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8. Inesperado, pero deseado

Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. (Julio Cortázar)


Derek seguía pensando en Aidan, lo que no dejaba de molestarlo. Era inesperado y desagradable no poder sacarlo de sus pensamientos. ¿Por qué? ¿Sólo por una charla insípida en la que no habían intercambiado tantas palabras, pero sí muchas miradas? No parecía razón suficiente.

A ver, sí, había sido inesperado que Aidan respetara su espacio, para empezar, y que aceptara su ayuda copiando ese montón de malditos expedientes innecesarios... Que, sobre eso, si Derek no recordaba mal, ¿Sarah no había dicho que entre los incontables amantes de Aidan estaba su jefe? Era extraño que le pidiera eso, si tenían una relación amorosa. Aunque él había refutado contundentemente tener alguna relación, tanto así que Derek incluso había bromeado con que esa podría ser su propia fobia. Lo cual había sido ridículo porque eso era imposible, ¿quién podría tenerle miedo al amor?

Nadie, porque todos, incluso si nos lo negamos a nosotros mismos, queremos ser amados. Algunos son más independientes que otros, pero incluso ellos al menos durante un breve instante de sus vidas, han sentido las garras de la soledad rasgando su alma y deseado que alguien estuviera ahí con ellos. Y no cualquier “alguien”, sino alguien especial.

Derek definitivamente anhelaba eso. Siempre lo había hecho y ahora que nadie podía abrazarlo, besarlo, tomarlo de la mano o acercarse demasiado, con más razón. Extrañaba eso. A veces las palabras y las miradas no bastaban. Aunque las de Aidan habían sido agradables aquella madrugada. Realmente no habían dicho mucho, pero se había sentido bien. Incluso había habido un par de sonrisas inesperadas que habían provocado, muy a su pesar, un revoloteo en su estómago.

Y la sensación era tan molesta que quizá entendía un poco el rechazo de Aidan hacia el amor, porque cuando abres tu corazón siempre das al otro la oportunidad para herirte.

Pero nada de eso explicaba su molestia por Aidan. Sí, había sido un buen rato, ¿y qué? Eso no quería decir nada, no por eso debió pensar que lo buscaría después, y claro que no lo había hecho. Él no era tan estúpido como para haber esperado que las cosas entre ellos cambiaran. Claro que no.

—¡Agh! —Derek gritó, enterrando el rostro en su almohada y después de un buen rato y con la garganta irritada, salió de la cama sintiéndose un poco mejor.

Eso hasta que estuvo frente a su tocador y notó el ramo con las flores secas. «Espero que tu vida se llene de amarillo». «Es el color de la vida y la esperanza... Nadie da flores amarillas si no te quiere y te desea cosas buenas».  «He notado que tu cabello es cada vez menos amarillo, así que aquí está un poco más para ti». «No pierdas la esperanza, Derek. Estoy seguro que un día podrás regresarme un golpe por nuestro primer encuentro y entonces estaremos a mano». «Espero que aceptes mi indeseable presencia en tu vida».

Mientras Derek miraba sin realmente mirar hacia las flores, las palabras de Aidan y de la pequeña Luz –la niña superviviente del cáncer– llenaron su memoria. Su ceño se frunció al momento que arrancaba un pétalo amarillento ya seco... Espera, ¿le había agradecido a Aidan por esas flores y sus buenos deseos o, al menos, se había disculpado por el malentendido?

—No —se contestó el mismo, llevando su mirada hacia su reflejo. No lo había hecho. ¿Por qué no lo había hecho? ¿Qué estaba mal con él?

Negó con la cabeza y ahora realmente se miró en el espejo. Frunció los labios, dándose cuenta que era cierto: el amarillo de su cabello se había ido casi por completo. Igual que las flores de Aidan habían perdido la intensidad de su color vibrante. Tal vez debería devolverle a su vida un poco de color y esperanza, justo como Aidan había dicho.

Así que, con eso en mente, agregó esperanza a su maquillaje con una pizca de sombra amarilla sobre sus ojos y un delineado dorado. Sonrió cuando terminó, se puso una sudadera con capucha que cubriera su cabello insípido y salió de su casa con un objetivo claro: le pediría a Sarah el contacto de su hermano.

Únicamente para disculparse, claro. No había ninguna otra segunda intención.

—Sólo eso —se dijo con una sonrisa real, una que casi se sintió como las del antiguo Derek.

