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01

Me dolía cada centímetro de mi cuerpo, estaba muy incómoda y agotada.

Abrí los ojos con dificultad, mis párpados se separaron después de varios intentos en los que parecía que estaba con pegamento, pero lo más importante era que mi cabeza me estaba asesinando.

Me encontré a mí misma en una superficie dura y fría, lo que reconocí como el piso, de costado y con mis extremidades adormecidas.

Levanté un poco la cabeza, buscando ubicarme y despejar mis pensamientos nublados. No sabía dónde me encontraba, pero poco a poco recordé lo último antes de desmayarme, recordé la sangre y los gritos.

Y pude reconocer un par de ojos mirándome fijamente.

Un hombre estaba sentado en frente de mí, en un sillón de espaldar ancho y alto que superaba su cabeza, su espalda apoyada totalmente, piernas separadas, y un aura muy intimidante.

Intenté levantarme, pero estaba sin fuerzas, mis brazos no querían responder. Con un quejido volví a apoyar mi cabeza en el piso de madera, pestañeando con pesadez.

—Tu cabeza dejó de sangrar hace una hora. —su voz me sobresaltó al ser repentina y profunda. —eso es bueno, estaba esperando que despiertes para poder curarte.

Mi boca estaba seca y mi lengua dormida, por lo que me quedé en silencio.

—También te conseguí ropa, la que tienes puesta está con sangre de la-... —carraspeó —de la otra chica.

Silencio, silencio.

—Mhm, estás muy callada. Pensé que te pondrías a gritar al despertar, ya que tienes unos buenos pulmones teniendo en cuenta lo mucho que gritaste hace poco... creo que me equivoqué.

Se levantó, avanzó unos pasos y se agachó en frente de mí, poniéndose de cuclillas. Sus ojos se movieron con lentitud por mi cara apoyada en el piso.

—Tienes proporciones lindas— señaló luego de unos segundos.

—Déjame ir... —susurré apenas, con la voz rota y raspando mi garganta al salir.

Vi un atisbo de sonrisa en su boca, y sus ojos brillaron con diversión.

—¿Por qué lo haría?

—M-me mantendré callada... lo prometo... yo s-solo...

—Eso es mentira— contestó divertido —. No me gusta que me mientan, pero no importa, te enseñaré a no hacerlo.— Fruncí el ceño con debilidad, sus palabras calando en mis huesos adoloridos. —¿Te preguntas si me voy a quedar contigo?. Sí —mi respiración volvió a acelerarse, y ahora intenté levantarme otra vez, forzando a mis brazos a obedecer aunque sintiera estirones en mis músculos—Apareciste en un excelente momento, como si fueras un regalo caído del cielo— sonrió de costado, casi burlándose de mis intentos de sentarme—Últimamente me aburro bastante, los días estaban volviéndose monótonos, y ah... —miró arriba durante tres segundos, expirando—no me gusta la monotonía.

Me senté como pude y retrocedí hasta que mi espalda chocó con la pared, mi cabeza dolió otra vez por el movimiento.

—Me van a buscar, te-tengo familia— intenté que mi voz suene más fuerte y segura para poder cambiar la expresión de burla que tenía.

—¿Y de verdad crees que te van a encontrar? Y en el caso que lo hicieran, ¿crees que te dejaría ir?— Bueno, no lo había logrado, solo estaba más asustada, y supe que él se dio cuenta cuando abrió levemente sus ojos con éxtasis—Lo vas a entender luego. —Alguien tocó la puerta, y volteé a ver la gran entrada cerrada detrás de él—Pasa.

Entró un señor vestido de traje, con su camisa blanca bien planchada y canas asomándose a los costados de su cabello peinado hacia atrás, ni siquiera me miró, solo se dirigió al chico en frente de mí.

—Amo Jung, ya preparamos el baño.

El chico Jung asintió, todavía fijo en mí.

—¿Trajeron el botiquín?

