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28

Los meses siguieron iguales. Entre los amigos se seguían juntando y pasando el tiempo entre fiestas y juntadas hasta la noche tarde, o simplemente sin hacer nada, dedicándose a los estudios y el trabajo.
Hyunjin seguía saliendo a solas con Yang y para agregar, Taeyeon ya no se quejaba de las salidas de su hijo con ese grupo de chicos "rebeldes", como solía decirles.

El invierno llegó. La nieve cubría toda la ciudad, dejando un bello panorama blanco entre los departamentos del mayor, el cual hacía aun más hermosa la vista y cualquiera podría pasar horas viendo aquella maravilla.

En una de las casas de esos altos edificios, Jeongin estaba sentado junto a Hyunjin en el sillón del living, junto a la gran ventana. Como la electricidad se había cortado por la tormenta, ambos estaban sentados juntos compartiendo mantas mientras buscaban que hacer.

En la mesita habían hojas y lápices, los teléfonos de los chicos y un pequeño adorno de vidrio con una plantita marchita dentro.

—Fiuuuu...— suspiró el menor un poco aburrido.— ¿No tienes siquiera una vela o una linterna? Se te terminará la batería.

—No...— respondió sin darle importancia mientras seguía dibujando.

Jeongin se quejó por lo bajo y se acercó a el para ver que dibujaba. Se recostó sobre su hombro mientras miraba atentamente como el mayor trazaba líneas en la hoja, formando al final un dibujo muy bien realizado.

—Wow...

—¿Te gusta?— preguntó dulcemente en un murmuro, sin dejar de dibujar.

—Es hermoso...— se quedó sin habla.

Hyunjin llevó el lápiz a su oreja y colocó el papel hacia adelante para verlo mejor. Borró unas líneas que se había pasado y terminó de darle un par de detalles. El dibujo era (como recientemente había nombrado) la tarde de los copos de nieve. Desde su ventanal había dibujado parte de los edificios con los árboles pintados de blanco y los copos cayendo, teniendo una vista desde arriba. Uno bastante realista, como si fuese una foto en blanco y negro.

—Tu tienes un enorme talento para esto...— mencionó el menor admirando esa obra de arte en las manos del mayor.

—Todos tenemos un talento para algo...— dijo suavemente mientras dejaba la hoja en la mesa.— ¿Cuál es el tuyo?— fijó su vista en el.

—No...— negó sonriente.— Yo no tengo talento para nada...

—Seguro tienes algo. ¿No será cantar?— preguntó coqueto mientras enarcaba una ceja.

—Yo no canto.— negó ruborizado, aunque por la oscuridad no se dejaba ver sus mejillas coloradas.

—Cuando estábamos en el auto no fue lo mismo...— secundó con una sonrisa ladina.

—¡¿Cuándo me escuchaste?!— escandalizó intentando mantener su rostro neutral.

—¿No te dije que en el auto?— rió suavemente mientras le miraba con obviedad. Yang hizo una mueca y agitó sus brazos en modo de frustración.

—Cantar una canción de la radio no prueba nada...

Hyunjin sonrió ladinamente y buscó en su teléfono una canción. Puso una balada de su solista favorita.

—Entonces muéstrame...

Jeongin abrió enormemente sus ojos. ¿Hwang Hyunjin le estaba pidiendo cantar?

—¿Por qué quieres que te muestre?— preguntó nervioso.

—Si quieres ser cantante debes cantar al frente de miles de personas, esperar a complacerlas y recibir críticas...— enumeró con cierta obviedad.— Practica conmigo, seré tu espectador.— se acomodó mejor en el sillón.

Jeongin aclaró su garganta y dejó que Hwang le ponga la canción. Empezó My Sea, una balada totalmente sentimental de nadie mas ni nadie menos que IU.
Cabe destacar que tardó un buen tiempo en empezar a cantar y varios retrocesos de la canción, además de balbucear y juguetear con sus dedos, enrollándolos en su teléfono que lo usaba como micrófono.