* * * * *

Aidan estaba el despacho. Sus dedos tamborileando sobre el escritorio mientras buscaba en línea unos datos para el caso que Joseph defendía actualmente. Cuando la página por fin cargó y necesitó sus dos manos en el teclado, fue turno de su pie para empezar a golpetear el piso. Después cliceó varias veces seguidas en el mouse y se quejó en voz alta cuando se salió de la página sin querer. Amaba su trabajo y las investigaciones lo hacían sentirse como un detective de novelas policíacas, pero hoy no podía concentrarse. Hace días, en realidad, que no podía concentrarse. Desde que ciertos ojos grises le habían devuelto la mirada por última vez.

Al inicio lo que le había quitado el sueño fueron sus palabras: «¿Por qué lo dices así? Hasta pareciera que le tienes miedo al amor...tu propia fobia. ¿Qué tiene de malo?». Sólo no es para mí, había contestado él, recordando a aquel 'Arturito' que había sido víctima de burlas durante meses sólo por ser él mismo. Así que sólo para demostrarse a sí mismo que ya no era aquel pobre niño destrozado, y quizá un poco herido por Derek, se había prometido buscar un cuerpo caliente para pasar el rato. Porque él no necesitaba amor. Nadie necesita amor para vivir, había pasado casi diecinueve años sin amor y estaba perfectamente bien... Sólo mírenlo. Más que bien.

El problema había sido que cuando estaba a punto de marcarle a un 'compañero' de encuentros pasados, esos ojos grises –casi siempre tristes– regresaron a sus recuerdos y se los imaginó llenos de curiosidad, y quizá hasta burla, mirándolo con pena, juzgándolo por su “fobia” al amor y algo en eso no se sintió bien. Así que no lo hizo.

Y no estaba molesto por eso. Realmente no lo necesitaba, no extrañaba los cuerpos desnudos pegados al suyo en instantes de éxtasis a los que le seguía el vacío de siempre. Lo que lo tenía de verdad mal era que Derek no salía de sus pensamientos y estaba ansioso por la necesidad de saber de él y enojado porque no se le ocurría una razón lógica para buscarlo o encontrárselo “por casualidad”.

Gruñó cuando ese pensamiento cruzó su cabeza por enésima vez y estaba por tomar su móvil y pedirle a Sarah su número descaradamente, cuando un escalofrío lo recorrió y volteó justo a tiempo para ver a Joseph detenerse a su lado y mirarlo mal, lo que no lo sorprendió porque desde que había logrado copiar casi mágicamente los expedientes estaba enojado con él.

Aidan sintió una de sus cejas levantarse, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, Joseph le tendió un papel doblado y dijo: —Deja todo lo que estés haciendo, eso puede esperar. Necesito que me averigües todo lo que puedas sobre esta persona.

Aidan lo abrió y cuando leyó el nombre su corazón dio un salto, pero después la sorpresa y el miedo se convirtieron en molestia. ¿Qué clase de broma era esta? ¿Qué hacía el nombre de Sarah en ese papel?

Se rio sin poder evitarlo, pero de nuevo, antes de poder decir algo, Joseph lo miró más molesto todavía. —¿Qué parte de “urgente” no entiendes, Aidan? No estoy jugando. Es para hoy. Quiero por la tarde, sin falta, absolutamente todo lo que me puedas decir sobre ella. Familia, amigos, horarios... Todo. No me importa lo que tengas que hacer para conseguirlo... ¡¿Qué esperas?! —le gritó cuando lo vio en el mismo sitio—. ¡Date prisa! ¡Dios! —se quejó mientras se alejaba.

Hubo una inesperada sensación de decepción que llenó su pecho al darse cuenta de que era en serio y que de verdad le importaba tan poco a Joseph que este ni siquiera se sabía su apellido. Poque, después de tantos años llevando a cuestas el corazón roto de Arturito, Joseph había sido el primer interés amoroso de Aidan. La primera, y única, persona que lo había hecho sentir que quizá todavía había esperanza, que podía tener una relación sana y bonita como la del resto del mundo. Sólo para darse cuenta después que, para variar, a Joseph sólo le interesaba para pasar el rato.

Pero el dolor fue fugaz, porque inmediatamente a eso le siguió la duda sobre por qué Joseph quería saber de su hermana y el miedo ya que sabía perfectamente de lo que era capaz. Así que, sin ni siquiera apagar la computadora, salió del despacho y le marcó a Sarah para preguntarle dónde estaba. Y sólo después de insistirle en que era importante, ella le informó amablemente que estaba en el dichoso Lugar.

