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parte 1/3

Al fin era sábado. Nuevo día de descanso, dormir más y no hacer nada. Jeongin se sentía ansioso, en la noche sería la fiesta de Kim y él quería ir para saber de que tanto misterio se hablaba por sus fiestas. Minho le dijo que se vistiera simple, allá le pedirían ropa a Seungmin, él tendría bastante ropa que iba con la temática.

Así fue. A las 20:40 ambos ya estaban bañados y con sus pijamas puestos. Tenían que disimular que iban a irse a dormir, Hyoyeon no le dejó salir a su hijo tras enterarse de algo que hizo mientras que Taeyeon de por si no dejaba que su hijo saliera con gente que no conocía y más si eran mayores que hacían fiestas muy fuertes y bebían alcohol como si nada.
Ambos se escaparían por la ventana y volverían antes de que ellas se despertaran.

A las 22:30, estaban durmiendo las mujeres. Hyoyeon debía irse a trabajar a las seis de la mañana y ella se despertaba una hora antes. Taeyeon por otro lado tenía su rutina planificada y estaba dormida por costumbre.
Los adolescentes aprovecharon y juntaron sus pertenencias en una mochila.

—Hyung... me da miedo.— mencionó Yang sintiendo su corazón latir a mil mientras miraba hacia abajo por la ventana.

—Claro. Los niños buenos tienen miedo a todo, ¿No?— preguntó sarcástico mientras resoplaba y se quejaba.— Sal ya, nos esperan en la fiesta.

Jeongin respiró profundo y trató de calmarse. Se dio ánimos por dentro y pasó por la ventana sin hacer ruido. Minho apagó todas las luces y acomodó las almohadas y bolsos en las camas bajo las sábanas por última vez. Así, él también salió y bajó por una escalera de mano que anteriormente había dejado al lado de su ventana.

Una vez estuvieron abajo, caminaron despacio hasta llegar a la entrada de la calle y esperaron a que llegara Changbin a buscarlos. Seo saldría del trabajo y conduciría a la casa de Lee para llevarlo de camino a lo de Kim, así lo habían acordado. De paso llevarían a Yang quien se les coló.

Llegó Changbin y les hizo adentrarse al auto gris.

—Gracias por esto, Seo.— agradeció Lee sonando un poco agitado.

—No te preocupes. De todas formas tenía que pasar por aquí.— explicó sin dejar de mirar el camino.

—¿Ibas a lo de tu hermana?— preguntó curioso mientras se recargaba en su asiento.

—Si. Últimamente estoy viviendo con ella.

Jeongin miraba atento a ambos chicos hablando sin entender lo que sucedía. Ese grupo el cual su primo lo llevó tenía tantos secretos que le llamaban la atención y quería saberlos a todos por completo.

—¿Él la sigue acosando?— preguntó con sus ojos muy abiertos. Seo emitió un sonido de negación.

—No. Eso fue antes.— aclaró.— Solo que al vivir con ella tengo más libertad que en mi casa.

Siguieron hablando un poco más, faltaba poco para llegar a la casa. En unos quince minutos, Changbin dobló a la derecha y vieron la casa con las luces prendidas y una multitud de gente entrando y saliendo. Yang abrió sus ojos enormemente al ver que estaban en uno de los barrios más privilegiados de todo Seul.

—¿Trajiste tu teléfono?— pregunto Seo mientras se quitaba el cinturón de seguridad y guardaba cosas muy importantes en la guantera.

—Ni loco. Si me lo vuelven a robar mi mamá me matará.— rió Lee al recordar lo sucedido hace unos años atrás. Seo rió y se dirigió a Yang.

—Jeongin, ¿Trajiste teléfono?— le preguntó amablemente. El menor asintió dudoso.

—Siii...— afirmó lento mientras se veía algo confundido y asustado.

—Mejor dámelo.— pidió el pelinegro.— Te lo guardaré aquí antes que te lo roben.

