—En mi casa.—Respondí con un tono serio que no dejaba lugar a más preguntas, uno que él conocía perfectamente bien: el de Chassidy Mallow. 

—Mhum… —Tal parece que esa no era la respuesta que esperaba. —Está bien.— Chasqueó la lengua. —Entonces digamos que yo también estuve en mi casa todo el día. 

—Eres desesperante. 

—Discúlpame, señorita "no pienso dar señales de vida por casi dos meses y después aparecer como si nada en el colegio", —Soltó sarcásticamente. Pero me hizo notar que ni siquiera yo estaba segura de cuánto tiempo había pasado desde nuestra última charla, todos los días parecían converger en una masa que bien podría haber sido uno solo o más de medio año. Que los efectos secundarios de los antidepresivos aún pesaran un poco sobre mi cabeza no ayudaba en lo absoluto. —No sabía que el ser desesperante fuera algo reservado únicamente para tí. 

—Me hiciste una pregunta y la respondí con la verdad, no entiendo qué más esperas de mí, tú eres el que siempre da señales confusas. —La última parte se escapó de mi boca sin que pudiera evitarlo. Suspiré. —¿Sabes? Mejor empezamos con esto de las tutorías de una vez, no tenemos porqué ser amigos, olvidemos todo lo que pasó y mantengamos una relación estrictamente profesional.

—Jessica, no puedes pedirme que te olvide así cómo así… —Aparentaba tener más que decir pero lo interrumpí. 

—¡Estás haciéndolo otra vez! —Grité sin poder controlarme, olvidando por unos instantes que podría despertar a mamá si alzaba demasiado la voz. —¡Hablas como si me conocieras de toda la puta vida cuando ni siquiera hemos logrado mantener una conversación normal por más de diez minutos seguidos!

—Tienes razón, lo siento. —Podía escuchar su respiración cambiar de ritmo y lo imaginé pasando por su majestuoso cabello rubio la mano con la que no sostenía el teléfono.—Si tú no quieres que seamos más que compañeros de estudio, lo respetaré, pero estoy seguro de que tú más que cualquier otra persona sabes que es imposible eliminar el pasado. 

Sus palabras removieron algo en mi interior. Busqué mi almohada y la abracé contra mi pecho después de meditar unos minutos cuál sería mi siguiente movimiento.

—Tomás. —Hice una pausa.—Voy a hacerte una pregunta y quiero que seas directo y honesto conmigo por una vez, sin juegos, ni bromas.

—Soy todo oídos. 

—¿Leíste mis archivos el día que llegué al colegio?—Me mordí el labio inferior con fuerza mientras esperaba su respuesta. Esto podría definir si decía la verdad cuando afirmaba saber algo de mi vida.

—No. —Sentenció con firmeza.— Y si lo que te preocupa es que sepa la historia de tus cicatrices, jamás quise averiguarla, pero sí sé que detrás de cada una hay algo que no puedes permitirte olvidar. —Al ver que yo no respondía dejó salir un sonido de frustración. —Hasta mañana, Jess, después de clases coordinaremos y tendremos nuestra primera sesión de ciencias políticas, ambos debemos descansar. —Esperó un poco más y cortó la comunicación. 

—Hasta mañana, Tom. —Murmuré a la línea vacía.