Geoul soge majuchin eolguri eosaekaeseo, seupgwancheoreom joyonghi nuneul gama...— murmuró totalmente tímido, sintiendo la intensa mirada de Hwang en el. Al inicio cantaba cortado y desentonado, además de sentirse presionado e intimidado.

Hyunjin miraba con un rostro serio, pero en sus ojos dejaba ver la emoción y una bella sensación de escucharlo cantar, mostrando su talento y su dulce voz. Mantenía su postura recta mientras tenía sus piernas cruzadas y sus manos entrelazadas en sus pies, cubierto apenas por la manta y tambaleándose en su lugar.

Jeongin cerró sus ojos y dejó salir su vocalista interior.

—Aineun geureoke oraen sigan... gyeou naega doeryeogo apatdeon geolkka...

El menor empezó a cantar con pasión, llegando limpiamente a las notas altas y con puro sentimiento en su voz. Hyunjin sonrió inconscientemente grande, sintiendo sus ojos arder al formar unas lágrimas que no dejó salir, y vio como su piel se erizó al escuchar su dulce tono.

Llegó al final de la canción, Yang no hizo la nota alta que Hwang esperaba, pero le fue suficiente con solo escuchar al menor cantar una bella canción con esa suave y
preciosa voz.

Jeongin se hizo más pequeño en su lugar y vio tímidamente a su hyung, quien formaba una sonrisa satisfactoria lentamente.

—¿Crees que lo hice bien?— susurró.

Hyunjin hizo una pausa eterna, sin cambiar su expresión de satisfacción y orgullo.

—Eres el único que puede expresar demasiadas cosas con su voz...— murmuró lentamente.

Jeongin agachó su cabeza avergonzado. Volvió a ver a su hyung y sonrió, lamiendo sus labios y tratando de no ponerse más nervioso de lo que ya estaba.

—Wow... Jeongin... wow...— Hwang se había quedado sin habla. Jeongin volvió a sonreir nervioso y se sentó, evitando mirar a su hyung.— Me dejas sin palabras.

Hyunjin había tomado otra hoja mientras dejaba el reproductor sonar. Mantuvo su vista fija en la cocina esperando a tener una idea de que dibujar ahora. Jeongin solo corrió a sentarse a su lado.

—¿Qué puedo hacer...?— preguntó para si mismo, golpeando el papel en la hoja.

—Dibuja lo que tu quieras. Algo que te guste mucho o con algún valor para ti.— respondió tímido, Yang.

Hyunjin se quitó el lápiz de la boca y miró desenfocadamente su mano amorotoneada. La idea clara le llegó a la mente y empezó a trazar las líneas.
Jeongin miraba con suma atención mientras escuchaba las canciones que tenía en su teléfono, cantando un poco algunas líneas que se sabía.

Hwang dibujaba jodidamente hermoso y se veía tan pacífico, ni aunque se le cayera el techo encima podría hacer que se le fuera la paciencia...

Y mierda que eso daba miedo.

Ver a Hwang Hyunjin tan calmado, tan tranquilo dibujando. Es decir, ¡Es Hyunjin!, el mismísimo chico que lo vio todo golpeado y lastimado como si fuera boxeador, el mismo al que escuchó como insultaba a su propia madre y ella le golpeaba en la cara, ese chico que Minho había descripto como "temperamental" y Felix como "infeliz".

¿Por qué cuando estaban solos el se transformaba en otro chico, uno más sereno y tranquilo?

Se armó todo un debate mental mientras fijaba su vista en el y el dibujo. Estuvo así por un largo tiempo hasta que el mayor terminó el boceto y empezó a detallarlo de a poco.

—¿Una mano?— irrumpió el menor.

—Si...

—¿Tienes un loco fetiche con ellas?

Hyunjin rió divertido y ligero.

—No...— negó suavemente.— Siempre he considerado que las manos son un gran almacenamiento de recuerdos...— dejó el papel en sus piernas y tomó la mano de Jeongin, acariciándola delicadamente y jugueteando con sus dedos.— Un leve tacto deja los recuerdos impregnados en ellas...

