thirteen. i found love where it wasn't supposed to be
O13 | I FOUND LOVE WHERE IT WASN'T SUPPOSED TO BE
A la mañana siguiente, Vanessa se despertó con la misma sensación de inquietud que la había acompañado toda la noche. Se levantó de la cama con movimientos lentos, intentando reunir fuerzas para enfrentar otro día en Maxton Hall. Se puso su uniforme escolar, observándose en el espejo, notando el pequeño corte en su mejilla que aún no había sanado del todo. Suspiró, recogiendo su cabello en una media coleta antes de salir de su habitación.
Theodore ya estaba en la cocina, terminando su desayuno. La miró con preocupación cuando entró.
—¿Dormiste bien? —preguntó, aunque la respuesta era evidente en sus ojos.
—No mucho, pero estoy bien —respondió, sirviéndose un vaso de jugo.
—Vanessa, deberías hablar con alguien...
—Lo sé, Theo, pero no ahora. Tenemos clases —respondió ella, intentando sonar más animada de lo que se sentía—. Vamos, no quiero llegar tarde.
Salieron juntos hacia el auto donde Alfred ya los esperaba. El trayecto a la escuela fue silencioso, con Vanessa perdida en sus pensamientos. Al llegar, la rutina habitual de Maxton Hall comenzó a desarrollarse a su alrededor. Los pasillos llenos de estudiantes, las conversaciones animadas, los libros y mochilas. Pero todo parecía distante para Vanessa.
Caminaba junto a Theodore, intentando evitar cualquier encuentro incómodo. No quería enfrentarse a James, no después de cómo la había ignorado y luego confrontado ayer. Pero el destino tenía otros planes.
Cuando doblaron una esquina, ahí estaba él. James, con su cabello desordenado y su uniforme impecable. Vanessa sintió un nudo en el estómago, pero decidió mantenerse firme.
Sus ojos se encontraron durante unos segundos, hasta que Vanessa decidió mirar hacia otro lugar, evitando su mirada.
En ese momento, Elaine apareció en el campo de visión de los mellizos Wagner. Estos fruncieron el ceño al ver como se acercaba a ellos con una sonrisa de oreja a oreja.
—Vanessa —la chica hablo.
—¿Qué quieres ahora? —la aludida suspiro, cruzándose de brazos.
—Me entere que James te ignoro en pleno pasillo. Es una pena no haber estado ahí para verlo —canturreo. Vanessa rodo los ojos—. Si yo fuera tú me sentiría demasiado avergonzada como para siquiera mostrar mi rostro en la escuela.
—Claramente no eres yo, Elaine —respondió, pronunciando su nombre con asco—. No tengo tiempo para tus estupideces.
Al ver como su hermana comenzaba a caminar lejos del lugar, Theodore hizo el intento de seguirla, sin embargo, se detuvo para observar a la chica frente a él.
—Si vuelves a meterte con mi hermana, voy a dejar de ser tan pacifico, Elaine —murmuró. La rubia trago saliva con nerviosismo. Nunca había visto al menor de los Wagner tan serio—. Te lo estoy advirtiendo.
🍷🏛🥀
Las horas habían pasado, y ahora los hermanos Wagner se encontraban en su última clase del día.
Vanessa se encontraba sentada con Theodore en el otro extremo de la clase. A pesar de eso, la chica lograba sentir la mirada de James clavada en ella.
Al chico le resultaba difícil apartar la vista de ella. Tremendamente difícil. En cuanto abría la boca para comentar algo, sus labios lo cautivan y lo invadía el deseo de besarlos
—Examinemos ahora la segunda pregunta. James, ¿quieres compartir con nosotros lo que has pensado? —pregunta de repente Pippa.
El aludido la observa con una ceja alzada. No tenía ni idea de lo que acaba de decir, lo único que ha entendido había sido su nombre.
—Más bien no —responde mientras se apoyaba contra el respaldar de su silla.
—Si te convocan a una entrevista para solicitar la admisión, tienes que tener preparada una respuesta para todas las preguntas —insiste la maestra haciendo un gesto alentador.