Aidan ya conocía la fundación por haber estado ahí antes con el enfermero Willy, quien le había dado los medicamentos que Joseph necesitaba para su prometido. Así que, aunque no sabía exactamente dónde estaba Sarah, sí que sabía que tenía estrictamente prohibido ir al área de Invidentes. Así que, evitando eso, caminó al lado contrario a la ruta ya conocida y quizá era el destino, pero terminó justamente en la zona de Fobias y lo primero que vio fue a dos personas bastante conocidas.

Se dijo que estaba sonriendo, mientras se acercaba a ellos, únicamente porque quería molestar a la novia de su hermana. Esa era la única razón de su sonrisa, obviamente. Nada tenía que ver su lindo amigo de ojos grises, de pie a su lado. Claro que no.

Derek fue el primero en verlo. Había estado relajado, hablando en voz baja con su amiga, moviendo una de sus manos, pero en cuanto sus miradas se encontraron, él se encogió visiblemente. Su hombro derecho tocó su mejilla, mientras con la mano izquierda se ajustaba la capucha de su sudadera. Casi al mismo tiempo hizo una mueca e intentó bajar su hombro, como si fuera un movimiento involuntario.

La sonrisa de Aidan creció, algo que él tampoco controló. Su estómago se llenó de mariposas y aceleró el pasó para llegar a ellos antes de que Derek pudiera huir. Aidan se detuvo a escasos cinco centímetros de él, mirándolo intensamente, notando cómo se encogía todavía más y daba un paso hacia atrás. Ahora que sabía un poco más de su fobia, intentó no tomárselo como algo personal.

Hubo un alegre “¡Hola!” de su parte, pero ninguno de los dos respondió. La chica incluso lo miró de arriba abajo, claramente juzgándolo con la mirada. Pero Aidan no le dio importancia, él se centró en cómo Derek mordió sus labios con fuerza.

—Oye, qué grosero eres —le dijo Aidan, acercándose de nuevo a él, porque no podía evitarlo. Sus manos picaban, hormigueaban, por tomar su barbilla y alzar su rostro hasta que sus miradas se encontraran de nuevo. Había visto un poco de amarillo y dorado en sus párpados y quería admirarlo con más atención, aunque para eso tendría que quitarle primero el mechón pálido que cubría sus ojos.

Como si Derek sintiera su mirada, sus ojos se alzaron y volvieron a cruzarse sus miradas. Al instante miró hacia sus pies de nuevo, con las mejillas teñidas de rojo y tartamudeó un: —Yo... Yo...

Aidan estaba por acercarse a él de nuevo, cuando la novia de Sarah se interpuso entre ellos, casi empujando a Derek tras él, aunque sin tocarlo. Claro, hafefobia; Aidan casi lo había olvidado, encantado con el adorable chico frente a él. Había algo en Derek que lo perdía por completo y ahora sí entendía su molestia durante estos días, había sido definitivamente esto lo que le hacía falta.

Nunca había tenido una necesidad tan intensa de tocar a alguien. Y por supuesto que sí, porque esa era su suerte, el primero tenía que ser alguien prohibido.

Aidan soltó un bufido, más por sus propios pensamientos que por ellos, pero la chica se lo tomó mal. —¿Quién eres y qué demonios quieres?

Aidan hizo un puchero exagerado. —Debo decir que me ofende muchísimo que mi propia cuñada no me reconozca. ¿Es que Sarah no va por ahí presumiendo la imagen de su hermoso hermano?

Por alguna razón, sus palabras hicieron que la mirada de ella se endureciera todavía más. Interesante. Así que Sarah sí le había hablado de él y nada bueno, aparentemente.

—¿Eres Art...? —ella empezó a preguntar, provocando que el corazón de Aidan diera un salto. Maldita Sarah, ¿es que no podía respetar ni siquiera su nombre?

—Soy Aidan, hermano de Sarah. Me presento oficialmente. Mucho gusto —extendió su mano, pero ella no la tomó. Aidan frunció el ceño—. ¿Comparten fobia? —preguntó, señalando a Derek. Esperaba que así fuera, porque empezaba a sentirse ofendido de que nadie quisiera tocarlo. No es que tuviera alguna enfermedad contagiosa.

Ella se cruzó de brazos. —No, yo no tengo hafefobia. Pero si sabes que Derek sí, no entiendo tu insistencia hacia él...