Jeongin vio como Hwang entrelazaba su cortada y amorotoneada mano entre la suya, con suma delicadeza. Poco a poco deslizaba hacia arriba su dedo índice, clavando así apenas su uña entre los pliegues de sus articulaciones.

—Algo que tocas... que te recuerda a algo...— murmuró mientras analizaba la mano del menor, almacenando internamente ese bello recuerdo que se llevaría con el.

Jeongin llevó su otra mano y tapó las dos manos entrelazadas, como si intentara protegerlas. Hyunjin solo se quedó allí serio y callado, viendo la acción de Yang. Lentamente fue soltando su mano y se fueron separando.

Luego de ese "extraño" momento, la casa se volvió más oscura. Eran las 18:23 pm, la tormenta cesó y la nieve se mantuvo allí decorando el ambiente externo. Hwang se fue a la cocina con la linterna de su teléfono y preparó chocolate caliente. Jeongin le pidió que no le pusiera azúcar, como la última vez.

—¿Qué se supone que haremos ahora?— preguntó Yang mientras se llenaba sus labios de chocolate. Hwang rió y le limpió su comisura.

—Creo que... nada.

Yang resopló y siguió tomando su bebida. Hyunjin se levantó y fue a su cuarto, típicamente desordenado.
De la cima de su armario buscó algún juego de mesa, tenía algunas cartas, verdad o reto, el juego de la oca, entre otras.

Abrió su armario intentando buscar otra cosa y dejó caer su regalo de cumpleaños que su madre le había dejado allí, hace un par de meses. Era una sudadera verde militar con negro, una costosa sudadera dentro de una bolsa de regalo arrugada. Lo volvió a tirar dentro de su armario y cerró las puertas, llevándose con el mismo el monopoly, las cartas y el juego de la oca.

Ambos se sentaron en la mesa de la cocina y empezaron a jugar al monopoly.

—Compro la propiedad de Nueva York...— sonrió Yang mirando con deseo esa propiedad. Hwang buscó la carta y se la entregó.

Hyunjin tiró los dados y cayó en un ferrocarril. Puso el dinero en la caja y se adueñó de la propiedad.

—Hyung, ¿Solo comprarás los ferrocarriles? ¿No quieres esta zona?— señaló las casillas marrones y celestes, mostrando las propiedades más baratas.

—Mira...— levantó una carta.— Mientras más ferrocarriles tienes, más dinero ganas.— mencionó burlón.

Jeongin se mordió el labio riendo e hizo un gesto con su brazo, similar a que iba a tirarle con una almohada.

Estuvieron casi dos horas jugando y escuchando música. A las 21:34 pm, Yang se tiró en medio de la sala mirando el techo. La luz aun no volvía y por la nieve que había afuera era un poco difícil volver a su casa, por lo que Yang le dijo a su madre (como unas cinco veces) que estaba con Hwang a salvo.

—Tengo mucho frío...— sopló sus grandes manos mientras las frotaba en busca de calor.

Hyunjin sacó la manta del sillón y se taparon juntos. Jeongin sintió sus mejillas arder ante el tierno gesto del frío Hyunjin.

—¿Tienes hambre?— preguntó en voz baja. Yang asintió lentamente.— Veré si hay algo de comer aquí.

Se levantó y buscó en la heladera si no había algo que comer. Encontró en el freezer un paquete de salchicas descongeladas. Recordaba que en las alacenas podría haber algo de pan y hacer unos hot dogs.

Abrió la canilla y apenas salía algo de agua, por lo que pudo llenar una pequeña olla y una botella con agua para tener de reserva. Empezó a hervirlas y a preparar la mesa para sentarse a comer.

Jeongin por otro lado solo miraba desde la ventana la poca nieve que llegaba a ver y la vista oscura de la ciudad sin luz. Con su celular empezó a iluminar el suelo y el techo, jugando con la luz.

Detrás suyo, otra luz se prendió. Yang levantó su vista y en la pared se podía apreciar la linterna de Hwang, formando una sombra de un corazón con sus dedos.

Jeongin se dio vuelta y notó que Hyunjin apuntaba la pared con una sonrisa en su rostro. Yang imitó su gesto y sonrió.

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