Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

one. the wagners are back

OO1 | THE WAGNERS ARE BACK

Durante las primeras horas de la mañana, los cálidos rayos del sol atravesaron la ventana de la habitación que pertenecía a Vanessa, provocando que se despertara. Se sentía verdaderamente mal; un intenso dolor de cabeza la atormentaba y su garganta estaba seca, como si no hubiera bebido líquido en más de una semana. Por lo que no pudo evitar sentir un gran alivio al ver un ibuprofeno acompañado por un vaso de agua en la mesita de noche junto a su cama.

La noche anterior había salido de fiesta, y ni siquiera recordaba a qué hora había regresado a casa.

Con los ojos entrecerrados, Vanessa se levantó y se dirigió al baño. Una vez allí, se miró en el espejo y observó que tenía los ojos hinchados y el cabello recogido en una cola de caballo mal hecha.

—¿Señorita Wagner? —la voz de Alfred, su mayordomo, resonó detrás de la puerta. La joven no dudó en abrirla de inmediato.

—Buenos días, Alfred —dijo Vanessa con una sonrisa—. ¿Cómo ha sido tu mañana?

—Todo va de maravilla, gracias por preguntar, señorita —respondió el mayordomo con cortesía—. ¿Qué desea para el desayuno?

—Una tostada francesa no me vendría nada mal —murmuró Vanessa. Alfred asintió con una sonrisa.

—Muy bien. Ahora, si me disculpa, iré a informarle al señor Theodore que ya ha despertado.

Con estas palabras, el mayordomo desapareció de la habitación de la mayor de los Wagner. Vanessa aprovechó su momento de soledad para darse una rápida ducha. Aún no lograba recordar todo lo que había sucedido la noche anterior, pero el olor que desprendía su cuerpo le indicaba que se había divertido bastante.

Poco después, Vanessa ya se sentía como nueva. Se había cambiado de ropa e incluso se había maquillado un poco.

Con una toalla en la mano, Vanessa abrió la puerta de su habitación, sorprendiéndose levemente al ver a su mellizo recostado sobre su cama.

—Tienes suerte de que Thomas no estaba en casa —murmuró Theodore, haciendo que Vanessa rodara los ojos al escuchar el nombre de su padre. Era evidente que no tenían una buena relación.

—¿Tú me trajiste a casa?

—Sí, después de que me vomitaras todo el vodka que habías ingerido —asintió, recordando el momento con diversión—. No desaprovechaste nuestro último día aquí.

—¿Lo dices por Jackson?

—¡Claro que sí! —exclamó Theodore, mientras su hermana tomaba asiento junto a él—. De repente te perdí de vista, y cuando te volví a ver, estabas de la mano con él.

—No me arrepiento de nada —dijo Vanessa, encogiéndose de hombros con desinterés—. De todas formas, no lo volveré a ver en mucho tiempo.

—No entiendo por qué debemos regresar a Alemania. Estamos bien aquí.

—Porque Thomas tiene que atender asuntos de su estúpido trabajo —suspiró la rubia—. Y porque quiere huir de todo lo que le recuerde a mamá.

Theodore asintió levemente, recordando a su madre. Era la mujer más hermosa y alegre que conoció en toda su vida, pero de alguna forma u otra, su padre había logrado quitarle todo aquello.

Thomas y Jessica no eran un matrimonio perfecto, y eso era algo que todos lo sabían. Pero nunca nadie pensó que la mujer llegaría al extremo de quitarse la vida por su esposo.

—Será mejor que nos preparemos —dijo Vanessa, carraspeando para alejar los recuerdos—. Nuestro vuelo sale en tres horas.

—Está bien —murmuró Theodore, levantándose rápidamente—. Aún tengo tiempo para hacer mi maleta.

—¿Aún no la has hecho? —preguntó Vanessa con incredulidad.

—No —respondió con inocencia. Vanessa lo miró alzando una ceja—. ¿Qué? Tengo muchas cosas que empacar y poco espacio.

—Eres un caso perdido, ¿lo sabías?

