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Parte Seis

Felix hizo una reverencia frente al espejo del cuarto que compartió con Jisung, el gnomo le sonreía mientras veía orgulloso el cambio en la apariencia que había logrado en el hada.

Él ya era hermoso naturalmente, pero ahora su cabello caía finamente peinado, planchado y trenzado, con joyería en sus pequeñas orejas y su cuello. Incluso podía ver la gran sonrisa que el hada no podía ocultar. Ni siquiera se había preocupado por maquillarle demasiado, sus pecas ya eran bonitas por si solas.

Casi tropezó con los pequeños tacones que acompañaban el atuendo, jamás había puesto algo similar y le costaba adaptarse, pero estaba poniendo mucho empeño.

Jisung terminó con su propia apariencia, se paró y acomodó su traje perfectamente planchado, llegó hacia el espejo y se dió un vistazo a sí mismo de pies a cabeza y procedió a hacer lo mismo con el hada.

—¿Estás seguro con los zapatos? —Felix asintió felizmente.

—Hacen juego con el vestido.

La puerta fue tocada, Jisung permitió el pase a quién sea que estuviera del otro lado, la cabeza del elfo rubio asomó por ella.

—Jisung necesito que arregles mi cabe... wow. —Su mirada fue directo al hada, quedando completamente aturdido.

—Luces más elegante que de costumbre, Hyunjin. —Le dijo Felix, mirándolo mientras le dedicaba una brillante sonrisa.

El elfo extendió una mano hacia él. —¿Me permite este baile?

Felix sonrió, tomó su mano y dirigió la otra al hombro del más alto, tal como la primera vez que bailaron juntos. Giraron lentamente mirándose sin romper el contacto con los ojos, unos cuantos segundos después oyeron un carraspeo provenir del gnomo cuya presencia habían olvidado.

—Lamento interrumpirlos, pero Hyunjin, tu cabello mojado está dañando tu ropa.

Hyunjin arrimó la silla antes de que Felix pudiera hacerlo, sorprendiéndolo por su cortesía. El elfo había estado muy pendiente de él todo el día, además de esas pequeñas muestras de respeto que para los demás habían pasado desapercibidas.

De repente estaban solos en una habitación a parte, Chan había protestado pero el resto se lo llevaron dejando a los dos solos.

Hyunjin se sentó frente a él, había una ventana que iluminaba toda la habitación con la luz del mediodía, hubiera sido aún más romántico a la luz de la luna pero debían volver al reino de las hadas mucho antes del ocaso, o al menos eso había dicho Chan.

Pidieron muchísimas cosas para comer, cosas que Felix jamás había oído mencionar en su vida. Y también postres que según el elfo, pudieran gustarle.

El hada llevó una cucharada de lo que sea que sea la crema que había servida en una copa, llevándose la sorpresa por el frío helado del postre. Su cabeza de repente dolió mucho pero la sensación duró poco y fue reemplazada por la cremosidad en su boca.

—Creo que debí decirte qué era antes de llevarte una gran cucharada a la boca.

—¡Es delicioso! —Musitó apretando sus mejillas propias, la sustancia fría se derretía en su boca dejando un dulce sabor a vainilla.

Tomó una cucharada de algo que a simple vista parecía pastel.

—Es Tiramisú. —Mencionó Hyunjin, Felix repitió la acción de llevárselo a la boca y sintió una cremosidad cálida con una explosión de sabores, chocolate, leche, crema, todo se revolvía de forma magnífica en su boca.

Hyunjin solo se reía de sus acciones, ambos eran tan felices viéndose uno al otro bajo la claridad del sol, siendo testigos de la belleza del contrario. El elfo tomó su silla y la arrimó hasta quedar al lado del hada, tomó los cubiertos del plato principal que Felix no había ni tocado y comenzó a cortar la carne con destreza.

—Estás comiendo el postre primero. —Atravesó la carne con el tenedor y la llevó hasta la boca de Felix, haciendo un gesto para que este la mordiera.

Y así lo hizo, deleitándose con el sabor umami de la carne y todas las especias que aquel platillo parecía tener.

—Ya veo porqué los gnomos son todos gorditos. —Hyunjin solo rió por lo bajo, Felix era demasiado sincero.

—En realidad está en sus genes, son gorditos y feos por naturaleza. Pero la belleza es subjetiva, y solo porque no sean físicamente atractivos para los demás no significa que no pudieran ser buenos en otras cosas.

