Capítulo 10.
"Bienvenida a Magic Shop, ¿en qué puedo ayudarla?" Jimin sonrió a la mujer mayor.
Ya estaba cerca de ser su horario de salida y estaba más feliz que de costumbre. ¿La razón? Estaban por descubrirlo.
La pelinegra abrió la boca para responder cuando la puerta se abrió, dos clientes conocidos entraron agarrados del brazo.
Jungkook caminaba ayudándose de su bastón, riéndose por algo que su hermano había dicho. Yoongi mantenía una sonrisa burlona en sus labios, mientras avanzaban hacia la parte de la tienda donde se encontraban los soundtracks de las películas.
Jimin vio el momento preciso en el que la hija de la señora a la que estaba atendiendo tropezó con sus pies y golpeó casualmente a Jeon, quiso decir algo, pero ya era demasiado tarde.
"¡Ji-eun, discúlpate ahora mismo!" la señora exclamó avergonzada. Jimin pudo intervenir diciendo que no era nada de qué preocuparse, que Jungkook se lo tomaría con calma y podría bromear con ello; pero como el buen amigo que era, decidió divertirse un rato.
La castaña refunfuñó en su lugar por haber sido regañada y observó al chico con el que había chocado. Sus gafas oscuras le daban un aire de misterio, pero su blanca piel decorada con lunares esporádicos lo hacían... tierno.
Yoongi tenía el ceño fruncido, el mismo que se deshizo con rapidez al recibir la sonrisa de su novio; calmándolo al instante. Jungkook, por otro lado, se veía normal. Hizo el ademán de sonreír cuando la castaña habló.
"Lo siento, ehm, por chocar contigo. No fue mi intención, oppa."
La mandíbula del pelinegro se desencajó y sería estar mintiendo decir que Jimin estaba ajeno a toda la situación. Él estaba disfrutando ver a Jungkook sonrojado por descubrir la voz de una chica.
Hubo un silencio durante unos segundos y Yoongi miró a Jungkook confundido. Su hermano tenía una expresión difícil de leer, agregándole el hecho de que se había quedado completamente callado; algo que no ocurría casi nunca.
"¿Jungkook? La chica se está disculpando." Intervino, dándole un codazo de advertencia a menor.
"N-no pasa nada." Habló finalmente. "E-estoy bien, hyung." Terminó, refiriéndose a su hermano.
Ji-eun abrió bien sus ojos al escuchar el nombre del chico.
"¿Jungkook? ¡Así se llama mi dibujante favorito!" ella exclamó, sonando emocionada. "Sus trabajos son geniales."
Jungkook tosió de repente. Yoongi no se percató de la señal implícita e infló su pecho de orgullo para decir.
"Mi hermano también, aunque no pueda verlo; tiene un talento artístico irreal." Rio y agregó. "Tanto tiempo mandándolo a colorear dan resultados."
"¡No es cierto!"
"¿En serio? Wow." Ji-eun habló impresionada. "¿Puedo ver algún dibujo suyo, oppa?"
Y así fue cómo Jungkook luchó contra su timidez natural y habló con la muchachita de voz angelical sobre cómo había aprendido a dibujar pese a su discapacidad. Ji-eun asentía a todo lo que decía y su madre tuvo que llevársela del brazo, luego de comprar el disco de Super Junior, porque la chica parecía no querer dejar de hablar con el tímido niño.
Taehyung había salido de su escondite -que no era más que el cuarto de despensas- riéndose y con el cabello desarreglado, al igual que Hoseok, solo para disculparse con Jimin por haber estado ausente y decirle que ahora él se encargaría de la caja. Su mejor amigo le dio una mirada juguetona y picó sus cachetes al despedirse; divirtiéndose al ver el sonrojo en las mejillas de Hoseok cuando le susurró un "Usen protección" al pasar a su lado.
Jungkook se las había arreglado para estar sentado en un banquito al lado de Taehyung, tarareando alguna canción de Justin Bieber y moviendo sus pies en el aire. Mientras que Hoseok se fue corriendo de la tienda al recibir la llamada de su madre furiosa por haberla dejado sola en su negocio.
Jimin, en cambio, caminó feliz hasta donde estaba Yoongi, revisando sin mucho interés los discos allí puestos.
"Creí que habías visto esta parte de la tienda ayer." Bromeó cuando lo tuvo cerca, sorprendiéndolo por atrás. Yoongi dio un brinquito por el susto y se relajó al ver que no era nadie más que Jimin. "De hecho, recuerdo perfectamente que ambos ordenamos estos discos hace un par de días."
Yoongi mordió su labio inferior tratando de no reír y se encogió de hombros.
"Estoy buscando algo para regalarle a Seokjin." Explicó con simpleza. Jimin asintió.
"Namjoon vino ayer por lo mismo, ¿por qué ustedes dos son tan predecibles?" se mofó, haciendo a su novio sonrojar. "Sabes que a Seokjin hyung le gusta cocinar, ¿por qué no llevarle un libro de recetas o algo?"
Yoongi alzó una ceja y se cruzó de brazos.
"A ti también te gusta cocinar, ¿esa fue una indirecta para mí?" sonrió de lado, logrando que las rodillas del ojizarco temblaran.
"Quizá." respondió, posando sus manos sobre el pecho contrario. "¿Lo harías?"
Yoongi relamió sus labios antes de sonreírle de vuelta.
"Sí. Ahora ven y dame un beso." Exigió, juguetón. Escucharon un "¡Sean silenciosos, hyungs!" por parte de Jungkook desde atrás, pero eso no los detuvo.
Jimin se paró de puntitas para besar a su novio, cerrando los ojos y acunando las mejillas del mayor con sus manos. Yoongi hizo lo suyo y correspondió feliz, acercando a Jimin hacia él.
Yoongi sabía que seguramente tendrían un par de ojos curiosos sobre ellos y dudó por un milisegundo. Jimin se encargó de disipar cualquier inquietud infundada en su mente con sus caricias dóciles. Yoongi se relajó ante su tacto y se olvidó de los demás.
Si el cielo no estaba en los ojos de Jimin, seguramente se encontraba en sus labios.
Cuando ambos se separaron Jimin tenía una hilera de perlas a la vista de todos, sonriendo abiertamente, mientras que Yoongi luchaba por no volverse del mismo color que el personaje favorito de Jungkook.
"¿Vendrás conmigo a la fiesta de Seokjin hoy?"
"Yep. Nam también irá así que será una velada amena." Respondió alegre. "¿Por qué lo dices?"
"Porque si no vas sería aburrido."
"¿Así que soy divertido, eh?" pinchó el costado de su abdomen. "¿Me extrañas en la universidad también?" bromeó.
"Claro que sí. Eres mi novio." Respondió casi al instante. Jimin reprimió un gritito de emoción.
"¡Jimin, ya van a ser las dos y media!" Taehyung interrumpió la escena romántica y el castaño bufó por lo bajo.
"Debo ir a recoger a Jihyun de la escuela." Murmuró apenado por tener que separarse de Yoongi.
"El demonio del azúcar." Recordó el mayor, asintiendo. "Bueno, ¿qué estamos esperando?"
"¿T-tú vas a...?"
"¿Acompañarte? Sí." Completó el de cabellos grises. "Jungkook puede quedarse aquí mientras vamos por tu hermano y luego volvemos por él para ir todos juntos a comer algo por ahí."
A Jimin se le iluminaron los ojos, casi sin poder creer lo que Yoongi decía.
"¿Por qué Jungkook se queda aquí?" Jimin preguntó, inseguro. Yoongi sonrió.
"Porque no voy a poder cuidarlo y besarte al mismo tiempo."
"Te oí, hyung." El menor se quejó. Taehyung rio desde su lugar, envolviendo algún pedido.
"Ajá." El mayor le dio la razón. "¿Nos vamos?" se dirigió a Jimin.
El castaño besó su mejilla en respuesta.
"Gracias por esforzarte." Susurró, sabiendo que Yoongi seguramente estaba teniendo una batalla interna. Él valoraba hasta el más mínimo indicador del mayor que mostrara un cambio en su manera de pensar.
Ambos dejaron la tienda atrás, mientras Jimin hablaba sobre los nuevos postres que había aprendido en sus clases de cocina. Contándole a su novio lo emocionado que estaba porque los probara.
Yoongi asentía y reía de vez en cuando, pensando en cuán colorida era su vida ahora que Jimin estaba en ella.
Le debía mucho al menor, eso lo tenía claro. La mamá de Jungkook se lo había dicho, su hermana se lo había dejado más que claro y su papá se había vuelto el fan número uno de su relación.
Pensó en todos los años que sufrió, martirizándose por cuestiones banales y superficiales. Ambos habían llegado hasta el cruce de una pista y Yoongi observó a las personas que se quedaban mirando en su dirección, de manera curiosa y nada halagadora, a su acompañante. La incomodidad llegó de pronto, pero también lo hizo la impotencia.
Jimin había dicho que no le importaba lo que las personas pudieran pensar de él, pero Yoongi sabía que, de algún modo u otro, comentarios así afectaban al menor. Él había pasado por lo mismo y sabía lo agotador que era vivir por eso una y otra vez. Así que teniendo en mente la sonrisa de Jimin cuando lo veía actuar lindo o soltarle algún cumplido, estiró su mano hasta tocar la del castaño, rozando sus dedos.
Jimin detuvo su parloteo y vio la pálida mano de su chico chocar con la suya, en una invitación tácita y sutil.
Ambos parecían jugar entre sí, avergonzados, por tocar la piel del otro. Yoongi tomó la iniciativa y finalmente terminó enlazando sus manos para caminar.
Había un par de voces en su cabeza que le gritaban que se detuviera, le decían que estaba mal.
No tuvo que hacer nada cuando Jimin apretó su mano en una señal de querer brindarle un poco de confianza e, instantáneamente, las voces disminuyeron.
Yoongi suspiró y sonrió. Porque no importaba cuánto tratara su mente de traicionarlo, Jimin estaría allí para recordarle que todo entre ellos era fantástico y que no había a qué temer.
Que al final del día seguirían siendo solo ellos dos contra el mundo. Que no había nadie más importante que él para decidir qué era lo que estaba bien o mal. Y eso era lo único que importaba.
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Si llegaste hasta aquí, muchas gracias. Te llevas un pedazo de mi corazón al leerme<3.
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