—Gracias, hermanita. Yo también te amo —canturreó Theodore, saliendo de la habitación.

Una vez que su hermano se fue, Vanessa dejó escapar un suspiro nervioso. En pocas horas, tomarían un avión de regreso a Alemania, lo que significaba reencontrarse con sus antiguos amigos, incluyendo a James Beaufort.

Solo esperaba que sus sentimientos permanecieran bien escondidos en el fondo de su corazón, en donde ella se encargó de esconderlos por más tiempo del que le gustaría admitir.





































🍷🏛🥀






































Una imponente casa de piedra blanca, llena de ventanales, apareció ante la vista de los mellizos Wagner. No les tomó mucho tiempo darse cuenta de que aquel lugar que sería su nuevo hogar.

—Es hermosa, ¿no lo creen? —dijo Alfred desde el asiento del piloto, llamando la atención de los adolescentes.

—Es algo grande para tres personas, pero sí, es hermosa —respondió Vanessa.

Pocos segundos después, el vehículo se detuvo en la entrada. A través de las ventanas de este mismo, los Wagner vieron a una gran cantidad de personas agrupadas en las escaleras, esperando pacientemente por ellos. Era evidente que serían sus nuevos empleados.

Theodore fue el primero en bajar, y al hacerlo, tendió la mano a su hermana para que lo siguiera.

—Buenos días, jóvenes —dijo una mujer mayor, sonriéndoles con dulzura—. Es un gusto tenerlos aquí.

—El gusto es nuestro —respondieron los Wagner al unísono.

—El señor Wagner llegará mañana; está atendiendo unos últimos detalles en su empresa —informó Alfred. Todos asintieron sin siquiera dudar—. Mañana comienzan sus clases en Maxton Hall —dijo Alfred, provocando una mirada de frustración entre los adolescentes—. Estoy seguro de que no les será difícil adaptarse, después de todo, ya estudiaron allí durante sus primeros años.

—Hasta que nuestro padre decidió que era mejor irnos a Estados Unidos, sin importarle que eso significaba dejar a nuestros amigos de toda la vida atrás —espetó Theodore con ironía—. Siempre hace lo que quiere, vaya sorpresa.

Ante sus palabras, un incómodo silencio se apoderó del lugar. Nadie se atrevía a romperlo. Tenían el conocimiento de que Thomas Wagner no era un hombre ejemplar, sin embargo, no se atrevían a hablar mal de él.

—¿Desean un recorrido por la casa?

—¿Hacemos un recorrido o prefieres descansar primero? —Vanessa cuestionó, mirando a su hermano de reojo.

—Creo que prefiero descansar un poco. El viaje fue agotador —se limitó a responder—. ¿Tú qué dices, Ness?

— Estoy de acuerdo. Tal vez mañana, Alfred. Hoy me siento demasiado cansada.

— Entendido, señorita Vanessa. De cualquier manera, su padre llegará mañana para acompañarlos. Mientras tanto, si necesitan algo, por favor, no duden en pedirlo.

— Como si a él realmente le importara... —Theodore musito.

Vanessa lo observó con una mueca, sin embargo, antes de que pudiera decir algo al respecto, la misma mujer de antes se acercó a ellos.

— Soy la señora Fitzgerald, la ama de llaves. Es un placer tenerlos aquí. Si necesitan algo, por favor, háganmelo saber.

— De hecho, ¿nos podría decir en donde están nuestras habitaciones? —Theodore preguntó con amabilidad.

— Por supuesto, sus habitaciones están en el ala oeste de la casa, en el segundo piso. He pedido a los sirvientes que preparen todo para su llegada —la mujer respondió con rapidez.

— Entonces supongo que deberíamos ir a desempacar. Gracias por su ayuda.

—Permítanme llevarles sus maletas —dijo Alfred, acercándose a los adolescentes.

— Gracias, Alfred —Vanessa murmuró, dándole una breve sonrisa. El hombre se limitó a asentir,

— Esperemos que este lugar nos traiga algo de paz.