El chico acercó la hoja de papel para poder leer mejor: «¿En qué casos, si es que los hay, es falso el perdón?».
—Por regla general, el perdón sigue a un acto pernicioso —la voz de Vanessa hace eco en el salón—. Pero cuando alguien perdona a otro por el dolor que le ha infligido, eso no significa que ese dolor desaparezca. Mientras se siente dolor, el perdón es falso.
James levantó la vista. Solo para notar como Vanessa lo miraba impertérrita. Entre ambos sólo hay un par de metros, pero para el chico parece una distancia tan infranqueable que hasta le cuesta respirar.
—Cuando se perdona demasiado fácilmente a las personas, éstas tienen la sensación de que se lo pueden permitir todo. De modo que la cólera de la persona a la que se le hizo daño es el castigo para el autor del mal, quien desea desesperadamente el perdón —añade Lin.
—El perdón nunca puede ser falso —James objeta a media voz—. El perdón es una marca de grandeza y fortaleza. Si uno pasa años encolerizado y se destruye a sí mismo, no es mejor que la persona que le ha hecho daño.
—Eso sólo puede venir de alguien que constantemente hace daño.
—¿Acaso no hay un dicho? «Perdonar, pero no olvidar.» —Alistair preguntó, mirando a su grupo de amigos, y Keshav y Wren murmuran dándole la razón—. Uno puede perdonar a alguien por su comportamiento, pero eso no significa que lo que haya hecho ya no cuente. El perdón es algo obligatorio para poner punto final. Olvidar es algo que dura mucho tiempo o que no llega a ocurrir. Y está bien. Perdonar nos ayuda a soltar un peso y seguir adelante.
—Se diría que uno perdona con un chasquido de dedos y que olvidar es lo único realmente difícil. Pero no se puede perdonar todo lo que nos han hecho. Si realmente es algo malo, no es tan sencillo liberarse de ello —Lydia agregó.
—Eso opino yo también —afirma Vanessa—. Si uno perdona tan deprisa significa que no se toma a sí mismo en serio y que aparta frívolamente el propio dolor a un lado. Es un comportamiento autodestructivo. Cuesta tiempo reconocer cuándo hay que desprenderse de la carga, es cierto, pero si se considera la decisión de perdonar sólo como un simple medio para llegar a un fin, el perdón es falso.
—A lo mejor debería diferenciarse entre el perdón sano y el insano — interviene Lydia, y la rubia asiente—. El perdón insano se produce demasiado deprisa y empuja a que en ciertas circunstancias uno vuelva a dejarse maltratar. Pero el perdón sano únicamente llega tras una reflexión madura. En este caso uno se respeta lo suficiente como para no dejarse maltratar otra vez.
—Pero el perdón no es comparable con la reconciliación —opina Wren, que está sentado al lado de Lydia—. Si el significado original del perdón consiste en desprenderse de la cólera, es que está pensado más para la víctima que para el autor del perjuicio, así que ella misma puede determinar en qué medida perdona.
—Aunque también hay actos imperdonables. —Kesh ha hablado en voz baja. Todos se vuelven hacia él, pero tiene los brazos cruzados y da la impresión de que esto era todo lo que tenía que decir.
—¿Puedes desarrollar un poco más lo que has dicho, Keshav? —pregunta amablemente Pippa.
—Me refiero con esto a un asesinato o algo así. Yo encuentro bien que los familiares de la víctima no perdonen. ¿Cómo pueden hacerlo?
En ese momento, James comenzó a sentir un hormigueo en la nuca y casi imperceptiblemente se volteo hacia Vanessa. Sus miradas se cruzaron y el hormigueo aumenta.
Los separaban dos mesas, pero lo único en lo que el chico podía pensar era en romper esa distancia entre ellos y acercarse a ella para poder unir sus labios en un beso.
—Eso también depende de los principios morales de cada uno. Cada persona tiene un umbral más alto o más bajo de lo que considera imperdonable —dice Lydia.
Kesh responde algo, pero James ya no oía nada más. No le costó demasiado distinguir exactamente en la mirada de Vanessa dónde está su umbral de la moral. Lo que le había dicho es para ella imperdonable.