«Ya somos dos», pensó Aidan. Él tampoco lo entendía. Al inicio lo había buscado para disculparse, porque durante su primer encuentro él no sabía sobre su fobia. Pero ahora ya no tenía una razón lógica para seguirlo buscando, sobre todo cuando claramente Derek se sentía incómodo a su lado y no lo quería cerca.

Cuando volvió a prestar atención, la novia de Sarah estaba diciendo que no le interesaba conocerlo. —Que seas familia de Sarah, no me dice nada. Los lazos de sangre no son lo más importante en esta vida. ¿Has escuchado que el árbol genealógico también se poda? Estoy seguro de que a ella le vendría muy bien.

Qué grosera. Era igual a Sarah, ahora tenía sentido su relación.

—Mira, no me interesa hablar de asuntos familiares contigo, Dark. Sólo venía a preguntarles por mi hermana. La estoy buscando y es de verdad importante.

Ya fuera porque le creyó que era importante, o simplemente porque lo quería lejos, pero fue Derek quien respondió: —No la hemos visto hoy, pero sabemos que está aquí.

Aidan se sorprendió al escuchar su voz y se encontró sonriendo de nuevo. —Muchas gracias, lindo —le dijo con un guiño que simplemente le nació —. La voy a buscar, entonces. Seguro que nos volveremos a ver.

Dio unos cuantos pasos antes de darse cuenta que tuvo la oportunidad de pedirle su número a él mismo y no lo había hecho, pero se obligó a continuar caminando. No creía que Karen, la novia de Sarah, se lo fuera a permitir. Así que tendría que hacerlo en otro momento.

En su lugar, llamó a su hermana para avisarle que ya estaba aquí y preguntarle dónde se veían ya que Derek y su novia no sabían de ella. Y la respuesta de Sarah, muy digna de ella, fue: —Contrario a lo que tú y tu pene fácil podrían pensar, hermano, nadie debería estar pegado a su pareja todo el día. Aunque, claro, ¿qué podrías decir tú al respecto, si no sabes lo que es eso? Pero no te preocupes, aquí estoy yo para avisarte que la dependencia emocional es mala, incluso si amas a esa persona.

Aidan puso los ojos en blanco. Obviamente él no se refería a eso. Y sí, su pene podía ser tan “fácil” como ella quisiera, pero incluso él sabía que el apego era malo, por eso su única regla era no permitir que los sentimientos entraran en el juego. Por eso nunca jodía más de tres veces con la misma persona, siendo Joseph la única excepción y mira cómo había terminado.

Y con Joseph en mente, se obligó a ignorar sus comentarios e ir a lo importante insistiendo en que era algo de vida o muerte. Sarah dijo que en cinco minutos lo vería en la entrada, aunque en realidad fueron quince los que tuvo que esperar. Llegó sonrojada y con los labios hinchados.

Aidan sonrió y aprovechó eso último para preguntar: —¿Estuvo buena la sesión de besuqueos?

Sarah puso los ojos en blanco. —Si viniste hasta acá sólo para preguntar cómo estuvieron los besos con mi novia, tu vida debe ser realmente aburrida. De hecho, ahora que lo pienso, hace mucho que no llegas de madrugada. ¿Todo bien con tu...? —miró a su entrepierna y sonrió con burla.

Ahora fue Aidan quien puso los ojos en blanco. La tomó del codo y la empujó, mientras le repetía que esto era importante. Sarah se lo sacudió de encima, pero lo siguió. —Ya te dije que no tengo nada que ver con tu jefe. Ni siquiera lo conozco. La única vez que lo vi fue aquella ocasión en que prácticamente te tiró de su auto frente a la casa...

Aidan se sintió ruborizar y su pecho dolió un poquito. Lo recordaba perfectamente. Joseph no era un novio romántico que te llevara hasta la puerta de tu casa y te diera un beso de despedida. Aunque, para empezar, ellos no eran 'novios'. Aquella vez lo hizo sólo porque el tiempo en la cama se les fue de las manos y lo había llevado sólo para que estuviera a tiempo en el trabajo. Y sí, casi lo había echado fuera del auto de una patada y había arrancado incluso antes de que él se estabilizara en la acera. Seguramente la amabilidad y el romanticismo se lo guardaba para su pareja real, aquel al que realmente amara...

