Final Alternativo
50 años, ese era el tiempo que había pasado desde que lo perdió todo.
Hyunjin parecía cada vez más un muerto en vida, un elfo sin propósito a punto de convertirse en un árbol, al que ni siquiera le importaba el incesante llanto de su madre y los gruñidos de su padre mientras firmaba el divorcio que lo separaba de Jisung.
"Finalmente eres libre", trató de expresarle con la mirada, pero el gnomo parecía preocupado, tal vez lo estaba solo por ver llorar a su madre, Hyunjin sabía en el fondo que Jisung estaba muy feliz, sobre todo porque de vez en cuando soltaba una miradita en dirección al guardia de la puerta y le sonreía con discreción. Sus padres debían ser realmente tontos para no haberlo notado.
Hyunjin estaba feliz por ambos, porque al menos Jisung tendría su hermoso cuento perfecto, estaba enamorado y finalmente podía hacer pública su unión con el ninfa, como sabía que lo haría. Para Hyunjin, la única parte de su vida que le producía felicidad era saber que había contribuido en la de Jisung, su mejor amigo, su confidente, su alma gemela.
No sabía a dónde lo habían traído, solo que fue sacado como muñeca de trapo de su oficina real donde se encargaba del papeleo que requería ser Rey, porque ahora lo era, finalmente el reino era suyo, tal vez antes le hubiera hecho feliz ser Rey, pero ahora solo se sentía como una carga más, ya ni siquiera tenía una razón de ser. Sus días consistían en cansadas tardes ocupándose de sus asuntos, comiendo por obligación y durmiendo por necesidad, para despertar y repetir el proceso.
—¿Qué es este lugar? —El carruaje paró frente a un viejo edificio, Hyunjin no tenía ni idea de dónde estaba, a pesar de que claramente era su reino y su territorio.
—Minho y yo hemos venido a adoptar a un niño. —Respondió el gnomo, tomando la mano del ninfa para salir del vehículo. —Este lugar es un orfanato.
Cuando tuvo un pie frente al lugar, arrugó la nariz, era feo, tal vez debería empezar el papeleo para remodelarlo, le ponía los pelos de punta pensar que niños de su reino vivían allí. A pesar de ser un muerto en vida, Hyunjin se preocupaba porque la gente de su reino estuviera bien.
—¿Por qué adoptar uno aquí y no en tu reino? —Minho le rodó los ojos, lo usual.
—Porque queríamos una ninfa, Hyunjin. —Respondió suave, su tan hermoso y amado mejor amigo, Minho y Jisung eran tan diferentes que aún no entendía por qué estaban juntos.
Como la respuesta tenía sentido para él, finalmente lo dejó, no preguntaría más.
Hyunjin dejó a la pareja hacer sus cosas, ellos tenían algo que hacer de forma importante así que no quería estorbar. Recorrió los pasillos, escabulléndose donde nadie lo veía, porque no todos los días te encontrabas al Rey Elfo Hyunjin en un lugar como aquél, y no quería pasar por molestas pruebas de respeto del personal, era incómodo para él.
Sin darse cuenta y a paso desorientado, fue a parar una banca en el patio del edificio, el lugar era feo por fuera pero el jardín era grande verde, aquella relajada vista le producía paz, tanta paz que al recostarse en aquel pedazo de madera logró conciliar el sueño sin darse cuenta.
Sintió cosquillas en su nariz, y pesadamente entreabrió los ojos, topándose con estrellas, pero había algo que se sentía extraño, abrió un poco más los ojos y notó lo que parecía ser una luna menguante, pero esta vez no eran brillantes sino cafés.
Las estrellas que había visto antes formaban constelaciones, y después de esto notó aquellos dos orbes azules que lo miraban con una expresión confusa, cabello rubio y orejas de elfo, se sentía familiar, pero el pesado sueño estaba haciendo efecto en él, tal vez era eso, un sueño.
La persona dirigió su mano a su rostro y comenzó a acariciar suavemente su cabeza, el elfo no pudo resistir la intensa sensación de comodidad que el toque le provocaba y volvió a cerrar los ojos.
Saltó de la banca una vez que se dió cuenta, pero no había nadie, nada ni nadie, lo único que encontraba era más y más césped verde, árboles y algunas plantas en el jardín. Estaba completamente desorientado, tanto que le tomó un par de segundos recordar dónde se encontraba y cuando lo hizo, optó por regresar al lugar donde había perdido de vista a la pareja.
¿Había soñado con Felix? Tal vez, pero había algo raro. Desde aquél día, todas y cada una de las veces que soñaba con él eran pesadillas, imágenes hórridas se reproducían en su mente logrando que despierte cansado, sin vida, cada vez más consumido en la depresión. Incluso después de tantos años, su precioso cabello rubio y largo de elfo se había vuelto gris y sin su particular brillo. Su madre le había preguntado, preocupada por su salud, pero él nunca pudo ser capaz de decirle lo que había pasado con él aquél día que fue momentáneamente secuestrado por las hadas.