Fue inevitable para el no notar como bajo sus ojos hay unos círculos negros que sin duda están allí por su causa. La cicatriz en su mejilla aún estaba allí, haciendo que un sentimiento de molestia lo invadiera.
Sabía que Vanessa nunca lo iba a perdonar. Aunque él tenía claro que para ellos no había un futuro en donde estuvieran juntos, en este momento pudo ser consciente de lo que eso significa de verdad. Nunca más volverá a tener la oportunidad de tocarla. Nunca más volverá a hablar con ella. A reír. A besarla.
El ser consciente de ello lo destruía. Es como si bajo sus pies se abriera un profundo agujero negro en el que caía, caía y caía.
Apartando sus pensamientos, James decide respirar profundo, para luego mirar hacia al frente, fingiendo que nada le importaba. Aunque muy el fondo era todo lo contrario.
🍷🏛🥀
Esa misma noche, Vanessa decidió que necesitaba escapar de sus pensamientos y sentimientos, aunque fuera por tan solo unas horas. La tensión en su casa y el dolor en su corazón eran demasiados para soportar. Así que, cuando la oscuridad cayó y todos estaban dormidos, se escabulló de su habitación y salió sigilosamente de la mansión Wagner.
Tomó un taxi hasta la fiesta que Cyril había organizado. Al llegar, pudo escuchar la música alta y ver las luces parpadeantes desde la calle. Entró y se abrió paso entre la multitud, saludando a algunos conocidos, pero sin detenerse a conversar.
—Vanessa, ¡viniste! —gritó Alistair al verla, acercándose con una sonrisa y una bebida en la mano—. ¿Theo no viene contigo?
—Ni siquiera sabe que estoy aquí —murmuro en respuesta. El chico rió—. Así que agradecería que no le dijeras nada.
—Vamos, tienes que divertirte.
La chica forzó una sonrisa y tomó la bebida que él le ofrecía.
—Sí, necesito distraerme un poco.
—Entonces estás en el lugar correcto.
Vanessa se sumergió en la fiesta, dejando que la música y el alcohol entumecieran sus sentidos. Sin embargo, todo cambió cuando vio a James en el centro de la pista de baile. Estaba rodeado de chicas, todas riendo y coqueteando con él. Si no lo conociera lo suficiente, diría que James parecía disfrutar la atención, pero su cuerpo estaba tenso y sus movimientos se veían forzados. Sin duda no quería estar ahí, pero eso no evito que Vanessa sintiera una punzada de celos y dolor atravesar su corazón.
Cada vez que miraba en dirección a James, lo veía rodeado de chicas, lo cual solo la impulsaba a beber más rápido. Pronto, las bebidas comenzaron a hacer efecto, y Vanessa se sintió mareada, pero también más libre y desinhibida.
Alistair notó su estado y se acercó.
—¿Estás bien, Vanessa? Te ves un poco pasada de copas.
—Estoy bien, Ali. Solo necesito más de esto —dijo con una sonrisa, levantando su vaso vacío.
—Está bien, pero no te pases —advirtió, aunque ya era demasiado tarde para eso.
Vanessa se alejó de él, tambaleándose un poco, y se dirigió a la pista de baile. Quería olvidar, quería no sentir. Se unió a un grupo de personas bailando, dejándose llevar por la música. Sin embargo, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de James rodeado de chicas volvía a su mente.
Finalmente, sintió que no podía soportarlo más. Se dirigió al bar improvisado y pidió otro trago, ignorando las miradas preocupadas de algunos de sus amigos. Justo cuando estaba a punto de tomar otro sorbo, James apareció a su lado.
—¿Qué estás haciendo, Vanessa? —preguntó. En su voz se podía distinguir la preocupación y algo de culpa.
La chica se giró a verlo con los ojos entrecerrados.
—Divirtiéndome. ¿Qué parece que estoy haciendo?
Ante su respuesta, James frunció el ceño y le quitó la bebida de la mano.
—Estás ebria.
