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ten. heart of the darkness

O1O | HEART OF THE DARKNESS

Vanessa se paró frente al espejo, su reflejo destellando en el resplandor dorado de la luz de la tarde. El vestido victoriano que James le había regalado había sido modificado específicamente para ella, y ahora fluía elegantemente alrededor de su figura.

Con cuidado ajustó los últimos detalles de su peinado, asegurando cada mechón de cabello en su lugar con un toque de laca. Una mirada de determinación brillaba en sus ojos mientras repasaba mentalmente los últimos preparativos para la gala de recaudación que había estado planeando con el comité durante semanas.

El zumbido de la emoción y la anticipación llenaba el aire mientras se dirigía hacia la puerta, lista para enfrentar la noche con elegancia y gracia. La gala no solo era una oportunidad para recaudar fondos importantes para una causa noble, sino también una ocasión para mostrar la dedicación y el esfuerzo del comité.

Vanessa se encontró con Alfred en el vestíbulo, quien la recibió con una sonrisa cálida.

—Se ve deslumbrante esta noche, señorita —comentó Alfred, admirando su elegante atuendo—. Estoy seguro de que su madre estaría de acuerdo conmigo.

—Gracias, Alfred —murmuró, sonriendo con nostalgia ante la mención de la mujer que le dio la vida—. ¿Theodore aún no está listo?

Antes de que Alfred pudiera responder a la pregunta de la joven, Theodore bajo por las escaleras a toda velocidad.

—Hablando del rey de Roma —Vanessa bromeó. Cuando su hermano estuvo frente a ella, dijo: — Ya era hora de que estuvieras listo.

—Tengo que verme bien para Ruby —el castaño se excusó, dando una vuelta en su lugar—. ¿Y? ¿Qué tal?

—Te ves increible, Theo —dijo con sinceridad—. Si no cae por ti esta noche esta realmente loca.

El chico rió ante el comentario de su hermana.

—Tú te ves como una princesa —musito, sonriendo levemente—. James se va a enamorar más de lo que ya está cuando te vea.

—Voy a comenzar a pensar que tienes una obsesión con James.

—¿Por qué? —exclamó, ofendido.

—Porque siempre lo nombras —Vanessa respondió con obviedad.

—Eso solo lo hago para que tu admitas tus sentimientos por el —insistió. Alfred, quien estaba observando la interacción entre los mellizos, sonrió con diversión.

—No tengo ningún sentimiento hacia James que no sea de amistad —la rubia negó. Theodore rodó los ojos.

—Como tu digas.

—¡Lo digo en serio!

—Tus ojos dicen algo distinto cada vez que lo ves —explicó.

—Eso no es verdad —Vanessa continúo negando.

—Alfred, ¿tu que opinas? —Theodore preguntó, girándose hacia el hombre.

Alfred se quedó en silencio por unos minutos, no sabiendo que responder. La mirada de la joven Wagner lo presionaba a negar, pero si lo hacía, estaría mintiendo.

—Me temo que el joven Theodore tiene razón.

Al escuchar su respuesta, Vanessa entreabrió los labios con sorpresa. Ella de verdad creía que había sido mas disimulada.

—Traidor.

—Solo admite que tengo razón —Theodore canturreó.

La rubia rodó los ojos, para luego caminar hacia la entrada de la casa. Alfred la siguió inmediatamente.

—Sera mejor que te apresures si no quieres que Kieran se robe a Ruby.

Tan solo aquellas palabras bastaron para que el menor de los Wagner guardara silencio y caminara detrás de su hermana. Vanessa carcajeo ante aquello.

Theodore estaba perdido por Ruby.

Y Vanessa estaba perdida por James.





































🍷🏛🥀






































Los Wagner llegaron a la glamurosa gala con elegancia, con Vanessa irradiando confianza y Theodore exhibiendo su habitual carisma.

Los Wagner se sumergieron en la animada atmósfera de la gala, donde Vanessa se encontró inmediatamente en medio de conversaciones y risas. Se movía con una sonrisa entre los invitados, intercambiando saludos cordiales y charlando animadamente con algunos de sus compañeros de clase.

Theodore, siempre sociable, se destacaba en la multitud, atrayendo la atención con su carisma y su habilidad para conectar con personas de todas las edades. Se encontraba en el centro de varias conversaciones, participando activamente en discusiones sobre temas que iban desde política hasta deportes.

