de meses había leído sobre los Quirk que se pueden pasar. Hubo una frase que le llamó mucho la atención. "Siempre quedará una chista de tu anterior poder", eso tal vez sea la respuesta. Tal vez no le pasó su Quirk a Ryoka, tal vez solo se dividió y lo compartió, dándole la mayor parte a su hija.

Después de ver el rostro de Keiji con una sonrisa, admirando a su hija aún estando destrozada físicamente, sentía algo de pena por él. Ella era una heroína, debía velar por la seguridad de todos, incluso por la de ese cabrón que abandonó a sus hijos.

Miró sobre su hombro a Ryoka, quien estaba siendo abrazada por sus compañeros los cuales lloraban.
Ella la única que pudo notar como su párpado ahora era más pesado, cansado.

Ella... ¿estaba afligida por haber vuelto a la vida...?

"La muerte es la única forma para ser libre"

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