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Parte Tres

Escuchaba entre el borde del sueño y la consciencia el molesto toque a su puerta, hizo un vago intento por ignorar el sonido tapándose los oídos con la almohada pero aún así podía oírlo.

—Príncipe Luna, ya es hora de despertar.

Se sentía horrible, con el cuerpo pesado y los ojos ardiendo, pero era su culpa por haber permanecido hasta ya entrada la madrugada en el bosque. Allí fue cuando súbitamente lo recordó todo...

Se sentó en la cama de forma abrupta, recordando a detalle la noche anterior. El baile bajo la luna, la calidez del elfo, sus mejillas ardían y su corazón comenzaba a calentarse.

Sabía que no debía confiar en un elfo, toda su vida le enseñaron que los elfos eran criaturas horribles y egoístas, seres con complejo de superioridad que solo se preocupan por sí mismos que sentía que debía desconfiar, pero ¿por qué su corazón se sentía tan cálido cuando pensaba en él?

—Lix, despierta dormilón. —Esta vez era la voz de Chan, otro hada masculino de los pocos que habían.

Consideraba a Chan como su hermano mayor, a pesar de que técnicamente lo eran porque al final del día todas las hadas de la tierra y el bosque eran hijas del mismo hada, el Rey hada Jihoon, otras especies de hadas provenían de otros reyes, como las sirenas en los mares, las salamandras y las lamias, incluso las ninfas que siempre parecían renegar ser hadas tenían un propio predecesor, pero estas preferían ser gobernadas por los reyes elfos, cosa que siempre fue mal vista por algunos reinos de hadas. 

Sin embargo, tu rango dentro del reino era determinado por el tipo de habilidades con las cuales nacías, las hadas obreras solían tener cuerpos más grandes y las alas más pequeñas mientras que los nobles eran físicamente frágiles, con belleza exótica, hermosas alas largas y las marcas en su rostro. 

Chan no era la excepción, pues en el ojo izquierdo tenía algo parecido a una cicatriz con piedras brillantes en ella, eran la marca de nacimiento que definía su nobleza, pero en el caso del mayor su cuerpo no era tan frágil como el suyo.

Para su desgracia, Felix había nacido "bendito", con el rostro lleno de marcas que brillaban en la noche y una gema en forma de luna en la frente, las odiaba, de día lucían como manchas cafés esparcidas por su cara y era por ellas que su vida era aburrida, llena de lujos y gente hipócrita a su al rededor.

Salió de la cama y caminó hasta la puerta para abrirla con desgana, ni siquiera le importó lavarse la cara o lo terrible que probablemente luciría después de haber dormido tan poco, al abrir esta encontró al de cabellos violáceos frente a él.

—Wow, te ves terrible. —Felix arrugó el rostro con enojo debido al comentario, el mayor se puso notablemente nervioso al darse cuenta del comentario que simplemente salió con naturalidad de él. —Me refería a que yo... es que... —Se intentó excusar sin éxito alguno, sin embargo el rubio ya sabía que el mayor solo estaba preocupado por él. —Felix, ¿te encuentras bien?

Asintió adormilado, eso confirmaba sus sospechas sobre la preocupación del mayor. Negó suavemente a lo que el mayor llevó una de sus manos a su cara y comenzó a apretarle las mejillas, el toque estaba haciendo que se duerma parado.

—¿Tenemos una reunión, no? Supongo que por eso viniste. —Chan soltó una leve risita mientras ahora palmeaba la cabeza del rubio.

—En realidad vine a despedirme, las Lamias necesitan más materiales de construcción y tengo que viajar al reino de los gnomos para conseguirlos. —El rubio formó un puchero, consideraba al mayor como su único mejor amigo en el reino y si este se iba, estaría solo enfrentando el humor de su padre.

El caso de Chan como "noble" era un tanto diferente al suyo, Felix tenía las marcas y el cuerpo pequeño, un rostro bonito con ojos azules y cabello rubio que elevaba su estatus en el reino, su padre el Rey Hada Jihoon poseía un cuerpo aún más pequeño que algunas hadas femeninas y la actual Reina Hada Irene también era pequeña, bonita y delicada, ambos rubios, con orbes color cielo y excepcional piel de porcelana. 