Felix sintió esto muy a pecho, a pesar de que sabía que el elfo no tenía esa intención. En su reino, todo era totalmente lo contrario a el de los gnomos.

Las hadas podían ser bellas pero la comida sabía a cartón comparada con todo lo que había probado en el reino de los gnomos hasta ahora. La ropa de su reino era fea, la gente era hipócrita, todo era horrible con un exterior bonito.

—Las hadas siempre se burlan de Chan. —No sabía de dónde venía ese repentino arranque de confianza con Hyunjin. —Pero él trabaja muy duro, mucho más que todas ellas. —Felix sentía un nudo formándose en su garganta, le daba rabia recordarlo.

—Si me lo preguntas, él es muy atractivo también. —Tomó la mano del hada y la apretó entre la suya. —Luce como alguien fuerte y varonil, solo que tal vez no es lo que las hadas consideren atractivo, supongo que es porque la mayoría son mujeres.

Felix respiró hondo conteniendo las lágrimas, había estado guardando eso por mucho tiempo sin poder decirle a nadie.

—Tampoco sé cocinar, ni limpiar, nada. Las hadas y yo somos iguales, somos un cascarón bonito y vacío.

Hyunjin llevó una mano a su mejilla, obligándolo a mirarlo, tal como había hecho la primera vez que se besaron.

—El hecho de que puedas darte cuenta de tus imperfecciones te hace diferente a ellas. —El elfo acortó más la distancia y dejó un suave beso en sus pecosas mejillas, no sentía correcto una intromisión más allá de ello. —Para mí siempre serás diferente a las demás.

Hyunjin le sonreía, él siempre le sonreía de esa forma tan pura, podía sentir las emociones del elfo como si le cubrieran la piel propia, no lo sabía solo porque Jisung lo había dicho, sino porque también era tan embriagante el aura del elfo estando con él, y aún así quería más.

Era como si estuvieran hechos uno para el otro, en tan poco tiempo de conocerse se habían enamorado tanto punto de no haber segundo al día donde no piensen en el contrario. Incluso sus miradas conectándose enviaban descargas eléctricas por todo su cuerpo seguidas de un suave calor abrazador.

Todo lo que Hyunjin significaba para él era a la vez tan nuevo, con el elfo se había dado cuenta de lo privado que había estado toda su vida de lo que se sentía vivir de verdad, todo lo anterior se sentía vacío y no podía pensar en tener que renunciar a ello en algún punto.

Porque por más que quisiera huir con él tan lejos como se pueda, sabía que aún tenía responsabilidades con su reino. Simplemente, en esta vida no podían estar juntos, tal vez el destino los había juntado pero no estaban en la vida correcta para corresponderse de forma indicada.

Si la Diosa de la Luna existía, y era un ser tan bondadoso como todos decían, tal vez les daría la oportunidad de estar juntos sin tener que huir de sus países y sus razas.

Felix tomó las mejillas de Hyunjin, mirándolo con el mismo gesto dulce que él le dedicaba, y fue acercándose a él para plantarle un beso en los labios. Ambos cerraron los ojos ante el contacto, no querían apartarse, no querían que aquello parase, porque muy por dentro ambos sentían que todo era tan perfecto que no podía ser eterno.

—No es suficiente. —Susurró el hada cerca de sus labios, confundiendo al contrario.

—¿A qué te refieres?

—No es suficiente lo que tengo de ti, quiero más y ni siquiera sé ponerlo en palabras, simplemente no es suficiente para mí solo besarte.

Hyunjin parpadeó un par de veces ante lo que oía, se sentía de la misma manera, lo que ya obtenía de Felix no le era suficiente porque siempre terminaba necesitando más.

—Siéntate en mis piernas. —Habló, o mejor dicho ordenó. Felix de repente pareció muy confundido, y Hyunjin palmeó su regazo. —Hazlo. —Repitió.

De repente se levantó y torpemente realizó la petición del elfo, acomodando sus piernas a cada lado de su cuerpo como él pedía, sus alas perfectamente cayeron detrás. Hyunjin pasó su brazo rodeando su cintura por detrás y jaló su pequeño cuerpo para perder la poca distancia que tenían.

Estaban tan cerca que sus pechos chocaban, rostros juntos mientras se miraban fijamente con adoración.

El elfo no sabía si por "más" se refería a lo mismo que él, pero deslizó sus manos desde su espalda baja hasta llegar a sus piernas y delicadamente correr el vestido solo un poco. Felix se puso un poco nervioso, pero no lo detuvo, Hyunjin solo siguió acariciando y apretando sus piernas.

—¿Qué haces? —Cuestionó inocentemente, a pesar de lo nervioso que le ponía el toque de Hyunjin, quería saber por qué le gustaba tanto.

—Dijiste que necesitabas más. —Susurró cerca de su cuello y orejas, haciéndolo sentir una corriente de escalofríos en su espalda. —Puedes tocarme si quieres.

No sabía cómo algo como aquello resolvería su problema, pero sus manos se movieron solas por los brazos del elfo. Tocó su delicado rostro, su cuello y bajó hasta su pecho. El pecho plano de Hyunjin permanecía firme bajo su toque.

Hyunjin apretó su trasero, había metido las manos debajo de su vestido, le parecía vergonzoso que tocara allí, porque no relacionaba ciertas partes de su cuerpo a funciones que no sean las básicas.

El choque de experiencias era mucho más fuerte aunque ninguno de los dos lo sepa, el elfo que había crecido en una sociedad abierta sentía deseo puro al tocar el cuerpo del hada, mientras este sentía solo curiosidad inocente por el elfo y una especie de sensación agradable mientras era tocado pero sin saber qué la ocasionaba.

Hyunjin tomó su mentón y acercó sus rostros para besarse de nuevo, pero esta vez era diferente, Felix podía sentir el hambre en el beso. Hyunjin succionaba sus labios suavemente, y luego abrió la boca del hada con su lengua para jugar con ella dentro, Felix gimió ante la intromisión, pero dejó que el elfo guiara ambas bocas mientras seguía tocándolo, porque aunque no sabía qué era lo diferente de aquél beso, sabía que era exactamente lo que necesitaba.

Felix se despegó, jadeando por la necesidad de respirar y con las mejillas coloradas, miró a Hyunjin sorprendido, su cuerpo se sentía extraño.

—¿Qué fue eso? —Inquirió, aún extasiado por las sensaciones, el toque de Hyunjin en sus piernas quemaba extrañamente bien.

Hyunjin le sonrió. —¿Nunca habías hecho algo como eso? —Felix negó de forma inocente, el elfo hizo una pausa para luego preguntar; —¿Te gustó?

Tímidamente asintió, pero justo en ese instante escucharon el golpeteo de la puerta del comedor, no sabían por qué, pero al instante siguiente, Hyunjin ya había retirado a Felix de su regazo, parándose para acudir a quién sea que haya llamado a la puerta.

En su lugar, se encontró con nada más y nada menos que Chan, y de alguna forma por el gesto triste que le dedicaba, ya se esperaba la horrible noticia que le daría.

—Ya casi es hora de partir.

Oyó a Felix suspirar hondo detrás de él, ninguno lo quería, ninguno podía separarse del contrario después de haber sido tan felices durante la mitad del día. Incluso le dolía saber que Felix a duras penas había tenido tiempo de comer, era una pena que no podría deleitarse con la gastronomía del reino de los gnomos lo suficiente.

—Supongo que no hay ninguna forma de rogarte que se quede, ¿verdad? —Incluso cuando ya sabía la respuesta, no quería rendirse, porque había tanto que no le había mostrado al menor, tanto que este sería feliz de ver.

—Ya es hora, lo siento mucho. —El hada mayor extendió una mano hacia Felix, para hacer que este salga del comedor.

—Pero antes... —La silueta de Seungmin apareció por el corredor que daba hacia el lugar donde estaban, detrás de él se situaban las siluetas de Changbin, Jisung y Minho, todos vistiendo de preciosos trajes al igual que el elfo de cabello corto. —Hay algo que tenemos que hablar.

Chan alzó una ceja en dirección a Changbin, este bajó el rostro apenado, para el momento siguiente ya habían sido todos encerrados en el comedor y el ninfa masculino había cerrado la puerta para hacer guardia justo al lado, con ojos amenazantes diciendo que nadie saldría.

—Ustedes dos, siéntense. —Seungmin tomó del brazo tanto a Felix como a Hyunjin para sentarlos en una de las tantas sillas del comedor, ambos se miraron entre sí visiblemente confundidos. —Chan tiene algo que decirles.

