10
Tosí por enésima vez raspando mi garganta, que de por sí ya estaba herida, en la acción.
Cerré mis ojos con el dolor cruzando mis facciones. Estaba segura que olía asqueroso, sin bañarme, lavarme los dientes y con mis fluidos al lado, que solo era orina. Me preguntaba cómo Jaehyun no había vomitado cuando vino a verme, siendo él tan pulcro.
No sabía si no habían notado las marcas en mis brazos o simplemente no les importaba, pero hasta el momento no me las trataron.
Si no moría de hambre, moriría por una infección.
Me habían traído la cena hace varias horas atrás, ignorada como siempre, aunque me sonaba tanto el estómago, estaba hinchado y unos retorcijones me hacían perder el aliento.
Supuse que era de madrugada cuando la puerta se abrió y Jaehyun entró con el ceño fruncido.
—Joder, Leia— se acercó a mí y miró la comida fría. —¿Hasta cuándo piensas estar así?— tosí otra vez sin intención de contestar. En un segundo estaba en frente mío, apretando mi mandíbula y obligándome a mirarle —Come— dijo en tono grave —de una maldita vez come.
—Me estás lastimando. —susurré.
—¿Ah sí?— apretó más fuerte, y gemí por el dolor en mis huesos. —¿No crees que te estás lastimando tú al negarte alimento?
—Enfermo.— sonrió de lado al escucharme insultarle.
—¿Qué?
Era una provocación.
—Eres un enfermo, Jaehyun— murmuré con rabia.
—Me halagas, gracias.
—Púdrete en el infierno.— el que pareciera divertirle me hacía enojar más.
¿Quién se creía para seguir burlándose?
—Si así lo quieres, te pudrirás conmigo.
Afirmó burlón, me soltó de golpe y yo caí nuevamente al colchón con un estirón de las cadenas. Sacó llaves de su bolsillo y con movimientos bruscos y sin cuidado me desencadenó.
Primero mi cuello y luego mis brazos.
—¿Cuándo te lastimaste?— preguntó mirando mis muñecas con marcas y sangre seca.
Ah, ahora lo nota, imbécil.
—Te vale mierda.— Entornó los ojos.
—Agradece que tengo mucha paciencia contigo, preciosa. Ya te hubiera destrozado la garganta.— Me agarró poniéndome en sus brazos. —Pon tus brazos en mi cuello. —ordenó con su voz haciendo eco, obedecí de inmediato, y sin saber por qué, apoyé mi cabeza en su pecho.
Estaba cansada.
Y Jaehyun no tenía ningún latido.
—Amo, ¿quiere que aliste la habitación de…?
—No, se quedará conmigo.— Estábamos saliendo de aquel cuarto oscuro y asqueroso, vi sorpresa en la mirada del señor que siempre lo seguía a todo lado, como un perro fiel. —Alisten mi baño, y ropa limpia para ella, también tráiganme un botiquín para curar sus heridas. —el señor se quedó parado en silencio, perplejo ante nosotros —¿Algún problema?
—D-disculpe, creí que el castigo iba a seguir...
—El castigo no terminó.— sentenció mirándome, temblé ahí mismo, pero sin poder alejarme de él.
—No quiero estar contigo.— le dije con tono áspero, me ignoró y caminó por el pasillo, las luces estaban apagadas, seguro todos dormían. Se fue al lado contrario de donde me había quedado yo al principio, y entró a una habitación al fondo.
Oh…
Su habitación era grande, muy grande.
Una cama gigante, incluso una jodida televisión plana en frente. Seguía teniendo ese aire antiguo, pero se veía majestuoso, todo daba la impresión de ser de Jaehyun, había su marca por todos lados aunque no fuera visible.
Espera, espera. ¿Estaré con él aquí?
Me llevó directo a la cama y prácticamente me lanzó encima, nuevamente sin ningún cuidado. Reboté un poco por el colchón y me quejé por el repentino movimiento y el golpe seco.
—No eres tan caballeroso como pretendías.— susurré.
—Soy bastante educado y caballeroso, Leia. Pero eso no funcionó contigo.
—¿Así que ahora dejarás de fingir que quieres cuidarme y tratarme como porcelana? —me miró fijamente desde los pies de la cama, intrigado.
—Interesante… — murmuró. —estás siendo tan caprichosa y contestona, como una niña malcriada... pero me gusta. —parecía que hablaba más para él mismo vagamente y en tonos más bajos —¿No tienes miedo? Viste lo que hice ese día, ¿no me temes?
