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34

Yang estaba sentado en una silla al lado de su hyung recostado en la camilla. Hwang estaba con su pecho descubierto parcialmente, tenía un vendaje sobre sus costillas. Su hombro izquierdo y gran parte de su abdomen estaban morados, su labio partido y su cara hecha pedazos, al igual que sus manos en carne viva.

Hwang abrió los ojos y giró lentamente su cabeza, viendo borrosamente al menor allí sentado con su cabeza hundida entre sus manos.

—Hyung...

—¿Qué haces aquí?— preguntó como pudo.

—No quería dejarte solo. Todos... esta noche fue una locura. No creí que saldrías vivo de ahí.— murmuró apenado.

Hwang volteó su cabeza y miró hacia la pared.

—No debías entrometerte.— comentó con voz ronca.— Y mucho menos llamar al resto.

—¿Y querías que te viera así? ¿Y si no salías vivo de ahí?— sonó molesto.

—¿Crees que quiero vivir?— exclamó como pudo y soltó un quejido.— ¿Crees que me gusta esta vida retorcida que tengo? Ahora sabes que es lo que sufro todos los días. ¿Vas a tratarme como todos hacen? ¿Con pena? ¿Lástima? Mejor vete si vas a hacer eso.

—No... jamás te trataría así.— aclaró con voz suave.— Los chicos jamás me dijeron que tenías, pero me dijeron que tu no eres feliz y por eso yo...

—¿No me tratabas diferente? ¿No eras realista? ¿Qué me dices de ir al parque o juntarte en las fiestas conmigo? ¿Por qué tenías tanto interés en mi entonces?— frunció el ceño.

—¡Ahí está! ¡Buscas victimizarte por todo! A veces me cansas, hyung. No eres la única persona que sufre en el mundo y no puedes hacerte problema por todo. ¿Crees que me interesabas por tus malditos problemas que no sabía hasta hoy? Me interesabas tu, tu percepción del mundo, amaba cuando iba a tu casa y tu dibujabas, usabas esas malditas metáforas para dar una lección de vida, cuando me llevas en el auto. Me divierto contigo más que con cualquiera porque tienes el mismo gusto que yo.— explicó rápidamente y frustrado.

Yang dio un largo suspiró y pasó su mano por su rostro. Hwang solo rodeó sus ojos, mirando hacia el otro lado.

—Me gustas hyung...— se confesó. Hwang lo miró a los ojos por primera vez en la noche.— Me gustas, me interesaste desde el primer momento que te vi, me fascinas con tu forma de ver el mundo y como hablas, además de que... ¡Maldita sea! Eres guapo, irritablemente increíble, me fascinas con todo lo que haces o dices. Tienes todo lo que me gusta en una persona y... y siento que caí enamorado ante ti...

Hwang lo miraba con otros ojos. Esta vez sus ojos brillaban, mostraban una cierta satisfacción y ternura, además de sentirse raramente emocionado por eso.

—Innie...

—Me gustas, y mucho, te lo aseguro. Pero... te desconozco.— dejó caer una lágrima.— Podría soportar que me rechaces, que te burles de mi o te alejes. Pero esta noche... ni se quien eres. Tu... agh, hyung, ¡no podría soportar perderte de esa forma como casi lo hago!.— chilló histérico y golpeó levemente el edredón con sus puños.— No podría soportarlo...

Jeongin se levantó de la silla y se acercó a la ventana a mirar la noche estrellada mientras lloraba. Hwang no quitaba su vista de encima.

—Te vi tirado perdiendo mucha sangre e inconsciente. Cuando te subieron a la ambulancia dijeron que tenías cinco costillas rotas y una casi te perforaba por dentro...— su voz se rompió. Se secó el ojo con su dedo.— Hyung... ¿En qué te convertiste? Antes estaba con ese lindo Hyunjin que me enseñaba a no temer, a disfrutar de las cosas riesgosas y a divertirme, ahora te tengo miedo. Te desconozco...

—Jeongin...— lo llamó cuando vio que se estaba alejando.— Espera, Jeongin...

—No podría... perdóname. Me gustas mucho, pero no podría convivir con una persona así.— concluyó.

—¡Espera! ¡Jeongin...! Auch...— se quejó fuerte del dolor.— ¡Jeongin! ¡No me quedes aquí solito...! ¡Jeongiiiin!— sollozó al ver que Yang se había ido.

Por otro lado, Jeongin solo se tiró al suelo a llorar detrás de la puerta de esa habitación, escuchando al mayor sollozando.

—Lo siento mucho, hyung...— sollozó fuertemente.

