2
La noche anterior
Hyunjin estaba en uno de los sillones rasgados con su computadora en su regazo y sus auriculares mientras escuchaba música en el living en plena oscuridad.
Su teléfono no dejaba de vibrar, eran las notificaciones del grupo de la escuela pasando las fotos que se sacaron en la graduación.
Varias donde sus compañeros se veían felices y sonrientes, algunos junto a sus padres, profesores y otros entre amigos.
Sin soportarlo más, apagó el celular y trató de concentrarse en su computadora ignorando todo a su alrededor.
Propuestas de trabajo en Seul
Navegaba y buscaba por Internet a ver si encontraba algo. Sus búsquedas no daban resultados, no encontraba ningún solo puesto o algún pequeño trabajo.
Suspiró y cerró la página, dejando la entrada de google a la vista mientras en otra pestaña tenía YouTube con una playlist de sus canciones favoritas.
De la nada, la puerta fue abierta dejando ver a una delgada y joven mujer junto a un hombre más grande que ella y que le doblaba la altura.
La mujer llevaba su cabello un poco ondulado en las puntas, su cara totalmente maquillada en tonos pasteles, sus pantalones de jeans super ajustados, una musculosa suelta sin brasier y unos zapatos de tacón.
Hyunjin giró su cabeza en dirección a ella y empezó a seguir con la mirada a su madre desde la oscuridad.
Si alguien nuevo aparece en la casa, solo escóndete.
Las malditas palabras que le repetía desde que tenía ocho años. Cuando su madre aparecía con otra pareja, él debía irse o esconderse para evitar problemas.
Era difícil cuando era niño. Ahora lo consideraba el punto bueno de ser un adolescente completamente independiente de su familia.
Así, se colocó sus auriculares rodando sus ojos mientras su madre se metía al cuarto con el hombre que le besaba bruscamente mientras le bajaba las tiras de su blusa.
•••♡•••
Minho ya se encontraba en su casa. Abrió la puerta y se adentró en ella mientras bajaba su mochila y la dejaba al lado de la puerta.
Saludó a su madre quien se sorprendió de verle el cuerpo tan rojo y quemado. Le dijo que vaya a limpiarse un poco para luego pasarle aloe vera en su cuerpo, eso le calmaría un poco las quemaduras, las cuales eran muchas. Tenía su torso, su rostro, sus hombros y brazos, sus muslos y piernas totalmente rojo como tomate.
Lee se fue hasta su cuarto y aguardó a que su madre fuera allí. Se dispuso a ver su teléfono, tenía un par de mensajes. Ignoró todos, eran mensajes viejos de sus amigos que jamás leyó y más de mil mensajes de sus compañeros de colegio.
Dejó su teléfono en la mesita de luz y se quitó su camisa para acostarse en la cama y esperar a que su mamá le trajera el aloe vera.
Una vez la mujer llegó, le empezó a colocar suavemente en el torso y rostro el gel. El menor hacía muecas de dolor al sentir el tacto de su madre rozar contra su piel.
—Te dije que te divirtieras pero no que te quemaras, Min.—mencionó con el ceño levemente fruncido.
—En mi defensa, fueron los chicos.—se quejó con sus ojos cerrados fuertemente.
Su madre rió y siguió pasando el aloe.
—Oye, ¿Por qué Hyunjin no fue a la graduación?—preguntó curiosa.
—No tengo idea.—respondió sincero.—Ninguno sabe nada de él hace días.
Y era cierto. Habían pasado unos días desde que Hwang no respondía a sus amigos y no fue a la graduación. Tampoco se había ido a quedarse en la casa de Bang o de Lee a dormir como la mayoría de las veces.
Nadie sabía nada de Hwang Hyunjin.
—Recuerda que mañana viene tu tía con tu primo.—le recordó. Se levantó y se iba al baño a limpiarse las manos.
Minho se quejó y escondió su rostro. Iban a ser unas semanas que su tía y primo se alojarían en su casa hasta tener la casa nueva.
—Mi inicio de vacaciones debía comenzar bien.— se quejó en voz baja. Su madre se asomó por la puerta y le miró con una expresión seria, ella logro escucharle. Minho levantó sus brazos en modo de defensa y su madre se volvió a ir.