El aludido abrió los ojos con pánico cuando todos en la sala lo miraron esperando una respuesta. Sin embargo, no dijo nada, solo se mantuvo exigiéndole a Changbin una respuesta con la mirada, la cuál tampoco llegó.

—Si no les dices tú, les diré yo, y quedarás como un mentiroso frente a Lix. —Seungmin cruzó los brazos, el elfo de cabello negro era amenazante incluso portando el rostro de un cachorrito.

—¿De qué está hablando, Chan? —La tranquila y suplicante voz de Felix se sentía como un taladro. Se lo quería esconder, al menos por un poco más de tiempo, pero ahora todos, incluido Hyunjin, le miraban esperando una respuesta.

Alguien posó la mano en su hombro, y al voltear se encontró con la amena mirada de Changbin. —Ellos merecen saberlo.

Suspiró por última vez, derrotado, lo entendía pero no era fácil. Luego se inclinó ante Felix, y una de sus manos fue a parar a la rodilla de este, donde el menor entrelazó la suya con la de él, tal vez por hábito.

—Es hora de decirle a Hyunjin quién eres, Felix. —El rostro del menor se deformó con pavor, para luego negar repetidas veces. Hyunjin a su lado no entendía nada, se sentía tan fuera de lugar. —Él tiene que saberlo, Lix. —Incluso así, el menor se negó, lágrimas amenazaban con salir de sus ojos y estaba seguro que obtendría una crisis de ansiedad.

Así que Chan se paró y abrazó su rostro, pegándolo a su pecho para el momento exacto en el que Felix dejó escapar lágrimas y sollozos.

—No le digas. —Fue lo que escuchó provenir de él, y le rompía el corazón. Usualmente estaba acostumbrado a hacer todo lo que Felix le diga, tal vez porque sabía que era el heredero y además los reyes hada le habían puesto esa tarea, pero él también lo hacía por gusto, porque le encantaba hacer feliz al menor siempre.

Y entonces, esta vez decidió hacerlo feliz a pesar de su insistente súplica por no revelar aquello.

Miró a Hyunjin. —Yo soy Chan, décimo cuarto hijo de Jihoon... —Suspiró, tomando una pausa cuando Felix apretó sus ropas. —El Rey Hada.

Esperó reacción de Hyunjin, pero este seguía confundido, y entendiendo que todos los asistentes esperaban que dijera algo, por fin admitió:

—No entiendo.

Seungmin rodó los ojos, desde el fondo se escuchó un: —No puedo creer que seas tan idiota. —Proviniendo de Minho, este se ganó un golpe por parte del Príncipe Gnomo.

—Felix es mi hermano menor, Hyunjin. El décimo quinto hijo del Rey Hada Jihoon. —Hyunjin perdió el color en ese mismo momento, cosa que todos pudieron ver, pero el mayor no paró de explicar allí. —Y además, el sucesor al trono.

Todos oyeron al menor sollozar fuerte, nadie hablaba, incluso nadie quería respirar, el único ruido posible era Felix completamente devastado.

—Tú también tienes algo que decirle, Hyunjin. —Seungmin sacó al elfo contrario de su trance, todo aquello le había caído como una bomba encima.

—Pero... —Hyunjin señaló al hada mayor, claramente en señal de que no solo Felix, sino él también lo sabría, sin embargo la respuesta de este mismo fue en un intento de reconfortarle.

—Felix es el único que no lo sabe. —Acarició los cabellos rubios, se sentía como si lo hubiera traicionado aún cuando lo había hecho por su bien. —Todos aquí lo sabíamos antes que ustedes dos.

Hyunjin miró a los demás, cada uno de ellos asintió ante las palabras del hada.

Lo entendía, debía decirle, tal vez Felix se podría muy feliz con ello, porque él sentía como si hubiera liberado un peso de su espalda aún antes de decirle. Saber que ambos eran parte de la realeza, que tal vez por ello se sentía tan comprendido con el hada, que Felix había probado en carne propia lo duro que podía ser la responsabilidad de saber que te harás cargo de un reino entero.

Ya no se sentía solo, aunque en realidad, dejó de sentirse solo desde que lo conoció.

—Felix... —Llamó al menor, tratando de alejar a Chan de él para que lo mirase, y a pesar de que se había aferrado a él, Hyunjin logró acomodarse arrodillado frente a él como el mayor había hecho.