Pero el cuerpo del mayor coincidía más con el cuerpo de hadas obreras y las piedras en su ojo izquierdo lucían como una cicatriz, sus ojos de diferente color y su cabello de un peculiar tono morado hacían que sea fuertemente discriminado por los demás nobles. Sentía que por aquello mismo, muchas veces era enviado a dirigir el trabajo de las hadas obreras en vez de dedicarse enteramente a la vida de noble, pero el mayor poseía la libertad en sus viajes que Felix solo podría aspirar en sueños.

—No te preocupes, Lix, prometo que te traeré dulces de los gnomos. —El mayor apresó su cuerpo, abrazándolo de la cintura y comenzando a dejarle fugaces besos en las mejillas, Felix arrugó el gesto por las cosquillas repentinas e intentó apartarlo sin mucho esfuerzo de su parte, como un gato que no quiere ser acariciado.

—¿Macarrones? —El mayor asintió. —¿Brownies y galletas de chocolate? —Volvió a asentir. —¿Pastel de queso y tarta de frambuesa? —Chan rio mientras asentía, Felix siempre sintió como si él fuera la única persona que se preocupaba por él.

—Eso es mucha azúcar Lix, pero supongo que está bien. —Antes de soltarlo, acarició su mejilla con su nariz, haciendo reír al rubio. —Tal vez vuelva en la noche, hasta entonces intenta sobrevivir sin mí.  

Finalmente, se despidió con la mano y emprendió vuelo.

Se tumbó pesadamente sobre su cama, estaba agotado física y mentalmente, sobre todo lo último después de escuchar por horas el argumento de su padre sobre que "no tenía el suficiente liderazgo para ser el siguiente rey y que si seguía así probablemente esperaría a que otro heredero digno nazca" mientras su madre lo miraba con desprecio sin decir palabra alguna sobre la habladuría del Rey. 

Odiaba además los incesantes cuchicheos de las otras hadas nobles sobre él, podía ignorar aquellos comentarios pero de vez en cuando oía el argumento de "el príncipe raro podría ser incluso mejor Rey que él", sabía que se referían a Chan y solo hablaban de él en su ausencia, le hervía la sangre pero no podía hacer más que reprimir el impulso de llorar sin poder decir nada al respecto.

Quería dormir, pero el sol ya se estaba poniendo y prometió que iría al bosque de nuevo.

Por alguna razón, su cuerpo hervía en nervios cuando pensaba en aquel elfo, pensar en verlo lo ponía ansioso y extrañamente feliz, cuando Chan le hacía cumplidos o le traía dulces eran para él efímeros momentos de felicidad, pero aquello era diferente, su estómago se revolvía pero le gustaba aquel sentimiento, se retorció en la cama como un gusano, víctima sus propios pensamientos.

En realidad lo había descubierto semanas atrás, pero nunca tuvo el valor para acercarse, hasta que finalmente lo hizo y a pesar de haber metido la pata cuando lo despertó no se arrepentía, la noche anterior pudo observarlo bien de cerca, su lacio cabello dorado, el hermoso rostro con ojos gatunos de color verde y las largas orejas adornadas con joyería, además de ello su voz era suave y dulce, totalmente lo contrarío a la suya, repetía constantemente en su cabeza los cumplidos que le había dado, haciéndolo sonreír tontamente.

No pudo evitar pensar todo el día en lo bien que se sintió estando en brazos del elfo, se sentía protegido y querido, el elfo lo había sostenido con fuerza contra su cuerpo pero a la vez era delicado como una cama de plumas. 

Se sentó frente al tocador y comenzó a removerse el maquillaje de sus mejillas, solía cubrirse las manchas de día (y había intentado hacerlo de noche, pero el brillo de estas siempre traspasaba el maquillaje), el elfo que se había presentado a él como Hyunjin le había hecho comentarios muy agradables y ahora sentía más confianza con respecto a las marcas. 

Luego peinó las rubias hebras de su cabello y decidió adornarlo con una corona de flores, colocó aretes en sus pequeñas orejas puntiagudas y un collar con un cuarzo. Tal vez le estaba poniendo mucho empeño a su apariencia, pero algo dentro de sí le decía que valdría la pena después.