Escuchó voces, las de Jisung, Minho y alguna otra de tono femenino, acompañas de voces agudas que coincidían con infantes, alegrándose de que tal vez la pareja había conseguido algún pequeño especial para integrar a su peculiar familia.
Lo que no esperaba era que a penas cruzar la puerta, unos pequeños pies corrieran a toda velocidad hasta abrazar sus piernas, aquello lo había impresionado, pero tal fue su shock cuando al bajar la mirada, la cabellera rubia pegada a él levantara el rostro.
—Esperé tanto por ti, Hyunjin. —Soltó la tierna voz, acompañada de una suave risa de bebé.
—¡Oh lo siento tanto, mi Rey! —Exclamó la mujer dentro del lugar, Hyunjin miró atónito hacia Minho y Jisung, y ambos chicos lo miraban de la misma forma, esperando que diga algo.
—¡Suéltame! —Se oyeron gritos, entonces el elfo notó que la misma mujer intentaba desprender de sus piernas a la criatura que se hallaba aferrada a él. —¡Hyunjin, dile que me suelte!
La mujer, apenada ante la actitud de la criatura, intentó hacer una reverencia mientras luchaba. —Estoy tan apenada, Rey. Bokkie está demostrando un mal carácter justo frente a usted, ella usualmente no se comporta de esta manera.
¿Ella?
—¡Ya te dije que me llamo Felix! —La mujer cargó a la criatura entre sus brazos, aún gritaba, cuando Hyunjin levantó la vista hacia la escena se encontró con aquella característica melena rubia y los ojos azules como las estrellas. —¡Hyunjin! —Extendió sus manos hacia él, mientras de aquellos azules orbes comenzaban a formarse gruesas lágrimas que no tardaron en surgir.
Hizo lo primero que sintió que debía hacer, caminó a zancadas hasta donde estaba la mujer y le arrebató de sus brazos a la criatura, para automáticamente sentir unos pequeños bracitos rodear su cuello con la misma fuerza que él apretaba el pequeño cuerpo.
—¿Hyunjin? —Jisung mencionó su nombre preocupado, cuando lo miró, logró ver en él una expresión lastimera, el gnomo extendió los brazos para lo que, Hyunjin creyó, era quitarle a la criatura a la cual se aferraba, pero él retrocedió, y lo hizo de nuevo cuando la mujer quiso hacer lo mismo.
—Lo siento mucho, Su Majestad. Ella es muy fan de usted, pero no entiende que debe llamársele con respeto.
—No me importa. —Respondió, en general le incomodaba el exceso de formalidad cuando la gente de dirigía a él, pero esta vez genuinamente le hacía feliz ser llamado simplemente: Hyunjin.
Después del shock inicial en donde Hyunjin no reaccionaba a más que a las caricias de la pequeña sobre su cabello, tomó lugar en la mesa que se encontraba justo al centro de aquella habitación, con la pareja al lado de ellos, la mujer frente a todos, y la pequeña sentada encima de la mesa frente a él.
Porque sí, era una niña, y también era una elfa, una hermosa elfa con las orejas pequeñas, a pesar de esto, ella tenía un uniforme masculino con un short corto y unas botitas, era tan pequeña y frágil que su instinto sobreprotector hizo que no la dejara separarse de él en ningún momento.
Revisó su mochila, sacando de allí un macarrón para entregárselo, no le importaba nada de lo que la pareja y la mujer estuvieran hablando, solo podía concentrarse en la pequeña que tomó el macarrón para llevárselo a la boca.
—Su Majestad, está prohibido regalar dulces a los... —Antes de que la mujer termine lo dicho, la niña volteó y mordió el macarrón frente a la mujer, sacando la lengua para luego masticar felizmente. Aquello hizo reír a Hyunjin.
Cuando la mujer se acercó a la niña de forma que sabía que le iba a quitar el macarrón, se escuchó un chillido agudo proviniendo de ella y luego chilló de forma horrorizada.
—¡No! —Ella se aferró al dulce. —¡Hyunjin me lo regaló!
Hyunjin rió de nuevo, esta vez casi a carcajadas, ignorante de que tanto Jisung como Minho lo miraban atónitos, lo habían visto reír dos veces en un día, las únicas dos veces desde que aquella última visita de Chan.
—¿Van a adoptarla? —Hyunjin salió de su trance, solo para preguntarle a la pareja, quienes lo miraron ambos confundidos.
