23
Ambos chicos estaban en los columpios mirando la mañana nublada mientras comían las paletas robadas por el menor.
Se balanceaban lentamente sin decir palabra alguna y entrecerrando sus ojos por el viento, completando el vacío solo con la presencia del uno al otro.
-¿Enserio las robaste?- preguntó Hwang sonriendo con orgullo mientras lamía la paleta.
-Si...- sonrió nervioso.- Aun me siento culpable.- admitió tímidamente.
-Te acostumbrarás algún día.- dijo inconscientemente el mayor. Yang sonrió débilmente.
Los dos volvieron al silencio hasta que se les ocurriera otra cosa de que hablar, aunque debían de admitir que estaban muy acostumbrados a eso y les parecía lo mejor. El único sonido era el viento golpeando por doquier y los columpios chirriar.
-¿Esa mujer era tu mamá?- preguntó un poco nervioso. Hwang asintió con el semblante serio.
-Tristemente si.
Jeongin frunció el ceño, mirándolo fríamente.
-No digas eso. Es tu mamá...- regañó con suavidad.
-Es una idiota.- afirmó y trató de cortar la conversación allí.- No todos tenemos buena relación con nuestras familias.
Yang miró al suelo un tanto apenado. Levantó su vista y miró a Hyunjin con la paleta en su boca y teléfono en mano.
-Si tan mal te llevas con ella, ¿Por qué no te vas de allí? ¿No tienes otros parientes por aquí?- preguntó sin dejar morir la conversación.
Hwang suspiró. No quería hablar de ese tema con él.
-Jeongin, cuando tienes dieciocho llegas al inicio de tu mayoría de edad, debes prepararte para entrar a esa zona. Pero algunos no tienen lo necesario para independizarse.- se bajó del columpio y tomó una vara del suelo, trazando unos círculos.- Estos son los chicos de dieciocho años que están en la universidad con una familia normal y vida normal...- señaló el círculo grande.- Y estos...- apuntó al puntito de tierra marcado.- Somos los chicos que vivimos con una madre complicada y no tenemos oportunidades en el mundo.
-Creo que tu tienes oportunidad, solo la estás rechazando.- susurró seriamente.- Tu tienes todas las oportunidades de ser tu, de vivir tu vida y ser independiente, pero prefieres quedarte estancado en tus problemas...
Hwang tiró la vara y suspiró, ignorando al menor que solo llevó su vista al suelo. Volvió a ver en su teléfono y respondió un mensaje un tanto rápido.
-¿Vamos a lo de Seungmin? Sus padres no están en el país.- dijo evadiendo el tema. Yang asintió lenta y desganadamente.
Ambos tomaron rumbo a una parada de bus y esperaron a subirse a alguno para ir a la casa de Kim. A Yang le sorprendía la capacidad que tenía Hwang de saberse los recorridos de cada línea de bus y las calles de la ciudad.
Mientras tanto, en el teléfono de Hwang, figuraba en la barra de notificaciones cinco chats sin abrir.
Chan (2)
Minho (3)
Minho rojo (117)
Yeji (1)
+829643211716 (12)
+829643211716
Lunes 21
llamada perdida
12:33 pm
llamada perdida
14:55 pm
Martes 22
Atiéndeme
00:23 am
Sábado
Jinnie
Vas a venir por mi?
01:32 am
5 llamadas perdidas
04:57 am
Hoy
Donde mierda estás?
10:25 am
Te juro que te mato
si no me respondes
11:00 am
Hyunjin ignoró nuevamente los mensajes y llamadas de su madre. Yang miró de reojo por suma curiosidad, sin lograr ver algo. El mayor apagó el celular y lo guardó en su bolsillo del pantalón.
Bajaron del móvil unos quince minutos luego. Caminaron por ese increíble y poco conocido barrio lleno de casas antiguas y elegantes que mostraban la fachada del lugar con la luz del día y algunas hojas caídas del otoño.
Llegaron y tocaron el timbre. Justo como esperaron, también llegó Han detrás de ellos.
-¡Mi pequeño está aquí!- abrazó a Jeongin fuertemente. Yang se puso tímido sin dejar de sonreir con labios apretados, devolviendo el abrazo.
A los segundos, Seungmin quitó el seguro y abrió la puerta.
-Me sorprende que hayas llegado temprano.- mencionó Kim serio mirando a Hwang, usando un tono algo duro para hablarle.
-Llegué temprano a tu vida, bebé. Y me fui tarde.- le contestó seco y sarcástico, abriendo mas la puerta para entrar.
Los tres ingresaron a la casa y se sacaron los zapatos. Ingresaron al living principal, el cual estaba en un pasillo al lado de las escaleras y la puerta de entrada.
Poco a poco empezaron a llegar los demás chicos. Por desgracia, ni Chan ni Changbin pudieron asistir a la juntada, les tocaba trabajar justo ese día, por lo que allí solo estaban Jisung, Minho, Hyunjin, Jeongin y Felix, junto a Kim.
-Ya extrañaba hacer esto, la universidad me está matando.- se quejó Han estirándose en el sillón mientras rompía el hielo.
