18
Jimin ya había asistido a docenas de eventos de alta sociedad, pero nunca le habían invitado al Society K's porque su familia no era miembro.
Estaba más nervioso de lo que quería admitir, pero al menos Taehyung estaría en el club. Trabajaba en la segunda parte de la gala, lo que significaba un gran amigo garantizado.
Después de terminar su conversación con su mejor amigo, respiró hondo, comprobó de nuevo su reflejo y se aplicó la segunda capa de brillo labios para tener más confianza antes de salir de su habitación.
Mientras caminaba hacia el vestíbulo, se oía el sonido del programa de televisión japonés favorito de So Jo, quién le gustaba ver la televisión mientras cocinaba. Dijo que Jungkook le había instalado una pequeña pantalla plana en la cocina cuando empezó a trabajar para él.
La había amenazado con quitarla si alguna de sus comidas no estaba a la altura, pero nadie se tomaba en serio sus amenazas.
Era despiadado con la gente de fuera, pero trataba a su personal como a una familia, aunque mantenía distancia y tenía una expectativas extremadamente altas.
A Jimin se le revolvió el estómago cuando lo vio.
Jungkook lo esperaba en el vestíbulo, con la cabeza inclinada sobre su teléfono. Se había ceñido a la temática de la gala de los años veinte con la precisión que le caracterizaba: elegante traje de tweed de tres piezas en color carbón, gorra de copa a juego y su característico ceño fruncido.
—Si sigues frunciendo el ceño, se te congelará la cara así —Jimin intentó hablar en un tono ligero, pero le salió vergonzosamente jadeante.
Los ojos de Jungkook se dirigieron a él
—Muy p...
A brusca interrupción se su frase cargó el aire, tan repentina como un rayo.
Los pasos de Jimin vaciaron y luego se detuvieron por completo. Todas sus terminaciones nerviosas se activaron, lo que hizo que la piel se le erice y se le escapara el oxígeno de los pulmones cuando sus miradas se encontraron.
Jungkook no apartó sus ojos de los de Jimin, pero su atención tocó de alguna manera casa centímetro de su cuerpo hasta que cobró vida.
—Te ves... —hizo una pausa, una emoción inidentificable pasó por su rostro—. Bonito.
El tono oscuro y aterciopelado de la palabra "bonito" hizo que sus venas vibraran al escucharlo.
Jimin tenía una camisa de encaje y traslúcida, con una manga cayendo debajo de su hombro, dejando al descubierto parte de su cuello y clavícula. Los pantalones de cuero, se ceñían a sus piernas y amoldaban a su cintura y retaguardia.
El traje dejaba al descubierto kilómetros de piel, las prendas moldeando su figura, pero la mirada de Jungkook le hacía parecer casi desnudo desde la distancia.
—Gracias... Tú también. La temática de los veinte años te sientan bien.
***
Ambos estaban sentados en el asiento trasero del Rolls Royce que los había estado esperando.
—Hmm ¿Cómo va el trabajo? —preguntó Jimin cuando el silencio se prolongó—. A penas te he visto en toda la semana.
—¿Me has echado de menor? —dijo con diversión.
—Tanto como un marinero echa de menos el escorbuto.
Jungkook soltó una risa sincera.
—Realmente se te ocurren las comparaciones más halagadoras.
La visión de un Jungkook risueño y desprevenido era totalmente sorprendente y catastrófico para los límites de Jimin.
—Es un talento que perfeccioné al crecer. Durante los eventos sociales aburridos, inventaba con mi hermana una buena comparación de animales para cada invitado
Las mejillas de Jimin se enrojecieron.
—Parece una tontería, pero nos ayudaba a pasar el tiempo.
—No lo dudo. ¿Con que me compararlas?
Con un dragón. Glorioso en su poder, aterrador en su ira, y magnífico incluso en reposo.
—Si me hubieras preguntado antes de la tregua, hubiera dicho un jabalí maleducado. Pero ya que estamos siento amables te subo a un tejón de la miel.
—El animal más intrépido del mundo. Lo acepto.
Jimin parpadeó confundido, se suponía que esa no tendría que ser la reacción. A la mayoría de la gente con la gustaría esa comparación.
—Y para responder a tu pregunta anterior, el trabajo a sido... agravante. El trato en el que estoy trabajando es un dolor de cabeza, pero volaré a California el martes para, con suerte, cerrarlo.
—Lo conseguirás, nunca has perdido una adquisición.
—Agradezco tu fe en mí, amor mío.
El vehículo siguió conduciendo por una carretera sinuosa iluminada por ciento de faroles brillantes en los árboles. Jimin se sintió como si estuvieran en una finca en vez de un club.
Jimin había crecido rodeado de riqueza, pero todo eso era a otro nivel.
—No te pongas nervioso —la voz ronca de Jungkook interrumpió sus pensamientos—. Es solo una fiesta.
—No estoy nervioso.
—Tienes los nudillos blancos.
Jimin miró hacia abajo, donde se agarraba las rodillas con fuerza.
Relajó su mano.
Jungkook cerró su mano sobre la de su prometido y la apretó como su muslo, haciendo que este se quede quieto.
Una oleada de conciencia le recorrió a Jimin y se estrechó al ver la manos de Jungkook atrapando la suya. Su agarre era firme pero sorprendentemente suave.
Jimin se atrevió a mirarlo.
Jungkook tenía la mirada fija, su perfil era imponente. Los latidos del corazón del rubio se ralentizaron gradualmente a medida que los árboles se despegaba y el club aparecía a la vista.
Su aliento salió en un suave jadeo.
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