—Oh, ahora te preocupas por mí —musito, dejando salir una carcajada irónica—. Qué conveniente.
—Por supuesto que me preocupo —dijo James, su voz subiendo de tono—. Pero esto no te hará sentir mejor.
—¿Y tú qué sabes de lo que me hará sentir mejor? —se quejó, cruzándose de brazos—. Tú eres parte del problema.
Vanessa se tambaleó un poco, apoyándose en la barra.
—No necesito tu compasión —la chica aclaró, dándole una mala mirada—. Tu dijiste que deberíamos de volver a lo de antes. Así que déjame en paz, Beaufort.
James suspiró, sin saber qué hacer. En ese momento, Alistair se acercó, notando la tensión entre ellos.
—¿Todo bien por aquí?
—Sí, todo bien —respondió Vanessa rápidamente, intentando sonreír—. Solo estamos hablando.
Cyril asintió, aunque su expresión mostraba dudas.
—Si necesitas algo, Vanessa, solo dímelo.
—Claro. No te preocupes.
Y sin decir nada más, la chica se alejó del par de amigos, decidida a disfrutar de aquella fiesta.
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Luego de unos minutos, Vanessa se alejó un poco de la multitud, sintiéndose abrumada por el bullicio y la música estridente. Se encontró un rincón tranquilo en el jardín trasero, donde se sentó en un banco, apartada de la algarabía de la fiesta. El aire fresco de la noche le ayudó a despejar un poco la mente, pero no pudo evitar que los pensamientos sobre James volvieran a invadir su cabeza.
Recordó los momentos que compartieron juntos, la complicidad en sus miradas, el roce de sus manos. ¿Cómo habían llegado a esto? Se preguntó una y otra vez, sintiendo un nudo en la garganta. Había estado evitando enfrentar la verdad: que había desarrollado sentimientos por James mucho más profundos de lo que estaba dispuesta a admitir.
Se preguntó si él también sentía lo mismo, si había sentido la misma conexión que ella cuando estuvieron juntos en la gala. Pero sus dudas y sus miedos la atormentaban, y no sabía si alguna vez tendría respuestas.
Mientras tanto, la fiesta seguía su curso a su alrededor. Escuchaba risas y gritos de diversión, pero se sentía distante de todo eso.
Vanessa decidió levantarse del banco y unirse nuevamente a la fiesta. Necesitaba distraerse, dejar de lado sus pensamientos sobre James por un momento. Se mezcló entre la multitud, tratando de encontrar algo que la distrajera.
Fue entonces cuando vio a un chico desconocido que parecía estar disfrutando la música. Se acercó a él y, sin pensarlo mucho, extendió la mano en un gesto de invitación para bailar. El chico la miró sorprendido por un instante, pero luego sonrió y aceptó.
Casi de inmediato, la música envolvió sus cuerpos en movimientos fluidos y libres. Bailaron juntos, dejándose llevar por el ritmo de la noche. Vanessa se esforzó por concentrarse en el momento presente, en las sensaciones del baile, en la música que resonaba en el aire.
Por un instante, logró olvidarse de todo lo demás. De James, de sus problemas familiares, de las expectativas que pesaban sobre ella. Solo estaba ahí, bailando con un desconocido, dejándose llevar por la magia del momento.
El chico la miró con una sonrisa en los labios, y Vanessa le devolvió la sonrisa. No sabía quién era, ni qué clase de persona era, pero en ese momento eso no importaba. Solo estaba agradecida por la distracción que le proporcionaba.
Bailaron juntos un rato más, sumergidos en su propia pequeña burbuja de felicidad. Por un momento, Vanessa se permitió simplemente ser, sin preocupaciones ni responsabilidades. Y aunque sabía que esa sensación sería efímera, decidió disfrutarla mientras durara.
Vanessa y el chico desconocido bailaban en perfecta sincronía, como si se conocieran desde siempre. Entre risas y movimientos coordinados, se sumergieron en la atmósfera festiva de la noche.
—¡Vaya, bailas muy bien! —exclamó el chico, con una amplia sonrisa en el rostro.
Vanessa rió, contagiada por su entusiasmo.
