03 ₊⊹ Susurros y caos
El sol atravesaba las ventanas del instituto, iluminando los pasillos llenos de estudiantes que iban de una clase a otra con mochilas al hombro y cafés en mano. Chaehyun caminaba apresurada hacia su aula, intentando organizar sus notas mientras Beomgyu, la seguía de cerca con una expresión despreocupada.
—Deberías relajarte, Chaehyun. La profesora ni siquiera ha llegado todavía —comentó Beomgyu, dándole un mordisco a un panecillo que había comprado en el camino.
—Lo dices porque nunca estás preparado —respondió ella, lanzándole una mirada severa. Sin embargo, la sonrisa de Beomgyu era contagiosa, y Chaehyun no pudo evitar reír.
Llegaron a su aula y tomaron asiento en las filas centrales. La clase de filosofía comenzó, pero mientras la profesora explicaba, Chaehyun sintió una extraña incomodidad, como si estuviera siendo observada. Miró de reojo hacia la ventana y luego hacia los otros estudiantes, pero no vio nada fuera de lo normal.
—¿Estás bien? —le susurró Beomgyu al notar su distracción.
—Sí, es solo... nada, olvídalo —respondió, restándole importancia. Pero la sensación persistía.
Desde una azotea cercana, HueningKai observaba el campus. Había seguido el rastro de Chaehyun desde temprano, sintiéndose extrañamente atraído por su rutina diaria. Sabía que no debía estar ahí, pero algo en ella lo mantenía atado.
Había pasado la noche reflexionando sobre su conexión predestinada y, aunque seguía resistiéndose a aceptarla, no podía negar la curiosidad que lo consumía. Quería entender por qué el destino lo había emparejado con una humana. ¿Qué tenía ella de especial?
—Conocerla a mi manera —murmuró para sí mismo, como si decirlo en voz alta le diera más firmeza a su decisión.
Pero cada vez que intentaba acercarse, algo dentro de él lo detenía. Quizás era el miedo a revelar lo que era o el temor a perder el control.
Cuando Chaehyun salió de su clase, HueningKai la siguió desde las sombras. La vio detenerse frente a una máquina expendedora, luchando con el billete que no quería entrar. Durante un instante, pensó en ayudarla, en presentarse de una forma casual, pero cuando dio un paso hacia adelante, sus manos comenzaron a temblar.
Se quedó quieto, observándola desde lejos, hasta que Beomgyu apareció, haciéndola reír con algún comentario mientras resolvía el problema con la máquina.
HueningKai frunció el ceño. ¿Quién era ese chico? El lazo entre ellos era evidente, y una punzada de celos lo atravesó, aunque no quería admitirlo.
Mientras caminaban hacia la cafetería, Chaehyun volvió a sentir la misma incomodidad. Era como si alguien estuviera demasiado cerca, pero cada vez que miraba alrededor, no veía nada fuera de lo normal.
—¿Te sientes bien? —preguntó Beomgyu, deteniéndose frente a la fila para los cafés.
—Sí, creo que solo estoy algo cansada —mintió. No quería sonar paranoica.
Beomgyu le lanzó una mirada de duda, pero no insistió.
HueningKai continuó observándolos, cerró los ojos con frustración. Había tenido su oportunidad de acercarse y la había desperdiciado. Cada vez que veía a Chaehyun de cerca, sentía una extraña mezcla de emociones: curiosidad, miedo y algo más profundo que no podía nombrar.
—Esto es inútil —susurró para sí mismo. Pero, incluso mientras decía esas palabras, no podía apartar la vista de ella.
Cuando los chicos salieron de la cafetería, HueningKai finalmente decidió dar el paso que había estado postergando. Dejó de ocultarse y se interpuso en su camino, sus ojos fijos en ella, como si el resto del mundo no existiera.
Chaehyun sintió cómo un escalofrío recorría su espalda al verlo. Su mente regresó inmediatamente a aquel caótico momento en el concierto, cuando casi la golpea sin razón aparente. Aunque no lo había contado a nadie más, Beomgyu lo sabía todo. Él era su confidente, su apoyo, y aunque al principio le costó creer que su ídolo, HueningKai, pudiera hacer algo así, terminó confiando en la palabra de su mejor amiga. Chaehyun le importaba más que cualquier banda.