—Minho y yo ya encontramos a alguien, creímos que tal vez querrías hacerlo tú. —Hyunjin se volvió serio cuando Jisung le dijo aquello, mirando de nuevo a la pequeña cuyos ojos azules se habían vuelto suplicantes, sabía que le estaba rogando con la mirada, ella deseaba ser adoptada.
Al llegar a casa, su madre había puesto el grito en el cielo cuando lo vió entrar cargando a una pequeña en brazos, la mujer había objetado, argumentando que era un Rey ocupado y que era soltero y no podría hacerse cargo solo de la pequeña, pero finalmente accedió cuando vió a su hijo ser feliz de nuevo, como si la niña le hubiera regresado aquello que perdió hace tanto tiempo.
En cuanto a la pareja, ellos encontraron un candidato perfecto, un niño ninfa de nombre Jeongin, de cabello blanco cenizo. Al principio la mujer del orfanato estuvo en contra, puesto que como mencionó, los niños de peculiar "rareza" solían ser adoptados más rápido, la rareza de Jeongin era porque a pesar de ser ninfa, era un niño, lo cuál no era común, pero ella finalmente accedió a causa de que Minho también era un ninfa, y seguramente serviría como excelente figura paterna.
Según Hyunjin, el pequeño Jeongin no sabía lo que le esperaba en esa peculiar familia. Jisung era un gnomo, alguien diestro en cualquier arte y profesión, y Minho no era menos apto que su pareja, siendo un excelente cocinero, capacitado en lucha, incluso sabía montar a caballo y tiro al arco, era lógico que creciendo bajo la tutela de estos dos, Jeongin se convertiría en un buen hombre con el paso del tiempo, tal vez sus padres serían demasiado estrictos en su educación.
Su pequeña se llamaba Yongbokkie, y aunque ella no tenía problemas con este nombre, eran pequeños los momentos en donde parecía insistir en querer ser llamada Felix o Lixxie. Hyunjin aveces intentaba preguntarle si recordaba algo, pero ella siempre negaba. Sabía su nombre, y algunas otras cosas que ella "simplemente sabía", así que con el tiempo dejó de preguntarle, no podía martirizar su existencia con algo de lo cuál ella ni siquiera tenía conocimiento.
—Hyunjin. —Salió del trance cuando Seungmin llamó a su nombre.
Ahora que era un Rey, Seungmin había pasado de ser el bibliotecario real a ser su consejero y mano derecha. Hyunjin lo admitía, si no fuera por Seungmin tal vez hubiera renunciado a ser Rey hacía ya mucho tiempo, era demasiado agotador, pero la ayuda del chico le facilitaba tanto el trabajo.
—Ya terminaste la mitad del papeleo del día, creo que mereces un descanso.
No tuvo que decírselo dos veces, Hyunjin se levantó de la silla y caminó a zancadas en dirección a la puerta.
—¿Dónde está Bokkie? —Fue lo primero que salió de sus labios a penas estuvo libre, pero Seungmin lo miró mal.
—Voy a ignorar tu dudosa dinámica de padre e hija con ella. —El consejero suspiró derrotado. —Me dijo que estaría en la biblioteca.
Y con eso se volteó para salir de su oficina, necesitaba ver a su pequeña, aunque tal vez ya no era tan pequeña como cuando la conoció, ella había crecido para convertirse en una hermosa elfa.
En ese momento, Hyunjin simplemente actuaba por inercia, caminando a agigantados pasos hacia la biblioteca, desesperado por verla, como si fuera la cura de todos sus males.
Abrió la puerta, topándose con que en el sillón justo en medio de la biblioteca, entre libros y libros, se encontraba la delgada figura femenina, sentada elegantemente mientras la luz que entraba por el ventanal rebotaba sobre su hermosa piel y su rubio y lacio cabello largo, esparcido por el mueble.
Ella levantó el rostro cuando sintió su presencia, sonriéndole cálidamente, con las esquinas de sus ojos arrugándose. Sus pecas, la marca en su frente que ella insistía en cubrir con su fleco, la forma en la que le sonreía, todo era igual a él y todos eran capaces de reconocer esa similitud, pero había entre ellos una regla implícita de no hablar sobre lo ocurrido.
Se arrodilló frente a ella, acomodando su cabeza sobre su regazo, ella no tardó en llevar sus manos hasta su cabello aún gris, y entrelazar sus dedos en las largas hebras, peinándolo suavemente.
—Hay algo que necesito decirte, Hyunjin. —Ella nunca usó formalidades con él, a menos que fuera su obligación, pero le gustaba más cuando escuchaba su nombre provenir de su suave y chillona voz, la única diferencia que tenía con Felix, además de su cuerpo, aún más pequeño en comparación con él.