La idea del “amor” le provocó una sensación incómoda, pero Sarah lo sacó de sus pensamientos chasqueando los dedos frente a sus ojos y preguntándole si lo estaba escuchando. Le preguntó que era exactamente lo que había pasado y cuando él le repitió que simplemente le había pedido sus datos para ese mismo día, ella preguntó si no querría tener a su familia controlada porque habían terminado.

Aidan casi quiso reírse, porque Joseph ni siquiera sabía que ellos eran hermanos. Negó con la cabeza. —Sabe que no diré nada y yo le importo muy poco. Cuando quiera, puede despedirme y punto. Mi palabra no vale nada contra la suya y él lo sabe. Además, eso tendría sentido si me hubiera pedido información sobre mi hermana; lo que no hizo, sólo me dio tu nombre y pidió tu información. Ni siquiera sabe que te conozco.

Sarah inesperadamente, se rio. —¡Auch! Eso debió doler. ¿Tu amante ni siquiera sabe que tienes una hermana? Eso demuestra lo poco que le importas, hermanito.

Aidan reprimió un suspiro. No quería aceptar lo mucho que eso le dolía y no por Joseph, sino en general. Por una u otra razón, nadie lo quería cerca; y, a excepción de sus padres, a nadie le importaba. Nadie lo amaba, así que no había nada de raro en su –como lo había llamado Derek– fobia al amor.

Pero prefirió no ahondar en eso, no era el momento y a Sarah no le importaba, así que le insistió en que le contara en qué andaba metida para que alguien como Joseph quisiera saber de ella. Sarah se encogió de hombros y dijo que su vida era bastante aburrida: —No hay mil amantes ni un trabajo prestigioso como el tuyo. Yo sólo voy a la escuela, veo a Karen aquí o en su casa, he ido un par de veces con Gabriel y Axel, vengo aquí a pasar el rato con Lance...

Ese nombre despertó algo en Aidan. Le sonaba y, si no estaba mal, recordaba haber visto documentos a su nombre. ¿Sería un cliente de Joseph?

Cuando le preguntó quiénes eran todos ellos, para no tener que preguntar directamente por él, Sarah explicó que: —Karen, como ya sabes, es mi novia y va en mi clase, aunque es un año mayor. Axel también va con nosotros y Gabriel es su novio, pero él ya se graduó. Lance es... —su tono y su mirada se suavizaron y si no fuera porque sabía que Karen era su novia, Aidan pensaría que estaba enamorada de él—. Lance es alguien que conocí aquí —dijo simplemente—. Soy voluntaria desde las vacaciones pasadas.

El corazón de Aidan se aceleró y, aunque ya sabía la respuesta, preguntó: —¿Voluntaria? ¿En qué área está él?

—Invidentes.

Claro que sí. No podía ser una simple coincidencia que el enfermero que le dio el medicamento que Joseph iba a usar para sabrá qué y el conocido de su hermana estuvieran ambos en el área de Invidentes. Algo estaba pasando aquí y debía ser importante para que Joseph se preocupara de ello.

Pero Sarah siguió sin darle importancia e insistió en que simplemente le diera los datos que quería y la dejara en paz.

Así que Aidan, sin haber conseguido mucho, se fue del dichoso Lugar. O esa había sido su intención, porque antes de salir se encontró de nuevo con cierto chico colorido y tímido que se negaba a abandonar sus pensamientos.




* * * * *



Derek no había puesto mucha atención a las participaciones de sus compañeros en la sesión de terapia grupal ni tampoco a las palabras de su terapeuta cuando le pidió esperarse un momento al final. Era un poco de lo de siempre, sobre la terapia de exposición para superar su fobia; era algo gradual y él sabía que era necesario, pero cada paso hacia adelante costaba demasiado y los que daba hacia atrás eran tan rápidos y seguidos que a veces se cansaba de seguirlo intentando.

La terapia grupal, para empezar, era parte de su propia terapia individual: el estar físicamente cerca de otras personas. Así que Derek no entendía por qué lo había hecho quedarse, cuando él estaba cumpliendo su parte de venir dos o tres veces a sus sesiones grupales. Era cierto que nunca había participado, pero su fobia no era social, él simplemente no quería ser tocado. Así que no sabía por qué estaba aquí...

Le había dicho a Karen que se fuera, que no lo esperara. En parte porque no quería hacerla perder tiempo y en parte porque no quería estar con ella y con Sarah; lo lastimaba verlas tan juntas y enamoradas y, ni siquiera él entendía por qué, pero le molestaba escucharlas hablar mal de Aidan.