— Al menos por un tiempo.





































🍷🏛🥀





































El primer rayo de sol de la mañana se coló por las gruesas cortinas de la habitación de Vanessa, dibujando patrones de luz en las paredes. La joven se despertó lentamente, abriendo los ojos con dificultad. Había pasado la noche anterior en una mezcla de ansiedad y nostalgia, pensando en lo que le aguardaba en Maxton Hall.

Vanessa se incorporó en la cama y se estiró, sintiendo cómo sus músculos se desperezaban. El reloj en la mesita de noche marcaba las 6:30 de la mañana. Tenía una hora y media para prepararse.

La chica decidió no perder más tiempo, y caminó descalza hacia su baño, el cual estaba a tan solo unos pasos de distancia. Abrió la llave de la ducha y dejó que el agua caliente fluyera, llenando el cuarto de vapor. Mientras el agua caía sobre su cuerpo, se permitió unos momentos de calma, tratando de aliviar la tensión que sentía.

Después de una ducha rápida, Vanessa se envolvió en una toalla y regresó a su habitación. Abrió el armario y saco el uniforme de la escuela con una mueca de desagrado. Seguía siendo tan horrible como ella lo recordaba.

Se vistió cuidadosamente, prestando atención a cada detalle. Después, se sentó en su tocador y comenzó a peinarse. Su cabello rubio caía en ondas suaves, y decidió dejarlo suelto. Aplicó un maquillaje ligero, resaltando sus ojos azules con un toque de rímel y un poco de brillo labial.

Justo cuando terminaba, se oyó un ligero golpe en la puerta.

—Señorita Vanessa, ¿puedo pasar? —dijo Alfred desde el otro lado de la puerta.

—Adelante.

Ante sus palabras, el mayordomo entró con una bandeja de desayuno.

—Buenos días, señorita. He traído su desayuno. Pensé que le vendría bien antes de su primer día en Maxton Hall.

—Gracias, Alfred. Realmente lo aprecio —la rubia murmuró, sonriendo con dulzura. Con el paso del tiempo, ese hombre se había ganado todo su cariño—. Estoy un poco nerviosa, para ser honesta.

— Es natural sentirse así, señorita. Pero estoy seguro de que se adaptará rápidamente. Usted es una joven muy inteligente y encantadora.

Vanessa sonrió agradecida mientras tomaba un sorbo de jugo de naranja. Alfred tenía razón. Estaba segura de que toda la escuela estaba al tanto de su regreso, por lo que se encargaría de hacerle saber a todos que seguía siendo la misma Vanessa Wagner de siempre.

—El coche estará listo para llevarla a Maxton Hall en cuanto esté lista.

—Perfecto. Voy a buscar mi mochila y estaré abajo en un momento.

Alfred salió de la habitación, dejándola sola con sus pensamientos por unos momentos. Vanessa respiró hondo, tomó su mochila y se dirigió hacia la puerta. Al bajar las escaleras, se encontró con la sorpresa de que Theodore ya se encontraba ahí. Eso era un milagro, considerando que su hermano era el ser más impuntual que conocía.

—¿Lista para conquistar Maxton Hall? —el castaño ironizó, sonriendo en dirección a la mayor.

—Sabes que sí.

Sin decir nada más, ambos salieron juntos de la casa, donde un elegante coche negro los esperaba. Alfred les abrió la puerta y se acomodaron en el interior.

—Les deseo la mejor de las suertes en su primer día, jóvenes.

—Gracias, Alfred.

Mientras el coche se alejaba de la imponente mansión de piedra blanca, Vanessa miró por la ventana, con el corazón latiendo un poco más rápido de lo habitual. No la colocaba nerviosa el hecho de volver a la escuela, la ponía nerviosa saber que iba a reencontrarse con James. No sabía como iba a reaccionar.

Eliminando sus pensamientos, la rubia se dispuso a enfrentar el desafío que le aguardaba en Maxton Hall.






































