15
—Otro que muerde el anzuelo. Algo debe de haber en el agua, con la forma en que todo el mundo a mi alrededor se está casando de repente —dijo Yoongi—. ¿Cómo vas las cosas con bonito novio? Felices, espero.
—Déjate de tonterías, Yoon, o te echaré yo mismo —gruñó Jungkook.
Él también estaba inquieto por su besos con Jimin de la semana pasada, y ahora tenía que entablar una pequeña charla con un grupo de personas que no le importaban.
Una sonrisa malvada se dibujó en la cara de Yoongi.
—No es felicidad entonces.
—¿Comparado con tus suspiros? Es el puto paraíso.
Los ojos de su amigo se entrecerraron.
—Yo no suspiro.
—No. Simplemente rebajas el alquiler a todos los que quieren vivir en tu edificio sin una buena razón.
Yoongi era un genio en informática, propietario de un edificio de lujo y director general de Min's Security, una empresa de seguridad privada de élite.
Él era el que se había encargado de rastrear y destruir la pruebas de Park Naum.
—No estoy aquí para discutir mis decisiones de negocios contigo —dijo fríamente—. Estoy aquí para celebrar este nuevo y emocionante capítulo de tu vida —levantó una copa—. Un brindis por ti y por Jimin. Que tengan una larga y feliz vida juntos.
—Min, vete a la mierda.
Yoongi se rió en respuesta, pero la mención de Jimin hizo que los ojos de Jungkook se dirigieron involuntariamente a donde estaba él charlando con una elegante pareja mayor. Había sido el anfitrión consumado durante todo el día, mezclando y encantando a los invitados hasta que no podía dar dos pasos sin que alguien le hablara efusivamente de lo que encantador que era.
A Jungkook le parecía irritante.
Sus ojos se detuvieron en el flequillo rubio que caía en su frente y en los pantalones negros que se amoldaban a sus piernas, la camisa blanca que tenía un escote en la espalda hacía que el pulso de Jungkook se acelerara.
Espalda descubierta, pantalón de porte y corte elegante.
Era algo atrevido y sin duda brillaba la forma en el que su piel parecía más suave que la seda.
Jimin se rió de algo que dijo la pareja. Todo su rostro se iluminó y Jungkook se dio cuenta de que nunca había visto su sonrisa genuina y desprevenida. No había sarcasmo ni fachada, solo ojos brillantes, mejillas sonrojadas y una ligereza que lo transformaba de hermoso a impresionante.
La conciencia se encendió en su pecho, caliente y no deseado.
—¿Debo volver cuando hayas terminado de contemplarlo? —habló Yoongi—. No quiero entrometerme en un momento privado.
—No lo estoy mirando —apartó los ojos de Jimin, pero su presencia seguía siendo un calor tangible en su piel—. Basta de tonterías. Ponme al día sobre el proyecto.
—Las operaciones comerciales van según lo previsto. La otra situación está progresando, pero no tan rápido como esperábamos.
Las piezas estaban cayendo en su lugar para la toma de negocios de Park Naum, pero todavía estaban estancados en el frente de la evidencia.
—Solo hazlo antes de la boda. Mantenme informado.
—Siempre lo hago —Yoongi miró por encima de su hombro—. Ahí viene.
Jungkook pudo percibirlo por el dulce perfume que lo caracterizaba.
Jimin.
Por suerte para ellos, las fotos que tomaron no requerían un beso y consiguieron la foto en menos de cinco minutos. Los amigos de Jimin lo apartaron después y Joo Hyuk se dirigía a Jungkook.
—Eh, eh, solo quería decir... ¿felicidades? Por el compromiso.
La mirada de Jungkook podría haber incendiado la habitación.
Joo Hyuk levantó las manos.
—Whoa, estoy tratando de jugar bien, ¿de acuerdo? Estoy... —bajó la manos y echó un vistazo a la habitación antes de volver a mirarlo. El sentimiento de culpa de reflejó en su expresión—. Siento que te haya tocado a ti.
—Es lo que es.
Estaba acostumbrado a limpiar lo que hacía su hermano.
Joo Hyuk se pasó una mano por la cara.
—Lo sé, pero yo... Joder. Sé que nunca quisiste casarte. Esto es algo importante, Jungkook, y sé que estás trabajando en encontrar...
—Joo. —su nombre fue una advertencia—. Ahora no.
Yoongi era discreto. Joo Hyuk no. No quería que nadie escuchara.
—Bien. Bueno, solo quería felicitar, digo disculparme. Y gracias... Sé que no lo digo a menudo, pero eres un buen hermano. Siempre lo has sido.
Una opresión se apoderó en el pecho de Jungkook antes de que reconociera su afirmación con un gesto cortante de la cabeza.
—Ve a disfrutar de la fiesta. Nos vemos en la cena de la semana que viene.
***
Jungkook se dirigió al bar, para su desgracia, Park Naum estaba ahí.
—Excelente participación. Parece que todos los miembros de Club Seul están aquí. Tienes bastante presencia ahí, ¿no?
—Ni más ni menos que otros socios.
—Claro —Naum sonrió, como la sonrisa de un tiburón que percibe sangre en el agua—. He oído que pronto habrá una vacante en la sección de Inglaterra. Un asunto desagradable con la quiebra de IN.
—Eso he oído —Jungkook inclinó la cabeza—. Te rechazaron la última vez que te presentaste, ¿no? Quizá tengas más suerte está vez.
El rostro de Naum se ensombreció antes de relajarse en otra sonrisa.
—Estoy seguro de que la tendré con tu apoyo. Ahora somos prácticamente una familia, y la familia se ayuda mutuamente. ¿No es así? —Naum lanzó una mirada significativa en dirección a Joo Hyuk.
La rabia apretó la mandíbula de Jungkook ante la evidente amenaza.
—No tengo mucha información sobre el Club Seul en Inglaterra—claro que tenía muchísima información, era una mentira a medias—. El comité de miembro es diligente en su proceso de selección. Si alguien es digno de ser admitido, será admitido.
Un rojo salpicó las mejillas de Naum ante la sutil indirecta.
—Aunque estoy a favor de ayudar a la familia... Debería saber que no hay que presionar demasiado. Nunca resulta bien para las parte implicadas.
Park Naum tenía las suficientes pelotas para chantajearlo, pero no para pretender que era su dueño. Estaba probando su punto de ruptura para ver hasta dónde podía llevar las cosas.
Antes de que Jungkook pudiera responder de nuevo. Jimin regresó hacia ellos, con las mejillas notablemente más sonrojadas que antes. Se preguntó cuántas copas se había tomado.
—¿Que me he perdido?
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