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❝ Está bien, vamos,
cuando diga uno dos tres, olvídalo
Borra todo los recuerdos tristes,
toma mi mano y sonríe ❞.

Akimaya se encontraba sentada en el patio delantero del edificio de la Clase 1-A, pensando en lo que sucedería con Shoto luego de todo lo qué pasó. Suspiró y volvió a ver al cielo, donde se podían apreciar unas hermosas estrellas decorando el espacio que gobernaba la luna menguante.
Una de las estrellas más grandes y hermosas brilló, iluminando levemente los ojos celeste de Ryoka.

—Oh madre... —Susurró—. Teka-sama tiene razón... Pero, desearía saber tu opinión... ¿Qué hubieras hecho en mi lugar...?

La puerta principal de la casa se abrió, sobresaltando a la protagonista. Ahí se logró ver a el menor de los Todoroki parado en el marco de la puerta, con una mueca deprimente.

—Yo... Vi bajarte hace un rato y quise venir a hacerte compañía. —Mencionó, cerrando la puerta detrás suyo y caminando hacia su compañera, para luego sentarse en el mismo muro de madera en el que ella se encontraba—...

El silencio sentenció a la hora de acomodarse, donde los únicos testigos eran dos adolescentes hormonales y confundidos bajo el aura del amor no correspondido.
Todoroki lo sintió. Supo, por más que le costara admitirlo, que su exnovia volvía a ser la de antes, volvía a reprimir sus sentimientos por tal de quedar bien con los demás. Tomó aire y lo dejó salir lleno de pesadez, era como si el amor que emitía únicamente para Ryoka fuera rechazado por la misma. Se sentía triste.

Se sentía inseguro.

—La luna está hermosa... —Murmuró él—.

—Sí... Bastante linda...

—¿Qué haces afuera a estás horas? —Cuestionó Shoto, bajando su mirada para poder apreciar el perfil de su exnovia—.

—Simplemente... Pensaba... Ya sabes, se acerca las Olimpiadas IHM y todo eso...

—Mmh, ya...

—...

—¿Qué pasó en la misión de tus residencias? —Preguntó el varón, decidido—.

—Vi morir a muchas personas, capturamos al Doctor y...

—No me refiero a eso. —Interrumpió con un tono cortante. Su cabeza cayó y sus puños apretaron la madera—. ¿Qué sucedió allá para que... Dejaras de pensar en mí?

Ella quedó en silencio.

—¿Qué sucedió, Ryoka? —Volvió a preguntar—. No puedo sentirte como antes...

—No he cambiado, Todoroki.

—¿Todoroki? —Repitió con la voz quebrada—. Sabes más que nadie que yo dependo emocionalmente de ti, Akimaya.

—No di...

—¡Sí! —Exclamó, volviendo a levantar el mentón con desesperación—. Porqué nunca tuve una razón propia para vivir. Ni siquiera quiero a mi familia como para decir que estoy aquí por Natsuo o Fuyumi. Mamá y yo volvimos a hablar hasta hace apenas unos meses. Midoriya es mi primer amigo pero no puedo decir que vivo por él... Maldición... El único objetivo que tenía era destruir emocionalmente a mi padre y morir. Pero, desde que me enamoré de ti, todos los días pienso en un nuevo y mejor futuro. Sueño con tener hijos, con casarme, crecer como una familia e incluso morir juntos, ya ni siquiera mi padre importa... No entiendo porqué lo haces, Akimaya. No entiendo porqué quieres terminar algo que hace apenas unas semanas fue lo más importante, tanto para ti como para mí.

—... —Ryoka gruñó y, inconscientemente, comenzó a activar su singularidad—. N-No me manipules.

Todoroki la miró expectante, deseoso. Tenía que recuperarla, egoístamente lo haría. Sabía que en el estado que estaba su compañera era peligroso y suicida, pero tenía que intentarlo. La altura de la chica era el doble que él en esos momentos, aunque eso no le importó mucho. Shoto necesitaba de Ryoka, y no estaba dispuesto a dejarla ir.

Se levantó y acercó su rostro al de la contraria.

—Aléjate. —Gruñó Akimaya—.

—No, Ryoka.

—No me digas Ryoka.

—Te amo. —Él sonrió de medio lado—.

—Yo no. —No iba a mentir, aquello le dolió a ambos—.

—No mientas. —Alargó Shoto, levantado una de sus manos y dirigiéndola hacia su cabeza—. Sé que me amas, lo dijiste riendo, llorando y gimiendo.

—¡T-Todoroki! —Si la piel de Akimaya ya era naturalmente roja, ahora lo era muchísimo más—.

—¿Qué? Simplemente digo lo que sé. —Su mano cayó sobre uno de sus cuernos, provocando que Ryoka tuviera un escalofrío—. Ahora, bonita, déjame besarte como ya hace tiempo no lo hago...

—Si te acercas de más, te mataré. —Amenazó—.

Ryoka, como todos la conocían al tener su Don activado, realmente era peligrosa. Si ella juraba matarlo si intentaba algo, probablemente lo haga. Pero, ¿qué perdía? Claro, más que la vida.

Su otra mano delineó la musculosa forma de Akimaya, pasando su muslo, acariciando su cadera (y aprovecharon para toquetear de más su trasero), subiendo por su cintura y deteniendo su roce cuando llegó a los pechos. Ryoka lo miraba fijamente en el momento que sintió como Todoroki apretaba levemente su seno derecho. Sus garras se separaron del piso con dirección al cuello de Shoto, sin pensar en las graves consecuencias que traía aquello. Pero, no fue porqué los labios del varón se juntaron con los suyos y sus bocas se fundieron hasta ser solo una.

La mano masculina, con algunas venas marcadas decorando su piel, acariciando sus cuernos. Un gemido salió de la boca de la menor, provocando que Todoroki gruñera y mordiera con fuerza su labio. Tuvo cuidado al momento de introducir su lengua para evitar cortarse con los colmillos de su expareja, cuando el cuerpo de la demonio volvía a ser como el de una chica normal. Sin separarse en ningún momento, Shoto pegó aún más sus cuerpos, acomodándose entre las piernas de su amada y provocando fricción pecho a pecho. Al estar sentada en un muro, al mayor se le facilitaba la tarea de besarla, aprovechando también para toquetear de más sus muslos.

Sus lenguas se encontraron en un baile erótico con objetivo de encontrar un dominante para el beso, peleando entre sus bocas y entrelazando saliva. El varón dejó expulsar aire con fuerza, complacido de poder volver a besar a Ryoka como casi nunca lo hacía. Mas sin embargo, Akimaya separó a Shoto al sentir como sus lágrimas comenzaban a descender.

—¡Soy tan débil! —Exclamó, golpeando su cara repetitivas veces—. Entiéndelo, Todoroki. Entre tú y yo ya no hay nada, somos compañeros y nada más.

Aquello dolió en todo el pecho del masculino, quien mantenía una compostura superior que decayó al momento de oír eso. Ryoka salió corriendo del lugar entre llantos, mientras que Shoto se dedicaba a observar el cielo de forma estúpida.

—Eso... Fue muy tonto de mi parte.

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