🍷🏛🥀






































Después de unos minutos, el coche negro se detuvo suavemente frente a la imponente entrada de Maxton Hall. La majestuosa edificación de ladrillo, con su fachada histórica y grandes ventanales, brillaba bajo el sol matutino. Vanessa y Theodore Wagner descendieron del vehículo con un aire de superioridad.

—¿Lista? —Theodore preguntó, observando a su hermana de reojo.

—Lista.

Mientras caminaban hacia la entrada, notaron las miradas de curiosidad y reconocimiento de los estudiantes. Algunos susurraban, otros sonreían con nerviosismo. La sensación de ser el centro de atención no era nueva para ellos, pero después de tanto tiempo, se sentía ligeramente diferente.

Al entrar al vestíbulo, un amplio espacio con suelos de mármol y una escalera central de madera oscura, fueron recibidos por el director, el señor Lexington, quien les sonrió.

—Bienvenidos de nuevo a Maxton Hall, Wagners. Es un placer tenerlos de regreso. ¿Necesitan alguna orientación?

—Gracias, señor Lexington. Pero creo recordar en donde están los salones.

—Excelente. Les deseo un gran primer día. Si necesitan algo, mi oficina está siempre abierta.

Los mellizos asintieron y se dirigieron a sus respectivas aulas. Vanessa tenía su primera clase en el aula de literatura. Caminó por los pasillos con la cabeza en alto, sintiendo una mezcla de familiaridad y novedad en el aire.

— Oye, ¿esa no es Vanessa Wagner? La hija del empresario —murmuros se escucharon detrás de ella, haciendo que frunciera el ceño.

— Sí, la que se fue a Estados Unidos. Parece que volvió y sigue siendo tan guapa como siempre.

Vanessa sonrió ante aquello, pero decidió no decir nada al respecto y fingir que no las había escuchado.

Finalmente, luego de dar un par de vueltas, llegó a su aula y entró. El profesor, el señor Sutton, estaba escribiendo en la pizarra.

—Ah, señorita Wagner. Bienvenida de nuevo. Tome asiento, por favor.

Con una sonrisa, Vanessa se sentó en una mesa cerca de la ventana. La clase comenzó y pronto se vio envuelta en la poesía de William Wordsworth, una bienvenida distracción de sus nervios iniciales.

Durante el receso, Vanessa se encontró con su hermano en el patio central, un hermoso espacio verde con bancos y fuentes. Theodore se encontraba rodeado de sus antiguos amigos, riendo y bromeando como si el tiempo no hubiera pasado.

—¿Qué tal tu primera clase?

—Estamos estudiando poesía inglesa. Es bastante aburrido, pero podría ser peor —la rubia respondió sin mucho interés—. ¿Y tú?

—Matemáticas. Ya sabes cómo es. Pero vi a algunos amigos de antes, fue bueno ponernos al día.

La conversación no pudo llegar a mucho más, ya que una voz familiar los interrumpió.

—Vane, Theo, no puedo creer que hayan vuelto —Alistair exclamó con una sonrisa de oreja a oreja.

—Pues será mejor que te lo creas, porque no volveremos a New York.

—Me alegra escuchar eso —murmuró —. ¿Almuerzo juntos como en los viejos tiempos?

—Claro, será como si nunca nos hubiéramos ido —Theodore se apresuró a asentir. Vannesa sonrió, imitando la acción de su mellizo.

Los tres amigos decidieron dejar de perder el tiempo y comenzaron a caminar hacia la cafetería, hablando y riendo. La cafetería estaba llena de estudiantes, muchos de los cuales miraban con curiosidad a los recién llegados.

—Así que, cuéntame, ¿cómo estuvo la vida en Estados Unidos? —Alistair preguntó, mirando a la rubia junto a él.

—Fue una experiencia interesante, con muchos chicos interesantes —respondió, ganándose una risa por parte de los chicos.

— Veo que no has cambiado para nada.

—Es terrible —Theodore agregó, ganándose una mala mirada por parte de su melliza.

—Como sea, ¿qué ha pasado en nuestra ausencia?

