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❝Porque todo de mi
ama todo de ti
Amo a tus curvas y todos tus bordes
Todas tus imperfecciones perfectas
Da todo por mi
Que yo daré todo por ti
Eres mi fin y mi comienzo
Incluso cuando pierdo estoy ganando
Porque yo te doy todo,
todo de mí
Y tú me das todo,
todo de ti❞
Todoroki se recostó en la baranda que dividía la acerca y el patio de la casa donde vivía Akimaya. Miró con precisión cada patada y golpe que ella proporcionaba al sacó de boxeo, pensando seriamente en que si fue un aprovechado el día cuando la besó por primera vez.
Aquella vez Ryoka siquiera sabía que era un beso, hasta se asustó la pobre. Recordó sus labios rosaditos levemente hinchados, sus ojos cristalizados sin saber si era por que había estado llorando antes o por el miedo ante aquella muestra de afecto, sus pupilas dilatadas y un fuerte sonrojo que cubría la mayoría de su rostro. Y como no, cuando salió corriendo. Todo eso fue demasiado tierno para el frío corazón Shoto, demasiado.
Incluso ahora, en ese instante, ella se veía bonita. Repleta de sudor, bronceada por llevar horas bajo el sol entrenando, con su cabello amarado en un moño mal hecho, su silueta siendo cubierta por una licra blanca y una camisa corta. Maldición, por más que quisiera buscarle defectos ella simplemente no tenía, era prefecta ante los ojos de Todoroki.
Su dualidad era tan increíble.
—¿Por qué la miras tanto? —Le preguntó una voz masculina a la par de él; Hawks—.
—Porque me gusta. —Admitió, esperando que la chica pronto se sacara esos auriculares inalámbricos y se diera cuenta de su presencia—.
—¿Te gusta acosarla o te gusta ella?
—Me gusta ella... ¿Por qué estaría acosándola? —Lo miró extraño—.
—Podría casi jurar que el primer día que viniste con ella le veías el trasero.
Mierda.
—No, no lo haría. —Se puso aún más serio, intentando convencerlo—.
—O sea, me estás diciendo que no te gusta su cuerpo. —Dijo, fingiendo molestia—.
—N-No, claro que me gusta, pero no me fijo en...
—Y ahora me dices que si le ves su trasero. —Negó divertido—. ¿Cómo crees que reaccione si se entera que la aco-...?
No pudo terminar ya que le cayó agua en la cara.
A su lado estaba Akimaya con una cara de molestia junto con su botella sin tapa y vacía.
—Así mejor no ayudes, idiota. —Lo empujó un poco—. Vete, chu, chu.
—A mí no me dices que hacer. —Se cruzó de brazos, pero comenzó a sudar cuando su casi hermana lo miró amenazantemente—. Pero iré yo por mi cuenta. —Dio media vuelta y caminó rápidamente a la casa—.
—Por favor, ignóralo. —La menor suspiró cansada—. ¿Pasa algo?
—Sí... —El heterocromático recorrió su mirada por el cuerpo sudado y enrojecido de su compañera—. Quería que me acompañaras a ver a mamá y luego ir a mi casa a cenar. Solo si quieres y tienes tiempo.
—¿De verdad? —Ladeó la cabeza, confundida—.
—Es que le he hablado sobre ti a mamá y a Fuyumi... —Explicó, sonrojándose un poco por lo que decía—. Ellas quieren conocerte. También Natsuo.
—¡Iré! —Le sonrió—. Solo déjame darme un baño y ya, ¿si?
—Bien. —Devolvió el gesto de forma más pequeña—. Yo te espero.
La peli-rosada le dio una última revisión a su atuendo, asegurándose de tener una forma presentable pero informal.
Una falda rosa, una camisa manga larga blanca y unos tennis blancos de plataforma.
Todo bien, ¿no?
Agarró sus cosas algo nerviosa y se dedicó a bajar a sala, donde Hawks se encontraba explotando con preguntas a Todoroki. El albirrojo sonrío un poco al verla.
Su madre la amaría.
Se levantó, se acercó a ella y la tomó de la mano. —¿Lista?
—Sí, vamos. —Dicho eso, se dirigieron a la salida—. ¡Ah! Pero antes... —Corrió a Kei y lo abrazó—. No hagas nada idiota, te quiero. —Volvió a la puerta—. ¡Ahora sí!
