
24
Enfoqué la vista en los restos de mi plato, si la miraba ahora existía la posibilidad de que me quebrara.
— Gracias por escucharme, eres la primera persona de mi edad que cree mi historia. — Murmuré. — ¿Pero por qué? ¿Por qué no te apartaste tras notar mis marcas? — La oí suspirar y junté valor para levantar la cabeza.
— Crecí sabiendo que debía confiar en las víctimas, no importa qué tan loca sea su historia siempre existe la posibilidad de que sea real. — Tragó saliva como si tuviera un nudo en la garganta. — Mi hermana... La razón por la que ella se cortaba, por la que no podemos volver a Irlanda...
— No es necesario que me lo digas, Yaz. — La interrumpí poniendo mi mano sobre la suya. Estaba temblando.
— No. Quiero contartelo, tú te abriste a mí, me parece lo justo. — Dijo negando con la cabeza. — Ella se metió con la gente equivocada cuando era más joven, fuimos marcados como un blanco, pero no lo supimos hasta que llegó el punto en el que ya era imposible hacer algo, y tuvimos que venir aquí a empezar de cero. — Su voz se quebró cerca del final pero tampoco lloró.
Luego de un largo y significativo silencio, pedimos la cuenta y nos levantamos de la mesa. Estábamos a punto de despedirnos, de caminar en direcciones contrarias, cuando un impulso me llevó a abrazarla.
Yazmin se sorprendió pero me devolvió el gesto con fuerza, sabía que estaba esperando ese abrazo desde hace mucho tiempo, pero yo me sentía extraña abrazando a alguien que no fuera mamá. Aunque, después de todo no estaba tan mal.
— Sabía que no podrias resistite por tanto tiempo. — Rió, seguramente para romper la tensión de esa agridulce despedida.
Caminando nuevamente a casa sentí mi teléfono vibrar en mi bolsillo.
Desconocido: Lindas pintas, ¿la ropa es nueva?
Un escalofrío me recorrió por completo mientras rebuscaba en mi mochila por la picana que me habia mandado mamá. Desde que había conocido a Tom, los mensajes extraños se habían detenido, y dadas las circunstancias esto no tenía buena pinta.
Desconocido: Veo que tienes juguetes nuevos, Jessie, ten cuidado, parece peligroso.
Con el arma en la mano volteé en todas las direcciones, pero no vi a nadie. Esperé allí un rato pero las notificaciones cesaron.
Aceleré el paso mientras pensaba en que quizás debería haberle pedido a Yazmin que me acompañara.
Desconocido: El primer error de todas las mujeres es salir solas de casa, pero con tu poca inteligencia seguro ni siquiera pensaste en eso.
Leí cuando cerré la puerta de entrada.
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