—Bastante. Pero no te preocupes, tenemos todo el año para ponernos al día —el de rulos afirmó, dándole un apretón en los hombros a sus antiguos amigos—. No puedo esperar a que James se entere que su Nessa volvió.

La aludida sonrió con incomodidad al escuchar el nombre del rubio. No le emocionaba nada la idea de tener que volver a verlo y tener que soportar su estúpida personalidad llena de superioridad.

—Si, yo tampoco puedo esperar a verlo...





























🍷🏛🥀



































Vanessa se encontraba caminando por los pasillos de Maxton Hall en busca de algún profesor que supiera sobre el comité de eventos de la escuela. Durante una conversación con una de sus compañeras, se había enterado que dentro de dos días habría una fiesta de bienvenida, y ella quería ayudar a organizarla.

Cuando se detuvo frente al salón que le habían dicho que tenía que ir, llamó a la puerta con delicadeza. Un ruido se escuchó desde adentro. Había sonado como algo si se hubiese caído algo al suelo.

Con el ceño fruncido, Vannesa abrió la puerta y miro al interior de la habitación.

En ese momento logró ver que el señor Sutton está allí. Pero no estaba solo. Estaba en compañía de una mujer. Su rostro estaba oculto por su cabello, pero cuando se dio la vuelta, pudo notar que se trataba de Lydia Beaufort, la chica que había sido su mejor amiga años atrás.

—Puedo explicarlo —hablaron ambos a la vez.

—Tendría que haber golpeado más fuerte —Vannesa murmuró, sintiendo como una mueca se apoderaba de su rostro.

—¡No es lo que parece! —el hombre trato de explicarse.

—Honestamente no me importa saber de qué se trata esto —la rubia lo interrumpió, dando un paso hacia atrás—. Así que, si me disculpan, nos vemos luego.

Y sin dejarlos decir una palabra, la mayor de los mellizos Wagner abandonó el lugar a toda velocidad. Al no ver por dónde iba, su cuerpo choco contra el de Ruby Bell, quien estaba justo detrás de ella. No sabía que estaba haciendo en ese lugar, y tampoco le dio mucha importancia, por lo que después de disculparse continuo con su camino.

No podía creer lo que sus ojos acababan de ver. Ni siquiera estaba segura de la razón por la que no habian trabado la puerta, pero por el contrario, sabía que si alguien más se enteraba de lo que ella acababa de presenciar, Lydia Beaufort iba a ser destruida por la prensa. Y a pesar de que ya no eran mejores amigas, no podía permitir eso.































🍷🏛🥀



































Vanessa se encontraba apoyada en una de las paredes de la escuela, mientras entablaba una conversación con un par de chicas que había conocido. Y para ser honesta, eran bastante agradables.

—¿Alguna de ustedes hizo algo para molestar a Beaufort? —una de las chicas preguntó, haciendo que la rubia frunciera el ceño.

—No que yo sepa —otra de las chicas respondió—. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque está caminando en nuestra dirección, y se ve molesto.

Solo en ese momento, Vanessa se permitió desviar su mirada hacia donde las demás chicas estaban observando. Y cuando lo hizo, logró darse cuenta de que James estaba caminando hacia ella a una gran velocidad.

—Genial —bufo por lo bajo.

—Hola chicas —el rubio las saludo una vez que estuvo frente a ellas.

—Hola —respondieron todas al unísono, sonriendo en grande.

Cuando la chica Wagner notó la forma en la que actuaban bajo su presencia, se dio cuenta de que nada había cambiado desde la última vez que ella estuvo ahí. James Beaufort seguía teniendo a todas las chicas de Maxton Hall bajo sus encantos.

—Nessa —James dijo con lentitud, negándose a apartar sus ojos de la chica. Su mirada era tan intensa que un escalofrió recorrió la espalda de la aludida.

—Beaufort.

—¿Les molesta si secuestro a su amiga por unos minutos? —preguntó.

—Claro —dijeron en coro—. Vayan.