El adolescente rió levemente ante su actitud y, por fin, salieron en dirección al hospital.
Pasaron por calles, aceras, trenes y vías, pero en ningún momento soltaron sus manos.
Tal vez por el miedo a perderse entre la gente o por el terror de perder al otro de sus vidas. Y sí, ambos necesitaban del otro. Probablemente sea muy pronto hablando de edad, pero estaban seguros de que el otro era su, como se decía por allá, alma gemela.
Y por más que le costara a Akimaya admitir que sentía algo más fuerte que amistad por Todoroki, una gran parte de ella se sentía amada con él. Mientras que por parte del albirrojo, él se sentía seguro con ella, sin ningún miedo a expresar sus más profundas emociones.
—¿Qué tipo de flor le gustan a tu madre? —Preguntó la femenina—.
—Cualquiera, con tal qué huelan fuerte.
Sin pudor alguno, la agarró de la cintura para poder apreciar mejor cuales flores habían sobre de ella. Tampoco es como si le incomodara a la receptora de su tacto, de echo, le agradaba, por lo cuál no se quejó.
—¿A ti te gustan los tulipanes, no? —La de cabellera rosada asintió—.
—Los celestes y rosados son mis favoritos. —Acarició un ramo de peonías—. ¿Crees que a tu mamá le gusten?
—Sí. —Apoyó su mentón en la cabeza de la de pequeños cuernos; era un poco baja comparada a él—. Agarra esas.
—Bien. —Hizo lo dicho y caminaron hasta la caja registradora—.
—Cobre estas también. —El heterocromático pasó dos plantas más, unos tulipanes celeste y rosa—.
En cuanto pagó las flores, los últimos dos escogidos fueron entregados a su acompañante.
—¿Qué?
—Son para ti.
—...—Las agarró dudosa—. Gracias.
Con una sonrisa sincera, lo abrazó y besó su mejilla.
Él devolvió su gesto y la llevó de la mano a su destino.
Marcaron sus entradas, subieron por el ascensor y llegaron a la puerta de la habitación de Todoroki Rei.
—Mamá. —Saludó el albirrojo en cuanto entró—. Ella es Ryoka.
—¡Al fin te conozco! —Se levantó del asiento y se acercó a ella—. ¡Shoto me tenía en una tensión exagerada! —Acarició sus cabellos—. Dios, eres demasiado hermosa. Tu pelo es fascinante.
—A muchas personas le incomodan el color de mi pelo. —Rió nerviosa—. No creo que sea así.
—Shoto, me la tienes con bajo autoestima. —Regañó de forma suave—. Dile que es perfecta.
—N-No hace falta, Señora Todoro-...
—Eres hermosa. —Susurró el único masculino en la sala. Aunque parecía decirlo más de forma obligatoria, su tono era sincero—.
—...
—¡Natsuo tenía razón cuando dijo que lo hiciste cambiar! —La mayor sonrió con lágrimas acumuladas—. Me alegra tanto esto. —Se sentó en un pequeño sofá—. Me hace muy feliz... Por favor, promete cuidar de mi Shoto.
—Yo lo haré, Señora Todoroki. —Le sonrió y entregó las flores—.
—Gracias. —Sorbió su nariz—. Puedes llamarme Rei, no tengo ningún problema.
—Entonces, ¿mi hijo no te ha declarado sus sentimientos pero se atreve a besarte?
—A sí es. —Asintió, fingiendo tristeza—.
—¿Es necesario? —Reclamó él, costado en la camilla con las ojeras levemente sonrojadas—. Ya lo tienes que saber.
—No, no lo sé.
—Bien. —Se sentó—. Me gustas.
—También me gustas. —Sonrió—.
—¿Qué esperas, Shoto? ¡Pídele que sea tu novia! —Exclamó la señora, meneando los hombros de la invitada por la emoción—.
—¡Ahora no, mamá! —Se quejó él y puso la almohada en su cara—. En un momento más adecuando se lo pediré.
—Pues de antemano, mi respuesta es sí.
Él la miró por unos segundos, para luego negar divertido. —Prometo preguntarlo cuando Fuyumi y Natsuo te conozcan.