Pasé la lengua por mis labios, antes de hablar. —Te tengo miedo, muchísimo. —se quedó esperando algo más que esa corta respuesta —Pero me estoy dando cuenta que aun contestándote mal, no piensas dejarme ir.
—Es bueno que ya hayas entendido eso, muñeca.
Escuchar ese apodo después de tantos días me estremeció, no lo había extrañado, pero tampoco se me hizo tan ajeno como cuando llegué.
Alguien tocó la puerta y Jaehyun la abrió. Entró Sara y Camille, la mujer 2 que me cuidaba, otra vez.
Finalmente ya sabía sus nombres después de tantos días llamándoles por números. Y las veía luego de que me encerraron.
—Aquí están las cosas que pidió, amo Jung— traían ropa perfectamente doblada y un botiquín.
—Bien— agarró las cosas con sus grandes manos.
—También preparamos el baño para la señorita, podemos llevarla…
—No será necesario, yo la llevaré— sentí mi pulso ir más rápido, y me di cuenta que Jaehyun lo escuchó cuando me miró a profundidad —Pueden irse, gracias.
Se fueron.
—Vamos a darnos un baño, muñeca—Jaehyun me sonrió cínicamente.
—No me toques.— se acercó como si estuviera cazando a su presa, pasos lentos y calculados. Intenté retroceder en la gran cama.
—Tu pulso frenético, puedo escucharlo con claridad— dijo subiéndose a la cama, apoyándose sobre sus rodillas.
—Voy a gritar si te acercas más— se rió.
—A veces eres muy ingenua, Leia, más de lo que pensé. Si gritas se irán más lejos, nadie se atrevería a intervenir.
Sus manos rozaron mis pies y salté en mi lugar, estaba frío. Rodeó mis tobillos con sus largos dedos y recordé la primera vez que lo vi, cuando jaló a esa chica de la misma manera.
Ya estaba encima de mí en un parpadeo, y yo abrí mis ojos en grande.
—Fui claro en que el castigo no había terminado.— susurró sobre mis labios.
Se levantó y me levantó con él, tomando mi brazo para jalarme.
Caminamos en silencio hasta otra puerta dentro de su habitación, un baño igual de grande y no puse resistencia. Éste tenía dos puertas, el que daba a la habitación y seguro la otra puerta daba a los pasillos.
Había una tina hermosa y más parecida a jacuzzi, todo se veía lujoso y elegante. Igual que él.
Me soltó y me miró fijamente.
—Quítate la ropa.—le miré escandalizada, rodó los ojos. —Para bañarte, Leia, ¿o piensas hacerlo vestida?
—No pienso hacerlo mientras tú me miras. —resopló.
—Viví más de medio milenio, ¿crees que no conozco el cuerpo de una mujer?
—No conoces mi cuerpo.
—Eso crees. —di dos pasos atrás, insegura. —Leia…
Me sentí expuesta de todas las maneras posibles, aún vestida, y aunque deseé saber a qué se refería con lo que dijo, lo dejé pasar.
—Podrías hacerme cualquier cosa estando desnuda, no quiero.
—Podría hacerte cualquier cosa en cualquier momento, no necesito que estés desnuda para hacerte algo. —se agarró el puente de su nariz, resoplando —Leia, solo quítate la ropa, no miraré. —se dio media vuelta. Todavía con el ceño fruncido, empecé a quitarme las mugrientas prendas que tenía. Igual, olía terriblemente mal, era un alivio poder quitarlas de mi piel.
Entré a la tina, y me senté, poniendo mis brazos en mi pecho para cubrirme.
—Ya.
Se dio la vuelta para mirarme.
—No fue tan difícil, ¿no?— dijo cínico.
—No confío en ti.
—Lo sé.— se puso de cuclillas en frente mío, pensé que iba a mirar por el agua, pero solo miró mis ojos. Le miré también.—Quisiera saber qué estás pensando cada que me miras.
—¿No lees mentes?—negó levemente.
—Esa no es una de mis habilidades. —me acomodé en la tina, cuidando de no destaparme.
Seguía muy asustada de él y de todo lo que había pasado, pero ahora parecía dispuesto a conversar. Aunque en realidad siempre quería hablar, pero era yo la que no quería.
Ya me había sacado de ese lugar donde planeé mi inminente muerte, pero mis planes habían cambiado en cuanto me sacó. No sabía si era muy idiota por dejarme doblegar tan fácil o ya estaba cansada de fingir querer ser como las chicas de los libros que eran tan fuertes para no tener ningún tipo de relación con el secuestrador y resistirse.
Estaba loca, indudablemente.