•••♡•••

Eran las cuatro de la mañana. Los chicos estaban en la casa de Jisung y Felix. Han estaba con su brazo enyesado y una férula rodeándolo. Estaban los dueños de la casa, Minho, Seungmin y recién ingresado, Jeongin. Hace unos minutos estaban Changbin y Chan, el australiano se fue para irse a trabajar en la mañana y Seo fue a buscar a Yang (luego de varios llamados) en el hospital y dejarlo en la casa de ambos jóvenes. Luego se fue a su casa con su hermana.

Estaban los cinco en la sala sentados en la oscuridad y en círculo frente a la mesita ratona.

—Jisung... ¿Estás bien?— preguntó sonando un poco idiota, claramente no lo estaba, es decir, su amigo le rompió el brazo.

—Quisiera decir que si...— le sonrió ladinamente.

—¿Cómo esta Hyunjin?— preguntó amorosamente, Felix.— ¿Sabes algo de el?

—Tiene cinco costillas rotas, el abdomen golpeado, sus piernas y brazos raspados y su cara ni hablemos.— explicó con brevedad.

—Se lo merece.— mencionó Seungmin. Felix acarició su mejilla para calmarlo.

—Chicos, no empecemos a discutir entre nosotros. Sabemos que el es un imbécil en varias ocasiones, pero no podemos desearle que pase algo malo.— dijo con voz neutral, Han.

—¿Te rompe el brazo y lo defiendes?— arqueó una ceja, Minho.

—No lo defiendo, pero ¿Y si hace lo que tememos que haría? ¿Qué haremos nosotros? ¿Llorar como hipócritas luego de decirle que está solo?— frunció el ceño.— El se pasó, Chan se pasó, todos hemos hecho algo malo y por eso reaccionó así. No señalemos con el dedo a alguien. Lo importante aquí es que todos estamos con vida.

Todos estaban en silencio escuchando el discurso de Han. Al finalizar, todos vieron la fea reacción que tuvo Kim. Felix lo vio un poco nervioso y trató de hablar con el cuando se fue al cuarto. Kim empezó a juntar sus cosas.

—Minnie, mi amor, no te vayas ahora. Por favor...— intentó detenerlo. Kim soltó su agarre lentamente.

—Hablamos luego. Adiós.— fue lo único que dijo. Abrió la puerta y se fue con Felix suplicándole por detrás.

Los demás se quedaron viendo extrañados la situación de Kim.

—¿Por qué siento que no le caigo bien?— murmuró Yang.

—Si le caes bien...— aclaró Felix, cerrando la puerta de paso.— Solo que no son buenos días para el.

—Creo que para nadie fue un buen día.— rodó sus ojos, Minho. Han golpeó levemente su hombro.

—¿Por qué no?— interrumpió Yang, ignorando al molesto de su primo.

—Su hermana, hace dos años ella falleció. Estaba enferma. Ambos eran muy unidos, era la única que sabía que el es gay y lo apoyaba. Minjeong era tan buena, pero su muerte fue tan cruel que Seungmin nunca volvió a ser el mismo. Y con todo lo que pasó hoy, eso lo hizo ponerse peor. Ya estaba algo molesto y depresivo, cuando está triste se pone enojado.— explicó con detalle. Yang abrió la boca apenas, sintió su piel de gallina formarse.

—Creí que dijo que era hijo único.— mencionó Han, anonadado.

—El mintió con eso. Recuerda que no hace mucho somos amigos y apenas ella enfermó, el no quería explicar la situación y dijo que era hijo único. Luego falleció a los pocos meses.— agachó su cabeza y jugueteó con sus uñas.

—Entonces cuando Jisung dijo que era bueno que todos salimos con vida el se puso mal por eso...— unió los puntos, Minho.

—Exacto. Es algo difícil para el. Agh... y con todo lo que pasó hoy no ayudó en nada.— suspiró el pecoso.

Los chicos se quedaron en silencio. Solo miraban al suelo y con sus miradas perdidas en quien sabe que. Han les ofreció quedarse a dormir, ya era muy tarde y estaban muertos del sueño.

Felix con ayuda de Minho y Jeongin pusieron algunas colchas en el suelo junto las sábanas y almohadas. Intentaron de todas las maneras posibles formar un cómodo colchón puesto que no tenían uno extra. Las almohadas el sofá y de los sillones individuales eran muy duras, por lo que solamente dormirían en el suelo con las colchas y sábanas.

Todos estaban acostados en sus respectivos lugares ya durmiendo. El único que aun se encontraba despierto era Jeongin, quien se levantó en silencio y se fue hacia la ventana a mirar un poco la vista.

Todo lo que sentía en ese momento era la mayor pena y decepción por Hyunjin, y también se sentía decepcionado con el mismo por eso. Hwang no necesitaba pena, Yang lo sabía, el sabía que no estaba muy bien, aun así, el jamás mintió con sus sentimientos...

Jeongin siempre trató con la realidad de su corazón al chico problemático que tanto le gustaba.

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