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09

Las cosas cambiaron tan drásticamente que se sintió como si hubiera entrado a una situación en la que debí estar desde el principio y no esa tonta fachada de amabilidad y cortesía.

Jaehyun no volvió, ni hubo más salidas al comedor, traían comida en una bandeja y lo dejaban a mi lado.

No hubo más libros, ni duchas o pantuflas cómodas.

Las porciones de comida se volvieron iguales cada día, insípidas, aburridas, y pobres en presentación.

Dejé de comer luego de dos días, sintiendo el estómago cerrado, y de manera un tanto inconsciente prohibiendo a mi boca el ingerir algo.

Tampoco encendían la luz del cuarto donde me quedaba, estaba a oscuras todo el día, y ni siquiera estaba segura de si el foco funcionaba, solo me daba cuenta los días que pasaban de acuerdo a la comida que me traían.

Me sentía enferma de muchas maneras, estaba exhausta mentalmente, y lo pasaba más durmiendo o mirando el piso, siguiendo los relieves y marcas de la madera, tratando de adivinar cuántos años tenía de haber sido puesto.

El primer día jalé mis manos bastantes veces, buscando soltarme en un ataque de pánico repentino, el primero que tuve en mi vida. Jalé tanto que me marqué mis muñecas fuertemente, juraba que en ese momento iba a morir por el miedo asfixiante que me invadió, y como se esperaba, nadie me ayudó con el ataque, lo pasé desmayándome y lastimando mi piel. Lloré y rogué que me dejaran salir, pero nadie vino. La puerta estaba cerrada con llave desde afuera, no había manera de salir.

El segundo día seguí llorando pero sin fuerzas de volver a jalar, solo apoyándome en la pared.

Y pasaron 8 días de ésta manera, con personas desconocidas viniendo a dejar la comida y agua.

Mis sueños se basaban en que escapaba y encontraba a mi familia, despertaba llorando o sacudiéndome, viendo el techo oscuro. No tenía ni siquiera una manta, solo el colchón y el poste, del cual no me podía alejar mucho, porque si dormía y giraba al otro lado, la cadena me ahorcaba.

Tenía cuidado con eso desde el primer día, que lastimé mi piel en el ataque de pánico, no podía ver pero me dolía mucho, así que suponía que estaba bastante mal.

Alguien volvió a traerme lo que creía era la cena, recogió la bandeja con el almuerzo intacto y se fue. Miré de reojo la bandeja con la cena, y lo empujé lejos con mi pie desnudo y sucio. Cada tanto escuchaba pasos, suponía que eran los del servicio haciendo sus cosas, moviéndose y limpiando.

Creo que finalmente entendía por qué ellos no hacían nada ni intentaron ayudarme cuando me vieron.

Jaehyun me había demostrado de lo que era capaz, y sentía que eso no era todo lo que tenía, ni la mitad. Así también, terminé de armar mi rompecabezas respecto a las personas que me trataban con cuidado, no me tocaban mucho, evitaban mirar a Jaehyun, y bajaban la cabeza cuando él pasaba.

No era respeto, era miedo.

Estaban asustados de lo que él podría hacerles, no levantaban la voz porque Jaehyun podía llegar a escuchar todo, tenían cuidado hasta de cada paso que daban y las veces que respiraban. ¿Pero cómo habían llegado hasta aquí?

Yo estaba entendiendo por qué había caído en este infierno; al querer ayudar a alguien me convertí en la víctima.

Si tan solo lo hubiera ignorado y hubiera llamado a la policía, como debí hacer desde un principio.

Pero aun así, ella no iba a sobrevivir, prácticamente ya estaba muerta.

Me metí en la trampa del león.

Quería intentar hacer algo bueno, golpearlo con la piedra y escapar juntas hasta donde haya más personas y más oportunidades de salir ilesas.

Me estaba empezando a odiar, a mí y a Jaehyun. Estando a solas con mis pensamientos recordaba cada momento.

¿Cómo fui tan estúpida para intentar escapar?

No estaba escapando de una persona normal, era un vampiro. El miedo me había cegado, e incluso hasta vanidad diría yo por pensar que podría ser mejor que Jaehyun y hacerle quedar como tonto.

Él los había matado.

Lo odiaba tanto, me quitó mi vida y asesinó a personas en frente mío, era un monstruo, y lo repetiría mil veces.

Monstruo, monstruo, monstruo.

Temblé de frío en mi lugar, a veces estaba bastante helado y me acurrucaba en mi lugar, apoyándome lo más que podía en la pared para intentar calentarme un poco.

Escuché nuevamente pasos, creí que pasarían directo como siempre, pero la puerta sonó. Alguien quitó el seguro y entró. Cerré mis ojos para ignorar cualquier presencia.

—Me dijeron que no estás comiendo. —su voz me congeló, no la escuchaba hace días, desde que me trajo aquí. Tragué saliva, sin mirarle. Habíamos retrocedido más de lo que avanzamos gracias a lo que hice —Si no comes, morirás de inanición.

Mis labios estaban sellados, y mis dientes apretados.

—¿De verdad tienes tantas ganas de morir, Leia? —escuché cómo cerró la puerta otra vez, creí por un segundo que se había ido, pero sentía su presencia cerca.

—Te odio.

—Ya te estabas tardando en decirlo. —hizo una pausa. —Abre los ojos, quiero que me mires.

Así lo hice. Su cabello estaba un poco despeinado, pero hacia atrás igual que siempre, con la frente al descubierto.

