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Capítulo 5.


Aquel día Jimin entró a su lugar de trabajo como si fuera el día más soleado y cálido del siglo. Su sonrisa habló por sí sola y Taehyung lo miró enarcando la ceja.

"Buenos días para ti también, mejor amigo."

Jimin giró hacia él y asintió, sin decir algo más entró al reducido despacho que tenía el mayor.

Taehyung pensó dos cosas en ese momento.

O Jimin tenía fiebre o alguien le había dado muchos chocolates.

Ninguna era una buena.

"Park Jimin" llamó, volteando casualmente el letrero de su tienda para cerrarla momentáneamente en lo que hablaba con el menor.

"¿Si?" su ligera voz se coló en el aire, una tierna sonrisa alegró su mañana.

"Tú ¿por qué estás tan feliz de repente? Ni siquiera has dicho algo sobre mi cabello." se quejó, tratando de sonar enfadado.

"¿Tu cabello? Se ve genial, Tae." Kim no iba a ceder así de fácil y volvió a mirarlo inquisitivo. "¿Pasa algo? ¿Por qué la tienda está cerrada?"

"Eso debería preguntarte yo a ti." acusó, acercándose al menor. "¿Pasó algo que deba saber?"

Jimin negó sonriendo, un tono carmesí cubriendo sus mejillas.

"Solo me caí manejando bicicleta y fue lo mejor que hice en mis 20 años de agradable existencia."

"¿Te golpeaste muy fuerte? No entiendo nada, Chim."

Y ciertamente, Jimin tampoco lo hacía.

Él solo sabía que había pasado la mejor de sus tardes al lado de Yoongi ese día.

Le había contado que las películas eran de cuando Jungkook apenas tenía 5 años y podía ver. Cuando sus padres decidieron contraer matrimonio y así volverlos una familia de verdad.

Jimin no pasó por desapercibido el tono de Yoongi al contarle sobre su madre. Su voz se tornó melancólica, pero podía sentir el orgullo impregnado también. Él la amaba.

Pero también amaba a Jungkook. Sería como tapar el sol con un dedo si intentara hacerle creer lo contrario. La viva sonrisa que tomó lugar en sus pálidos labios cuando narró la primera vez que vio a Jungkook y cómo este pareció amarlo desde el primer momento, aferrándose a sus piernas y negándose a dejarlo ir.

"Era tierno ¿sabes? Muy alegre, de aquí para allá sin descanso. Papá adoraba verlo jugar."

Jimin tomó asiento al lado del mayor para escuchar cómodamente la historia.

"Él solía tenerle miedo a Kumamon, mi peluche favorito." Jimin creyó que esta vez Yoongi hablaba más para sí mismo cuando lo vio dirigir su mirada hacia la ventana, pero siguió escuchando sin hacer ruido. "Lloró cuando lo vio en mi cuarto así que tuve que prometerle que cuando estuviéramos juntos Kumi se iría."

"¿Renunciaste a tu peluche por él?" preguntó boquiabierto. Yoongi asintió.

"Tenía que hacerlo." explicó, relajándose sobre el sofá. "Jungkook lloraba mucho y yo odiaba verlo llorar."

Jimin no hizo más preguntas, pero Yoongi volvió a hablar, sorprendiéndolo.

"Hasta que el día llegó." soltó un suspiro pesado. "Su madre lloró mucho, papá la consolaba y yo...no sabía qué hacer. Fue doloroso ver cómo iba perdiendo la vista. Una enfermedad hereditaria dijeron." Yoongi frunció sus labios y volteó a ver a Jimin, quien tenía lágrimas en los ojos. "Hey, no llores. Sí, fue difícil como la mierda y dolía cada vez que lloraba por no poder hacer algo, pero aprendió a vivir con eso. Entre todos lo apoyamos y puedes ver el resultado por ti mismo. Es un chico seguro de sí y no tiene complejos sobre su discapacidad."

Jimin no pudo evitar soltar algunos sollozos y Yoongi se abofeteó mentalmente por haber contado una historia tan triste en su segundo encuentro a solas con el menor. ¡Qué estaría pensando Jimin!

"Oh, yo no debería estar llorando." Jimin rio avergonzado, limpiándose las lágrimas con las mangas del polerón de Yoongi. "Perdón, me veo patético justo ahora ¿verdad?."

Yoongi quiso decirle que el único adjetivo que tenía en mente al verlo iniciaba con h y no se acercaba en lo más mínimo a "patético". Sin embargo, solo negó tranquilo y dirigió su pulgar derecho hacia la mejilla del rubio. Terminando de limpiar una lágrima resbaladiza.

Jimin se tensó bajo su tacto y sus regordetas mejillas se encendieron de repente. Deseó tener control sobre su cuerpo y dejar de sonrojarse cada vez que Yoongi se acercaba a él, en lugar de eso solo se dejó hacer y se arrulló contra la palma contraria.

"No te ves patético, en lo absoluto." el mayor le sonrió, sin quitar su mano. "¿Te parece si mejor vemos La Sirenita? No hay nada que el mundo submarino no pueda solucionar."

Jimin asintió cerrando los ojos y Yoongi se percató de que sus dedos habían empezado a trazar líneas imaginarias sobre la piel contraria, tibias y dulces caricias eran repartidas sin su consentimiento.

Se alejó rápidamente e intentó recobrar la compostura.

¿Qué le estaba pasando? Si seguía así terminaría asustando a Jimin y eso era lo que menos quería.

Yoongi fue por el disco y, una vez iniciada la película, supo que había elegido bien.

El chico sabía cada maldita línea de Ariel, incluso cuando Flounder o Sebastián soltaban algún comentario, Jimin era el primero en responderles y hacer caras graciosas. Yoongi pensó que no era necesario tener a la pelirroja en la pantalla cuando tenía al castaño actuando en su lugar, representando todos los personajes con entusiasmo.

Cantó a todo pulmón "Bésala", simulando estar dentro de la película y dejándose llevar por el momento, comenzó a bailar al ritmo de la música.

"No hay nada qué decir, no hay nada qué decir ahora ¡bésala!" Jimin se movía al compás de la canción, hasta que sintió la mirada Yoongi sobre él y lo animó con una sonrisa. "¡Canta conmigo!"

Yoongi negó frunciendo los labios y Jimin se encogió de hombros, volviendo a su mundo. Todo eso bajo la atenta mirada del mayor, quien luchaba duramente contra la sonrisa que amenazaba con quedarse plantada en sus labios. Jimin era lindo cuando no pensaba mucho y solo actuaba.

Fue otro pensamiento que llegó más tarde, cuando Jimin recibió la llamada de su madre a su casi inservible teléfono para que fuera a comprar las cosas para la cena y tuvo que despedirse de Yoongi algo apurado, que lo asustó por completo.

Porque Jimin no solo se veía lindo bailando o cantando, él se veía lindo cada segundo. Hablando, riendo o incluso moviendo su cabeza para asentir. Y Yoongi tuvo miedo de lo que aquellos pensamientos significaban.

"¿Jimin? ¿Me dirás qué sucedió entonces?" Taehyung lo devolvió a tierra firme.

"¿Uh? ¿Tiene que pasarme algo para estar feliz?"

"No, pero..."

"Ahí lo tienes." explicó, como si fuera lo más razonable. "Mi reloj marca las 11 en punto, creí que debías recoger unos encargos en el primer piso." Taehyung suspiró desganado.

"Tienes razón. La señora Jung estará molesta si la hago esperar más." habló tan rápido que Jimin apenas pudo entenderlo. "Pero aún no termino contigo. Quiero saber qué fue lo que te puso tan alegre."

Jimin le restó importancia con un gesto y rio cuando su amigo abandonó el lugar.

Tan pronto quedó solo, los recuerdos surgieron mágicamente y volvió a preguntarse aquello que lo había dejado pensando desde que salió de la casa de Yoongi.

Cuando el mayor había ido por el disco de la película Jimin aprovechó en echarle un vistazo a las fotos cerca al televisor. Eso bastó.

En la primera foto estaba Jungkook, o al menos eso supuso, porque tenía abrazado un juguete de superhéroes y sonreía a la cámara con sus dientes delanteros sobresaliendo tiernamente. No lo ponía más de 4 años y se veía tan feliz y lleno de vida que Jimin quiso conservar ese recuerdo en lo más profundo de su corazón.

La siguiente foto fue detonante. Era un niño de mechas negras, quien estaba siendo sostenido por un hombre mayor con cabello castaño. El niño tenía el rostro serio, pero la felicidad en sus ojos lo delataban por completo. El otro sujeto, sin embargo, no se mostraba avergonzado de mostrar su felicidad absoluta.

Y eso lo descolocó, porque no hubiera imaginado lo que sus ojos veían. Porque el niño se veía un poco triste, pero había algo en su mirada que no encajaba del todo. Como si estuviera ocultando o reprimiendo algo.

Sobretodo porque el niño era Yoongi y el hombre, que lo cargaba y tenía abrazado contra sí; tenía una barriga sobresaliendo junto a la tierna papada que rápidamente llamaron su atención, era seguramente el padre del mayor.

Jimin empezó a comprender por qué Yoongi había sido hostil con él cuando lo conoció y pesadamente sonrió, porque ahora que lo entendía mejor pudo vislumbrar otra cosa que lo tuvo inquieto por mucho más tiempo.

Él había descubierto su deber. Y nadie lo detendría en su camino para cumplirlo.























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-Mil.

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