—Gracias, ¡tú tampoco te quedas atrás!
—Supongo que estamos en sintonía entonces.
La música seguía sonando, y ambos se dejaron llevar por el ritmo. Vanessa se sentía más ligera, como si todas las preocupaciones se hubieran disipado por un momento. Pero en el fondo de su mente, sabía que esta alegría efímera pronto se desvanecería.
—¿Te gustaría tomar algo? —preguntó el chico, señalando hacia la mesa de bebidas cercana.
—No puedo decirle que no a una copa.
Caminaron hacia la mesa y el chico le ofreció una bebida. Mientras charlaban y reían, Vanessa se dio cuenta de que estaba disfrutando realmente la compañía del desconocido. Era una sensación liberadora, estar con alguien que no conocía todos sus problemas y preocupaciones.
—¿Cómo te llamas? —el chico cuestiono, con curiosidad genuina en su voz.
—Vanessa —respondió ella, devolviendo la pregunta.
—Soy Mattheo —dijo él, con una sonrisa amistosa—. Es un placer conocerte, Vanessa.
La conversación fluyó con facilidad entre ellos, compartiendo anécdotas y risas. Por un momento, Vanessa se permitió simplemente disfrutar del momento presente, sin pensar en el pasado o el futuro. Y aunque sabía que la realidad la alcanzaría eventualmente, decidió saborear esta pequeña escapada de la vida cotidiana.
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Vanessa observó desde lejos a James y Elaine, quienes parecían estar en una conversación íntima. Un nudo se formó en su estómago y una sensación de tristeza la invadió.
—James, ¿estás bien? Te ves un poco perdido allí.
—Sí, estoy bien, Elaine —el chico respondió, arrastrando sus palabras—. Solo un poco mareado, eso es todo.
—Bueno, puedo ayudarte a sentirte mejor si quieres —murmuró, jugando con un mechón de pelo mientras se acercaba a James—. No me importaría en lo absoluto.
El rubio negó con la cabeza de manera casi inmediata, tratando de concentrarse.
—No, gracias, Elaine. Creo que solo necesito un poco de aire fresco.
—Pero, ¿estás seguro? Estoy aquí para ayudar en lo que necesites —la chica aseguró. James hizo una mueca, incomodo con su presencia.
—Estoy seguro, gracias. Tal vez solo necesito un minuto para reagruparme.
—Bueno, en ese caso, si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.
—Sí, lo sé. Gracias, Elaine.
Mientras tanto, Vanessa, que observa la conversación desde la distancia, no puede evitar sentir una punzada de celos al ver la interacción entre James y Elaine.
La rubia decidió salir de la fiesta, incapaz de soportar ver más. Cuando estuvo en un lugar tranquilo, sacó su teléfono y marcó el número de Alfred, pidiéndole que fuera a recogerla.
Por otro lado, aunque James trata de mantener una conversación cortés con Elaine, su mente estaba completamente ocupada por pensamientos sobre Vanessa. A pesar de que el alcohol nublaba su juicio, su corazón aún anhela la cercanía y la conexión que siente con ella. Cada palabra de Elaine cae en oídos sordos mientras su mente vuelve a reproducir los momentos compartidos con Vanessa. La sensación de su presencia, la calidez de su sonrisa, y la chispa en sus ojos eclipsan cualquier intento de interacción con cualquier otra persona en la fiesta.
🍷🏛🥀
Vanessa salió de la fiesta, con el corazón lleno de emociones encontradas y la mente abrumada por pensamientos confusos. El ruido de la música y las luces brillantes de la ciudad quedaban atrás mientras se sumergía en la tranquilidad del interior del auto. El sonido suave del motor y el suave murmullo de la radio creaban una atmósfera serena que contrastaba con la tormenta de sentimientos que la invadía.
El camino a casa parecía más largo de lo habitual, como si el tiempo se estirara para darle tiempo a procesar todo lo que había sucedido. El traqueteo del automóvil resonaba en sus oídos, como un recordatorio constante de la realidad que la rodeaba. Vanessa miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos, mientras las luces de la ciudad se desvanecían en la oscuridad de la noche.