Lee se levantó a apagar la luz y se acostó en su cama nuevamente. Se quedó un rato mirando el techo mientras pensaba en Hwang. Otra vez tenía esa loca idea en mente.
Hyunjin solo tenía a los chicos, especialmente a Chan y a Minho quienes conocían su situación muy por encima.
Quería verlo bien, feliz y sonriente de nuevo. Que sea de corazón y no de lástima como sus amigos lo hacían.
Necesitaba de alguien nuevo, alguien que no lo conociera lo suficiente para que lo hiciera feliz.
Y ya tenía en mente a la persona.
•••♡•••
A las nueve de la mañana, Minho dormía plácidamente en su cama. Tenía suerte que hiciera calor así su cuerpo no raspaba contra las sábanas.
De la nada, mientras estaba en su quinto sueño, su madre lo despertó.
—Min, en veinte minutos llegan. Levántate y ordena aquí.— dijo rápidamente mientras juntaba la ropa sucia del suelo.
Minho se quejó y pidió dormir un poco más. Su madre se lo negó y dejó bien en claro al abrir la ventana mientras el sol le golpeaba directo a los ojos.
Lee, con desgano, se levantó cinco minutos luego y se fue a desayunar. Su madre terminaba de ordenar un poco más y le ordenó el cuarto a su hijo, sabía que él no lo haría y tardaría mucho en hacerlo.
Al fin y al cabo, la puerta fue tocada. Minho fue a abrir mientras su madre estaba en el baño.
—Hola.—dijo con un poco de cereal en la boca.
—Hola Minho.— exclamó feliz su tía con una sonrisa.— Hace mucho no te veía.— le abrazó con cuidado mientras el chico hacía muecas de dolor.
—¿Por qué estás rojo?—preguntó directo el menor mientras reía apenas.
—Mmm...—tragó el cereal y habló de nuevo.— Eso no te importa. Pasen.
Ignoró su pregunta y dejó entrar a ambos. Madre e hijo pasaron y dejaron sus bolsos en la entrada de la casa.
La madre de Minho bajaba por las escaleras y abrió sus brazos para abrazar a su hermana.
—Me alegra que hayan venido.— sonrió mientras se separaba del abrazo.— Jeongin, mírate.—dijo en un tono de voz mostrando sorpresa al verlo.—Estás tan grande y guapo.— el menor se ponía tímido y sonreía ante aquellas palabras.
Mientras los saludos seguían, Minho fue a dejar su tazón y subió a su cuarto. Aún tenía su pijama que era una camisa vieja color verde pastel con blanco, una bermuda marrón claro y además, estaba descalzo.
Mientras buscaba algo de ropa para salir luego a la casa de los chicos, escuchó a su madre hablarle a su primo.
—Sube y deja tus cosas en el cuarto de Minho.— le dijo la dueña de la casa al menor desdd la planta baja.
Lee suspiró y revoleó sus ojos por tener que soportar a su molesto primo en las mismas cuatro paredes donde él dormía y estaba la mayoría del tiempo.
Las pisadas de Yang sonaban en la escalera y Minho se tentó a cerrar con seguro la puerta.
Tarde reaccionó cuando tenía el pie del menor en el umbral de la puerta.
—No te podrás deshacer de mi.—sonrió mostrando su hermosa dentadura.
—¿No que usabas brackets?— preguntó con el ceño fruncido viendo su sonrisa.
—Hace años hyung.— se puso serio mientras dejaba sus bolsos.— Ya no los necesito.
—Era mejor si los tenías puestos.—mencionó sacando una bermuda de tela fresca.— Esas cosas te impedían hablar.
Yang hizo una mueca de desagrado y terminó de dejar sus cosas. No era mucho lo que llevaba, solo dos bolsos con su ropa y una bolsa de calzados, se sentía un tanto incómodo con el mayor y decidió por mover sus cosas de un lado a otro hasta que se cansara.
Se quedó parado analizando las acciones de su mayor y por curiosidad quiso saber que es lo que haría.
—¿Vas a salir?— preguntó suavemente.
—Si.— le respondió seco quitándose un collar.