Vanessa trataba de poner toda su atención en las conversaciones, pero su mente a menudo divagaba hacia la próxima llegada de James. Estaba demasiado nerviosa por verlo.

—Ya va a aparecer —la voz de su hermano la sacó de sus pensamientos.

—¿De que hablas? —fingió ignorancia.

—¿Crees que no noto como desvías tu mirada hacia la entrada cada cinco minutos?

—Estoy nerviosa —confesó en un murmuro.

—¿Por qué? —Theodore preguntó con curiosidad.

—No lo se —Vanessa respondió con honestidad—. He estado ansiosa toda la tarde.

El castaño hizo una mueca, asintiendo levemente ante sus palabras.

—¿Y qué hay de ti? —Vanessa cuestionó, cambiando el tema de conversación. Theodore frunció el ceño al no saber a qué se refería—. ¿Por qué estás aquí en lugar de bailar con Ruby?

—Está demasiado ocupada asegurándose de que todo esté en orden.

—Es su cumpleaños, Theo. No debería de estar trabajando tan duro —la rubia murmuró—. Tendría que estar disfrutando.

—¿Tú crees? —preguntó. Vanessa lo miro con incredulidad, para luego darle un golpe en el brazo—. ¡Oye!

—No seas idiota y ve a pedirle que baile contigo —espetó, cruzándose de brazos. Theodore rió.

—Bien —respondió, acercándose a su melliza para dejar un casto beso en su coronilla—. Aunque seas violenta, te quiero.

Vanessa rodó los ojos.

—Vete antes de que Kieran te la robe.

—¡Deja de usar eso en mi contra!





































🍷🏛🥀






































Vanessa se encontraba conversando con sus compañeras de clase. Hablaban de temas triviales, pero de vez en cuando se desviaban para poder hablar de la decoración del lugar y poder alagarla. Todas concordaban en que era la mejor fiesta que Maxton Hall había dado en mucho tiempo.

Justo en ese momento se abre la enorme puerta de Maxton Hall. Algunos espectadores se giran hacia la entrada, haciendo que Vanessa imitara su acción con el ceño fruncido.

James había llegado, y como era de esperar, su presencia inmediatamente atrajo miradas y susurros de admiración entre los invitados.

Al conectar su mirada con la de Vanessa, el chico se encaminó en su dirección con una sonrisa. Cuando se detiene frente a ella, el corazón le late deprisa e irregularmente.

—¿Y? ¿Qué tal va esto? —pregunta con una sonrisa ligeramente burlona.

—¡Genial! —una de las chicas responde por Vanessa al ver que esta estaba perdida en sus pensamientos.

—Está bien —dice el chico, asintiendo.

James desvía su mirada hacia Vanessa y sonríe. La rubia se ruborizo cuando notó cómo cambiaba la expresión de su rostro y la sonrisa burlona se convierte en algo tierno, auténtico, una sonrisa que al parecer estaba destinada únicamente a ella.

—Estás hermosa.

La chica sintió como algo le aleteaba en el estómago y tragó con dificultad.

—Ya me habías visto con este vestido.

—Esto no cambia el hecho de que estés hermosa con el.

—Muchas gracias, Beaufort. Tú también estás muy guapo.

Con nerviosismo, Vanessa intento alisar el vestido, aunque no hay ninguna arruga que alisar cuando inesperadamente James se planta delante de ella y le extiende la mano con la palma hacia arriba.

—¿Qué haces? —preguntó.

—¿Me concede el honor de bailar conmigo este baile?

Vanessa rió al escucharlo mientras negaba levemente con la cabeza.

—Estas loco si crees que voy a aceptar.

—Dijiste que me reservarías tu primer baile —replicó.

Con una sonrisa, Vanessa engancha su brazo con el del chico. James no pierde el tiempo y los encamina a ambos en dirección a la pista.

La orquesta inicia levemente una nueva canción, una suave pero rítmica melodía que va llenando de tranquilidad toda la sala. James coge una de las manos de Vanessa con la suya y deja la otra en su espalda. Cada paso que daban parecía un susurro en el suelo pulido, cada giro una danza de la elegancia.

La pareja dejó que la música los llevara, moviéndose con una gracia natural que parecía pertenecer a otra época.