—Señores. —Una enfermera tocó la puerta—. La hora de visita ya pasó.
—Claro. —La albina se levantó junto a los adolescentes—. Espero volver a verte pronto, Akimaya-chan. Vuelvan sanos y salvos del campamento.
—Me alegra que mamá y tú se llevaran bien. —Admitió Todoroki mientras pasaba uno de sus brazos por los hombros de la femenina—. Aunque conspiraran contra mí.
—Rei-san me recordó mucho a Ms. Joke. —Rió un poco—. A su lado maduro.
—¡Shoto! —Exclamó su hermana desde la entrada—. Ya llegaron. —Extendió su mano—. Encantada de conocerte, Akimaya-san.
—El gusto es mío. —Le sonrió—. Puedes decirme Ryoka sin ningún problema.
—Bien, tu puedes llamarme por mi nombre igualmente. —Abrió la puerta principal, dejándolos pasar a la residencia Todoroki—. Entren, pónganse cómodos.
—¡Fuyumi, se quema la comida!
—¿Eh? —Caminó a la cocina—. ¡Natsuo, literalmente quemaste el agua!
Los recién llegados rieron en voz baja y se acomodaron en sus respectivos asientos. —¿Tu hermana ocupa ayuda?
—Déjala, ella se desquita sola con Natsuo. —Le acarició el torso de la mano—. Sobre lo que dijiste en el hospital... Si te pidiera ser mi novia, ¿Realmente dirías que sí?
—¿Y por qué no? —Se acercó y lo tomó del mentón—. Tu también me gustas, Shoto, no habría necesidad para decir que no.
—¿Incluso si no me gusta Miku Hatsune? —Susurró—.
—Incluso si odias a Miku Hatsune. —Ella sonrío enternecida, mientras él lo hizo con satisfacción—.
—Entonces...
—¡Ya está! —Vociferó la mayor al entrar junto a su otro hermano—. Oh, ¿interrumpimos algo?
—No, nada. —La menor se acomodó en su lugar—.
—Sí, interrumpes. —Murmuró el heterocromático con enfado. La oji-celeste le dió un codazo suave—.
—Es un placer, Akimaya-san. —Saludó el albino—.
—Digo lo mismo. —Dibujó su mejor sonrisa—.
—Toda tu familia es muy buena. —Alagó la peli-rosada acariciando los tulipanes—.
—No toda. —Recordó, tomándola de la mano para evitar que se cayera por no mirar al frente cuando caminaba—.
—... Shoto.
—¿Qué pasa?
—Te quiero.
El albirrojo paró frente a la puerta de la casa de su acompañante, algo sorprendido por su repentina declaración.
Lo pensó unos segundos, para luego atraerla a él y abrazarla. —Yo también te quiero...
—¿Mucho?
—Ni te lo imaginas. —Besó su mejilla—.
—¿Prometes no hacerme daño? —Susurró algo insegura—. Yū me contó todo lo que pasó ella...
—Te lo prometo. —La tomó del mentón—. No se como se hace esto, es mi primera vez y Natsuo es quien me aconseja, así que... ¿Quieres iniciar una relación conmigo?
La peli-rosa asintió con una sonrisa. —Quiero iniciar una relación contigo.
Ambos sonrieron como bobos enamorados y cortaron su poco distancia en un beso.
Movieron sus labios con lentitud y un poco de torpeza, al ser la tercera vez que se besaban ya tenían algo de experiencia. El mayor la agarró de la cintura mientras ella enredaba sus dedos en el pelo de él, acariciando sus colores bicolores y asegurándose de no dejar ningún espacio entre ellos.
No fue hasta que el aire en sus pulmones comenzó a fallar y se vieron obligados a separarse. Juntaron sus frentes e intentaron calmar sus respiraciones aceleradas sin parar sus caricias.
—Te veo mañana en la academia. —Dijo ella y se alejó un poco—. Ten cuidado de regreso.
—Buenas noches, Ryo. —Se regalaron una sonrisa—. Descansa.
—Igual...
Ahora lo más importante:
¿Cómo le diría a Keigo sin que este se vaya de la casa?
———
No puse la escena de la piscina ya que siento que no es muy relevante .-.
Pero se pueden imaginar que si fueron :(
Tal vez lo coloque después del campamento ^.^
Perdón unu
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