Aidan.

Maldito Aidan que no salía de su cabeza. La verdad es que su principal distracción ahora mismo era él. Se había muerto de ganas por hablar con él y aclarar las cosas y cuando sus caminos se cruzaban de nuevo, Derek se comportaba como un idiota rehuyéndole.

—…entonces, ¿cuándo quieres comenzar?

Derek se sentó más recto cuando escuchó eso último. —¿Qué? Perdón... ¿Empezar qué?

La terapeuta lo miró mal al darse cuenta que la había estado ignorando. —Siguiente paso en tu terapia de exposición —explicó ella—, creo que ya es tiempo de algo más personal, uno a uno. Existen tres tipos: en vivo, imaginación y RV. Supongo que no querrás aún intentar algo en vivo, es decir enfrentar tu miedo con alguien más en esta habitación. Aunque cuando quieras hacerlo, tú podrás elegir a la persona con la que quieras intentarlo...ya sea tocar o permitir que te toquen...

Derek comenzó a negar sin poder detenerse. En efecto, no quería intentar eso.

Ella asintió y se apresuró a tranquilizarlo: —Lo entiendo, Derek, pero nos quedan las otras dos opciones antes de llegar a eso. Imaginación, lo que haríamos aquí contigo solamente imaginando la situación. O la RV, que puedes hacer tú mismo y sólo hablaríamos de tus avances en una sesión individual cada semana o antes si tú lo necesitas.

Eso sonaba mejor. —¿RV? —preguntó, arriesgándose a que ella ya lo hubiera explicado antes y se molestara de nuevo.

Realidad virtual. En una realidad simulada por un ordenador deberás interactuar con otras personas y tener contacto físico con ellas. No hay plazos establecidos, tú decides en qué momento te sientes listo para ello, ¿está bien?

Derek asintió. No estaba seguro de poder lograrlo, porque incluso en un mundo artificial lo ponía nervioso pensar en el contacto físico, pero supuso que podía intentarlo. Además, dijo que eso sería fuera de aquí, así que siempre podría mentirle con que lo estaba haciendo y avanzando.

—Entonces —repitió ella sonriente—, ¿cuál prefieres y cuándo empezamos?

—Uumm, creo que prefiero la RV. Podría empezar esta semana, sólo que no puedo asegurarle qué día será.

Ella dijo que no había ningún problema, que se tomara su tiempo. Le dio el nombre de varias plataformas y le dijo que lo vería la próxima semana para hablar de cómo le estaba yendo y cómo se sentía.

Derek aceptó y salió sintiéndose abrumado y más perdido que nunca, tanto así que casi choca con alguien. Y cuando alzó la vista para disculparse, se encontró con un par de ojos marrones llenos de travesura.

—¡Hola de nuevo! —dijo Aidan muy sonriente, aunque después de observarlo un momento más su ceño se frunció —. ¿Todo bien? ¿Estás molesto por lo de hace rato? Me disculpo, si te hice sentir incómodo. No era mi inten...

Derek negó y entonces se le ocurrió algo, tal vez la peor idea del mundo, y lo interrumpió preguntando: —¿Te puedo pedir un favor?

Los ojos de Aidan se abrieron un poco más, con evidente sorpresa, pero después una sonrisa más pequeña y sincera apareció y el estómago de Derek se llenó de mariposas cuando él dijo simplemente: —Claro. Lo que tú quieras, Der.

Derek respiró profundamente y se obligó a tranquilizarse, porque lo que él quería era que lo tocara de verdad y no en una maldita simulación. Pero por algo debían comenzar.







* ~ * ~ *

He vuelto. Gracias a quienes sigan por aquí ❤️

Se viene lo mejor de la historia y, como habrán notado quienes leyeron Amor en Braille, aquí fue donde estas dos historias se conectaron; sólo que en aquella realmente no supimos qué interacciones estaban teniendo Aidan y Derek y aquí empezaran a verlas con detalle 🖤💛

¿Qué creen que le pedirá exactamente Derek?

Espero disfruten mucho todo lo que se viene y no sufran tanto 🤭

POR CIERTO... Si vieron en Instagram y Tiktok les subí la información de que esta será una serie de cinco historias (Un disléxico enamorado, Amor en Braille, Fearless Love) y otras dos, una sobre autismo y otra final sobre cáncer... ¿Qué nombre le pondrían a la serie completa?

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