—Tengo una sorpresa para ti —Vanessa habló, elevando su mirada para conectarla con la de James. Este la miro, expectante.

—¿Qué sucede?

—He hablado con el director Lexington. Pensamos que ya ha llegado el momento de que vuelvas a entrenar.

Al escucharla, sus movimientos se detienen unos segundos, aunque luego sigue bailando como si hubiese aprendido una coreografía.

—¿Qué? —exclama.

—Creo que te has involucrado realmente mucho con el equipo. Y que Lexington tiene que recompensártelo —explicó, sonriendo con dulzura.

Los ojos de James se oscurecen y acto seguido estrecha más el cuerpo de la chica contra el de él, más de lo que era usual en la época victoriana.

—Tú...

De golpe las guirnaldas luminosas se apagan. Todas a la vez. Un par de músicos de la orquesta se equivocan de nota, unos tonos bajos resuenan en toda la sala. La luz de los candelabros es la única fuente luminosa.

—Debe de ser un fusil quemado.

—Vamos al sótano.

James entrelaza su mano con la de Vanessa. Ambos se abren camino en la pista de baile entre la gente desconcertada.

No tardaron demasiado en llegar al sótano, el cual estaba completamente oscuro. James saca su teléfono y enciende la linterna para iluminar el pasillo.

—Qué frío —murmuró la chica, frotándose los brazos—. Y qué horripilante.

Le fue imposible no pensar en que en cualquier momento podría aparecer un payaso, un monstruo o un cruce entre los dos por una esquina. James no responde, sino que va directamente hacia la gran caja en el lado izquierdo del pasillo.

—En realidad, debería inquietarme que sepas tan bien dónde está el distribuidor.

James sonríe con gracia. Abre la caja con la llave general que guarda en su llavero, luego da un paso a un lado para que ambos pudieran mirar en su interior. Han saltado dos fusibles y cuando James empuja hacia arriba el interruptor, se oyen a lo lejos las expresiones de alivio de los invitados. Un segundo después también la luz de abajo se enciende con un ligero clic de los tubos de neón.

Vanessa soltó un suspiro de alivio mientras que James vuelve a cerrar la caja de los fusibles. La chica se da la vuelta, dispuesta a irse lo más rápido posible de aquel lugar. Sin embargo, no pudo llegar demasiado lejos, ya que Jame la tomó por la cintura, deteniéndola.

El corazón de Vanessa se aceleró cuando se dio cuenta de que James y ella estaban a tan solo unos centímetros de distancia.

—Ésta ha sido nuestra última tarea como compañeros de equipo —la rubia habló, mirándolo fijamente a los ojos.

—Es cierto —responde James en voz baja.

Ambos se quedaron mirando por unos minutos en completo silencio. Luego entreabrieron sus labios a la vez, como si fueran a decir algo, pero ambos se detuvieron antes de que las palabras salieran. El aire estaba tan cargado que se podría cortar con un cuchillo.

—Ha sido muy bonito trabajar contigo.

En un principio, James parece sorprendido. Luego coge su mano y la sostiene con firmeza y suavidad a la vez.

—Suena como si te estuvieses despidiendo de mí.

—James...

—Sí —murmura.

Sin decir una palabra, James tomó suavemente el rostro de Vanessa entre sus manos, acariciando su mejilla con ternura. Ella cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación reconfortante de su contacto.

Y entonces, lentamente, James se acercó, sus labios buscando los de Vanessa con una suavidad casi reverente. Fue un beso delicado al principio, pero pronto se convirtió en un beso lleno de deseo y lujuria que ambos habían estado deseando por bastante tiempo.

El mundo desapareció a su alrededor mientras se entregaban al beso, sumergidos en la dulce embriaguez del momento. Cada caricia, cada suspiro, parecía llenar el espacio entre ellos con una electricidad palpable, creando una conexión que trascendía las palabras.

—Nessa —suspiró el rubio cuando se separaron, tratando de recuperar el aire perdido.

La chica se inclinó hacia adelante, cogiendo a James por el cuello para volver a unir sus labios de forma desesperada, y a los pocos segundos, el chico mordió con cuidado los labios de Vanessa para que esta abriera la boca y él pudiera meter la lengua en ella. Aquella acción causo un revoloteo de mariposas en el estómago de la chica.

Vanessa jalaba con desespero el cabello del contrario, haciendo que este soltara pequeños jadeos debido a la excitación que eso le provocaba. James no perdió el tiempo y apretó su agarre sobre la cintura de la rubia para poder tenerla más cerca, haciendo que sus caderas chocaran.

A ambos les fascinaba lo que sentían en aquel instante. Todo su cuerpo ardía por la pasión del momento y en el fondo, ambos sabían que añoraban que este momento finalmente sucediera, y se dieron cuenta de ello cuando se negaban a separar sus labios.

De un momento a otro, una luz cegadora se apuntó en su dirección, haciendo que se separaran rápidamente Al elevar la vista lograron ver a Mortimer Beaufort de pie frente a ellos, con un semblante serio.

—¿Esto es saber lo que se espera de ti?

James se pone rígido. Vanessa lo nota, por lo que acaricia suavemente el brazo del chico, esperando que su padre no la vea. James le coge la mano y mira sus dedos entrecruzados.

—Vámonos —espeto el hombre, mirando sin ninguna emoción a su hijo—. Ahora, James.

—Ve. Yo estaré bien —la chica murmuró al notar que no tenía intenciones de moverse.

Vanessa lo oye suspirar levemente. El rubio levanta su mano y se la lleva a los labios para depositar un suave beso

—Lo siento —susurra.

Un instante después pasa por su lado con cuidado y sube por la escalera hasta su padre, que lo espera severo y con frialdad en la mirada. Cuando llega a su lado, Mortimer Beaufort lo coge de los hombros y lo empuja de vuelta hacia el salón, dejando a Vanessa preguntándose porque se había disculpado.





































🍷🏛🥀






































Vanessa salió del sótano con una mezcla de emoción y nerviosismo latiendo en su pecho. Su mente seguía atrapada en el beso que acababa de compartir con James, pero sabía que debía volver a la gala y comportarse como si nada hubiera pasado. Mientras subía las escaleras, se tomó un momento para respirar profundamente y recomponerse antes de abrir la puerta que daba al salón principal.

La música y las risas llenaban el aire, y el bullicio de la fiesta la envolvió de inmediato. Vanessa escaneó la multitud hasta que sus ojos se posaron en Theodore, quien estaba charlando con unos amigos cerca del bar. Decidió acercarse a él, buscando un refugio familiar en medio del torbellino de emociones.

—Theo, ¿puedo hablar contigo un momento? —le dijo, tocándole suavemente el brazo.

Theodore se volvió hacia ella, notando de inmediato la extraña mezcla de emociones en su rostro. Asintió y se despidió de sus amigos antes de llevarla a un rincón más tranquilo de la sala.

—¿Qué pasa, Ness? Pareces un poco... Fuera de lugar —comentó con una sonrisa juguetona.

Vanessa se mordió el labio, dudando un momento antes de soltarlo todo de golpe.

—James y yo nos besamos en el sótano.

Al escucharla, los ojos de Theodore se abrieron de par en par antes de que una risa escapara de sus labios.

—¿En serio? ¡Sabía que algo iba a pasar entre ustedes dos tarde o temprano! —exclamó, dándole un leve empujón en el hombro—. ¿Y cómo fue?

La rubia se sonrojó, sintiendo el calor subir a sus mejillas.

—Fue increíble —respondió, tomando una breve pausa antes de continuar—. Pero al mismo tiempo, estoy tan asustada. No sé qué significa esto para nosotros. No sé qué significa esto para él.

—Oh, Ness. Siempre te preocupas demasiado —murmuro, observando con cariño a la mayor—. Si se sienten bien juntos, entonces ve con ello. No te preocupes por lo que pueda pasar después. Y además, James está loco por ti desde que son unos niños.

Vanessa no pudo evitar reírse ante la actitud despreocupada de su hermano.

—Gracias, Theo. En serio.

Theodore sonrió y le dio un abrazo reconfortante.

—Solo disfruta el momento y deja que las cosas fluyan.

La chica asintió, sintiendo un peso menos en sus hombros. Una sensación de alivio y emoción la invadió.

Una vez que estuvieron más relajados, los hermanos se unieron a la multitud. La gala seguía su curso con un ambiente animado, la música cambiando entre ritmos suaves y vibrantes. Theodore y Vanessa se detuvieron cerca de una mesa donde algunos de sus compañeros de clase charlaban.

—¡Vanessa, Theo! —llamó una chica, Margaret, con una sonrisa amplia—. ¡Vengan a unirse! Estábamos justo hablando sobre el próximo partido de lacrosse.

—¡Seguro! —respondió Theodore con una sonrisa.

—¿Alguien ha visto a James? Se suponía que estaría por aquí —uno de los chicos del equipo pregunto.

—Se fue hace un rato —Vanessa se limitó a responder, no queriendo dar más detalles al respecto.

—Hablando de James... —el castaño empezó con un tono burlón—. ¿Qué pasó realmente en el sótano?

La rubia le lanzó una mirada exasperada, pero divertida.

—Theo, ya te lo dije. Nos besamos. Eso es todo.

—¿Eso es todo? —dijo él, alzando una ceja—. Vamos, Ness. Tiene que haber algo más. Siempre hay algo más cuando se trata de ti.

—Bueno, fue... —Vanessa buscó las palabras adecuadas—. Fue un momento realmente intenso. Así que realmente no sé qué esperar ahora.

—Típico de James, siempre creando confusión —comentó Theodore, rodando los ojos con una sonrisa—. Pero en serio, Ness. Si te gusta, no te quedes atrapada en tus pensamientos.

—¿Y tú qué? —replicó Vanessa, aprovechando la oportunidad para cambiar de tema—. ¿Qué pasó con Ruby? Parecía que estabas bastante cerca de ella en la fiesta.

Theodore se sonrojó ligeramente ante la mención de la chica, lo cual no pasó desapercibido para su hermana.

—Ruby es genial. Hemos estado hablando mucho últimamente. Pero, ya sabes, solo amigos... Por ahora.

Vanessa se rió.

—Estoy segura de que le gustas más de lo que admites.

La conversación fue interrumpida por el sonido de la música que se elevaba en volumen, indicando el inicio de una nueva canción. La multitud comenzó a moverse hacia la pista de baile. Vanessa y Theodore se encontraron atrapados en la ola de gente, siendo llevados hacia el centro.

—¡Vamos, Ness! —gritó Theodore por encima del ruido—. ¡Hora de bailar!

Vanessa asintió, riendo mientras se dejaba llevar por el momento. Bailaron juntos, rodeados de amigos y compañeros de clase, dejando que las preocupaciones se desvanecieran con cada paso.





































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—¡Este fue el insulto más grande que he tenido que soportar de ustedes! —Mortimer gritó —. Esperaron el momento más importante de la década para Beaufort para hacer un intercambio digno de una maldita película —continuó, para luego desviar su atención hacia Lydia—. Después de todo lo que pasamos por ti, ¿tienes la audacia de aparecer esta noche a representar a la empresa?

—Se todo sobre la línea —la chica habló con determinación—. Sabía el discurso a la perfección.

—¡Eso no cambia el hecho de que arruinas todo lo que tocas! —espetó con molestia—. Cuando eras una niña, siempre querías ser la numero uno. Pero nunca entendiste que eso requiere disciplina.

—Sin mí, no habría habido rueda de prensa.

—Tienes suerte de que te detuviera antes de que entraras a la sala, y destruyeras lo único bueno que has hecho por esta familia.

Lydia dirigió su mirada al suelo, sintiendo débil e inútil ante las palabras de su padre.

—Lo que me lleva a ti —Mortimer continuó, mirando finamente a James—. Nuestro Don Juan. Nuestro autoproclamado Romeo, a quien no le importa la familia si no encaja en su agenda. ¡Que pide de rodillas ir a su maldita practica de lacrosse, pero no puede obedecer por una noche cuando todos contamos con el!

James apretó su agarre en el sillón con rabia. Odiaba a su padre. Lo odiaba más que a nada en el mundo. Arruinaba todo lo bueno que sucedía en su vida.

—¿Qué pasa? ¿Tienes algo que decir? —el hombre tentó a su hijo, acercándose lentamente a el—. ¿Solo abres la boca para meter la lengua en la garganta de tu noviecita?

Decidido a no seguir escuchando las palabras que salían de la boca de su padre, James se colocó de pie, enfrentándolo. Sin embargo, no dijo nada, simplemente se encamino hacia la salida de su hogar. Mortimer lo siguió.

—¿Cómo imaginas tu futuro con esta niña? —preguntó el hombre mientras bajaban las escaleras de la entrada—. Esa chica nunca será más que una caza fortunas que usa el sexo para ascender en lugar de lograrlo por si misma.

Por mucho que el chico lo intento, no pudo seguir ignorándolo. No cuando hablaba así de Vanessa. Una rabia incontrolable se apodera de él y miró a su padre lleno de cólera.

—Cállate de una vez

—¿Disculpa? —Mortimer preguntó con incredulidad.

—Si dices algo más sobre Vanessa...

Su oración no logró ser terminada, ya que un instante después su padre levanta la mano y lo golpea con el dorso en la cara. El chico siente un estallido de dolor en la mejilla y durante unos segundos sólo flotan puntos de colores ante sus ojos. Un sabor metálico se extiende por su boca con rapidez.

Al ver lo que sucedía, Percy no dudo en interponerse entre ambos. No iba a permitir que Mortimer siguiera golpeando al joven.

—¿Puedo hablar con mi hijo? —preguntó el hombre. Percy lo dudo, pero luego de unos segundos se movió lentamente del frente—. No volverás a hablar con la hija de los Wagner. No importa toda la influencia que ellos tengan, yo con una sola llamada soy capaz de hacer que toda su familia deba pedir una vivienda al estado. Destruiré su vida, y lo sabes.

Mientras su padre caminaba en dirección hacia la casa, James se quedó estático en su lugar.

Vanessa había hecho nacer en él un sentimiento que nunca antes había experimentado. El sentía que con ella junto a él todo es posible. Una hermosa y terrible mentira. Porque la verdad es que nada era posible para él.

Mientras Vanessa vive, James solo existe.

No encajaban.

Pero desearía haberlo comprendido antes de besarla.





































🍷🏛🥀






































Los hermanos Wagner volvieron a casa después de la gala, aun sintiendo la emoción y la magia de la noche. Vanessa y Theodore subieron los escalones de la entrada compartieron risas y susurros, hasta que abrieron la puerta y se dieron cuenta de que algo estaba mal. La luz en el vestíbulo estaba encendida, y Thomas, su padre, estaba esperando, su rostro una máscara de furia contenida.

—¿Qué demonios hacen ustedes aquí tan tarde? —gruñó Thomas, sus ojos llameando con enojo.

Los hermanos se detuvieron en seco, sus sonrisas desapareciendo al instante.

—Papá, no sabíamos que habías vuelto tan pronto —dijo Vanessa, tratando de mantener la calma.

—¡Claro que no sabían! —espetó Thomas, levantando la voz—. Recibí una llamada muy interesante del imbécil de Mortimer. Me dijo que mis hijos se han estado viendo a escondidas con los hijos de la empresa enemiga. Y no solo eso, Theodore, ¡me dijo que te estás juntando con una pobretona! ¿Es esto cierto?

—Papá, eso no es justo... —empezó a decir Theodore, aunque fue rápidamente interrumpido.

—¡Cállate! —gritó Thomas, su voz resonando en el vestíbulo—. Les he dicho mil veces que no quiero que se mezclen con esa gente. Vanessa, te advertí específicamente que no te vieras con James. ¿Y tú, Theodore? ¿Te juntas con una chica de bajos recursos? ¡Están dejando en vergüenza a nuestra familia!

Thomas se acercó a ellos, su furia palpable. Vanessa dio un paso atrás, sintiendo como su cuerpo se tensaba.

—Papá, no es como piensas. James y yo... —intentó explicar Vanessa.

—¡No me importa lo que tú pienses! —interrumpió Thomas, su mano levantándose en un gesto amenazador—. ¡Lo que estás haciendo es una traición a nuestra familia!

—Papá, detente. No es culpa de Vanessa. —Theodore intentó intervenir, pero Thomas ya estaba fuera de sí.

—¿Y tú qué, Theodore? ¿Crees que puedes justificar tus acciones? —Thomas avanzó hacia su hijo, levantando la mano nuevamente y, sin previo aviso, lo golpeó en la cara con tal fuerza que Theodore tambaleó hacia atrás, chocando contra la pared.

—¡Papá, por favor! —gritó Vanessa, tratando de calmar la situación—. ¡Deja de culparnos!