—Sí, amo.

—Curen su cabeza. —se levantó, y segundos después entraron dos mujeres, vestidas con trajes de empleadas que me recordaron a alguna época antigua. Le hicieron una pequeña reverencia y pasaron hasta mi lado.

Sacaron el botiquín, y me quitaron el cabello con suavidad. Desinfectaron la herida y yo sentí el ardor profundo por el alcohol haciendo contacto con mi piel.

Cuando me quejé, una de ellas miró a ese hombre de ojos extraños.

—Sigue.

La mujer siguió desinfectando, quitando rastros de sangre que quedaban en los pedazos de algodón que los ponía a un lado.

No podía creer que me había lanzado una piedra. Era tan tonto como increíble.

Me había noqueado con un piedrazo.

Y se sentía estúpido pensar en que estuve más concentrada en no dejar que mis piernas fallen, que olvidé que podía atacarme con cualquier cosa a larga distancia.

La situación siguió en silencio, con pequeños siseos de mi parte al sentir el ardor, y moviéndome cada tanto.

—Por suerte no te abrí la cabeza, pero estuvo cerca— comentó en un intento de mejorar la situación, o de burlarse, no lo sabía —te hubiera dolido mucho más si tenían que ponerte puntos.

—¿Y eso cómo mejora las cosas? —pregunté en tono bajo, haciendo una mueca.

—Tuve consideración.

Preferí no contestarle, concentrándome en los movimientos de las chicas a mi lado porque no tenía nada agradable que decir ante sus palabras.

Terminaron y guardaron las cosas dentro del botiquín, excepto los algodones con sangre, que los pusieron en una bolsa aparte.

Me levantaron con suavidad, pero yo apenas podía sostenerme, todavía seguía tan mareada y débil que casi caigo otra vez de bruces al suelo. Ellas lo evitaron agarrando mis antebrazos con fuerza y mano más dura, avanzando sin dejarme otra que intentar seguirles el paso, a menos de que quisiera raspar mis pies.

—E-espera, a dónde me llevan— hablé asustada.

—Te irán a bañar y te pondrán la ropa que te conseguí, Leia. —Mi corazón dio un salto al escucharle.

—¿Cómo sabes mi nombre?— giré la cabeza para mirarle, puesto que ya lo habíamos pasado.

—Investigué todo sobre ti.— Intenté hacer fuerza para quedarme quieta, pero fue en vano, estaba hecha una gelatina que se derretía hasta volverse líquido. Salimos de esa habitación y me llevaron a otro cuarto, un baño.

Había una tina grande y moderna del que salía vapor por el agua caliente, un retrete (obviamente), un lavamanos y un mueble blanco, todo igual de elegante y acogedor.

Salvo que estaba lejos de serlo.

Las mujeres me dejaron a unos pasos de la tina, y una de ellas agarró el borde de mi polera llena de sangre y tierra, y la levantó.

Me alejé asustada, y recién me miró a los ojos fugazmente, mientras la otra mujer me agarró para que no me mueva, y volvieron a levantarme la polera.

—Aléjense— pedí con voz temblorosa, intentando cubrirme elcuerpo con mis brazos.

Haz caso. —La voz de ese chico hizo eco en el baño, las mujeres se quedaron quietas con la mirada en el piso y fue extraño, el sonido de su voz provocó que deje de moverme y resistirme. Mis manos volvieron a bajar. Asintió complacido y las mujeres volvieron a agarrar mi ropa para sacármela. —Nos veremos en la cena, pedí que te lo preparen algo especial. —empezó a salir del cuarto de baño. —Por cierto, Leia. — Me llamó, le miré asustada y él sonrió de costado, mostrando su dentadura blanca y perfecta —Me llamo Jaehyun.

Y salió.

N/A

Va, ya lo arreglé, hice el primer capítulo más largo y agregué más diálogos, estoy más conforme con esta edición, así que se los dejo aquí para su disfrute.

<3

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