-¿Enserio que pudiste calificar para estudiar?- le miró Kim con el ceño fruncido.
-Me va mejor que a ti, silencio.- puso su dedo índice en sus labios indicando que dejara de hablar.
Los chicos empezaron a hablar (debatir) y a comer algo. Hablaban sobre sus planes futuros y debatían un poco sobre las clases de la universidad, espantando a Yang quien aun seguía en la secundaria y no tenía idea lo que le vendría pronto.
En todo el día, mientras hablaban de la universidad y sus futuros, el teléfono de Hwang no dejaba de vibrar.
De impulso, con su ceño fruncido y labios apretados, se levantó y se fue a la cocina a atender. Todos se quedaron viendo al mayor hasta que desapareció de su campo de vista.
Minho amagó para levantarse a escuchar, pero Jisung solo colocó una mano sobre el e impidió que se entrometiera.
Yang por otro lado solo miraba como los chicos ignoraban el tema para seguir hablando de la universidad, tema que había dejado de escuchar hace un buen rato cuando su chico salió de la sala.
Luego de unas cuantas carcajadas por las idioteces que decían, Hwang salió de la casa ferozmente. Jeongin se paró a mirar por la ventana y vio que el mayor se había ido rápidamente a quien sabe donde. Giró su cabeza y los demás solo siguieron hablando un tanto incómodos.
Minho fue al baño, Han y Kim fueron a la cocina a buscar algo más de comer. Felix estaba con Jeongin en la sala, el menor no se movía de la ventana viendo hacia afuera con un semblante serio.
—¿Por qué Hyunjin hyung es así?— murmuró por lo bajo. Lee australiano levantó su vista del teléfono y se acercó a el.
—¿Así como?— preguntó con ese tono dulce y amable que solía tener con todo el mundo.
—Distante... extraño... muy ¿reservado?... agh, no lo se. Es... es extraño...— dijo sin poder explicar mientras fruncía el ceño.
Felix fue al pasillo y vio que nadie se asomara a donde ambos estaban. Se acercó nuevamente al menor y le confesó algo.
—Hyunjin siempre fue así.— murmuró pasando sus dedos por el hierro curvado de la ventana.— Es un chico bastante infeliz...
—¿Por qué?— preguntó preocupado, mirándolo fijamente.
—No lo se... sabemos que pelea siempre con su mamá, pero no sabemos por que...— negó lentamente apretando sus labios.— Solo lo tratamos como a todos pero el no es feliz...
Jeongin le miró fijamente y abrió apenas su boca. Su corazón recibió una leve puntada y su piel se erizó al escuchar aquellas palabras.
Si Hyunjin no era feliz, trataría de hacerlo feliz.
•••♡•••
Hyunjin entró a su casa y lo primero que vio fue a su madre con una copa en su mano. Se la quitó bruscamente y Miyoung solo se mantuvo en la misma posición, recostada sobre su brazo.
—Me prometiste que ibas a dejar de consumir e ibas a ir a terapia.— exclamó con furia.— ¡¿No que tu amiga te dio turnos?! ¡Jamás fuiste! ¡¿Y ahora me pides ayuda?!
—Jinnie... ¿Por qué rompiste la foto?— señaló la foto rota que tenía en la mesa de ambos abrazados y sonriendo.
—No me cambies de tema. ¿Vas a ir?— gruñó furioso.
Miyoung suspiró pesadamente. Su teléfono sonó y ella atendió con desgano.
—Hwang Miyoung...— atendió con tono cansado mientras bostezaba.— ¿Podemos el jueves? Estoy con mi hijo...
Hyunjin arrebató el celular y se puso a hablar. Era la terapeuta de Miyoung, diciéndole que había dejado sus terapias hace casi tres meses. El solo respondió que iba a llevarla cuando sea.
Cortó la llamada y Miyoung empezó a protestar.
—Jinnie, bebé, ¿Quieres salir conmigo luego?— le invitó con voz dulce pero cansada.
—Primero ve a tu terapia y vuelve a ser alguien decente. No una maldita zorra y drogadicta.— azotó el teléfono contra la mesa, yéndose a encerrar a su cuarto.
Mientras Miyoung se iba a su cuarto a dormir un poco, estando algo ebria, Hyunjin solo miró entre sus hojas un dibujo que no sabía porque aun conservaba.
—Mami, mira...— llamó con entusiasmo el niño.— Mami... ¡Mami!
Miyoung solo levantó su rostro hinchado y amorotoneado, viendo al menor sonriendo con sus dientitos faltantes y enseñándole un dibujo.
Ella solo lo ignoró y siguió bebiendo de su botella, dejando a un Hyunjin de siete años con una mueca triste.
Entró a su cuarto y tiró su dibujo al último cajón de su armario. Ese dibujo de el siendo un superheroe, golpeando a todos los que hacían daño a su mamá.
Miró una vez más la hoja y solo la volvió a dejar en la cima del armario, arriba de varias cajas arruinadas sin querer volver a tocarlo o verlo siquiera.
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