Tomó sus manos, sus preciosas y delicadas manos adornadas con joyería, y llevó estás a su rostro. A pesar del rostro triste y devastado del hada, sonrió de vuelta cuando él lo hizo primero. Lo amaba, y quería demostrarle de verdad lo mucho que podría arriesgar todo por él.

—Mi nombre es Hyunjin. —Hizo una pausa, Felix asintió, absorbiendo sus mocos antes de que Hyunjin continúe. —No puedo presentarme tan elegantemente como Chan lo hizo, pero... —Pausó, tratando de encontrar las palabras. —¿Recuerdas cuando te dije que estoy comprometido a la fuerza con Jisung? —El menor asintió. —Jisung es el Príncipe de este reino, Felix, igual que tú... y también igual que yo.

Felix ladeó la cabeza. —¿Igual que tú? —Su voz sonó quebrada, pero aún así, Hyunjin le dedicó la más hermosa sonrisa que había visto.

—Yo también soy un Príncipe, Felix. Soy el Príncipe Elfo.

Felix respiró dos veces, antes de que sus ojos se abrieran con sorpresa y no supiera de qué forma responder, pero antes de hacerlo, Hyunjin ya lo había apresado entre sus brazos, tan cálidamente. Y cuando se dió cuenta, sus labios y los de Hyunjin ya se habían unido en una tranquila danza, ya no había lágrimas ni sollozos, solo felicidad.

Felix escuchó pasos de nuevo en el bosque, pero esta vez tenía la certeza de que se trataba de Hyunjin.

Y así como sus sospechas fueron ciertas, Hyunjin se apareció frente a él, sonriente y deslumbrante. No sabía si estaba en lo cierto, pero ahora el elfo lucía feliz y vivo, como si todos los horrores que lo atormentaban hubieran desaparecido.

—Creí que vendrías con un vestido. —Le dijo el elfo una vez que lo tuvo en frente. Tomando asiento a su lado en el tronco frente a la fogata que ya había encendido para pasar la noche.

—Los vestidos son hermosos, pero incómodos. —Respondió, revisando entre su mochila, ya era costumbre para ellos compartir bocadillos de noche.

Habían pasado dos días desde la visita al reino de los gnomos, aquella que terminó en Felix llorando por no querer separarse de Hyunjin una vez que ambos confesaron su más íntimo secreto. Sin embargo, ya lo había superado, porque ahora tenía la certeza de que el elfo compartía con él aquél detalle, que los unía y los encadenaba a partes iguales.

—Me gusta la ropa de hombre, es más cómoda. —Hyunjin no había insistido, y sin embargo, Felix estaba explicando. El menor se había quedado aquél vestido blanco, mencionando que lo ocultaría de las demás hadas porque evidenciaba su salida del reino.

—Tal vez mande a hacer algo a tu medida, con el hueco en la espalda.

Ellos simplemente estaban más relajados, más libres, ambos sentían que juntos podían librarse del estrés que conllevaba tener que aprender sobre la administración de sus reinos, sin embargo, había algo que inquietaba al menor, y necesitaba decirlo, porque lo consideraba casi tan importante como el hecho de ser un noble.

—Hyunjin, tengo algo que decirte. —El nombrado se atragantó con una galleta, al escuchar el nervioso tono del menor, temiendo recibir una mala noticia.

—¿Es algo malo? —Su garganta picaba, pero aún así se aseguró de preguntar, respirando hondo cuando Felix negó, no sabía si era por ahogarse o por estar aliviado de su respuesta.

Felix tomó su mano. —Lo que tengo que decirte es importante, para mí y para las hadas. —Hyunjin asintió, escuchando tranquilo mientras lo miraba fijamente, Felix lucía hermoso bajo la luz de la luna. —Cuando un hada se vuelve Rey, nosotros tenemos que dar a luz a la nueva generación de hadas.

—¿Dar a luz? —Tal vez había oído mal, o tal vez Felix había usado una incorrecta elección de palabras, eso quería creer, pero el menor asintió con seguridad.

—De mí nacerán nuevas hadas, y de mí nacerá un nuevo heredero. Así como yo nací del Rey Hada Jihoon, al igual que todos mis hermanos.

Hyunjin no daba crédito a lo que estaba oyendo del menor, no entendía, simplemente en su mente no cabía la posibilidad que Felix estaba explicando. Tampoco entendía qué tenía que ver él en aquello, porque Felix hablaba de un plan a futuro donde él sería Rey de su reino, un futuro que no incluía a Hyunjin en ninguna parte.