Fue en medio de ese silencio que las lágrimas comenzaron a emerger lentamente. Al principio, apenas se notaba, un brillo en sus ojos que reflejaba la tristeza que sentía por dentro. Pero a medida que el silencio persistía y el peso de sus emociones se volvía más abrumador, las lágrimas empezaron a fluir libremente, deslizándose por sus mejillas como pequeños ríos que buscaban su camino hacia el océano.
El corazón de Vanessa latía con fuerza. Cerró los ojos con fuerza, tratando de contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse. Pero era inútil. La presión dentro de ella era demasiado intensa, como una ola que se estrellaba contra la costa, rompiendo cualquier barrera que intentara contenerla.
En ese momento, el auto se detuvo. Alfred, su fiel compañero y confidente, se giró hacia ella con una mirada llena de preocupación. Vanessa intentó disimular sus lágrimas, pero fue en vano. Alfred la conocía demasiado bien como para no darse cuenta de su angustia.
—Señorita Vanessa, ¿qué pasa? ¿Por qué está llorando?
—No lo sé, Alfred. Solo... Todo es demasiado. Todo lo que ha estado pasando últimamente con James, con papá, todo.
—¿Quiere hablar al respecto? —preguntó con suavidad. La chica asintió con dificultad—. Estoy aquí para escucharla.
—Todo es demasiado complicado con James. Creí que algo había cambiado entre nosotros después de la fiesta de Cyril, después todo lo que sucedió entre nosotros en la gala, luego la pelea en la escuela... No puedo dejar de pensar en él.
—¿El señor Wagner no le había dicho que se alejara de el? —Alfred cuestionó, recordando la conversación que había tenido con los mellizos días antes.
—Sí, pero iba a ignorar sus órdenes —Vanessa trató de explicar, sintiendo como las lágrimas caían con más fuerza que antes—. James me importa demasiado como para alejarme de él solo porque a mi padre no le agrada.
El hombre asintió mientras la chica hablaba, prestándole atención a cada una de sus palabras. Le sorprendía el hecho de que la joven estuviera dispuesta a ir en contra de las ordenes de su padre solo porque no quería alejarse del hijo de los Beaufort.
—Lo entiendo, señorita —Alfred murmuró, colocado una de sus manos en el hombro de Vanessa con suavidad—. Pero debe recordar que a veces, lo que parece ser para nuestro bien puede ser difícil de entender en el momento.
—Hay algo especial entre yo y James, Alfred. No puedo permitir que eso se escape.
—En muchas ocasiones, el corazón nos lleva por caminos inesperados.
—Lo sé, Alfred —Vanessa bufo—. Pero no puedo evitar sentir lo que siento. Solo desearía que las cosas fueran diferentes.
—Todo estará bien, señorita. Las cosas siempre parecen difíciles en el momento, pero con el tiempo, encontrarás tu camino. Y recuerde, siempre estaré aquí para usted, pase lo que pase.
Vanessa asintió débilmente, sintiendo el peso de sus palabras resonar en lo más profundo de su ser. Sabía que Alfred tenía razón, pero era difícil aceptar esa verdad en medio del torbellino de emociones que la consumía.
El auto reanudó su camino, y cuando finalmente llegaron a casa, Vanessa se sintió agotada, pero también un poco más tranquila. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba preparada para enfrentar lo que el destino le deparara.
JES'S NOTE !
PERDÓN POR NO ACTUALIZAR 😭 he estado muy ocupada así que los descuide muchoooo, pero ahora que ya tengo todos los capítulos restantes listos, prometo actualizar lo más seguido que se me sea posible 🙏🏼
aún y estando enojados james se preocupa por vanessa 😞 y no puede evitar hablarle aún y cuando sabe que si su padre se entera lo va a mataaaar :c
PD: por si querían saber como se ve mattheo (el chiquillo con el que vanessa bailo en la fiesta)
BENJAMIN WADSWORTH ES HERMOSO!! lo amo desde que me enteré que lo usaban como el fc de mathheo riddle 😍
gracias por leerme <3
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