A JungKook le encantaba ver sonreir a TaeHyung. Pero era una sonrisa especifica que él apreciaba. No era el fantasma petulante de una sonrisa que mostraba cuando estaba seguro de que estaba en lo correcto. No era la sonrisa malvada que adornaba su boca cuando estaba haciendo travesuras.

Sorprendentemente, no era la sonrisa traviesa lo que licuaba el cerebro de JungKook.

No, esa sonrisa era diferente.

La sonrisa que adoraba era esquiva, pero cuando la vela, le calentaba hasta el núcleo de su ser. La sonrisa era la que mostraba TaeHyung cuando su corazón estaba lleno. Iluminaba su rostro y brillaba a través de sus ojos con una calidez radiante. La sonrisa era especial porque era solo para él y cuando revelaba su intensidad le hacia saber que por ese eterno instante de tiempo él era la única persona existente en el campo de visión de TaeHyung.

Acababan de resolver una discusión, una en la que ambos tenían la culpa, y JungKook estaba tratando de sacarle la sonrisa a su novio. Desafortunadamente, durante todo el dia y a pesar de sus esfuerzos, la hermosa sonrisa no se logró

JungKook condujo la camioneta por la autopista, TaeHyung estaba del lado del pasajero, hojeando una revista de muebles.

Euphoria se filtró a través de los altavoces. El rizado aumentó el volumen y comenzó a cantar. No sabía la verdadera letra de la canción, pero cantó de todos modos sin preocuparse de que prácticamente la estaba destrozando. Tocó el volante, deteniéndose en un semáforo.

La sensación de ojos ardiendo en el revoloteó a través de sus sentidos y se giró para mirar a TaeHyung. Las palabras estaban atrapadas en su garganta, porque TaeHyung le estaba dedicando esa rara y tan querida sonrisa.

Ondas de calor fluían a través de su sistema en oleadas agradables. Se quedó mirando esos ojos risueños, sintiéndose caer en profundidades de color azul cielo.

— La luz está en verde.

Agotándose mentalmente, JungKook apretó el acelerador.

Maldita sea, amaba esa sonrisa.