—Sabes que estás aquí por tus acciones, ¿no? —metió sus manos a los bolsillos de su pantalón.

—Estoy aquí por ti, enfermo de mierda. —escupí con la voz ronca y seca, levantó una ceja.

—Vaya, tus modales desaparecieron. —dio dos pasos adelante. —¿No querías que te trate así, Leia?

—Aléjate. —hizo lo contrario, dando un paso más.

—¿No querías que te encadene como a un perro? —se puso en frente de mí, y miró las cadenas que me tenían sujeta. —¿Qué te mantenga sin poder bañarte y a oscuras?

—Quiero que me mates.— espeté dolida, odiando cada pequeña parte de oxigeno que él recibía para seguir mirándome con superioridad.

Agarró la cadena que sujetaba mi cuello y la jaló a él, sentí su aliento chocar con mi nariz, y mi respiración cortarse por la presión en mi cuello, mis heridas ardieron, pero me abstuve de soltar cualquier ruido tan cerca de él.

—Ruégame —dijo en tono bajo, mirándome fijamente. —ruega que te mate.

Fue una batalla de miradas, sus ojos que hasta hace poco estaban pintados de un café, se encendieron al mirarme desafiante, casi caigo en el anormal cambio de color en sus ojos, que ahora brillaban entre un café claro y un naranja, una combinación hermosa pero horrible viniendo de él.

Desvié la mirada sin decir nada, y él me soltó.

—Aún ahora intentas ser orgullosa. —me apoyé nuevamente en la pared, sintiendo la piel de mi cuello picar—en algún momento tendrás que comer, y lo sabes. Al final de todo, eres humana, tu instinto de supervivencia es más fuerte.

Volvió a irse.

Y por supuesto que no le hice caso.

Era cierto, tenía orgullo, muchísimo, a veces demasiado para mi gusto. Tanto que podía meterme en problemas cuando quería ser obstinada, al no admitir el error o dejar torcer mi brazo. Ésta no debería ser la ocasión, pero, ¿realmente valía la pena ceder?

No tenía sentido querer comer luego de todo lo que había pasado, no tengo ni siquiera el derecho.

Solo duele.

Todavía podía oler la sangre, a veces hasta sentía mis manos mojadas y goteando, a pesar de que no era así, sabía que no era así, pero me dejaba caer en la mentira a propósito. Me sentía atormentada, y más enferma que antes.

Supongo que esto era más mental que físico, porque aunque las heridas siguieran ardiendo y tuviera hematomas por el fuerte agarre de Jaehyun al traerme aquí, eso era pequeño en comparación de lo que me gritaba mi mente.

No tenía intenciones de seguir viviendo, no de esta manera, así que prefería morir de hambre y sed.

Y otros dos días pasaron, en los que no ingerí nada. Excepto tres sorbos de agua bien contados cuando mi seguridad flaqueó un poco.

A veces me dormía muy profundo, caía como una roca, y al despertar pensaba que había dormido una semana, pero apenas eran unas horas.

Llegué a pensar que lo mejor sería morir durmiendo, decían que era tranquilo de esa manera.

En algún momento entró una chica bastante joven a darme el desayuno, vio la bandeja del día anterior intacta, y se quedó quieta.

Pude percibir su vacilación.

—Señorita Kang... —me dijo en un tono de voz bajo. —le traje su desayuno, por favor, coma.

No hice ningún gesto en respuesta, mirando sus bonitos zapatos de charol.

Acercó la bandeja a mí todavía más.

—Señorita Kang... —mi garganta picó y tosí en respuesta. —no querrá que pase esto...

—¿El qué? ¿morir de esta manera? Será lo mejor que me pueda pasar —susurré con voz rota a causa de la deshidratación, era peor aún ver agua fresca en frente mío pero resistirme a tomar.

—Leia —fruncí mi ceño y agrandé mis ojos con sorpresa ante la mención de mi nombre por alguien que no sea Jaehyun —tienes que escucharme— su voz ahora era un susurro, casi inaudible. —Si el amo Jung decide intervenir, será peor, y sabes que él puede ser peor.— aparté la mirada de su figura, sintiéndome acongojada —También deberías saber que lo que hizo ese día, es una pequeña parte de lo que puede hacer, sobretodo contigo. — mis piernas temblaron al escuchar eso —Te digo lo que está a mi alcance para ayudarte, pero depende de ti lo que harás, solo son consejos.

Hizo una pequeña reverencia y se agachó para agarrar la bandeja de la comida anterior.

—Y ten algo por seguro, él no dejará que mueras aquí.

Volvió a irse dejándome con ese susurro.

Un vampiro, algo sobrenatural, que tenía habilidades que lo volvían superior a los humanos. Con una sed de sangre insaciable, y facilidad para romper lo que sea.

Sí, Jaehyun era uno de los hombres más apuestos que había visto en toda mi vida, no podía mentir ni negarlo, sus extraños ojos que cambiaban de color con sus cambios de humor eran hechizantes. Era muy alto, de buen físico, y rasgos únicos y definidos, varoniles. Pero lo que tenía de belleza, lo tenía en la misma cantidad de peligroso.

Y yo que creía que Edward Cullen era peligroso.

Ah, me hubiera gustado ser Bella Swan, habría sido una historia de amor divertida.

N/A

buenas, aquí vengo para volver a promocionar descaradamente mi otro fic.


gracias por leer <3

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