26
Jeongin había quedado en ir a la casa de Beomgyu para hacer un trabajo de geografía que se entregaría el lunes.
Al tener leve información sobre la vida de su menor, pudo esperar a entrar en uno de los peores vecindarios de la ciudad, aquellos en donde los tipos de la mafia te esperaban en la esquina para robarte la billetera y vendían cualquier tipo de drogas o alcohol. Pero no, al llegar a la casa de Choi, dudó de su ubicación y la revisó tres veces en su teléfono.
Supo que estaba en el lugar correcto cuando el menor salió de la casa y le sonrió desde la puerta.
Jeongin se adentró a la casa y se despidió de su madre.
—Bienvenido a mi no humilde morada.— abrió sus brazos grandemente sin dejar de borrar su angelical sonrisa.
—Que increíble es tu casa...— abrió su boca grandemente al ver la belleza de casa que tenía su amigo. Al escuchar su historia familiar pensó que tal vez viviría en un pequeño departamento, un tanto desordenado y desalineado, pero se equivocó.
Si la casa de Seungmin era lujosa, la casa de Beomgyu lo era también. Tal vez un poco menos y un tanto mas pequeña, pero era increíblemente bella.
Los chicos estaban en la sala instalándose para empezar a trabajar. Beomgyu fue a buscar su mochila y sus cosas para empezar el trabajo. Por lo tanto, Yang empezó a mirar las fotos reposadas sobre un mueble.
Tenía unos cuantos recuadros vintage y algunas de Beomgyu cuando era bebé o un niño pequeño. Solo había una sola de el con su hermano mayor, permitiendo que el pelinegro conociera a su hermano, quien era bastante atractivo.
Se acercó otro poco a mirarlas de cercs hasta que volvió Beomgyu.
—Es Yeonjun, esa foto fue cuando faltaba una semana para su condena.— soltó con gracia recordando la locura que fue ese día.— Una chica nos tomó la foto y pude revelarla. Creo que ni mi padre sabe que está ahí.
Yang movió su cabeza lentamente, asintiendo. Los dos se sentaron para poder empezar a trabajar. Sacaron sus libros, el menor prendió la computadora y empezaron manos a la obra.
Tenían que hacer una infografía de una ciudad de Corea. Eligieron Gyeongju, un destino turístico e importante con gran variedad histórica y turística, siendo una de las ciudades con mayor longitud del país.
—Que increíble los templos de este lugar...— murmuró Choi con su cabeza recostada sobre su mano mirando las imágenes en la computadora.
—Es un bello lugar. Con mi familia fuimos una vez a los parques de allí y al estanque de Anapji.— comentó Yang con una leve sonrisa.
—¡Mira lo que son los edificios! ¡¿Acaso vivimos en el mismo país?!— exclamó sorprendido de la lujosa arquitectura de la zona. Jeongin volvió a reir por la tierna expresión de su menor.
Tres horas luego, terminaron. Choi haría el diseño de la infografía en la noche tarde mientras Yang resumiría un poco la información de lo que pondrían allí. Se quedaron un rato sentados en el oscuro living y hablando un poco.
—¿Como te fue con transformar tu felicidad?— preguntó comiendo una galleta. Jeongin hizo una pausa para recordar de que hablaba.
—Bien... no lo apliqué en mi. Quise aplicarlo en otra persona... un chico.— murmuró nervioso y torpe. Choi sonrió grandemente, como un cómplice.
—Fruta prohibida...— sonrió esperando a obtener el chisme.— Cuéntame, ¿Cómo te fue?
—Creo que bien...— dudó mirando hacia todas partes.— Mira, la verdad es que no lo se. El es un chico... ¿extraño?
—Extraño... ¿cómo?— tiró su cabeza a un lado.
—Hyunjin es muy cerrado, no es de hablar mucho sobre lo que le pasa. Lo he visto con golpes y sus brazos cortados...— enumeró brevemente.— Lo que más me impresiona es que el resto de los chicos saben que tiene pero lo dejan pasar como si nada.
Beomgyu le miró fijamente, escuchando atentamente mientras tenía sus manos entrelazadas en sus piernas.
—Ajá... me perdí un poco pero comprendo algo.— admitió con suma sinceridad.
—Además una vez lo escuché discutiendo con su madre y la última vez que fui a su casa ella lo abofeteó...— agregó llevando su vista al techo.
—Sabes, no soy psicólogo pero creo que tu amigo tiene una clara familia disfuncional y problemas con sus padres.— dijo un tanto seguro.