—Lo que trato de decir es... —Felix respiró hondo. —Llegado el momento tendré que emparejarme con alguien de mi reino, y la idea me parece desagradable. —Felix apretó su mano y luego la sostuvo entre las dos suyas. —Hyunjin, ¿aceptarías emparejarte conmigo antes?

Su mente flaqueó, ¿lo que Felix le estaba pidiendo era lo que él creía que le estaba pidiendo?

Tal vez no, tal vez su mente estaba jugándole en contra.

—¿Emparejar? —Felix asintió con un leve puchero en el rostro. —¿Eso qué significa?

—Cuando el Rey se empareja con alguien, significa que tendrán un momento especial juntos, y luego nacerán más hadas. —Felix ladeó la cabeza, confundido. —¿No es así como lo hacen los elfos?

Hyunjin negó, confundiendo más al menor. Trató de respirar hondo y encontrar una forma de explicarle a su bastante inocente mente la forma en la que las demás razas se "emparejaban", pero no podía.

Si tan solo hubiera prestado atención a clases de educación sexual en vez de dormirse en su pupitre, ¡diablos!

—Tú eres de sexo masculino, ¿verdad Felix? —Se sentía estúpido preguntando lo obvio, pero solo quería entender lo que estaba pasando. Felix asintió, confundido aún. —¿Y me estás diciendo que puedes quedar embarazado?

—¡Oh, si! Esa es la palabra. —Sus ojitos brillaron, Hyunjin ahora se daba cuenta de otra de las tantas diferencias entre sus reinos. —Pero, ¿no es eso lo normal? —Felix enmudeció cuando el mayor negó. —¿Y cómo es lo normal? —Se sentía inseguro de preguntar.

—Todas las razas... los elfos y los gnomos, incluso las ninfas, nacen de una mujer. —Felix bajó la mirada, de forma que pudo darse cuenta que estaba avergonzado.

—¿Entonces de ti no nacerán elfos? —Negó. —¿No te obligarán a emparejarte con alguien para tener descendencia?

Respiró hondo, tal vez no era lo que Felix esperaba, pero respondió. —Mis padres quieren que tenga descendencia de sangre noble. Me obligarán a casarme con Jisung si quiero el trono, solo porque a ellos les interesa una unión política entre reinos. —Pausó. —Tal vez no es lo mismo que contigo, pero sé cómo te sientes, Felix.

Cuando lo miró, sus ojos se encontraban aguados, las lágrimas brillaban por la luz de las estrellas en sus mejillas. No pudo evitar abrazarlo y sostenerlo fuerte mientras el menor liberaba unas cuantas lágrimas silenciosas.

Todo lo que conocía era falso, pensaba Felix. Todo lo que alguna vez creyó verídico y absoluto ahora resultaba en una mentira. Desde muy pequeño le enseñaron que los elfos eran malos y horribles, criaturas despiadadas que solo causaban caos y terror a donde quiera que vayan, y ahora que encontraba uno, este era nada más y nada menos que el ser más bondadoso que conocía.

Le habían enseñado que fuera del reino todo estaba corrompido y ahora, encontraba en el exterior los mejores amigos que pudo haber conocido.

—Emparéjate conmigo, Hyunjin. —Susurró, mientras los fuertes brazos del elfo lo mantenían a salvo, donde se sentía feliz y tranquilo. —No podría soportar saber que no fuiste el primero de todas mis primeras veces.

Hyunjin se separó de él, solo para mirarlo. Él sabía perfectamente lo que eso significa, todas y cada una de las cosas que había hecho con él habían resultado nuevas para el hada. Desde la primera vez que vió un elfo en persona, su primer beso, la primera vez que usaba un vestido y la primera vez que comía helado y tiramisú, había tantas primeras veces que Hyunjin le había dado, y ahora este se sentía orgulloso de una vez más, ser su primera vez.

Porque bajo la luz de las estrellas, en medio del bosque, el elfo había aceptado unirse al hada, poseyendo su cuerpo de la forma más dulce que jamás podría haber pensado. Haciéndose una vez más, dueño de otra de las primeras veces del hada.

Donde además, ambos desearon que fuera para siempre.

Tal vez la Diosa de la Luna les conceda este último deseo.


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