—¿A dónde?
—Lejos de ti.— terminó por decir para retirarse del cuarto y poder bañarse.
Durante la noche había transpirado demasiado por lo que al despertarse estaba húmedo. Nada lo solucionaría como un baño.
Quince minutos luego, volvió a su cuarto para buscar sus zapatos. Estuvo un largo rato decidiendo que ponerse y terminó eligiendo unas sandalias de goma que casi siempre usaba en el verano.
En todo ese tiempo que tardó, Jeongin se mantuvo parado en la misma posición con las tiras de un bolso en sus manos.
—¿Enserio no te moviste?— preguntó extrañado de las actitudes del menor.
—No.— sonrió fingiendo inocencia.
—Pues, vete ahora.— frunció el ceño mientras tomaba su teléfono que estaba en la mesita de luz.
Lee salió del cuarto y bajó las escaleras seguido de Yang que bajaba lentamente mientras miraba a su mayor.
Llegó a la cocina donde vio a su madre y su tía preparando algo de comer y un café mientras hablaban. Las interrumpió un momento para avisarles algo.
—Mami, me iré a la casa de Chan. Adiós.— dijo rápidamente mientras sacaba un poco de dinero para el bus y trataba de salir corriendo lejos del menor.
—¡Espera!— llamó su madre. Minho paró en seco mientras suspiraba.— Llévate a Jeongin contigo.— le ordenó.
—¡¿Por qué?!— gritó molesto. Su madre lo miró con una expresión de advertencia. Lee terminó por aceptar llevarlo antes de recibir un regaño.
•••♡•••
En unos minutos, ambos primos estaban en la parada de bus esperando el móvil. Jeongin estaba sentado moviendo sus piernas mientras tenía sus manos bajo su trasero. Minho por otro lado tenía un brazo apoyado en su rodilla y su cabeza reposando en su mano mientras su espalda estaba encorvada y su cara muy seria.
—¿Quién es Chan?— preguntó Yang para romper el hielo.
—Alguien.— dijo lentamente con mal tono para que deje de hablarle. Jeongin le miró mal y chasqueó la lengua para mirar a otro lado.
Unos minutos luego, llegó el transporte. Ambos subían al móvil mientras el mayor pagaba dos pasajes.
Jeongin se sentó en un asiento doble mientras le palmeaba el asiento al mayor para estar juntos. Lee lo ignoró y se fue al fondo a un asiento individual.
Llegaron a la casa de Bang unos veintitrés minutos después. Yang le seguía por detrás a su mayor mientras miraba su alrededor, no había nada, solo un barrio despoblado con las casas alejadas una de otras y algo modernas. Era un sueño para él.
—No te retrases, ven.—llamó mientras seguía caminando. Jeongin corrió apenas hasta llegar a su par.
—Es un hermoso lugar.— mencionó sin dejar de mirar la vista.
—Solo son casas.— frunció su ceño pensando lo ridículo que era.
Ambos pararon en una casita de madera que estaba en una leve cima. Subieron las escaleritas y esperaron en el balcón a que el mayor les abra luego de tocar la puerta.
—Llegaste rojo.— burló por su piel quemada.
—Ustedes son unos imbéciles.— gruñó con una risa de por medio.
Jeongin miraba al rubio un tanto desconcertado. Solo lo dejó entrar y no le había saludado, eso lo hizo sentir incómodo.
Yang veía la casa del rubio, la examinaba de esquina a esquina. Los muebles, los cuadros, la decoración. Lo que más llamó su atención era el gran ventanal que llevaba al patio trasero y dejaba a la vista a otros chicos allí.
Los chicos pasaron por el living y la cocina hasta salir al patio donde el resto también estaba.
Minho saludó a sus amigos de forma normal. Por otro lado, Jeongin seguía en el umbral de la puerta mirando a los demás. Un momento luego sintió todas las miradas posarse sobre él.
—No seas tonto, ven y preséntate.— le ordenó su primo.
Yang se sintió inseguro, empezó a jugar con sus dedos mientras miraba a los seis extraños. Se dio ánimos internamente y las palabras salieron de su boca.
—Soy Jeongin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro