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30

POV JUNGKOOK

No necesitaba visitar Ulsan.

Podría haber llevado a cabo mis asuntos en casa de forma virtual, pero agradecí el descanso del denso ambiente. También aproveché para ver cómo estaba Yoongi, a quien había encargado un nuevo proyecto además de la situación de Park Naun.

—Cha Eunwoo. Director general de una empresa de almacenamiento en la nube que saldrá a bolsa a finales de este año —dijo Yoongi. Levantó un ceja—. ¿Desde cuándo te interesa el almacenamiento en la nube?

Pensé en ti a medianoche. Con cariño, Woo.

Algo muy oscuro y no deseado serpenteó en mi pecho.

—No te hagas el tonto. ¿Has encontrado algo bueno?

Yoongi sonrió.

—Existe la posibilidad de que haya estado involucrado en actividades cuestionables que condujeron al crecimiento de su empresa. No criminales, pero sí cuestionables. Lo suficiente como para impactar severamente en el rendimiento de su OPI.

—Bien. Ocúpate de ello antes de que salgan a bolsa.

Alcancé el agua junto a mi whisky vacío, pero no hizo nada para calmar el ardor en mi sangre.

—Por supuesto. —Yoongi me observó—. No has respondido a mi pregunta anterior. ¿Por qué te preocupa tanto ese Eunwoo? No puede ser porque es el ex novio de Jimin. El hombre del que estaba locamente enamorado hasta que sus padre lo obligaron a terminar con él porque no procedía del nivel de dinero de los Jeon. —Yoongi agitó su bebida en el vaso—. He oído que le envió rosas después de año nuevo. Muy bonitas, por cierto.

El ardor se intensificó.

—Él sabe que Jimin es mi prometido, y le envió flores de todos modos. Es una falta de respeto.

No le había contado a Yoongi lo que pasó en el club, ni lo de Bali, ni ninguno de los cambios en mi relación con Jimin. Darle esa información sería como entregarle dinamita a un niño pequeño con ganas de destruir.

Por desgracia, el idiota tenía un radar inquietamente preciso cuando se trataba de las debilidades de los demás.

No es que Jimin fuera mi debilidad...

—Hmm. Esa es una razón. Otra razón, que me inclino más a creer, es que estás empezando a desarrollar sentimientos por tu encantador futuro esposo.

—El whisky está nublando tu juicio, Min. Jimin es más tolerable de lo que había previsto en un principio, pero nada ha cambiado. No tengo intención de casarme con él ni de atarme a los Park.

Por alguna razón, el sentimiento sabía menos dulce que hace seis meses. La amargura adornaba las palabras como si hubieran sido manchadas por el engaño, aunque lo que había dicho era en serio.

Jimin me atraía. Había aceptado eso de mí mismo. Incluso me gustaba, pero no lo suficiente como para aceptar el chantaje de su padre.

No importaba, de todos modos. Una vez que demoliera el imperio de Naun, Jimin no querría tener nada que ver conmigo.

Era demasiado leal a su familia.

—Si tú lo dices —dijo Yoongi—. No te preocupes, estamos cerca. Pronto te librarás de toda su familia y podrás volver a tener tu casa para ti.

Un extraño dolor se apoderó de mi pecho.

—Estoy deseando que llegue.

Una llamada interrumpió antes de que pudiera dar un sorbo al otro vaso de whisky.

Sungwoo.

Nunca llamaba a menos que hubiera una emergencia. ¿Le había pasado algo a Jimin?

Contesté.

—¿Qué pasa? ¿Jimin está bien?

—El Sr. Jimin está bien. Sin embargo, ha habido un... —dejó escapar una pequeña tos—. Asunto que pensé que debería conocer. Tiene una visita.

Esperé impaciente a que terminara. Jimin recibía visitas todo el tiempo. Ninguna de ellas justificaba una llamada telefónica, a menos que...

—Por lo que he deducido, es un antiguo novio. Creo que se llama Eunwoo.

La furia se deslizó bajo mi piel como un veneno lento y rastrero.

¿Qué mierda hacía Cha Eunwoo en mi casa? Se suponía que estaba en la maldita California.

Iba a asesinar a Yoongi. Debía saber que Eunwoo estaba en Seúl y no había dicho nada al respecto.

—Normalmente, no le molestaría con un asunto así, pero insistió bastante en ver al sr. Jimin. Él accedió a dejar entrar, pero... Dado su inesperada llegada, quería alertarle.

Yo estaba en Ulsan.

Jimin en Seúl con su ex.

Me decidí en dos segundos.

—Vigílalos y no dejes que se vaya hasta que yo esté en casa —ordené—. Vuelvo en avión esta misma noche.

Un vuelo comercial demoraba una hora. Mi avión podía hacerlo en cuarenta minutos o menos.

—Sí, señor.

Cuando colgué miré a Yoongi.

—Tengo que volver a Seúl. Hay un asunto personal del que debo ocuparme.

—Lamento escuchar eso. Te acompaño a la salida.

Unas punzadas de ira y algo más vibraron bajo mi piel en nuestro camino hacia el vestíbulo.

Miedo.

¿De qué mierda tenía miedo? Eunwoo quería una segunda oportunidad con Jimin; no lo lastimaría físicamente.

Confiaba en que Sungwoo manejaría la situación; una llamada suya y mi equipo de seguridad doméstica haría que Eunwoo deseara no haber pisado nunca mi casa.

Pero, ¿y si Jimin quería verlo? Nuestra relación no había sido la más cálida desde nuestra discusión en la oficina. Él podría haber llamado a Eunwoo mientras yo estaba fuera.

Eunwoo podría estar convenciéndolo para que le diera otra oportunidad en este momento.

No debería importar, considerando que nuestra relación estaba condenada desde el principio.

—Este asunto personal... —dijo Yoongi mientras yo salía al pasillo—. No será que el ex novio de Jimin se presenta en tu casa, ¿verdad?

La sorpresa detuvo mis pasos.

—¿Qué carajo has hecho, Min?

—Me limité a facilitar un reencuentro entre tu prometido y un viejo amigo.

Ese imbécil.

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