Además, esa mujer me dijo algo real, Jaehyun no me dejaría morir ahí dentro, no después de lo que pasó.
—Mhm… ¿cuáles son?— me atreví a preguntar.
—¿Quieres saber para poderlas utilizar en mi contra?— fruncí el ceño ofendida, pero sin negarlo tampoco. —Soy rápido, bastante rápido.
—Lo sé…
—Y también sabes que puedo atraparte en un segundo si te alejas—apreté mis labios. —Escucho bastante bien, tengo un oído muy desarrollado.
—Puedes escucharme desde lejos.
—Ajá.—asintió —tengo muchísima fuerza, puedo partir huesos fácilmente.
—No es necesario decirlo tan gráficamente.
—Te lo explico así para que puedas entender que hay consecuencias conmigo— de su boca salían advertencias, pero me hablaba con voz suave —. Puedo controlarte, tengo esa habilidad y la utilizo bastante seguido, sobre todo cuando no quieren obedecerme.
—¿Hasta qué punto puedes controlar?—Abrió el botiquín y lo puso a su lado, sacando alcohol y algodón.
Se quedó pensando, tal vez si era buena idea responder mi pregunta.
—Tus brazos— se los di automáticamente, levantó las cejas sorprendido —¿… Sabes que ahora no te controlé, no?
—Me duele — murmuré. —pero no mires, por favor.
—No lo haré— aseguró, empezando a limpiar mi muñeca derecha, arrugué mi nariz por el dolor. —Puedo pedirle a cualquiera que se mate y lo hará —volvió al tema anterior, finalmente aceptando contestar —Pero rara vez lo hago… me gusta hacerlo con mis dientes—intenté quitar mi muñeca asqueada y asustada, pero Jaehyun la agarró más fuerte y me miró con advertencia. —También soy inmortal, claro. Aunque no es una habilidad en sí, más bien una ventaja... Uhm… puedo saltar a lugares altos…
—¿Qué tan altos?— me hizo una seña para que le dé la otra muñeca.
—Lo verás en algún momento… tal vez.
Notando que estaba más concentrado en curar mis heridas, me quedé en silencio dejando que él me limpie la sangre seca. Miré con atención su piel sin nada más que hacer, tan limpia y pálida. Sus labios eran rosado pálido igual, estaban secos y un poco descascarados.
No entendía cómo alguien tan hermoso podía ser tan peligroso.
Parecía un verdadero príncipe, sus facciones marcadas pero suaves al mismo tiempo, sus ojos encantadores, cómo hablaba y parecía coquetear con cada frase que salía de su boca. La manera en la que tenía esos gestos únicos, cuando fruncía el ceño, y sonreía sarcásticamente.
Un verdadero ángel de alas negras.
—¿Piensas en lo increíblemente apuesto que soy?—su voz me sacó de mis pensamientos, se acercó a mi cuello y yo llevé atrás mi cabeza para que limpie, obediente.
—Pienso en que eres un asesino —las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, ladeó la cabeza ligeramente y temblé, reconociendo que estaba en una posición muy vulnerable.
—Hablando de eso— apretó un poco fuerte mi herida, siseé del dolor —Intentaste escapar, y cuando te encerré, te negaste a comer. Así que ahora dejaré las cosas claras —terminó de limpiarme. —Te traje aquí para ser mi muñeca, ¿Bien? Puedo aceptar que seas un poco caprichosa, lo vuelve más divertido— pasó su lengua por su labio inferior —Pero aceptarás todos los cuidados que te dé sin quejas, quiero que me dures, ¿sabes?
Jodido cínico.
-—¿Qué obtengo yo con esto?
No estaba en posición en preguntar esto, pero quería intentarlo.
—Ya que no te interesa si mueres o no… es más, creo que lo agradecerías—pausó —Si eres obediente, evitarás que mate a tu familia.
Mis ojos se abrieron en grande.
—¿Q-qué?
—Eso mismo, les ordenaré que se maten. Lo harán sin protestar.
—Jaehyun…
—Así que mientras tú te portes bien, ellos estarán bien, ¿de acuerdo? —no podía creer que me estaba chantajeando con esto —Leia, ¿de acuerdo?— repitió más duro y claro.
—¿Cómo puedes ser tan inhumano…?
—¡Já! Porque no soy humano preciosa, mis deseos son prioridad, y te quiero a ti.
N/A
Las vistas están subiendo más rápido de lo que creí.
I can't believe, como diría el Chen.
Muchísimas gracias otra vez por tomarse un tiempito de su día para poder leer este fic, me hace muy feliz.
<3
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