—No lo se... no quiere decírmelo.— hizo una mueca.
—A menos que sea un chico emo o boxeador, no creo que tenga los golpes y cortes porque quiera...— enarcó una ceja, inclinando su cuerpo hacia adelante.— Es obvio que tiene problemas. Y tu apenas lo conoces, pronto se abrirá contigo.
—¿Tu crees?— dudó. Choi asintió lentamente.
—No es algo fácil de lo que se pueda hablar. A menos que seas como yo y cuente con naturalidad que su hermano está preso por robo y hurto.— burló. Yang soltó una risita tímida.— Ya, ¿Pero lo has ayudado en algo?
—Quise hacerlo sentirse feliz por un momento. Hasta lo invité a mi casa pero se tornó muy extraño todo. Me ayudó con mi tarea, me frustré, se rió de mi y quise atacarlo, pero me tiró al suelo y se sentó encima de mi... en ese... sentido...— mencionó recordando la escena de la tarea de química.
—Lo tomaste muy literal. No me refiero a hacerlo feliz llevándolo a todos lados o queriendo tirarte encima de el. Creo que la mejor forma de hacerlo feliz es que lo escuches, que vea que no está solo y que puede confiar en ti.— explicó con suma pasión en sus palabras.— Si el te interesa no cambies por el, a nadie le gustan las personas transformadas. Solo... se tu mismo. Escúchalo, acompáñalo, intenta ganarte su confianza y su respeto demostrándole que tu estás ahí para el. De esa forma se sentirá mejor contigo. Debes saber como tratarlo y entenderlo de manera que se sienta cómodo.
Jeongin asintió lentamente sin dejar de ver el suelo. Tenía algo de razón, cosa que no quería aceptar.
Al escuchar que el es infeliz, Jeongin quiso cambiar exhaustivamente ese panorama a uno donde el fuera feliz. Siendo confiado, para nada tímido, cambiando su ropa, saliendo. En cualquier mínimo aspecto para llamar su atención y en cualquier acción para sacarle una de esas sonrisas hermosas que sabía regalarle únicamente a Yang.
No tomó en cuenta que el mismo se estaba alejando del chico que a Hwang le gustaba demasiado y que al alejarse solo le hacía perder interés.
Porque era así. A Hyunjin le gustaba ese Yang Jeongin, el niño bueno y tímido de camisas con el cuello abonotado, el que se ponía nervioso al ver esos ojos negros café verlo fijamente...
Y el mismo chico que no era fácil de manipular pero si que era fácil de acompañar.
—Espérame aquí. Voy al baño.— avisó Choi. Yang asintió y tomó su teléfono.
En su chat de kakaotalk tenía un mensaje de Jisung. Este decía que quería invitarlo a una fiesta en una discoteca por su cumpleaños el fin de semana. ¿Discoteca? Jamás pisó una y dudaba que lo dejaran ir por solo tener diecisiete años y ser ilegal aun.
No le contestó. Siguió de camino en sus otros chats, los cuales eran solo seis, y encontró muy abajo el chat con Hyunjin, con la última conversación que tuvieron.
Solo era una sosa conversación donde el mayor le pasó una foto de como hacer las ecuaciones químicas en resumen.
Le escribió.
Hola
Vas a salir el viernes?
18:26 pm
Solo bastaron tres minutos para que le respondiera.
Hyunjin
Aun no lo se.
18:29 pm
Jeongin no le siguió escribiendo por el momento. Dejó su teléfono en la mesita otra vez y justo llegó Choi.
Ambos se pusieron a hablar nuevamente hasta que Taeyeon lo recogiera. Estuvieron casi dos horas hablando de conspiraciones del gobierno surcoreano y de astrología. Una combinación extrañamente interesante, despertando interés en el mayor.
En todo ese tiempo que estuvieron hablando, no había llegado ni un solo mensaje por parte de Hyunjin...
Hasta que se fue de la casa Choi y se quedó sin internet.
Hyunjin
Si tu vas, irías conmigo?
20:47 pm
Apenas llegó a su casa, fue directo al baño y luego a su cuarto en lo que su mamá haría la cena.
Se tiró en su cama y revisó el chat de Hyunjin. Dudó un segundo en que comentar, es decir, Ppodría ir y entrar como si nada? ¿Metería a alguien en problemas?
Si, con gusto...
Esquivó su dedo del botón de enviar y mordió sus uñas. Borró el mensaje una y otra vez, evitando responderle hasta que se decidiera por ir y buscar la forma de entrar.
Y vaya que tardó un buen tiempo en aceptar.
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