—¿Qué? —Levantó el rostro solo para observar cómo le sonreía, su cabello era lacio, rubio y brillante, ella solía llevar una gran cantidad de joyería siempre, en las orejas, en el cabello, manos, cuello e incluso en la ropa. Era hermosa, siempre oliendo a deliciosos aromas dulces, actuando y tratando a todos con elegancia digna de princesa.
—Jeongin me pidió que sea su pareja para el baile de primavera del Reino de los Gnomos. —Hyunjin se tensó, y automáticamente su rostro se tornó duro y enojado, aquello no pasó desapercibido para la menor, quién rió para sus adentros.
—No irás. —Objetó estrictamente.
—¿No? —Él volvió a negar con rostro tenso, ella puchereó y soltó un suspiro exagerado. —Es una pena, creí que tal vez podría ir... contigo. —De repente la seriedad en su rostro se esfumó, pero la chica volvió a suspirar exageradamente. —Le dije a Jeongin que ya tenía pareja, pero por lo visto me han dejado plantada.
—Iré contigo. —Se apresuró a decir, sin embargo, la chica no cambió el puchero en su rostro.
—Jisung te amenaza cada año con ir a ese baile, ¿planeabas dejar a tu pequeña hija sola en casa mientras tú ibas? —Ella tomó sus mejillas con sus pequeñas manos para luego jalas fuerte, haciendo que su rostro se deforme con dolor.
No lo podía creer, estaba siendo regañado por su pequeña.
—¿Bailarás conmigo? —Ella puchereó de nuevo, Hyunjin asintió varias veces, queriendo dejarlo en claro. —Necesito un vestido nuevo.
—Te conseguiré uno. —Tal vez la estaba mimando demasiado, pero él siempre había sido así, dándole cualquier cosa que ella quisiera. —Y unos zapatos nuevos. —Ella soltó una risa, feliz cuando el rostro del mayor se hundió cerca de su estómago y le hizo cosquillas. —Y una nueva corona, todo para mi princesa.
—No necesito tanto, Hyunjin.
Pero él negó. —Te daré todo, todo lo que pueda darte.
Su madre había insistido en cenar a solas con él y con su padre, eso le enojaba, porque tenía esa costumbre de comer al lado de Bokkie, incluso cuando estaba ocupado, ella siempre estaba a su lado a la hora de comer, a cada comida del día.
—Hyunjin. —La voz de su madre sonó afilada, la conocía tanto que sabía que estaba a punto de arruinarle la cena. —Hay algo que he venido a hablar contigo.
Respiró hondo, lo sabía, claro que ella quería hablar a solas con él, y le preocupa que ella específicamente haya pedido que la pequeña no los acompañe, le daba mala espina, era como si a propósito no estuviera presente para hablar algo respecto a ella.
—Ya estás a punto de cumplir 350 años, y aún eres soltero, y además, divorciado. —Aún cuando la mujer habló de forma tranquila, no pudo evitar tensarse, de nuevo su madre estaba siendo entrometido, ella siempre quería que él se apegara a las costumbres, incluso por más viejas que estas fueran.
—¿Algún problema? —Habló con sorna, bebiendo cínicamente de su vino.
—Tampoco has tenido hijos.
—Tengo a Bokkie. —Escupió, la verdad era que dudaba mucho la parte de "verla como una hija", pero para todos, ella lo era.
—Bokkie es adoptada, no tiene sangre noble, Hyunjin. No puedes heredarle la corona si no es una noble.
Para ser honesto, Hyunjin quería sacar a su madre de su casa, le importaba una mierda sobre las tradiciones, esas que se hicieron solo para dividir políticamente a los elfos mientras más "puros" eran, él se encontraba maldito, el largo de sus orejas lo delataba y era este mismo el que le negaba poder darle la vida que quisiera a su pequeña.
¿Por qué siempre tenían que haber trabas en su felicidad?
—Tienes que tener descendencia, Hyunjin.
Respiró hondo, limpiándose la boca con una servilleta en un acto de sorna, tal vez lo que diría era una tontería, pero no podía vivir sin arriesgarse.
—Está bien, tendré descendencia. —Su madre suspiró aliviada, pero solo hasta que añadió: —Con Bokkie.
Su padre golpeó la mesa, y oyó perfectamente el chillido horrorizado de su madre.
—¡¿Cómo puedes decir eso, Hyunjin?! —Aunque la mujer no lo supiera, su horror era divertido para él. —¡Ella es tu hija!
—Es adoptada, eso lo acabas de decir. —Casi soltó una risa cuando sus padres lo miraron con desaprobación. —Me voy a casar con ella y tendremos hijos, ¿no es eso lo que ustedes querían? —Se levantó de la mesa, orgulloso y haciendo un ademán burlón. —Es más, pídanle que venga, le pediré matrimonio aquí mismo.