Seo extendió su mano y Yang se lo tendió. Minho le explicó que siempre solían robar "de broma" pertenencias de los demás. Lee ya lo había experimentado, unos chicos en estado de ebriedad le robaron su teléfono en una fiesta de Kim y jamás pudo recuperarlo.

—Antes que te vayas dime así te lo entrego de nuevo.

—Gracias hyung.— sonrió.

Los tres bajaron del auto. Seo le puso alarma al móvil y caminaron hasta la puerta. Jeongin no podía creer en donde se encontraba. Era como estar en la casa de un famoso. Por fuera lucía como un simple edificio de ladrillo pero al ver la entrada y la super puerta doble de vidrio refinado y las luces que colgaban del techo junto a esos ventanales le daban el toque.

Habían unos cuantos invitados afuera. Chicos que vestían camisas elegantes con jeans algo ajustados o pantalones de vestir y zapatos deslumbrantes. Las chicas que llevaban vestidos muy cortos o faldas y top cortos junto a unos tacones muy altos. Sus rostros maquillados y sus cabellos implecablemente planchados. Hablaban entre ellos, tenían vasos plásticos en sus manos, reían a carcajadas. Entre algunos se besaban profundamente mientras se abrazaban y toqueteaban entre ellos.

Yang se sintió incómodo al ver como un chico le apretaba las nalgas a su novia mientras se besaban. Más incómodo se sintió al ver como las miradas se posaban en ellos tres mientras criticaban su ropa.

Ignorando aquello, se adentraron a la casa. Las luces estaban apagadas y tenían solo las esferas de luces de la pista de baile iluminando el lugar. Estaba repleto de gente, tal vez más de setenta personas. ¿Cómo Seungmin conocía a tanta gente?
Miró un poco la casa y era un lugar increíble. El largo pasillo de piso de cerámica con las escaleras de madera con una alfombra a la derecha, en la izquierda habían tres puertas y los muebles antiguos que daban el toque elegante.

Era un lugar increíblemente inmenso, la casa ocupaba todo el largo de la cuadra. No era muy ancha pero si larga, y además era doble piso.

—Llegaron.— Kim miró a los recién llegados desde la sala de estar donde estaban bailando. Le dijo a Felix que ya volvería e iría a saludar. Se acercó a ellos y miró de arriba a abajo con su boca abierta por lo que llevaban puesto.— ¿Qué diablos llevan puesto?

—Recién salgo de trabajar.— Seo rodó sus ojos.

—Te quería pedir prestado algo.— dijo con simpleza Minho.

—Y les daré algo. Están horribles y arruinaran la fiesta.— se quejó en voz alta mientras abría sus ojos.— Esperen un segundo... ¡Felix!

Jeongin hizo una mueca por escuchar ese grito. Kim había llamado a su pareja para que le ayude en algo. El pecoso fue rápidamente hacia él luego de bailar un poco con Bang.

—¿Qué pasa?— preguntó divertido.

—Llévalo a él al cuarto de invitados y colócale algo decente. Yo llevo a Minho y Changbin.— le pidió. Le pasó su mano por su rostro y le dio un leve beso en la mejilla. Lee australiano sonrió y le miró con ternura.

—Ven conmigo.— el pecoso le tomó su mano y le guió a la planta alta. Seguido de ellos, estaban su primo, Seo y Kim mientras hablaban de quien sabría que.

Jeongin se puso a mirar la planta alta y no podía creer en los lujos que veía. Abrió su boca y sentía que su mandíbula caería. Quería admirar el lugar otro poco pero el pecoso lo arrastraba rápidamente  hasta meterlo a un cuarto a su derecha.

Una vez dentro, Jeongin se puso en el centro del enorme cuarto mirando de punta a punta el lugar. Ese cuarto era seis veces más grande que el de Minho. La cama matrimonial que había en el centro, el super clóset lleno de ropa y zapatos al frente suyo, la mesita de luz y un escritorio a otro lado. Eso y muchos muebles más.

