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32

Hyunjin volvía a su casa con una sonrisa estúpida en su rostro. En todo el camino en el taxi jugueteaba con la pulsera que Yang le había regalado, admirándola un poco y sintiéndose feliz de haber pasado una navidad un poco diferente y recibiendo un regalo.

Bajó del taxi y se quedó viendo el edificio desde abajo en la calle. Miraba a su ventana, donde podían asomarse varias siluetas y la luz prendida, junto a unas luces intermitentes de colores y blancas, viéndose entrecortado los movimientos. Se veía que su madre había llevado a todos sus conocidos a su departamento a una fiesta.

Ni se dignó a subir aunque muriera de sueño, solo caminó un par de cuadras hasta llegar a una pequeña plaza. Se apoyó contra una baranda con vista a la ciudad y dejando ver el riachuelo congelado debajo de el.

Cerró sus ojos sintiendo el fresco chocar contra su cara. Miró hacia abajo, la altura y la profundidad del agua que no corría debido al leve hielo formado en esa corriente. Era una considerable altura, dos metros y medio tal vez, tres, no lo sabía.

Miraba perdidamente hacia abajo. Sus dedos jugueteaban contra la baranda. Apoyó sus pies en ella y llevó su cuerpo hacia adelante, sin dejar de sostenerse.

El estaba observando hacia abajo. Cerró sus ojos y visualizó esa tentación que tenía. La sola idea de sentir su cuerpo caer y desplomarse varios metros contra el suelo le satisfacía, se tentaba a tirarse y sentir que su cuerpo se desvanecía en ese helado río...

Lo que lo detenía era la estúpida cobardía que llevaba en su sangre y que jamás dejó que cometiera su ocurrencia.

Abrió nuevamente sus ojos, resoplando por el simple hecho de seguir ahí parado y mirando hacia abajo, vivo.
Bajó de la baranda y empezó a caminar nuevamente por la zona.

Iba despacio, miraba al suelo con desgano. No quería levantar la vista y toparse con las horrendas familias felices llenas de regalos. Aunque no sabía que tanto iba a poder ver porque eran casi las tres de la mañana y no había nadie a esas horas.

Caminó otro poco más y no tuvo opción que volver a su departamento. Entró al hall, el recepcionista no estaba esa noche, lógico, tenía a su familia reunida en navidad y se tomaría el día libre. Con razón su madre aprovechó a hacer una fiesta con decenas de drogadictos.

Se sentó en un sofá que había allí. Por suerte el lugar tenía un pequeño living y aprovechó a acostarse a lo largo del sofá. No tenía nada para taparse, pero no estaba tan fresco ahí.

Era increíble como había silencio. Normalmente los edificios emitirían todos los sonidos de la gente, desde la música hasta un pequeño susurro, pero luego de tantos disturbios en su vida, la madre de Hyunjin colocó aislantes en su casa y no salía ni un solo sonido de allí.

Hwang se acostó y se acurrucó, tapándose con su abrigo. Miró su teléfono y notó que tenía dos mensajes de Jeongin.

Jeongin

Hola hyung
Estás en tu casa?
01:10 am

si
02:54 am

No creyó que Yang le respondiera. Después de todo, el menor estaba en casa de Minho y estar con el era equivalente a no dormir.

Podemos hacer una
llamada?
02:55 am

está bien
02:55 am


A los segundos, los botones de aceptar y cancelar aparecieron en pantalla. Hwang apretó en el símbolo verde.

Hola otra vez.— le sonrió débilmente.

—Hola innie...

¿No puedes dormir?— preguntó con suave voz.

—Algo así...— se encogió de hombros. Hubo cortos segundos de silencio.

¿Quieres venir a mi casa y ver una película? Estoy solo en mi casa.— preguntó tímido. Hwang sonrió lentamente y asintió luego de un corto tiempo.

—En unos minutos estaré allí.— le confirmó. Apagó su celular y se levantó del sillón. Se estiró, tomó las pocas cosas que llevaba con el y se fue caminando lentamente.

Eran las 3:45, fue imposible encontrar un taxi pero al menos Hwang había llegado luego de una larga caminata. Jeongin salió a recibirlo envuelto en una manta celeste oscuro y le sonrió.

—Hola hyung... tardaste mucho.

—Hola...— devolvió la sonrisa.— Tuve una larga caminata.

Yang le tendió una manta y lo dejó entrar. Hwang se quitó sus zapatillas y tomó la manta para envolverse también. Se adentró hasta la sala de estar y vio que Yang estaba tomando un te con galletas que su abuela le dejó.

—No podía dormir. Sin mi mamá se siente muy vacío.— explicó tiernamente. Hwang asintió y miró hacia otro lado.— ¿Y tu? ¿Qué ocurrió?