Había cargado su mochila de viaje con algunas cosas que quería mostrarle al elfo, cada segundo que pasaba le hacía ponerse más nervioso.

Como cada noche que solía escaparse, abrió la ventana de su habitación y miró hacia afuera por precaución, no quería encontrarse a nadie fuera que lo delate. Al observar todo tranquilo puso un pie en el marco de la ventana y antes de poner el segundo escuchó carraspeo detrás de él que lo detuvo en seco.

Todo su cuerpo se erizó por pavor y volteó rápidamente hacia donde había escuchado aquello, Chan lo miraba con reproche desde el marco de la puerta mientras fijaba su mirada en él, tratando de entender sus acciones. 

Regresó el pie adentro de la habitación fingiendo inocencia, sabía que podría escaparse de Chan simplemente saltando por la ventana pero de alguna manera intentaría explicarle para que no se preocupara.

—¿Estás escapando? —Felix negó, en realidad lo que estaba haciendo sí podía ser llamado escaparse pero no en el contexto que Chan probablemente creía. —¿Entonces?

—Quiero ir al bosque un rato... para despejarme.

—¿No quieres que vaya contigo? El bosque puede ser peligroso. —Felix negó nerviosamente, el mayor caminó hacia él acortando la distancia, comenzaba a preocuparse por la forma como actuaba. —Sabes que puedes confiar en mí, Lix.

—No quiero que te rías de mí. —Bajó el rostro con vergüenza, el mayor se acercó aún más y levantó su rostro tomándolo del mentón, a Felix le intimidaba la cercanía de sus rostros y sus mejillas se sintieron calientes de repente. 

—Nunca me reiría de ti. —Bajó la mirada otra vez, la mano de Chan aún tomaba su mentón pero se había movido un poco y ahora le acariciaba la mejilla, Felix suspiró rendido.

—Es por el baile de otoño, he estado practicándolo en secreto en el bosque porque no creo que pueda hacerlo bien.

—¿Y no es mejor tener público que te mire en vez de practicarlo en solitario? —Felix volvió a negar furiosamente.

—Si me miras, me pondré tan nervioso que tal vez me tropiece y caiga. —Chan soltó una risita ante la imagen mental, la forma en la que Felix actuaba tan nervioso sobre el baile le resultaba adorable. —Prometo mostrarte cuando esté listo.

El mayor suspiró derrotado. —Supongo que no puedo negarme ante la propuesta.

Chan tenía esa aura angelical rodeándolo como siempre mientras le sonreía, siempre era bondadoso a pesar de estar rodeado de tanta maldad a su alrededor, las hadas comentaban cosas terribles acerca de él solo por su apariencia pero incluso si todas ellas eran bonitas no importaba si al final eran criaturas huecas que se preocupaban más por rebajar a los demás que ser útiles al reino.

Chan siempre fue útil, él siempre estuvo allí dando lo mejor de sí para cualquier cosa que alguien le pidiese, y nunca pedía nada a cambio por aquello, le era imposible creer que alguien tan puro fuese amedrentado solo por cómo lucía.

—Volveré antes del amanecer, lo prometo. —Trató de poner ese gesto de "niño bueno" para que el mayor simplemente le deje ir, sabía que le estaba mintiendo descaradamente y algo dentro suyo le quemaba. —Entonces, adiós y buenas noches... Príncipe Mora.

El mayor rio ante la mención de su sobrenombre de príncipe.

—Oh Felix. —Llamó antes de que el menor saltara por la ventana, rebuscó en su mochila y finalmente le entregó una bolsita de yute, el gesto del rubio se encendió al instante. —Tal vez te de hambre en el bosque...

El viento soplaba especialmente sereno esa noche, estaba parado sobre la rama de un árbol mientras observaba la espalda del elfo rubio sentado en aquella piedra a varios metros de él frente a una fogata, quien para su desgracia había llegado antes.

Con cuidado de no ser notado, voló hasta encontrarse justo a sus espaldas y con cuidado situó sus pequeñas manos tapándole los ojos al elfo.

—Adivina quién soy. —La voz salió en un susurro ronco cercano a sus largas orejas, Hyunjin se hubiera asustado hasta los huesos como la primera vez sino fuera porque ya conocía al dueño. Sin embargo, la piel se le erizó y se sintió aún más conmocionado cuando sintió el pequeño cuerpo pegado a su espalda.

—Eres la criatura más hermosa que he visto en mi vida.

El hada retiró sus manos y las cruzó encima de su pecho, formando un puchero con el rostro. Como siempre, el príncipe elfo se preguntaba de dónde surgía tanta seguridad en sus palabras cuando se trataba del hada.

—Hyunjiiiin. —Canturreó alargando la "i". —No puedo jugar si respondes así. —El elfo volteó, topándose con la adorable escena y rio, miró embobado por breves segundos al rubio y luego se volteó y rápidamente registró en su bolso para sacar una bolsita de yute, mostrándosela al hada quién le devolvió un gesto confundido.

—Un amigo me dijo que a las hadas les gustan los dulces, así que te traje dulces del mejor pastelero que conozco.

Más que de alegría, esta vez su rostro fue de sorpresa, se quitó la mochila con la que aún cargaba sacando una bolsa idéntica.

—Supongo que tendremos una fiesta de bocadillos.

El elfo formuló el mismo gesto de confusión que el hada le dedicó segundos antes, pero mientras pensaba en la afortunada coincidencia se distrajo al mirar al hada abriendo la bolsita y sacando de ella varias cajas pequeñas. Hyunjin estaba tan absorto en la apariencia del hada bajo la luz de la luna, viéndolo mover sus pequeñas manos mientras sacaba los paquetes de dulces y soltaba grititos de emoción de vez en cuando, solo podía pensar en lo espectacularmente hermoso que lucía aquella noche.

Realmente desde que lo vio aquella noche en su "sueño" solo pudo pensar en lo hermoso que era, al principio le pareció prejuicioso enamorarse de alguien solo por su apariencia pero la noche anterior había compartido un tiempo con él y tenía este sentimiento que no lo abandonaba, el hada parecía sincero con sus acciones y palabras al igual que él lo estaba siendo, era como si fuese el destino o como si la diosa de la luna quisiera que estén juntos y los haya unido.

—Entonces siempre compramos dulces del reino de los gnomos, son demasiado deliciosos. —Hyunjin volvió a sí mismo cuando oyó esto, no recordaba nada de lo que el hada le había dicho mientras su mente divagaba. —Me gustaría conocer al pastelero pero...

—Espera, ¿dijiste el reino de los gnomos? —Hyunjin interrumpió, el contrario asintió confundido y con un pánico formándose al creer que tal vez había revelado más información de la que debía, claro tratándose de la posibilidad de que el elfo solo quisiera información. —Oh es cierto, Jisung dijo que aún hay un tratado de comercio entre ambos reinos.

—¿Jisung? 

—Mi prometido. —Hyunjin contestó por inercia para luego darse cuenta de lo que había respondido, sin embargo el hada solamente le dedicaba un gesto difícil de leer, parecía aún estar premeditando la información. —Oh no... yo me refiero... es que... —Suspiró para calmarse y pensar en qué responderle. —Es un matrimonio arreglado. 

Hyunjin se sentía de alguna manera culpable, pero todo cambió cuando el hada se encogió de hombros y siguió con la tarea de abrir cajas, esta vez para sacar una galleta y morderla sin darle importancia a lo demás.

—Entonces eso significa que también los elfos pasan por eso. —Felix lucía decaído de repente, miraba hacia la nada con el rostro inexpresivo pero el tono de su voz era diferente.

—Lo siento, olvida lo que dije.

—Está bien, supongo. —Volvió a encogerse de hombros, esta vez decidido a cambiar de tema, aún conservaban esa regla invisible de "no revelar de más" que el elfo había roto momentáneamente por su descuido. —Mi hermano me dijo que el pastelero se llama Changbin, quisiera conocerlo.

—¿Tienes hermanos?

Había tanto que Hyunjin quería preguntar sobre esa corta afirmación, pero las palabras simplemente salieron parafraseando esa parte, el hada asintió.

—Todas las hadas tenemos el mismo padre. —El elfo frunció el seño, eso sonaba horrible, algo le decía que cualquier pregunta hecha resultaría en una respuesta desagradable así que eligió cambiar de tema.

—Conozco a Changbin. —El hada elevó la mirada, con un leve brillo en sus ojos llenos de incredulidad. —Es un gnomo, es considerablemente menos feo que los otros gnomos pero igual de enano. 

El hada rio, con un pedazo de macarrón quebrándose mientras lo mordía entre risas. 

—No me importa cómo luce, sus dulces son deliciosos.

Era un sueño conocerlo, a decir verdad, a penas podía salir de noche unos pocos kilómetros lejos de su reino sin ser atrapado, y eso después de haber aprendido a sobornar y chantajear a las hadas obreras que cuidaban los límites de este.

—¿Te gustaría conocerlo? Puedo llevarte. —Otra vez, su inercia hablaba por él. El hada se había quedado estático por un segundo y luego negó, sorprendiéndolo. —¿Por qué no?

—Mis marcas lucen horribles de día, no quiero que las veas.

Era una excusa estúpida, pero servía. Una pequeña parte de él quería decirle acerca de su rango noble y que esa era la razón de su encierro, pero no podía, le asustaba el pensar que el elfo era uno de los malos, como siempre le enseñaron que eran aquellos de su raza. Aunque, le habían enseñado que los elfos no solo tenían almas horribles sino también caras monstruosas, y Felix no podía estar más en desacuerdo con ello.

—No lo creo. Algo tan hermoso no puede lucir horrible. —El elfo mantenía su vista en él, con esa media sonrisa sincera que le hacía sentir una mezcla extraña de nervios y comodidad.

—Cuando les da el sol, son cafés y no brillan, como gotas de lodo esparcidas por mi cara.

Hyunjin rio ante la comparación. —¿Cómo pecas? —El hada bajó la mirada, y asintió apenado. El elfo fue acercando su cuerpo al del hada, pero lo suficiente lejos para no estar invadiendo su espacio personal. —Felix, mírame. 

Aún se sentía nervioso y apenado, la presencia del elfo le hacía sentir de esa forma, como si fuera a vomitar pero en el buen sentido, gracias a la falta de luz a excepción del brillo de la luna y el amarillo de la fogata sabía que el elfo no podía observar el tono carmesí que sus mejillas habían tomado, probablemente lo único que veía con claridad era en brillo de sus marcas.

No quería mirarlo pero el elfo tomó su mentón y lo obligó a verlo directamente, acariciando sus mejillas con el pulgar. El toque le recordaba a Chan, y de igual forma le transmitía tranquilidad, pero había algo diferente, y estaba consciente que sus sentimientos por el elfo eran distintos a los que sentía por su medio hermano y mejor amigo. 

El rostro del elfo bajo la luz de la luna lucía precioso, probablemente bajo la claridad del sol lo sería aún más, el pensamiento de que nunca lo vería claramente bajo el sol lo entristeció.

Tomó con ambas de sus pequeñas manos la del mayor que tocaba sus mejillas, y cerró los ojos disfrutando el tacto, eran ellos dos los únicos en el mundo y aún sin saberlo, ambos se sentían de la misma forma.

Fue Hyunjin quién se decidió por profundizar el contacto, podía reprimir las ganas de besarlo a cada momento pero la necesidad de abrazarlo, de apresarlo contra su pecho y tocarlo le quemaban por dentro. El rubio abrió los ojos con sorpresa cuando sintió la cercanía del cuerpo ajeno.

—Solo... quiero abrazarte.

Era extraño que le pidiera permiso, asintió levemente, abriendo las piernas para que el elfo pueda acomodarse en medio, era incómodo estar sentado encima de un tronco buscando la mejor posición para el abrazo, pero no le importó una vez que el mayor rodeó su cintura con sus brazos, posesivamente pero dulce a la vez, escondiendo el rostro entre su cuello.

Le tomó unos segundos devolver el gesto, apretando la cintura del elfo con sus piernas y envolviendo sus hombros con sus brazos. Sentía el calor en sus mejillas, y también el calor corporal que el cuerpo del elfo le proporcionaba, su respiración tenue en su cuello, todo era un mar de emociones con él, era feliz y quería quedarse en ese momento para siempre.

—¿Te he dicho que eres la criatura más hermosa que he visto en mis más de 200 años?

Allí iba de nuevo, con sus comentarios aleatorios que le hacían sentir una estampida de hadas obreras en el estómago. Nunca podría acostumbrarse a ello.