Thomas se volvió hacia ella, su mirada aún más fría y peligrosa. Sin dudarlo, levantó la mano y abofeteó a Vanessa con fuerza, haciéndola retroceder varios pasos. Gracias a que el hombre tenía puesto sus anillos, creo una herida en la mejilla de la chica. Fue solo cuestión de tiempo para que la sangre comenzara a salir de esta.

—Escúchenme bien, ambos —dijo con una voz baja y peligrosa—. Si vuelvo a verlos con esa gente, si vuelven a desafiarme, habrá consecuencias mucho peores que esto. ¿Entendido?

Vanessa sintió una ola de ira mezclada con miedo. Apretó los puños, luchando por no gritar. Las lágrimas empezaron a llenar sus ojos, pero se mantuvo firme.

—No me será difícil arruinarles la vida.

—Sí, papá —murmuraron ambos jóvenes a la vez, su voz apenas audible.

—Bien. Ahora, váyanse a sus habitaciones. No quiero ver sus caras el resto de la noche.

Los hermanos se dieron la vuelta y subieron las escaleras, el ambiente en la casa era tenso. Vanessa apenas pudo contener las lágrimas mientras entraba en su habitación y cerraba la puerta detrás de ella. Se dejó caer en la cama, su mente una tormenta de emociones.

Theodore apareció en su puerta unos minutos después, su rostro una mezcla de preocupación y enojo.

—Ness, ¿estás bien? —preguntó, sentándose junto a ella en la cama.

Vanessa sacudió la cabeza, sintiendo que las lágrimas finalmente caían.

—No es justo, Theo.

El chico la abrazó, tratando de consolarla.

—No dejaremos que él nos controle. Encontraremos una manera de ser felices.

Luego de unos segundos en silencio, Theodore se levantó de la cama y fue al baño a buscar un botiquín de primeros auxilios. Cuando regresó, Vanessa estaba sentada en el borde de la cama, tocándose la mejilla adolorida.

—Déjame ver eso —dijo el menor suavemente, abriendo el botiquín y sacando un poco de algodón y antiséptico.

La rubia asintió, permitiendo que su hermano examinara la herida. Theodore se sentó a su lado y comenzó a limpiar cuidadosamente la mejilla enrojecida de Vanessa.

—Lo siento tanto, Ness —dijo el castaño con la voz cargada de culpa—. No tendría que haber permitido que te tocara.

—No es tu culpa, Theo —respondió Vanessa, intentando mantener la voz firme a pesar del dolor—. Papá siempre ha sido así. No importa lo que hagamos, nunca será suficiente para él.

El chico aplicó un poco de ungüento en la herida de su hermana y luego colocó una venda pequeña para protegerla.

—Aun así, odio verlo tratarte de esa manera —murmuró—. No mereces esto. Ninguno de nosotros lo merece.

—No sé qué haría sin ti —dijo con una pequeña sonrisa, apretando su mano.

—Siempre estaré aquí para ti, Ness —respondió Theodore, dándole un suave apretón de vuelta—. Pase lo que pase, estamos juntos en esto.

Vanessa asintió, sintiendo un poco de consuelo ante sus palabras. Se abrazaron nuevamente, ambos conscientes de que, aunque su padre intentara controlarlos y dañarlos, siempre tendrían el apoyo inquebrantable del otro.

Después de unos momentos, Theodore se apartó y sonrió.

—¿Sabes? Quizás deberíamos planear una escapada. Sólo tú y yo, lejos de aquí. Aunque sea por un día —sugirió.

Vanessa sonrió débilmente, la idea sonaba tentadora.

—Eso sería increíble. Un día lejos de todo esto —respondió, soñando con un breve respiro de la presión constante de su padre.

—Haremos que suceda, te lo prometo.

Vanessa asintió, agradecida por la presencia de su hermano. Se quedaron así durante un rato, encontrando consuelo en el uno al otro, sabiendo que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.






















































































JES'S NOTE !

Holaaaaa <3 pido disculpas por la hora en la que estoy publicando esto, pero estuve toda la mañana estudiando y terminando un par de trabajos pendientes :)

BTW, la felicidad le duró poco a mis niños, porque desde ahora en adelante no se van a hablar y se va a ir todo a la mierda 🥲

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