—Solo tengo insomnio.— desvió la pregunta. Yang asintió lentamente.

—¿Quieres comer algo? ¿Tomar te o café?

—Un café no estaría mal...

Ambos fueron hasta la cocina. Yang sacó la taza y puso el café en la máquina. Claramente el no sabía usar bien la cafetera, por lo que Hwang detrás de el lo ayudó a prepararlo.

—Te ves bien preparando café.— sonrió el menor sentado sobre la mesa.

—Trabajé dos meses en una cafetería cuando tenía dieciseis. Puede sonar un poco loco, pero al menos tuve una pequeña experiencia.— secundó con esa bella y suave voz que solía usar cuando estaba solo con Yang. Sirvió el contenido en la tacita.

—¿Dieciseis? ¿Cómo pudieron aceptarte siendo tan joven?

Hwang se volteó, llevó su vista a la de Yang y sonrió, sosteniendo la taza.

—Exacto...— sorbió un poco de café. Jeongin frunció el ceño y rodó sus ojos. A veces el misterio de Hwang lo hartaba.

•••♡•••

Eran casi las seis de la mañana. Se habían pasado toda la noche hablando y mirando películas mientras carcajeaban. Luego de eso, se fueron al cuarto del menor, esta vez siendo la primera vez de Hwang conociendo su espacio.

Ambos estaban sentados en la cama. Yang se acostó y se estiró a lo largo, tapándose con la manta. Estaba viendo a Hyunjin en la otra esquina de la cama mirando su teléfono.

—¿Todo bien?— preguntó con voz adormilada.

—Iba a poner un poco de música.— dicho y hecho, puso su playlist al azar.

Jeongin le hizo un gesto de que se acostara a su lado. Hwang acató la orden y apoyó su cabeza junto a la del menor, para luego conectar los auriculares y poner uno en su oreja. Solo miraban el techo escuchando la música y pensando en quien sabrá que.

—Hyung, ¿Puedo decirte algo?— murmuró Yang luego de quince minutos.

—¿Mmm?

—Tu música apesta.

Hyunjin soltó una risa débil que derritió a Yang.

—Entonces pon algo tu.— le tendió el teléfono. Jeongin desbloqueó su celular y entró a ver las canciones en su playlist. Puso la única que llegó a conocer entre esas 245 canciones.

La canción empezó a sonar y por ende Jeongin empezó a cantar, sin darse cuenta que cada vez lo hacía más fuerte.

Remember the words you told me, love me 'till the day I die...

Jeongin cerró sus ojos. Por otro lado, Hwang giró su rostro apenas para verlo cantar.

Yeah, you used to call me baby, now you calling me by name...— Hwang amaba escuchar su perfecta pronunciación en el inglés, que terminó quedándose embobado por su voz.—You push and you push I'm pulling away I'm pulling away from you... I give and I give and I give and you take, give and you take...

Y así, Hwang se preparó y cantó con el.

Youngblood, say you want me, say you want me, out of your live, and I'm just dead man walking tonight. But you need it, yeah you need it, all of the time yeah...— siguieron cantando el coro juntos. Yang abrió sus ojos y vio a Hwang chocar su vista con la de el.

—¿Qué?— preguntó con una sonrisa de por medio, una de esas sonrisas que tanto amaba ver Hwang.

—Jeongin, canta para mi por favor.— suplicó en un murmuro. Yang se puso tímido, pero asintió y tomó coraje para cantar.

En lo que restaba de la canción, Jeongin cantó con una muy linda voz. Hwang sonrió estúpidamente y se dedicó a escuchar al menor cantándole, quitándose el auricular para apreciarlo mejor.

La canción finalizó y Jeongin no se atrevió a ver a Hwang. Una vez que lo hizo, notó la cara de felicidad y satisfacción del menor. Yang sonrió tímidamente.

—Creo que esta debería ser nuestra canción...— murmuró Hwang. El menor asintió y sonrió.

—Que sea nuestra canción.— declaró.

Un par de minutos luego, Hyunjin apoyó su cabeza en el hombro de Jeongin, dejando que el le acariciara el cabello y luego el brazo, jugueteando con la pulserita que le regaló. Ambos cayendo poco a poco en el mundo del ensueño.

Antes de caer profundamente en el sueño, Hwang sonrió pensando en que tenía una canción con el niño que estaba robando su corazón y con el que jugaba con sus sentimientos.

Sonrió porque sabía que con Yang tendría muchas cosas para compartir y disfrutar.

•••♡•••

escribiendo algo bonito porque se vienen cosas fuertes mi gente y antes que me odien se los aviso jejeje❤❤

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