Mi cabeza está a punto de estallar.
¿Por qué me siento tan mal?

Recuerdame el momento en el que te dije que eras hermosa, recuerda el momento en el que fuimos amigos. Seré el primero que te diga una mentira tal como tú lo hiciste conmigo.
Trato de encontrarte en la oscuridad, pero lo único que puedo esperar es un disparo al corazón.
Las mujeres que me besan no tienen sentimientos, sólo lo hacen para pasar el rato.
He estado buscando alguien que sepa tratar conmigo y que diga que me ama.

El otro día conocí a una chica, sus ojos parecían haber llorado mucho. Fue en la estación del metro, estaba sentada en una banca y en vista que mi turno para partir no llegaba me senté junto a ella. Su bolso cayó en mis pies y me agache a recogerlo, cuando se lo entregué musitó un pequeño "Gracias" entre sollozos. Si tan solo ella hubiese sabido que no era la única rota por dentro.
Aunque no lo demostraba, acababa de verte con otro chico en la plaza, vaya lugar para que se encontrasen en secreto.

-De nada -respondí. Al verla directamente pude apreciar sus ojos cristalizados, su rostro pálido y su cabello ondulado. -¿Por qué lloras? -pregunté sin más.

Ella no respondió y se fijo en los carriles del metro, se levantó de su asiento y caminó hacia delante con los ojos cerrados. Yo sólo la miraba. Pensé que se detendría antes de llegar al lugar en el que circula el gran transporte pero no lo hizo, a decir verdad me sorprendí demasiado y me quedé parado por unos segundos.
Pude ver que el metro se acercaba y ella seguía allí de pie, sin ninguna intención de moverse del camino.
Tuve miedo, cerré mis ojos y corrí hacia los carriles. Cuando me sitúe en el lugar la ví, llorando todavía mucho más que hace unos minutos. La abracé y la tomé en mi brazos con fuerza para poder cargarla de vuelta a su asiento. El metro se acercaba cada vez más rápido, sin más, salté hasta la esquina contraria con ella en brazos. Caí sobre mi espalda por lo que ella no debió haber sentido el golpe que me di contra el suelo.
Lloraba en mi pecho con mucha más fuerza y yo solo acariciaba su mejilla atemorizado por lo que acababa de suceder.
Estaba sudando y mi respiración era agitada.

-¿Estás bien? -pregunté respirando un poco más lento.

-No. -respondió y me dio un abrazo muy fuerte-, mi papá golpeó a mi mamá, la he defendido pero ella simplemente me ha echado de casa. Necesito dejar de vivir, él siempre viene ebrio y trata de golpearme, pero me encierro en mi cuarto antes de que eso suceda... -y continuó llorando.

Todo lo que me había dicho había sido muy doloroso, me imagino que para ella lo fue aún peor.

-¿Por qué me cuentas de tu vida? -pregunté.

-Me lo habías preguntado allá. Además, haz salvado mi vida sin siquiera conocerme, desde ya te tengo confianza. -se aferró mucho más a mí como una niña pequeña.

Simplemente seguí acariciando su mejilla como ya lo había hecho antes.

-Ya no estoy asustada -aseguró susurrando -, me siento segura. -seguido de las palabras que sonaban tan dulces en sus labios. Me besó, y no fue un beso frío como los que había dado últimamente, me sentía bien, me sentía seguro como ella había dicho. Permanecimos sentados en esa esquina hasta que la noche cayó, hasta que la gente desapareció.
Desde ese día prometí cuidar a esa dulce chica, la dejé llorar en mis brazos las veces que ella necesitara para acabar con su dolor, porque si por mi hubiese dependido, habría huido lejos junto a ella, para que sus problemas desparecieran, porque sé que aún le importan sus problemas familiares, sé que le afectan. Cuido de ella; sin ella estoy incompleto, porque ambos hemos perdido el miedo, y no necesito de amores temporales, siempre he necesitado de algo verdadero, porque yo también he pasado por las mismas circunstancias, por el mismo sufrimiento.