Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37

[fuerzas]

La semana pasó rápidamente y Yang ya había empezado el colegio luego de las vacaciones. A veces salía de allí y se quedaba en casa de Hwang, realizando las tareas y proyectos con el o simplemente hablando y pasando el tiempo con su mayor. Debía destacar que últimamente pasaba mucho tiempo con el en su casa.

Esa tarde fue diferente.

Yang llegó a la casa de Hwang, entrando con la llave que Miyoung le dejó cuando lo cuidaba por las noches. Vio que el estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en el sillón, con una cara muy triste. Apenas entró, le preguntó que ocurría, viéndole aun desde la entrada. Hwang jamás respondió.

—Hyung...— volvió a insistir minutos luego.

Hwang empezó a llorar lentamente.

—¿Por qué...? ¿Por qué cuando uno cree que algo mejora todo empeora?— llevó su vista a Yang. El menor no sabía que decir.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué ocurre?— hizo una expresión triste.

Hwang se negó a hablar, solo se limitó a llorar.

—Hyung, no puedo ayudarte si no me dices que pasa.

—A final de cuentas, la gente solo dice falsedades.— empezó a hablar lentamente con voz rota.— Me crié escuchando promesas vacías y que fueron rotas, escuchando lástima de desconocidos. Siempre pensé que las personas tenían su lado bueno, pero no es más que una maldita mentira...

—Hyunjin...

—Una puta mentira para poder parecer mejores personas, para sentirse bien con ellos mismos y luego te dan un puñal por la espalda. Te consume por dentro el odio, la tristeza... la decepción...— murmuró y llevó su mano a su rostro mientras sollozaba. Jeongin miraba al mayor desvaneciéndose en el suelo sin saber que hacer.

—Hyunjin... no se por que lo dices, pero no todos son así...— dejó caer una lágrima.

—¿Ah no? No es cierto... no conozco a nadie que no me haya lastimado.— susurró y sollozó.

Hubo un corto tiempo de silencio, interrumpido por el menor.

—Me conoces a mi.— dijo en un murmuro, bajando su vista y viendo el suelo. Hwang soltó un resoplido sarcástico.

—Tu también me lastimas...

Yang levantó su vista y le miró con decepción y ofensa.

—Hyung... ¿Enserio? Soy el único que se quedó contigo cuando tus amigos te dieron la espalda. Voy al colegio y vengo a quedarme contigo, te hago compañía y mantengo mi promesa.— frunció el ceño molesto.

—Me lastimas de esa forma.— le miró fijamente por primera vez en el día. Yang se quedó estático.— He intentado alejarte de mi, de no formar un vínculo o tener una relación diferente a la que tengo con los demás porque se que saldrás dañado. Me lastimas con tu cariño, queriéndote y amándote como tu me amas a mi.

—No quiero que me alejes...— susurró y dejó caer otras lágrimas. Nuevamente la sala se inundó en silencio.

—Tengo miedo, Jeongin.— admitió.

—¿De qué?

—¡De que sigas conmigo y te pierda luego de todo lo que pasa!— escandalizó, soltando más lágrimas. Yang abrió apenas su boca y se acercó a el, tomando su rostro y viéndolo de cerca.

—Jamás me perderás...

—Si lo haré... se que te voy a perder...

—¡No! No me perderás...— aseguró con autoridad en su tono, sujetando más fuerte su rostro.— No me perderás, yo estaré contigo cuando lo necesites. Estoy aquí, Hyunjin...

Estoy aquí...

Mami está aquí...

Hwang soltó un sollozo más fuerte con ese maldito recuerdo en la mente. Empujó levemente a Yang y se acurrucó, escondiendo su cabeza entre sus piernas.

—Déjame solo...— suplicó en un hilo de voz.

—Hyung, yo...

—Por favor, Jeongin...— le miró con súplica. Yang suspiró lentamente y asintió.

—Vendré más tarde. Avísame si necesitas algo...— concluyó con un cierto tono de voz.

Yang se dirigió a la entrada para ponerse sus zapatos e irse. Antes de abrir la puerta, entró la madre de Hwang.

—Innie, cariño, ¿Te quedas a comer? Voy a hacer un par de cosas y cocinaré para la noche.— le sonrió dulcemente.

—Tal vez, se lo agradezco mucho.— le hizo una reverencia.— Voy a mi casa y volveré esta noche a cuidarlo.

—Cuídate cielo, hay muchos locos afuera y hace frío, además esta lloviznando.— le acarició su mejilla y se acercó a el.— ¿Sigue llorando?— murmuró. Yang asintió apenado.— Que mal, no son buenos días últimamente.— suspiró.— Bien, nos vemos esta noche.— dijo tomando su billetera sobre la cómoda y yéndose nuevamente de la casa.

—Adiós, Miyoung.— saludó al aire. Volteó a ver a Hwang, quien seguía en la misma posición que antes.— Nos vemos hyung.

Esta vez, Yang salió de la casa. Fue lentamente por las escaleras, dudando si subir o bajar. Bajó por completo dos pisos, faltaba uno para llegar a la entrada y decidió volver a subir.

Algo le decía que debía quedarse allí con Hwang.

Subió hasta el tercer piso y llegó a la casa cinco, tardando seis minutos en decidir llegar, aun estando en el mismo edificio. Caminó con sumo temor y lentitud, levantó su puño para tocar la puerta y lo mantuvo en el aire, sin golpearlo contra la madera.

Jeongin iba a tocar, pero no tuvo el valor de hacerlo. Solo pasó su palma por la puerta, dándole una pequeña caricia y yéndose nuevamente a las escaleras para así salir del edificio, echándole una última mirada desde abajo.

Yang se fue del departamento.

•••♡•••

Miyoung fue a caminar un rato y luego iría a hacer las compras. Fue a la casa de su pareja, con la cual increíblemente la relación iba enserio y se estaba alejando del mundo en que estaba metida hace veinte años.

Fue al supermercado, compró algunos víveres para la casa, una botella de soju, un pequeño regalo para Hyunjin y algo para cocinar a la noche.

Esa misma noche iría Myungjo, quien aunque fue uno de sus clientes, empezó la terapia y dejó ese mundo, ayudando a Miyoung a hacer lo mismo. Como iría a comer a su casa, Miyoung tuvo la gran idea de invitar a Yang para hacerle compañía a su hijo.

Apenas llegó a su casa, entró y vio el desastre que había allí.

Los cojines tirados por cualquier lado, al igual que los adornos y un par de fotos y libros. Una de las sillas tenía la pata quebrada. Entró al baño y encontró la cortina caída, corriéndola y viendo la bañadera solitaria, aunque con algunos restos de sangre.

Por último entró al cuarto de su hijo.

La cama destendida, una de las puertas del ropero estaba rota y caída hacia adelante. Las hojas desparramadas y sus cosas tiradas por doquier. Vio el teléfono de su hijo frente a la puerta y decidió llamar a Jeongin para preguntarle si estaba con el.

Le marcó al número y esperó a que hiciera tres llamados. El menor atendió y solo escuchó un grito de horror de la mujer.

El cuarto de Hwang era diminuto pero acogedor. Estaba la entrada que dirigía a la cama y al lado de esta estaba el escritorio. Junto al mueble había un pequeño muro divisorio donde Hwang colocaba varios dibujos que solía hacer al estar aburrido o rara vez motivado...

Esta vez Miyoung encontró algo que jamás esperó y le partió el alma ver.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro