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v.

La primera vez que Yaoyorozu vió a Awase, fue en una de las juntas del consejo estudiantil. Cada clase tenía un presidente, un vicepresidente y un delegado vampiro que velaba por la comodidad y la inclusión de los suyos en las actividades, para así no ser apartados por ser la minoría.

Aunque desde su punto de vista le parecía algo excluyente en sí mismo el hecho de que lo vampiros no pudieran postularse al puesto de presidente de la clase, por ahora estaba de acuerdo con que cada clase tuviera a alguien dispuesto a velar por la comodidad de los de su especie. En el caso de su salón, era ella la que se encargaba de tal trabajo y estaba muy orgullosa de su labor.

—¿De verdad creen que es una buena idea ir a la playa para viaje de fin de curso? Aunque sea falso el hecho de que "nos convertimos en polvo" nuestra piel es muy sensible al sol, no podríamos disfrutar para nada. —Se quejó Monoma, el delegado vampiro de la clase 3-B. Yaoyorozu y los demás de su especie estuvieron totalmente de acuerdo con sus palabras.

—Pero ustedes son la minoría, no podemos amoldar y cambiar lo que la gran mayoría voto solo porque ustedes no pueden hacerlo sino ¿Por qué razón hicimos votaciones en primer lugar? —objetó la presidenta de la clase 3-F.

—Obviamente no ganaríamos las votaciones porque somos la minoría y porque además, por estudiantes como tú qué no piensan en nuestro bien al momento de tomar las decisiones. —Las palabras del rubio fueron cargadas de veneno al momento de decirlo, mirando mal a la chica.

—Nosotros no estamos imponiendo nuestras ideas sobre las suyas. Solo pedimos que tomen en consideración nuestros impedimentos. —comentó Yaoyorozu con el puño apretado y voz amable. Siendo apoyada por Iida, el presidente de su clase.

—¿Y qué proponen? ¿Ir de viaje al cementerio? —preguntó con una risa sarcástica el vicepresidente de la clase 3-C. Ganándose una mirada asqueada hasta de su propia delegada vampira.

—¿No podríamos planear alguna actividad de interior?

—¿Cómo qué?

Yaoyorozu intentó hablar pero a su mente no venían alguna idea, honestamente creyó que en las votaciones podrían ganar alguna de las razonables opciones como ir de acampada al bosque, pero al ser rechazadas en las votaciones ya no podía ser una opción que se pudiera proponer.

—¿Y qué tal si encontramos un punto medio? —Una nueva voz se abrió paso, se trataba de un chico que la morena había visto en diversas ocasiones en los pasillos acompañado de un vampiro de la clase B, y también siempre en estás reuniones del consejo, manteniéndose al margen de la situación. —¿Y si planeamos actividades nocturnas en la playa?

—¿Actividades nocturnas? —preguntó el vicepresidente de la clase 3-J, sin sonar convencido.

—Por supuesto. ¿No has oído hablar de las ferias ambulantes en los muelles? Podríamos comparar las fechas e ir de viaje al mismo tiempo. Las ferias funcionan casi toda la noche, traen juegos mecánicos, puestos de comida y demás. —respondió con total seguridad en sus palabras. —Además podríamos pedir permiso a los salvavidas para hacer una fogata y tener su supervisión en caso de que algunos quieran nadar a esas horas. Y ahí está, tendríamos una fiesta nocturna en la playa que pueden disfrutar humanos y vampiros por igual.

Awase sonrió, ganándose una felicitación de Kendo, que era la presidenta de la clase 3-B y un agradecimiento de Monoma. La gran mayoría estuvo de acuerdo con su propuesta, incluso ella lo estuvo porque ciertamente tenía razón, sería una forma de cumplir con las votaciones sin excluir ni limitar a los vampiros para divertirse, y aunque el pelinegro admitió que parte de la idea se la debía a Kaibara, la morena seguía sorprendida por la amabilidad del chico en ayudar a los vampiros.

Desde ese día, ella se fija un poco más en él.

Awase siempre está con Kaibara, se ríe y se divierte, actúa como si fuera lo más común y ni por un momento duda al momento de retarlo o golpearlo en broma, aún cuando el resto siempre ha tratado a los vampiros con un respeto casi dramático o se abstienen de juguetear con los mismos por sus habilidades que siempre han sido mejores.

Awase habla con Monoma, propone ideas que pueden ayudar a la comunidad vampiríca, es el primero en colaborar con los proyectos que buscan ayudarlos a integrarse cada vez más y también es quien más apoya a los delegados vampiros cuando proponen sus ideas.

Yosetsu es un humano pero hace un esfuerzo por los vampiros, porque es lo que cree correcto. Y es algo que a Momo le llama la atención, porque nunca había visto un humano tan comprometido con su especie.

Recuerda incluso una vez varios meses antes de su (des)encuentro con la mordida sorpresa, cuando Awase pidió permiso para salir de una reunión por un par de minutos porque “Kaibara, quiere almorzar", sus palabras fueron seguidas de burlas y bromas pesadas de los otros miembros del consejo, recibiendo una mirada fría de sus ojos grises y una respuesta cargada de una inamovible voluntad.