—Estás exagerando. —Susurró, teniendo cerca las largas orejas del elfo muy cerca suyo. Pudo escucharlo reír en su cuello.

—Hablo en serio, eres precioso y tus marcas también lo son, quisiera besarlas una a una hasta que lo creas también.

"Por qué no me besas a mí..." pensó, o al menos creyó haber pensado, hasta que sintió al elfo separarse de golpe y mirarlo con expresión de sorpresa, parpadeando repetidas veces sin creer lo que había oído.

Se llevó las manos hacía el rostro con pánico al darse cuenta de que había pensado en voz alta, tapándose de la vergüenza mientras negaba efusivamente. —No no... yo no me refería a que... no... —En ese momento, quería que la tierra se lo tragase, la había cagado y estaba tan avergonzado que ninguna expresión coherente surgía de su boca.

Tuvo el leve impulso de separarse, para huir, pero el elfo lo apresó entre sus brazos más fuerte, ese gesto de alguna forma lo tranquilizó, porque en vez de apartarse hizo que sus cuerpos queden más cerca aún, demostrando que no lo rechazaba.

Hyunjin tragó hondo. —¿Puedo besarte entonces? 

El hada le miró fijo aún con las manos cubriendo su cara, estático sin poder pensar en una respuesta clara para lo que acababa de oír. ¿Eso significaba que el sentimiento era recíproco? 

Se preguntaba siempre cuáles eran sus sentimientos por el elfo, originalmente había sido curiosidad desde que lo vio, pero cada vez era más notable la felicidad que le producía pensar en él y compartir momentos juntos, hablaban de cosas triviales y reían en sintonía pero aquella interacción era suficiente para que él sonriera todo el día como idiota.

Era la primera vez que se sentía así por alguien, y a pesar de su felicidad, el recuerdo de que ambos pertenecían a reinos rivales prevalecía, el elfo le podía haber estado mintiendo todo el tiempo solo para acercarse a él y claramente había caído directo a su trampa.

—Nunca he besado a nadie... —Admitió con voz casi inaudible, le daba vergüenza.

Recibía confesiones de amor de las demás hadas comúnmente, pero no gustaba de ninguna, siempre deseó que todas sus primeras veces ocurrieran con alguien especial que lo ame de vuelta, pero nunca había experimentado tal cosa.

—Lo siento, no debí pregun... —El elfo comenzó a bajar la mirada apenado, sintiendo que sus palabras habían ido demasiado lejos esta vez.

—Quiero hacerlo.

Se destapó por completo el rostro, cerró los ojos y respiró hondo, preparándose para mirar al elfo y dar la cara sin avergonzarse. Este aún mantenía sus brazos rodeando su cintura, la cercanía entre ellos era la perfecta, sus cuerpos en proximidad sin ser incómodo.

Una vez abrió los ojos se topó con los orbes verdes del mayor mirándolo fijamente. —¿Hablas en serio?

Le estaba dando muchas vueltas al asunto, pero quería estar seguro de que el hada lo quisiera tanto como él, porque algo como un "primer beso" es muy especial y no debe concedérsele a cualquiera.

El hada asintió, decidido. —Pero tendrás que tenerme paciencia porque es mi primera vez. —Hyunjin le sonrió, sintiendo ternura por el comentario. 

Soltó el agarre en la espalda del hada y lo dirigió a sus caderas para pararse esperando que el contrario replicara la acción, al final lo hizo pero con un gesto de confusión.

—Vamos al río. 

Recorrieron los escasos metros hacia el río, la luna se reflejaba como siempre en el agua de esta, chocando con las marcas del rubio y potenciando el brillo, pero sin llegar a ser molesto para su vista.

El elfo aún mantenía una de sus manos en la cadera del hada, guiando los pasos mientras con la otra mano sostenía la contraria, sus pequeños dedos eran fácilmente cubiertos por los largos propios, haciendo surgir en Hyunjin una necesidad de protección.

Podía sentir al hada temblando, nervioso por saber que estaba a punto de dar su primer beso, quería hacerlo especial, inolvidable, hacer que nunca se arrepienta de haberle concedido el privilegio de ser el primero.

Pero Hyunjin, sin saberlo, se estaba convirtiendo en el dueño de todas sus primeras veces.