Cuando la pequeña chica llegó al comedor, vistiendo una bata larga de seda y con el largo cabello trenzado hasta sus tobillos, hizo una reverencia al notar la presencia de los antiguos reyes, ella estaba confundida, veía a sus "abuelos" bastante enojados mientras Hyunjin tenía una sonrisa en los labios que visiblemente trataba de ocultar.
—Padre, ¿para qué me haz llamado? —En presencia de sus abuelos, ella tornó su vocabulario formal, también actuó de forma elegante a pesar de su vestimenta poco apropiada.
Hyunjin caminó hasta estar frente a ella, arrodillándose, cosa que la sorprendió, y luego de su espalda sacó una rosa que preparó de forma improvisada para extender su mano frente a ella.
—No he podido conseguir un anillo, perdóname por eso. —Ella no entendía, y no sabía dónde poner la mirada. —Pero quiero pedirte formalmente aquí y ahora, Yongbokkie... ¿Quieres casarte conmigo?
Oyó a su abuela ahogar un chillido para luego casi desmayarse, su abuelo estaba enojado, pero Hyunjin, él le dedicaba una sonrisa y luego le guiñó repetidas veces el ojo.
Ella lo entendió por fin. Hyunjin les estaba jugando una horrible broma.
Así que, gracias a pasar mucho tiempo juntos y coincidir en personalidades, ella supo exactamente qué hacer para que sus abuelos se traguen más aquello.
—¡Si, padre! ¡Acepto! —Extendió los brazos, y abrazó a Hyunjin por el cuello, separándose solo para depositar un tierno beso en sus mejillas.
Más tarde esa noche, después de que la antigua Reina tuviera que ser llevada de urgencia a un hospital, y el antiguo Rey tuviera un ataque de ira, ambos se habían reído como nunca antes de ir a dormir.
Hyunjin apenas esperó a bailar una pieza con ella, la cuál para todos lucía como un tierno baile padre e hija, para él resultaba algo más. Entonces sacó a la chica del lugar y pidió un carruaje, pagando lo suficiente para salir del Reino de los Gnomos.
—Pare aquí. —El chofer quedó confundido ante la orden.
—Estamos en medio del bosque, Su Majestad.
—Conozco perfectamente el camino. —Mencionó una vez que salió del transporte, tomando la mano de su pequeña confundida para ayudarla a salir.
Ella vestía aquél precioso vestido blanco, aquél que había guardado por tanto tiempo, el cual habían tenido que ajustar a su medida para que le quede perfecto. Lucía hermosa, con el largo cabello rubio trenzado de formas complejas y delicada joyería brillando bajo la luz de la luna.
—¿Dónde estamos, Hyunjin? —Ella intentó caminar, pero sus bajos tacones se hundieron entre la tierra, dificultando su caminar.
—Hay un lugar que quiero que conozcas. —Cuando ella lo notó, ya estaba siendo cargada por él de forma nupcial, soltando un chillido de sorpresa pero en ningún momento poniendo resistencia.
—Tengo frío, volvamos a casa. —Ella puchereó, pero aún así él le negó, y siguió caminando entre el espeso bosque hasta escuchar el incesante ruido del río, el cual tampoco pasó desapercibido para ella.
Su dulce rostro se iluminó de felicidad al ver el paisaje nocturno, luciérnagas flotando en el aire, mientras la luz de la luna rebotaba sobre el río. Hyunjin tampoco había vuelto allí en más de un siglo, pero estaba tal y como lo recordaba.
Cuando pudo bajarla, sus tacones chocaron con las piedras cercanas a la orilla del río, ella aún se quejaba del frío en sus brazos y por esto mismo, se quitó el saco y se lo colocó a ella dulcemente, la oscuridad de la noche y la tenue luz le hizo imposible darse cuenta del rubor en las dulces mejillas de la chica.
Con inseguridad, ella caminó en dirección al río, para luego sacarse los zapatos y meter los pies, chillando cuando el frío del agua fue demasiado para su piel, Hyunjin rió al verla batallar con el agua, para terminar caminando encima de las rocas hasta estar a unos dos metros de la orilla.
—¿Me permite este baile? —Antes de darse cuenta, Hyunjin ya estaba a su lado, extendiendo una mano para que ella la tomase.
Ella lo hizo, haciendo que al momento siguiente, Hyunjin ya tenga una mano sobre su cintura y esté posicionando la de ella en sus hombros. No tardó mucho tiempo antes que ambos ya estuvieran danzando en paz a través del agua, chapoteando a cada vuelta que daban. A su alrededor, las luciérnagas también parecían bailar con ellos y los ruidos nocturnos sonaban como una suave melodía.