«No sé cómo son ustedes con sus amigos, pero darle algo de sangre a mi mejor amigo, es poco de todo lo que yo haría por él»

Y se alejó, mientras que el resto seguía burlándose, Momo en ese momento lo admiró, en silencio y desde su lugar, siendo una espectadora de lo que sucedía pero sin perder rastro del chico que apoyaba de forma honesta a los vampiros.

—¿Qué te sucede, hija?

Momo levantó la vista de su copa, la sangre roja y espesa se veía bien, pero el olor que desprendía era del todo menos apetitoso. Y sin darse cuenta se había quedado dándole vueltas sin tomar ningún sorbo.

—Nada... No me sucede nada, no se preocupe.—Momo fue dulce y cordial al hablar con una de las ancianas vampiros. Se encontraban en una de las reuniones del clan, para mantener lazos y no perder el contacto entre la reducida población vampiríca.

—Al parecer tienes problemas para beber tu sangre, así que algo debe pasar...

—No se preocupe, es solo que...

—¡Por supuesto! Ya sé lo que sucede, lo veo en tus ojos. —contestó de pronto marcando una sonrisa en sus mejillas arrugadas y sus colmillos alargados. —Probaste la deliciosa sangre de algún humano. ¡Ay! Cómo extraño mis días de juventud cuando era tan fácil conseguir sangre de lindos humanos.

—¡Espere...! No, no es así. —Momo intentó negar con el rostro rojo de la vergüenza mientras movía sus manos y negaba con la cabeza.

—Cariño, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Así que no intentes mentirme. —Se quejó la anciana, cruzándose de brazos. —Tranquila, no le contaré a nadie. No es de su incumbencia, ni tampoco de la mía, pero ya alegras mucho a esta pobre ancianita que está cansada de los aburridos temas de conversación que tienen en estás reuniones.

La anciana tenía razón, las reuniones de los vampiros eran, sobretodo para aquellos que ya eran más mayores y no tenían grandes cosas que hacer, para mantener el contacto con sus amigos de siempre. Era raro ver vampiros jóvenes como Momo, que tan dulce y cordial como siempre no tenía corazón para negarse a hacerle compañía a su madre.

—Bueno, está bien. Usted tiene razón, no puedo sacarme el sabor de su sangre de mi cabeza. Y mucho menos las palabras que me dijo.

—¿Y qué te dijo ese humano? —preguntó la anciana curiosa. Y la pelinegra tuvo confianza de hablar, de cualquier forma, hablaba con una vampira que era de confianza por ser conocida como una gran consejera.

—Que... Que yo... —Dudó, tragó saliva con nervios, antes de suspirar y tomar valor. —Que podía tomar de su sangre siempre que quisiera.

La anciana hizo un ruidito de sorpresa, tapando su boca elegantemente con el dorso de su mano.

—Vaya... ¡Ese humano debe estar muy enamorado de tí!

—¡¿Qué?! ¡No, no, para nada! Ni siquiera somos cercanos. —Momo de nuevo negó, y su rostro definitivamente podía competir con un tómate. —Apenas fue la primera vez que tomé de su sangre.

—Eso no importa. El amor va más allá de cuánto conoces a una persona. Además, el amor es la mejor forma para mejorar el sabor. —dijo la anciana con total seguridad en sus palabras.

—No creo que esté enamorado de... Espere un segundo ¿Qué fue lo que dijo? —La mente de Yaoyorozu recálculo, dándose cuenta de unas palabras muy interesantes de parte de la anciana. —¿El amor mejora el sabor?

—¿Qué? ¿No lo sabías? —La anciana la observó con curiosidad y un bufido salió de sus labios al recibir la negativa de la más jóven. —Los vampiros de ahora no saben nada, aunque no es su culpa. Es que sus padres no saben aclarar las cosas. Verás cariño, aunque es cierto que el sexo mejora el sabor de la sangre, no es por tener las emociones a flor de piel. Nada de eso. La razón por la que el sabor mejora, es porque tener sexo, en algunos casos, es la forma más carnal y desenfrenada de dos personas para profesar su amor. Es el punto más alto del acto de amor, y por eso, cuando un humano y un vampiro se aman, la sangre del humano sabe mil veces mejor para el vampiro, porque es como estar bebiendo parte de sus sentimientos de la forma más pura. Pero de cualquier forma, aún sin llegar tan lejos, si un vampiro se siente atraído por un humano, si le gusta el humano, su sabor mejorará. El sabor depende de qué tanta es la atracción que siente el vampiro hacía su humano, ya sea física, emocional o espiritualmente. Por eso, el sabor no será algo estático, si tus sentimientos crecen, mejorará. Si tus sentimientos bajan, empeorará. Así es como funciona.

Y en ese momento, Momo entendió algo muy importante.

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