Pero en ese instante, Beomgyu no podía contener su asombro al estar cara a cara con alguien que solo había visto en los escenarios y en sus sueños de fanático.
—Espera... ¿Es él? —murmuró, aunque ya conocía la respuesta. Su mirada oscilaba entre el entusiasmo de un fan y la desconfianza de un amigo protector—. ¿Tú eres HueningKai? —preguntó como si no lo conociera.
HueningKai no respondió, sus ojos permanecían fijos en Chaehyun, como si estuviera buscando las palabras correctas en el momento equivocado. La incomodidad de ella creció al sentir esa mirada intensa, casi penetrante, que la hacía retroceder un paso instintivamente.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Chaehyun con un hilo de voz, tratando de sonar firme pero incapaz de ocultar el temblor en sus palabras.
Beomgyu, recuperando algo de compostura, dio un paso adelante, colocándose parcialmente frente a Chaehyun. Su tono se volvió protector, aunque todavía incrédulo.
—Si tienes algo que decirle, será mejor que lo digas rápido. No voy a dejar que la intimides otra vez.
HueningKai alzó una ceja, sorprendido por la actitud del chico. Nadie le hablaba de esa manera, y menos un humano cualquiera. Sin embargo, no respondió al desafío. En lugar de eso, su mirada volvió a Chaehyun.
—Necesito hablar contigo. Solo contigo —dijo con voz firme, ignorando por completo a Beomgyu.
El entusiasmo inicial de Beomgyu se desvaneció por completo. Recordaba cada detalle que Chaehyun le había contado sobre su primer encuentro con HueningKai. Cómo ella había sentido miedo, cómo él había perdido el control por razones que ninguno de los dos entendía. Aunque seguía siendo un fan de Akilla, en ese momento todo lo que importaba era proteger a su amiga.
—Si vas a decir algo, lo dices frente a los dos —repitió Beomgyu, cruzando los brazos.
HueningKai suspiró con frustración, cerrando los ojos por un momento como si intentara calmarse. Cuando los abrió, su tono fue más frío.
—Esto no es asunto tuyo.
—Claro que lo es —respondió Beomgyu sin dudar—. Ella es mi amiga, y no voy a dejar que alguien, ni siquiera tú, la haga sentir incómoda.
Chaehyun miró a Beomgyu con una mezcla de gratitud y preocupación. Sabía que él estaba tratando de protegerla, pero también entendía que HueningKai no era alguien con quien se pudiera razonar fácilmente. Finalmente, levantó una mano para calmar a su amigo.
—Está bien, Beomgyu. Hablaré con él.
—¿Estás segura? —preguntó Beomgyu, sus ojos reflejando preocupación.
Ella asintió, aunque su interior estaba lleno de dudas. —Solo dame unos minutos.
Beomgyu apretó los labios, claramente renuente, pero dio un paso atrás. Sin embargo, no se alejó demasiado, manteniéndose cerca por si algo salía mal.
Cuando quedaron a solas, Chaehyun respiró profundamente, tratando de calmar los nervios que la invadían.
—¿Qué quieres, HueningKai? —preguntó con firmeza, a pesar del temor que sentía.
Él se quedó en silencio por un momento, como si estuviera reuniendo el valor para hablar. Finalmente, bajó la mirada, un gesto inusual para alguien como él.
—Quiero disculparme.
Chaehyun parpadeó, sorprendida por sus palabras, incluso el mismo Kai lo estaba. No era lo que esperaba, pero tampoco estaba segura de cómo reaccionar.
—¿Disculparte? ¿Por qué?
HueningKai alzó la vista y la miró directamente, sus ojos reflejaban algo que ella no podía identificar: arrepentimiento, quizá, pero también una especie de lucha interna que no podía ver.
—Por cómo te traté el día del concierto. No sé qué me pasó ese día. Perdí el control... y tú no merecías eso.
Sus palabras la tomaron desprevenida, pero no fueron suficientes para borrar el miedo y la desconfianza que aún sentía hacia él.