Ninguno de los dos se quitó los ojos de encima, ambos embelesados por la belleza que el otro poseía. Hyunjin podía ver en sus orbes azules, brillantes por el reflejo de la luna, la misma mirada inocente que hacía ya tantos años le había proporcionado una inmensa felicidad, y de nuevo, llenaba de luz su vida más allá de la muerte.
Ella era tan hermosa, tan idéntica a lo que alguna vez fue, incluso sus pecas parecían estar ordenadas de la misma forma, y salvo porque el cuerpo de la fémina era mucho más pequeño, todo en ella era tal cuál lo recordaba.
Sin darse cuenta, detuvo el vals, y mientras la miraba fijamente, por inercia su cuerpo fue acortando la distancia, ni siquiera fue capaz de darse cuenta en qué momento había tomado sus labios entre los suyos, ni tampoco fue capaz de sentirse extrañado ante la forma en la que ella correspondía el beso, porque para su mente, no existía diferencia alguna entre él o ella, siempre habían sido la misma persona.
No fue hasta que ella empujó sus hombros que reaccionó, y cuando se separó, los ojos de la menor se hallaban cristalinos, quería creer que era su imaginación, pero ella bajó la mirada y respiró pesado.
—Te amo. —Susurró suavemente, ni siquiera había notado que lo había confesado en voz alta, solo lo sentía, y era necesario que ella lo supiera.
La chica se sintió feliz por aquella confesión, pero de alguna forma se sentía incorrecto, y sin embargo le gustaba, tanto que no sabía cómo manejar esos abrumadores sentimientos. Sus ojos simplemente comenzaron a liberar lágrimas sin hallar forma alguna de responder.
—Yo también te amo... pero... —Su voz se quebró, ¿"pero"? ¿cuál era el pero? no había ninguno, o mejor dicho, no sabía poner en palabras por qué aquello no se sentía correcto, a pesar de desearlo tanto.
—¿Recuerdas que te pedí matrimonio frente a mi madre? —Hyunjin la tomó de la cintura, su pequeño cuerpo temblaba entre sus brazos, ella asintió, había cubierto sus mejillas con sus manos mientras lloraba. —No pude prepararte un anillo en ese momento pero... —Se arrodilló frente a ella, sacando de la bolsa de sus pantalones un pequeño objeto que ella no alcanzó a ver hasta que lo tuvo en frente y chilló de sorpresa. —Lo haré de nuevo. Yongbokkie... ¿Quieres casarte conmigo?
—¿Estás bromeando de nuevo? —Le asustaba lo devastada que ella lucía, pero aún así, trató de mantener la compostura en ese momento. Hyunjin se estaba arrepintiendo, pero algo en su corazón le decía que debía hacerlo.
Negó. —Mi madre me está obligando a casarme, según las tradiciones élficas. También tengo que preservar la raza noble, o probablemente el reino caiga en caos, soy el hijo único de los reyes.
Aunque no lo pareciera, y aunque intente hacer oídos sordos, estaba consciente que negarse a tener descendientes no solo traería problemas para él, sino un desequilibrio en los estratos élficos, y aunque quisiera deshacerse de las diferencias entre nobles y el pueblo, la verdad era que no podía, porque su reino no estaba preparado para cambiar tan súbitamente.
—¿De eso se trata? ¿Estás desesperado y soy la única disponible? Hyunjin eres tan popular, las mujeres te aman, estoy segura que cualquier candidata sería mejor que yo.
—No podría casarme con otra mujer que no seas tú.
Ella pareció sorprendida por un segundo. —Tus padres no van a aceptarlo.
—No me importa que no lo acepten, cumples todos los requisitos, eres una elfa, ciudadana de este reino, con mayoría de edad élfica cumplida y nadie más que tú sabe lo que conlleva ser un noble.
Ella suspiró, sus lágrimas iniciales habían dejado de correr pero sus cristalinos ojos seguían dándole una imagen pura. Hyunjin se paró, traía los pantalones mojados con agua helada de río, pero en ese momento no podía importarle menos.
—Eres muy terco, Hyunjin. —Pausó. —Realmente espero que esto no sea una broma, porque estoy dispuesta a aceptar tu propuesta.
Hyunjin saltó de emoción, como un niño pequeño, tomando la mano de ella para rápidamente colocarle el anillo, encajando perfectamente en los finos dedos de sus delicadas manos. La tomó entre sus brazos, apresándola a él y teniendo que cargar su delicado cuerpo, ella era demasiado pequeña, pero no por su edad, los primeros años de vida de los elfos representaban un crecimiento acelerado y ella ya era casi tan alta como lo que sería para el resto de su vida, simplemente era pequeña, y eso le hacía sentir tan sobreprotector.