—Parece un hotel de cinco entrellas— dijo sorprendido mirando como si se tratara de una obra de arte. Felix rió apenas con sus labios separados.

—Si, Seungmin es de otra clase.— burló con voz dulce. Yang rió tímido sin entenderle.

Hubo un pequeño silencio que fue interrumpido por unos golpes en la puerta. Felix salió del clóset donde buscaba ropa y abrió.

—¿Qué hacen?— preguntó Han al ver a Yang sentado en el final de la cama y a Lee con una camisa blanca colgando en su hombro.

—Minnie pidió que le buscara algo a él. Ayúdame, eres bueno en esto.— le pidió.

Han se adentró más al cuarto y empezaron a rebuscar algo para él. Felix tenía una camisa blanca, otra celeste y una beige en su brazo. Le probó una a una y le preguntaba al de mejillas grandes cual era mejor.

—La blanca.— dijo luego de pensarlo un poco.

Luego con los pantalones. Tenían unos jeans rotos negros, un pantalón de vestir azul oscuro y un pantalón simple pero liso también negro.

—Ponle los jeans.— mencionó sin dudar.

Le pidieron a Yang que se vistiera, por lo que salieron un segundo del cuarto y cuidaron la puerta. Jeongin adentro del cuarto se colocaba la ropa temblorosamente. Era ropa de calidad, ropa cara y de tela muy delicada, probablemente costaba millones de wones.

Se colocó la camisa y estuvo peleando con los botones. Sus hyungs volvieron a entrar y rieron al ver como trataba de abotonar en espacios incorrectos.

—Deja, te ayudo.— sonrió Lee. Empezó a abotonar uno por uno con cuidado. Al terminar, Han le tendió el pantalón que se colocó en dos segundos.

Dejó la camisa colgando arriba del pantalón y Jisung comenzó a ponerla dentro de los jeans, haciendo que el menor de sobresaltara por sentir sus manos dentro del pantalón.

—Haz así, le da más estilo.— dijo mientras colocaba media camisa dentro del pantalón, dejando la parte delantera dentro y el resto afuera.

Jeongin se sintió incómodo por usar aquello. Ese no era su estilo, era muy formal y muy de fiesta, además algo muy caro para él. Se vio al espejo gigante del clóset y se desconoció a si mismo.

—Estás radiante.— sonrió Felix abrazándolo de un costado.

—Me siento raro.— movió sus cejas mientras formaba una expresión de preocupación.

—Tranquilo estás bien.— le dijo Han con voz dulce.— Le daremos tu ropa para que la guarde y te la de luego.

Los tres se encaminaron a la puerta para salir. Felix salió primero seguido de Han. Kim, Seo y Lee rieron y esperaron a que Yang saliera.

—Tatararaaaaa.— canturreó Han mientras movían las manos rápidamente.— El nuevo Jeongin está aquí.

Yang salió y se mostró tímido ante ellos. Los chicos asintieron con una sonrisa viendo al menor mejor vestido.

—Sabía que lo vestirías bien.— dijo Kim con una sonrisa mientras llevaba el cuerpo del mayor al suyo y le besaba en los labios. Yang desvió su vista de allí y se centró en ver a Changbin y Minho vestidos.

—Parecen empleados de Marketing.— tiró directamente al verlos vestidos iguales, con camisas blancas y corbatas negras. Los chicos rieron ante su comentario.

Luego de tantas charlas y vestimentas, bajaron a la planta baja. Apenas bajaban, Hyunjin se adentraba a la casa. Traía consigo la misma ropa que llevaba la noche anterior, Kim iba a reclamarle pero imaginó la situación y se quedó callado para evitar una pelea innecesaria.

Los chicos le saludaron chocando puñoa y él se quedó viendo mientras bajaban uno a otro mientras hablaba con ellos.

Cuando bajó Yang, fijó su vista en él y no pudo dejar de verlo durante el resto de la noche cuando cruzaba por su camino.

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