Sintieron el frío del agua de río mojando sus zapatos, el fresco aire les acarició el rostro y los cabellos, aún cuando había experimentado aquello numerosas veces no era capaz de acostumbrarse a ello, Hyunjin siempre se había sentido tranquilo en el bosque pero ahora de verdad tenía una razón para quedarse todas las noches en él.

—¿Bailamos? —Hyunjin pronunció estirando una mano para que Felix la tomara, sorprendiéndolo por la inesperada pregunta, la tomó cuidadosamente mientras sonreía y el elfo jaló su cuerpo para tomarlo por la espalda baja. —Quería recordar el día en que te conocí.

—Hablas como si nos hubiéramos conocido hace 50 años.

El hada posó su mano suavemente en el hombro del elfo, y reafirmó el agarre de sus manos, el elfo tomó la iniciativa para comenzar a moverse encima del agua, chapoteando a cada movimiento de sus pies.

Ambos se miraban embelesados por la belleza del contrario, sonriéndose mutuamente y proporcionándose confianza con la mirada, incluso de reinos enemigos se sentían más a gusto juntos que con cualquier otra persona.

El aire fresco sopló y Felix sintió un escalofrío recorriéndole de la espalda hasta el cuello, sintió frío e instintivamente pegó su cuerpo al del elfo, escondió su rostro en el pecho del más alto, sus alas sensibles habían sentido la corriente de aire gélido causándole el escalofrío.

—Abrázame.

Hyunjin lo tomó entre sus brazos como si lo dicho fuera una orden, asegurándose de proporcionarle calidez y seguridad. El simple hecho de tenerlo entre sus brazos se sentía como si tuviera una razón de ser, como si su propósito en la vida fuera proteger a Felix y asegurarse de que sea feliz.

—¿Tienes frío? —El hada asintió desde su pecho, tal vez era la combinación de la brisa fresca primaveral con el agua fría tocando sus pies lo que lo causaba. —Supongo que tendré que calentarte... —Susurró para sí mismo, asegurándose de que el hada no lo hubiera escuchado.

Se despegó del hada y se inclinó un poco quedando a su altura, ansioso por hacer lo que había estado esperando por mucho tiempo.

Antes de que Felix leyera sus intenciones, rompió la distancia y creó contacto entre sus labios, dejando un pico suave con un ligero chasquido para luego volver a separarse. Incluso cuando el contacto fue tan efímero, pudo sentir la suavidad de sus labios, tal como había imaginado.

Felix lo miraba confundido, con sus orbes azules parpadeando repetidamente. —¿Eso es todo?

Hyunjin soltó una risa inmediatamente, y luego negó. —Era para molestarte. —Volvió a acortar la distancia apresando la cintura del hada con sus brazos, y esta vez el contacto fue verdadero.

El hada tardó en reaccionar después de la broma, sin embargo comenzó a hacer su mejor intento por seguir el ritmo al movimiento de los del elfo. Se movían a paso lento, con sentimientos puros desbordando a cada segundo. Rodeó el cuello del elfo intentando profundizar el contacto, además si no lo hacía sentía que resbalaría porque sus piernas comenzaban a fallarle.

Su estómago revoloteaba, al igual que sentía sus mejillas calientes y la sangre bombeando a cada parte de su cuerpo, producto de la dopamina. Podía sentir la esponjosidad de los labios del elfo, propiciándole sensaciones y sentimientos que nunca había sentido antes.

No había palabras para definir aquello, se sentía mejor que volar.

Se separaron tranquilamente, dándose el tiempo de asimilar lo sucedido, cuando Hyunjin abrió los ojos, se encontró con las estrellas brillantes de las mejillas del hada, y la luna en su frente brillando espectacularmente como siempre.

—Te amo. —Susurró suavemente, ni siquiera había notado que lo había confesado en voz alta, pero incluso si así era realmente no le importaba.

Felix se sintió feliz por aquella confesión, pero de alguna forma era abrumador lo bien que se sentía, estaba tan feliz que muy por dentro tenía miedo de que todo acabara.

—Yo también te amo... 

Pero, incluso si algo malo pasaba, sabía que habría valido la pena ser feliz al menos por un tiempo.


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