—¿Y eso es todo? ¿Esperas que te crea y ya? —preguntó, cruzando los brazos.
Él dio un paso hacia adelante, pero se detuvo al ver que ella retrocedía.
—No espero que confíes en mí de inmediato. Pero necesito que sepas que no soy quien crees que soy. Hay cosas que no entiendes, cosas que no puedo explicarte... aún.
—Entonces, ¿qué quieres de mí? —preguntó Chaehyun, con un tono lleno de confusión y una pizca de enojo.
HueningKai vaciló, pero finalmente respondió con voz baja. —Solo quiero conocerte.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire, cargadas de un significado que Chaehyun no podía comprender. Sentía que había algo más detrás de su interés, algo que él no estaba diciendo. Antes de que pudiera responder, otra voz interrumpió la conversación.
—Kai, esto es suficiente.
Ambos se giraron para ver a Soobin acercándose con pasos firmes y una expresión de desaprobación evidente. Miró a Chaehyun brevemente antes de enfocarse en HueningKai.
—¿Qué estás haciendo?
HueningKai lo enfrentó con una mirada desafiante. —No puedo ignorarlo, Soobin.
Soobin suspiró, su tono reflejaba una mezcla de cansancio y preocupación.
—Kai, estás haciendo que las cosas sean peores. Ella ya está asustada, y si sigues así, solo la alejarás más.
Chaehyun los observaba, completamente perdida, sintiendo que estaba siendo testigo de algo mucho más grande de lo que podía entender.
—¿Ustedes se conocen?
Soobin le lanzó una mirada rápida, pero volvió a centrarse en Kai. —Esto no tiene nada que ver contigo —dijo con frialdad, aunque su intención era protegerla de lo que sabía que estaba por venir.
El comentario hizo que Chaehyun frunciera el ceño y retrocediera un paso, la confusión y la incomodidad visibles en su rostro. Pero HueningKai no se dejó intimidar por la advertencia de Soobin.
—No puedo alejarme. Ella tiene que saberlo, tiene que entender...
—¡Kai! —interrumpió Soobin, su tono más firme esta vez—. No puedes forzar esto. Vas a perder el control otra vez, y lo sabes.
La tensión entre ambos era palpable, como si compartieran un secreto que estaba al borde de ser revelado. Chaehyun, incapaz de soportar más esa situación, levantó la voz con irritación.
—¡Basta!
Ambos se giraron hacia ella, sorprendidos por su repentina determinación. Chaehyun respiró hondo antes de hablar, sus palabras cargadas de una mezcla de enojo y decisión.
—HueningKai, acepto tus disculpas, ¿está bien? Pero eso no cambia lo que pasó ni cómo me hiciste sentir. Solo quiero que me dejes tranquila. No quiero saber nada más de ti.
HueningKai dio un paso hacia ella, como si intentara explicarse, pero Chaehyun levantó una mano, deteniéndolo en seco.
—Por favor. Solo déjame en paz.
Beomgyu, que había estado observando la escena con creciente incomodidad, aprovechó la oportunidad para acercarse y tomarla del brazo suavemente.
—Vamos, Chaehyun. Esto ha sido suficiente.
Ella asintió, agradecida, y juntos comenzaron a alejarse del lugar. HueningKai se quedó inmóvil, observándola mientras se iba, sintiendo una mezcla de frustración y dolor que no podía explicar.
Soobin se acercó a él, colocando una mano firme sobre su hombro.
—Te lo advertí, Kai. Esto no está funcionando.
HueningKai apartó la mano de Soobin con un gesto brusco, sus ojos reflejaban enojo y humillación.
—Ella me rechazó. A mí.
—Es su derecho —respondió Soobin con calma, intentando mantener la situación bajo control—. No puedes obligarla a sentir algo que no entiende, y menos cuando lo único que has hecho es asustarla más.
HueningKai cerró los ojos y apretó los puños, tratando de calmar el torbellino de emociones que lo consumía. Sabía que Soobin tenía razón, pero aceptar esa verdad solo hacía que el rechazo doliera más. Finalmente, respiró hondo y murmuró:
—Está bien. Lo dejaré por ahora.
Soobin asintió, aunque sabía que el "por ahora" de Kai significaba que esto no había terminado.
—Vamos. Antes de que hagas algo de lo que te arrepientas.
HueningKai lanzó una última mirada al lugar donde Chaehyun y Beomgyu habían desaparecido antes de seguir a Soobin, su mente aún llena de preguntas y su corazón pesado por el rechazo.
˖ ࣪ ִֶָ ャ
Esa noche, mientras Chaehyun estudiaba en su habitación, volvió a sentir esa misma presencia. Miró hacia la ventana, pero la encontró cerrada y todo estaba en calma. Respiró profundamente, tratando de ignorar la sensación, pero no podía sacudirse la idea de que alguien estaba allí, vigilándola y todo empeoraba cuando recordaba lo que sucedió en la mañana.
En la distancia, HueningKai continuaba observándola desde un edificio cercano, preguntándose si algún día podría acercarse a ella sin sentir que estaba traicionando su propia naturaleza. Ya lo había hecho una vez, y no resulto nada bien. Por ahora, solo podía observar, atrapado entre lo que era y lo que podría llegar a ser.
La noche se asentaba sobre la mansión Akilla, con su aire de misterio y lujo decadente. HueningKai regresó después de su frustrante día siguiendo a Chaehyun. Estaba inquieto, abrumado por pensamientos que no podía silenciar. Sabía que necesitaba distraerse y el único remedio que se le ocurrió fue salir a beber.
Subió al segundo piso, donde encontró a Soobin en su estudio, rodeado de libros antiguos y una calma que lo caracterizaba.
—Soobin, vamos a tomar algo —dijo Kai, apoyándose en el marco de la puerta.
Soobin levantó la mirada de su libro con una ceja arqueada. —¿No estás cansado de meterte en problemas, Kai? Creí que estarías deprimido.
—¿Por la humana? Parece que no me conoces. —Se indignó—. Solo acompáñame. Yeonjun y Taehyun no están, y no quiero ir solo. Además, alguien tiene que mantenerme bajo control, ¿no? —Kai intentó sonar despreocupado, pero había un tono de súplica en su voz.
Soobin suspiró, cerrando su libro con calma. —No quiero ir, pero si no lo hago, probablemente termines causando algún desastre. Vamos.
La discoteca estaba llena de luces de colores, música en alto volumen y una multitud que se movía al ritmo del bajo. Kai y Soobin llegaron sin mucho esfuerzo, llamando la atención como siempre lo hacían. A pesar de su apariencia serena, los vampiros tenían un magnetismo que no pasaba desapercibido.
Kai se lanzó directo a la barra, pidiendo dos tragos mientras Soobin observaba con cautela, ya que esa no era su escena.
—Relájate, Soobin. Estamos aquí para divertirnos —dijo Kai, entregándole un vaso.
—Eso intentas convencerte, pero sé que lo haces para olvidar algo —respondió Soobin con frialdad, aunque tomó el vaso de todas formas.
Con el tiempo, el alcohol empezó a hacer efecto, pero de formas muy diferentes en cada uno de ellos. Kai, quien rara vez se permitía este tipo de distracciones, se sentía más ligero, como si el peso del mundo que siempre cargaba se hubiera desvanecido por un instante. Las risas salían con facilidad, y su postura relajada era casi irreconocible para quienes lo conocían bien. Soobin, por otro lado, aunque más contenido, comenzó a mostrar pequeñas fisuras en su habitual compostura, como si el alcohol estuviera liberando algo que llevaba tiempo reprimido.
La atmósfera en la discoteca era densa. Las luces pulsaban al ritmo de la música, los cuerpos se movían al unísono, y el aire estaba impregnado de sudor y adrenalina. Pero entonces, algo rompió el hechizo. Un grito, apenas audible, se filtró a través del ruido de los asistentes.
Soobin frunció el ceño, sus sentidos alerta incluso bajo el efecto del alcohol.
—¿Escuchaste eso? —preguntó, girando la cabeza en dirección al sonido.
Kai apenas le prestó atención, demasiado inmerso en su propia burbuja.
—¿Qué? —respondió con una risa entrecortada, alzando su copa como si no hubiera nada fuera de lo normal.
Pero el segundo grito fue imposible de ignorar. Esta vez, el sonido era más cercano, más visceral, cargado de un terror que electrificó el ambiente. La multitud, que hasta entonces había estado perdida en la euforia, comenzó a vacilar. Las risas se apagaron, y una inquietud palpable se extendió como un incendio.
Entonces apareció.
Entre las sombras que danzaban bajo las luces, una figura emergió, y el aire pareció enfriarse. Era un hombre alto, de movimientos ágiles y precisos, con una presencia que parecía consumir el espacio a su alrededor. Sus ojos destellaban como brasas encendidas, y sus labios, manchados de un rojo intenso, delataban su última presa.
—Kai... —dijo Soobin, con un tono de advertencia—. Tenemos que movernos. Ahora.
Kai parpadeó, la realidad finalmente penetrando en su mente nublada. Al ver al desconocido, algo en su interior se agitó.
—¿Qué demonios...? —murmuró, dejando caer su copa al suelo.
La pista de baile estalló en caos. Personas corrían desesperadas, tropezando unas con otras mientras los gritos se volvían ensordecedores. El vampiro desconocido se movía con una rapidez aterradora, atacando sin discriminación. Cada víctima caía como un muñeco de trapo, dejando tras de sí charcos de sangre.
Soobin no perdió tiempo. Avanzó hacia el atacante, sus ojos brillando con determinación.
—¿Quién eres? —gritó, su voz cargada de autoridad.
El hombre se giró lentamente, sus colmillos destellando bajo las luces. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro.
—Solo un amante de la diversión —respondió, su tono cargado de burla—. Como ustedes.
Kai se posicionó al lado de Soobin, aunque su tambaleo delataba los efectos del alcohol.
—¿Es uno de los nuestros? —preguntó, su voz baja pero tensa.
Soobin negó con la cabeza, sus ojos evaluando cada movimiento del atacante.
—No lo sé, pero no podemos dejar que esto continúe. Si alguien más descubre lo que somos...
Antes de que pudiera terminar la frase, el vampiro desconocido atacó de nuevo, derribando a otro desafortunado humano. Soobin se lanzó hacia él, sus movimientos calculados, buscando inmovilizarlo. Pero el desconocido era fuerte, demasiado fuerte. Con un solo golpe, lo envió al suelo, arrancándole un gruñido de dolor.
—Patético —escupió el atacante, girándose hacia Kai, quien, aunque inestable, no dudó en atacar.
Kai se lanzó con una velocidad impresionante, pero sus movimientos carecían de la precisión habitual. El desconocido esquivó sus golpes con facilidad, riendo como si todo esto fuera un juego.
—¿Eso es todo? ¿Un par de niños mimados jugando a ser héroes?
Soobin se levantó con dificultad, limpiando la sangre que brotaba de una herida en su labio.
—Esto no es un juego. Y acabas de elegir a los enemigos equivocados.
El combate continuó, feroz y caótico. Cada segundo que pasaba, más vidas se perdían, y el aire se cargaba de un pánico tangible. Justo cuando parecía que el enfrentamiento se alargaría indefinidamente, una explosión de luces rojas y azules iluminó la entrada. Las sirenas de la policía resonaron, anunciando que las autoridades estaban cerca.
El vampiro desconocido miró a su alrededor, evaluando rápidamente la situación. Una sonrisa oscura cruzó su rostro.
—Esto no ha terminado —dijo, antes de desvanecerse en la penumbra con una velocidad que dejaba claro que no sería fácil rastrearlo.
Kai y Soobin quedaron en el centro del caos, jadeando, ensangrentados y derrotados. Los humanos que aún estaban conscientes gritaban y lloraban, mientras las sirenas se acercaban más.
—Tenemos que irnos —dijo Soobin, tirando de Kai, quien parecía estar procesando la derrota con dificultad.
—Lo sé —murmuró Kai, su mirada perdida en la dirección en que el atacante había desaparecido.
Caminando a toda prisa hacia la salida trasera, ambos sabían que habían fallado. Pero la peor parte no era el fracaso; era la incertidumbre.
—¿Quién rayos era ese? —preguntó Kai en voz baja mientras avanzaban hacia las sombras de la noche.
—Alguien que no teme las consecuencias —respondió Soobin, su tono cargado de gravedad—. Y eso lo hace mucho más peligroso de lo que imaginamos.
El silencio se asentó entre ellos mientras regresaban a la mansión, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Aunque la batalla había terminado, algo les decía que esta noche solo había sido el comienzo de algo mucho más oscuro.
˖ ࣪ ִֶָ ャ
La mansión Akilla estaba envuelta en un inquietante silencio cuando HueningKai y Soobin regresaron. Ambos caminaban con pesadez, sus pensamientos aturdidos por el enfrentamiento en la discoteca. El eco de los gritos y el caos resonaba en sus cabezas, una sombra persistente que no podían ignorar.
Soobin se dirigió al salón principal, donde se dejó caer en un sillón con un suspiro frustrado. HueningKai, por su parte, tomó una botella de licor de la barra y se sirvió un vaso con manos temblorosas.
—No puedes seguir viviendo así, Kai —dijo Soobin finalmente, rompiendo el silencio.
—¿Así cómo? —respondió HueningKai, sin mirarlo.
—Caótico. Sin rumbo. Hoy casi nos superan. ¿Y si ese vampiro hubiera sido más agresivo? Estábamos ebrios, distraídos. Somos más fuertes que eso.
HueningKai apretó la mandíbula, bebiendo de un solo trago el contenido de su vaso. Sabía que Soobin tenía razón, pero las emociones encontradas lo mantenían al borde de perder el control.
—No sé quién era, pero... él no estaba allí por casualidad —murmuró finalmente.
—Lo sé —dijo Soobin, su tono más relajado, pero aún tenso. —Y eso me preocupa.
Horas después, Yeonjun y Taehyun regresaron a la mansión, encontrándose con el desastre emocional que habían dejado sus compañeros. Soobin les explicó lo ocurrido con la mayor precisión posible, mientras HueningKai se mantenía en silencio, con la mirada fija en el suelo.
—Un vampiro desconocido en nuestro territorio, causando un escándalo público... —dijo Yeonjun, cruzando los brazos. —Esto no es algo que podamos ignorar.
—¿Crees que esté relacionado con nosotros? —preguntó Taehyun.
—No lo sé. Pero si lo está, debemos averiguarlo. Esto podría volverse más peligroso de lo que pensamos.
—¿Y Kai? —preguntó Taehyun, lanzándole una mirada rápida a su amigo, que seguía apartado del grupo.
—Kai necesita centrarse. No podemos permitirnos distracciones ahora —respondió Yeonjun con dureza, y aunque no lo dijo directamente, todos sabían a qué se refería: a Chaehyun.
HueningKai subió a su habitación, incapaz de soportar las miradas de sus compañeros. Cerró la puerta y se dejó caer en la cama, mirando al techo. La imagen del atacante y el caos de la discoteca se mezclaban con los recuerdos de Chaehyun. Había intentado olvidarla, alejarse, pero todo parecía empeorar cada vez que lo intentaba.
Un nudo de frustración y enojo crecía en su interior. Estaba cansado de luchar contra lo que sentía, de no poder controlar la conexión que lo unía a ella.
Al amanecer, HueningKai se levantó decidido. Mirándose al espejo, con una expresión que mezclaba precisión y tristeza, murmuró:
—Si voy a lidiar con esto, será a mi manera.
Sabía que tenía que proteger a Chaehyun, aunque eso significara seguir a distancia. Pero también sabía que el vampiro desconocido representaba un peligro que no podía ignorar. Había algo raro ocurriendo, y tarde o temprano, todos ellos tendrían que enfrentarlo.
甲 。 ﹫nota de escritora ᨓ
Quien diría que Kai y Soobin tendrían sus momentos con el alcohol...
Claro, son vampiros... pero que vampiros muy interesantes eh. ¡Esperen! Siento que algo oscuro pasará después.
Disfruten más.
See you | 💙
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