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16

—¿Qué me he perdido? —Jimin se acercó a ellos.

—Tu padre y yo estábamos de la logística de la boda —Jungkook no dejó de mirar a Park Naum—. ¿No es cierto?

El resentimiento llenó los ojos del mayor, pero no discutió con Jungkook.

—Así es.

Los ojos de Jimin se movieron entre ellos. Debió percibir la hostilidad subyacente porque rápidamente empujó a su padre hacia la columnista de estilo de vida de una famosa entrevista.

—No sé de qué estabas hablando, pero no deberías provocar a mi padre —dijo el rubio—. Es como provocar a un tigre herido.

Una brizna de diversión enfrió la ira de Jungkook.

—No le tengo miedo a tu padre, amor mío. Si no le gusta lo que digo, que se las arregle conmigo.

—No me llames así: amor mío —aclaró Jimin—. Es un insulto.

Jungkook enarcó una ceja.

—¿Cómo que un insulto?

—Que no lo dices en serio.

—La gente dice cosas que no quiere decir todo el tiempo —Jungkook señaló con la cabeza a un invitado—. Por ejemplo, tu fascinante conversación de antes con ese señor. No me digas que en realidad estabas interesado en las minucias de deducciones fiscales.

—C-Cómo lo sabes... no importa. No importa —Jimin sacudió la cabeza—. Mira, sé que esto es un negocio para ti. Tampoco estás en lo alto de mi lista de sueños para casarme, pero eso no cambia el hecho de que tengamos que vivir el uno con el otro. Al menos deberíamos intentar sacar el máximo partido a la situación.

Una oleada de irritación le recorrió la columna vertebral de Jungkook.

—¿Quién, exactamente, está en tu lista de sueños para casarte?

—¿En serio? —la expectación se reflejó en su voz—. ¿Esa es la conclusión que sacas de lo que te acabo de decir?

—¿Qué tan larga es la lista?

A Jungkook no le importaba que lo hubieran obligado a comprometerse, pero su prometido no debería tener una lista de otros hombres con los que prefería casarse.

Punto.

—Eso no importa —respondió Jimin.

—Claro que sí.

—Yo no... —La frase de Jimin se cortó cuando un invitado borracho pasó por allí y chocó accidentalmente con él.

Jimin tropezó y la mano de Jungkook se disparó instintivamente antes de que se estrellara contra una mesa de champán cercana.

Los dos se quedaron paralizados, con los ojos clavados en el lugar donde sus cuerpos se tocaban.

El ruido circundante se convirtió en un rugido sordo, dominado por los fuertes latidos de sus corazones y el repentino zumbido de la electricidad en el aire.

Jimin era más bajo que Jungkook, y este último pudo ver el movimiento de las pestañas del rubio hacia abajo mientras su mirada se centraba en el lugar donde los largos dedos del pelinegro rodeaban su muñeca.

Él era tan delicado que podría haberlo roto sin intentarlo.

El pulso de Jimin se aceleró, tentándole a prolongar el agarre antes de entrar en razón y que Jungkook suelte su mano como si fuera un carbón ardiente.

Jimin se retiró y se frotó la muñeca, con la mejillas completamente rojas.

—Lo que intentaba decir antes de que nos despistáramos es que deberíamos intentar llevarnos bien —dijo sin aliento—. Conocernos el uno al otro. Tal vez tener una o dos citas.

La tensión que Jungkook sentía se disipó.

—¿Me estás invitando a salir, amor mío? —preguntó con una sonrisa ante la mirada de Jimin.

—Te dije que dejaras de llamarme así.

Jungkook quiso reír al ver que ignoró su pregunta.

—Sí, lo hiciste.

Iba a llamarlo "amor mío" las veces que quiera.

Jimin cerró los ojos y pareció que rezaba para tener paciencia antes de volver a abrirlos unos segundos después.

—Bien, lleguemos a un acuerdo. Puedes llamarme amor mío con moderación, si aceptas la tregua.

—No sabía que estábamos en guerra.

Jungkook pasó un pulgar por el labio inferior, contemplando la oferta. En un principio, había planeado ignorar a Jimin hasta que terminara el compromiso, pero sus pequeños destellos de rebeldía lo intrigaban, al igual que la información que compartía inadvertidamente sobre su familia.

Tal vez mantenerlo a distancia era la estrategia equivocada.

—Es un trato.

Jungkook le extendió el brazo, Jimin dudó un poco antes de estrechar sus manos, aunque dejó escapar un jadeo cuando el agarre de Jungkook fue más fuerte y fue atraído hacia él.

—Hay que guardar las apariencias —murmuró Jeon.

Jungkook inclinó la cabeza hacia su derecha, donde al menos una docena de invitados los observaban a hurtadillas.

Era una noticia que llevó a muchas personas con sorpresa que el gran Jeon Jungkook estuviera comprometido y estaba seguro que muchos querrían confirmarlo con sus propios ojos.

Así que pasó su mano libre por la columna vertebral de su prometido y lo enroscó alrededor de su cuellos antes de bajar su boca a su oído.

—Bienvenido a la tregua, amor mío.

Su aliento recorrió su mejilla.

Jimin se piso rígido y su propia respiración adquirió un ritmo irregular.

Jungkook sonrió. Iba a ser divertido.

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