Esas palabras bastaron para que James Beaufort colocara su mano en la parte inferior de la espalda de Vanessa y la guiara lejos del lugar

Al notar que la había llevado a un lugar bastante alejado y escondido de los demás alumnos, Vanessa ya se podía imaginar de lo que quería hablar.

—Veo que nada a cambiado por aquí —murmuró mientras se cruzaba de brazos. El chico imitó su acción—. Todas te siguen a ti y a tu estupido complejo de superioridad como si fueran abejas en busca de miel.

—Podría decir lo mismo de ti —continuó, haciendo que la rubia frunciera el ceño—. Tan solo llevó un par de minutos aquí y ya he escuchado tu nombre más de cien veces.

—Soy una Wagner. No esperes menos.

James negó levemente con la cabeza ante sus palabras. Vanessa no había cambiado para nada, seguía siendo la misma rubia que le rompió el corazón años atrás.

—Creo que ya sé lo que quieres de mí —Vanessa habló luego de carraspear su garganta.

—¿Lo sabes?

—Escucha, Beaufort...

—Quiero que aceptes esto —James dijo, dejando una gran cantidad de dinero sobre la palma de la mano de Vanessa, quien se limitó a observarlo con una ceja alzada—. Y recuerda. Lo que viste en la oficina de Sutton no paso.

—Tienes que estar de broma —la rubia dijo, soltando una carcajada—. Traigo el triple de lo que me acabas de dar en mis bolsillos.

Aunque Vanessa demostraba estar tranquila, en verdad estaba demasiado molesta con el rubio que se encontraba frente a ella. Su mirada y toda su actitud estaban llenas de superioridad.

—Te volviste más idiota de lo que pensé —la rubia canturreo, estrellando el fajo de billetes contra el pecho de James, para luego darse la vuelta.

—Espera —exclamó, tomando a la chica por la muñeca y acercándola a él. Vanessa elevó la mirada, dándose cuenta que estaba extremadamente cerca del chico.

—¿Qué me ofrecerás ahora? ¿Un Maserati y un huevo Faberge? —habló con ironía. Una sonrisa juguetona se había apoderado de sus labios—. Todo lo que tú me puedes dar a forma de soborno, también me lo puedo comprar por cuenta propia.

—¿Estas hablando en serio?

— Estoy hablando en serio, Beaufort —Vanessa aseguró, tomando la mano de James para dejar de golpe el fajo de billetes que le había dado—. Tal vez podrías utilizar todo este dinero para comprarte un cerebro nuevo, porque lo necesitas.

El rubio guardo silencio ante sus palabras. Estaba molesto, pero también estaba feliz por volver a verla. Cuando Lydia mencionó el nombre de Vanessa, su corazón no había podido evitar dar un vuelco, y se había odiado a si mismo por eso.

Había pasado mucho tiempo sin verla, por lo que creía que sus sentimientos por ella habían desaparecido por completo. Pero estaba realmente equivocado, aunque nunca lo iba a admitir.

Antes de que pudiera seguir perdido en sus pensamientos, la voz de Vanessa llamó su atención.

—Nos vemos luego, rubio.

Y sin decir ni una palabra más, Vanessa abandonó la habitación moviendo sus caderas con sensualidad al saber que James la estaría observando. Como siempre.























































































JES'S NOTE !

HOLAAA <3 aquí vengo yo con un nuevo fanfic (aún y cuando todavía no terminó los que ya tengo publicados 🙃)

la verdad es que no tenía pensando escribir un fic sobre maxton hall, pero ayer me puse a buscar fics sobre James beaufort para poder leer, Y ME DI CUENTA DE QUE NO HABIA NINGUNO 🤌🏻 me pareció una falta de respeto ver como no valoran lo suficiente a ese hombre, así que me vi en la obligación de escribirle un fanfic :)

si bien tengo la idea principal clara, aún no se muy bien como se va a ir desarrollando esta historia 💆🏻‍♀️ lo único de lo que estoy completamente segura es que va a ser un friend to enemies y enemies to lovers

GRACIAS POR LEERME <3 luv u

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro