19
La gala tenía lugar en el salón de baile del club, pero no podían moverse ni un metro sin que alguien los detuviera para saludar a Jungkook.
—¿Desde cuándo eres socio? —preguntó Jimin después de salir de otra conversación sobre la bolsa—. Parece que conoces a todo el mundo. O ell mundo parece conocerte a ti.
—Desde los veinte años. Es la edad mínima para ser miembro. —una sonrisa irónica se dibujó en la boca de Jungkook—. Eso no impidió que mi abuelo tratara de conseguir una membresía para mí cuando tenía dieciocho años, pero hay cosas que ni siquiera el abuelo Jeon podría hacer.
Era la segunda vez que mencionaba a su abuelo, la primera vez fue en la sesión de fotos.
El imponente Jeon Seun, el legendario hombre de negocios y fundador de JeonGroup, había muerto en verano de un ataque al corazón. Su muerte había acaparado los titulares durante más de un mes.
Jungkook había asumido el cargo de director general años antes de la muerte de su abuelo. Ocupando los tres puesto: director general, presidente y presidente de la junta directiva.
—¿Lo echas de menos?
—Echar de menos no es la palabra adecuada —la voz de Jungkook carecía de emoción—. Me crió y me enseñó todo lo que sé sobre los negocios y el mundo. Lo respetaba, pero nunca habíamos estado cerca. No de la forma en que se supone que los abuelos y nietos deben estar cerca.
—¿Y tus padres?
—Están haciendo lo de siempre. Ya lo verás.
Pasarían Acción de Gracias con ellos en Bali.
Un bar estilo Art Decó ocupaba toda la pared oriental, botellas de licor de alta gama había detrás.
La animada música de la banda de jazz bailaba sobre el suave tintineo de las copas y las elegantes risas. El salón de baile se elevaba cuarto pisos hacia una cúpula de cristal.
—¿Está a la altura de tus expectativas? —la mano de Jungkook se detuvo en la parte baja de la espalda de Jimin.
El rubio asintió con la cabeza. Jungkook y él pasaron la primera hora mezclándose con los otros miembros del club.
Hacia el final de hora, Kim Dang, un negociante, lo apartó para hablar de negocios. Jimin aprovechó para ir al baño y con ello con la compañía del esposo de Kim.
—Me encanta tu atuendo —dijo mientras se arreglaba su cabello.
—Gracias. Lo vi en la Semana de la Moda en Seul y pensé que sería perfecto para esta noche.
—Tienes razón. Jungkook no puede quitarte los ojos de encima —sonrió, con un rastro de tristeza cruzando su rostro—. Tienes mucha suerte de tener una pareja tan atenta.
El esposo de Kim Dang, Henri, era muy bello, pero parecía profundamente infeliz.
—No todo es sol y rosas. Jungkook y yo tenemos nuestras diferencias.
—Las diferencias son mejor que nada —murmuró Henri. Ambos salieron de baño, pero este se detuvo en la entrada del salón de baile—. Lo siento, me ha empezado a doler la cabeza. ¿Puedes decirle a Dang que me he ido a casa?
—Por supuesto, pero ¿no preferían decírselo tú? Estoy seguro de que querrá saber si no te sientes bien.
—No. Una vez que se pone en modo negocios, es imposible apartarlo. Lo dejaré con su trabajo. Fue un placer conocerte, Jimin.
—Espero que pronto te sientas mejor.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Jimin cuando divisó una cabellera castaña familiar detrás del mostrador.
—¿Qué tiene que hacer un chico para conseguir una bebida por aquí? —bromeó Jimin, tomando el taburete más cercano a su amigo.
Taehyung levantó la vista de la bebida que estaba preparando.
—Por fin, el VIP se digna a pasarse por aquí. Ten, Gin-tonic, justo como te gusta.
—En el momento perfecto —Dijo Jimin tomando un sorbo—. ¿He mencionado lo increíble que eres?
—Sí, pero no me importa oírlo de nuevo.
—Te vi desde una milla de distancia. Supongo que la gente no está interesada en buscar bebidas cuando se las pueden traer.
—Me pagan el importe integro sin importar cuantas bebidas sirva, así que no me cuesta nada. Sin embargo, tengo un regalo para ti. Di la palabra y era tuyo.
Jimin suspiró, sabiendo hacia dónde se dirigía la conversación. Cuando se le ocurría una idea, se aferraba a ella.
—Ahorra tu aliento. No voy a tener sexo con él.
—¿Por qué? Es caliente, tú estás caliente, el sexo garantizado que será caliente. Vamos, Jims. Déjame vivir a través de ti. Mi vida es tan aburrida estos días.
A pesar de la personalidad naturalmente coqueta y propensión a escribir sexo y asesinatos, Taehyung no había salido con nadie en más de un año, se podría decir que su supuesto novio era solo para matar el tiempo.
—Puedes vivir a través de los libros, también. Sigue con ellos porque el sexo con Jungkook esta noche no va a suceder.
—Bien, pero si cambias de opinión, tengo condones de sabor a fresa. Tamaño Magnum, acanalados para tu...
Una ligera tos lo interrumpió.
La sonrisa de Taehyung cayó como una cometa de hormigón, Jimin se giró para ver a Namjoon observándolos con desconcierto.
—Perdón por interrumpir, pero me gustaría pedir otra bebida. Me temo que no puedo aguantar otra conversación sobre el último escándalo de la sociedad sin más alcohol —la ironía tocó la última frase.
—Por supuesto —Taehyung recuperó la compostura—. ¿Qué puedo servirte?
—Gin-tonic... Con sabor a fresa.
Jimin casi se atraganta con su bebida mientras la cara de Taehyung se volvía en un tono rojo. Se quedó mirando a Namjoon, obviamente tratando de averiguar si se estaba burlando de él.
Namjoon le devolvió la mirada. Con una cara de educada imposibilidad.
—Un Gin-tonic de fresa, enseguida.
Taehyung se ocupó de la bebida, su vergüenza era un peso tangible en el aire.
—¿Debería preocuparme por lo que le ponga a mi bebida? —preguntó Namjoon a Jimin.
—No es tan vengativo... la mayoría parte del tiempo. Y si lo hace, lo verás. Hmm... ¿Qué parte de nuestra conversación escuchaste?
—No sé de qué estás hablando —dijo suavemente.
El alivio se instaló en el pecho de Jimin.
—Kim Namjoon, te mereces toda la bondad del mundo.
Se rió.
—Lo tendré en cuenta para los días en que me sienta mal —aceptó la bebida de Taehyung, que le dedicó una sonrisa apretada antes de llevarla en doble final al otro extremo de la barra.
Namjoon miró de forma divertida a Taehyung durante una fracción de tiempo antes de volver a centrar su atención hacia Jimin.
—¿Cómo es la vida con Jeon? ¿Te ha vuelto loco con su insistencia en separar todas sus velas exactamente 15 centímetros?
—No me hagas empezar. —Las tendencias controladoras de Jungkook se extendían más allá de sus peculiaridades alimentarias y se extendían a todas las áreas de la casa. A veces era extrañamente encantador. Otra veces, le daban ganas de clavarle un cuchillo en el muslo—. El otro día...
Namjoon y Jimin charlaron durante un rato, su conversación pasó de Jungkook a la gala y a sus próximos planes de vacaciones, hasta que recibió un correo electrónico y se excusó para responderlo.
Mientras Namjoon tecleaba en su teléfono, Jimin mirada alrededor.
Su distraída mirada se detuvo en un par de ojos fríos y oscuros, la respiración se detuvo en sus pulmones. Jungkook lo observaba, su rostro era ilegible, pero el calor parpadeaba bajo su pétrea mirada.
Parecía ignorar por completo a Kim dang.
Un músculo hizo tictac en la mandíbula de Jungkook cuando deslizó su mirada hacia Namjoon por un breve segundo antes de volver a verlo de nuevo.
—Lo siento —la voz tranquila de Namjoon rompió la tensión—. Las noticias no se detienen en ningún momento.
—No te preocupes... El mundo sigue girando, espero.
—Depende a quién le preguntes.
Jimin se propuso no volver a mirar Jungkook mientras escuchaba a Namjoon hablar de las noticias de última hora.
Pero por mucho que lo intentara, no podía deshacerse de la calidez de la atención de Jungkook ni enjaular las maripossas que había liberado.
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