Salió del río con ella en sus brazos, cargada como si fuera un bebé, ella había puesto la cabeza acurrucada en sus hombros, tendría que caminar de vuelta a casa con ella en brazos, pero haría todo lo posible por ella, su prometida, su futura Reina, su predestinada.
—¿De verdad vamos a tener hijos? —Musitó ella suavemente, con el rostro aún escondido entre su hombro y su cuello.
—Es necesario. —Respondió suave, sin querer asustarla, aunque tal vez eso era una excusa.
—No me siento preparada.
A pesar de tener la mayoría de edad cumplida, su pequeña aún era demasiado inmadura, estaba consciente. Toda su vida había sido mimada y tratada con lujo, aún nunca se había presentado ante situaciones de presión, y dentro de unos años sería su reina, tendría que encargarse del trabajo que una reina hace. Pero sabía que lo haría bien, y todos estarían allí para ayudarla.
—No será pronto, tienes que prepararte para gobernar, será un largo camino, pero todos te ayudaremos.
La chica no dijo más, y cuando Hyunjin llegó a casa, ella estaba dormida en sus brazos, se dirigió a su habitación y la dejó en la cama con cuidado, le sacó los molestos zapatos y la excesiva joyería, luego la arropó, observándola hacerse bolita en la cama. Tomó asiento en la orilla de esta, para observarla durmiendo tranquilamente, sus largos cabellos rubios caían por la cama mientras su bello rostro mostraba paz.
Un tintineo lo sacó de su estado, su mirada dió con la ventana por reflejo, y vió una mano aferrarse al marco de la ventana, para luego, mostrar aquel rostro que Hyunjin no había visto en tantos años, que incluso había olvidado.
—Sabía que estarías aquí. —Mencionó una vez que puso un pie en el marco de la ventana, sentándose en esta.
—Chan... —No supo mencionar más, pero allí estaba, el contrario luciendo un aura distinta a como la recordaba, más adulto, más masculino, pero en definitiva, igual de brillante.
—Vine a traerte una buena noticia, pero... —Su mirada dió con la elfa en la cama, su pequeño rostro era perfectamente visible así que el hada pudo reconocerla al instante. —Supongo que la buena noticia me la llevé yo. ¿Dónde la encontraste?
—En un orfanato hace 100 años, en realidad, supongo que ella me encontró a mí. —Hyunjin sonrió en dirección a ella, agradecía que estuviera tan dormida que probablemente nada la despertaría. —¿Cuál es la noticia tan importante que te arriesgó a venir hasta acá?
El hada suspiró. —Nació una nueva heredera en el reino de las hadas, así que puedes dejar de preocuparte por la posible extinción de nuestra especie.
Hyunjin sonrió. —¿Y cómo es ella, Chan?
—Rubia con los ojos azules, como todos los herederos. Le han llamado la Princesa Flor Lily por el color grisáceo de su cabello y las piedras debajo de sus ojos.
—Lo siento mucho por ella. —Chan soltó una risa en forma de suspiro, dejando al elfo confundido.
—Padre está consciente de los errores que cometió con él, así que tal vez yo pueda llevarla de paseo al reino de los Gnomos cuando sea lo suficientemente grande. Su educación también ha cambiado para mejor, nadie en el reino quiere repetir lo que pasó hace 150 años.
Entonces el hada se paró, dirigiéndose hacia la cama, para observar con mayor claridad a la elfa dormida, se permitió sonreír con calidez ante el parecido. Era el mismo rostro, levemente más dulce y delicado, y a la vez su cuerpo era más pequeño y delgado, pero era él, no había forma de no notarlo, y le hacía feliz saber que finalmente lucía feliz.
—Será mi reina, hoy le pedí matrimonio.
—Prométeme que la cuidarás mucho, Hyunjin.
—Lo haré, y tú tienes que cuidar mucho de tu Princesa Flor.
Ninguno de los dos dijo nada después de eso, y sin la necesidad de palabras, el hada se paró, avisando la hora de partir de nuevo a su reino. Antes de pasar de nuevo por el marco de la ventana, oyó que el elfo lo llamara, evitando que se vaya.
—Hay algo que me gustaría darte antes de que te vayas.
Cerró el libro, con aquella última página del cuento recién leída. A su lado, escuchaba los sollozos de la pequeña, quien se aferraba a un peluche en forma de flor y secaba sus lágrimas con este.
—No entiendo por qué te gusta tanto ese cuento si te hace llorar. —Jaló de ella para apresarla entre sus brazos, al momento en que sus sollozos dejaban de ser tan tenues y se convertían en verdadero llanto, siendo callada por el abrazo.
—¡Es tan triste! —Lloriqueó. —¡Ellos se amaban tanto!
Chan rió para sus adentros, tal vez debería prohibirle definitivamente ese cuento, aquel que él mismo se había encargado de escribir. "La historia del elfo que se enamoró de la luna" se titulaba, era demasiado triste para su pobre hermana pequeña.
Sus ojitos azules parpadearon tierna pero tristemente, con lágrimas cayendo a los lados y su pequeña nariz roja. —¡Chan, dime que no es cierto! Algo tan horrible no puede ser cierto, ¿verdad?
—Te prometo que solo es un cuento. —Afirmó, pero ella siguió llorando, balbuceando cosas sobre que las hadas no podían ser tan crueles, que ella creía en la existencia de los elfos, o que aquellos dos personajes que se amaban tanto merecían ser felices. —Nada como eso existe.
La pequeña niña rubia se separó de él, parpadeando dulcemente con aquellos ojos grisáceos. —¡Promételo!
—Lo prometo, Lily. —La volvió a abrazar, adoraba aquella felicidad que le producía la pequeña, había aprendido a curar sus viejas heridas gracias a su dulzura.
Después de que la pequeña haya dejado de llorar y finalmente esté dormida, la arropó en su cama como todos los días. Había dejado su trabajo para dedicarse a la pequeña que su padre le había dejado, y no podía estar sino completamente feliz con la idea. Todo, desde la educación que recibía hasta los largos viajes que hacía con ella, se encargaba orgulloso de aquello, y ambos compartían hermosos recuerdos juntos.
Salió de la habitación de la pequeña y se dirigió a la suya, ya dentro miró a la luna por el marco de la ventana, ya era tarde, tenía que dormir para de nuevo, despertar para cuidar a la pequeña Lily, ella solía ser muy traviesa, cuidarla requería energía y dedicación, tal vez era por su edad ya avanzada, pero a pesar de que era la segunda vez que él se encargaba de algo como eso, ahora parecía más cansado que la primera vez, y también, lo estaba disfrutando más a cada momento.
Abrió el cajón, sacando de él una piedra, la cual brilló de un hermoso color azul con el reflejo de la luna. Se dejó caer en su cama, aferrado a la piedra en sus manos, y luego la admiró por lo que fueron minutos, recordando lo que podía, sintiendo lágrimas recorrer sus mejillas de vez en cuando.
Y entonces, cuando no pudo mantenerse despierto, apresó la piedra con forma de luna en su pecho, esperando soñar con un mundo en el que las cosas hubieran sido distintas, aunque, para él, todos tuvieron el mejor final que pudieron haber tenido.
Felix y Hyunjin estaban destinados, eso estaba claro, pero no era el momento correcto.
Al principio, Chan había creído que aquella inestabilidad física que sintió el día que conoció a Hyunjin fue una alucinación suya, pero la había vuelto a sentir el día que habían viajado al reino de los gnomos, y al igual que él, Felix también parecía sentirse agotado los días que se escapaba al bosque, pero él nunca pudo intuir de qué se trataba, ambos lo habían dejado pasar.
Y ahora, ambos por fin podían estar juntos, sin "envenenamiento élfico" de por medio, sin estúpidas reglas de la nobleza de las hadas, no tenían trabas y estaban felices, casados, y con hijos en camino. Porque había recibido cartas, muchas en realidad, que su amigo en común Changbin se había encargado de repartir.
Miró una última vez a la luna, y musitó: —Tal vez, la Diosa de la Luna si es bondadosa como dicen.
K:
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
Me disculpo de nuevo por el llanto, díganme si de verdad lloraron, porque es el primer angst que escribo y realmente quería hacerlo bien uwu
Aclaro que, para mí, el fic termina en el final anterior, siempre ha sido así, nunca le vi otro final distinto a esta historia, y para las que esperaban un final diferente, la verdad es que esta historia no hubiera existido de ser así, la idea de las alas arrancadas como castigo fue básicamente lo que hizo existir esta historia
De hecho, al respecto, hay un fic de donde me he basado (básicamente un montón) llamado (IM)PURO, y existe una adaptación Hyunlix por si desean leerlo~
Agradezco de nuevo a EisDame porque ella me dió la preciosa idea de poner a Chan contándole un cuento a la princesa, quien de hecho originalmente sería Winter pero sentí que Lily reflejaba mejor esa conexión pura de hermano mayor con él
Y bien, si ustedes quieren aceptar este final o prefieren el otro, se los dejo a su criterio, porque para mí termina en el anterior. Tal vez no les guste la idea de Fem Lix pero recuerden que Hyunjin le hará mil hijos así, so... el resto se lo pueden imaginar.
Y si se preocupan por la edad de Bokkie, es perfectamente adulta, solo que es pequeña físicamente y Hyunjin la ha mimado tanto que ha creado una burbuja al rededor de ella
Bye bye!
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