—Siento haberte emboscado. Pasaba por aquí y me acordé de que te gustaba venir todos los domingos —Eunwoo dejó escapar una pequeña risa—. Supongo que todavía lo haces.

Jimin le devolvió la sonrisa con una propia y recelosa.

—Las viejas costumbres no mueren.

Después de que se le pasara el susto y de que Taehyung se excusarme para "dormir al siesta y ponerse a escribir", Eunwoo y él salieron del mercadillo para tomar un café en una pequeña cafetería al aire libre que había al final de la calle.

Estaban solos en aquel lugar, hablando mientras tomaban un capuchino como si no hubieran pasado dos años desde la última vez que se vieron.

—¿Estás aquí de vacaciones? —preguntó Jimin.

—Trabajo. Tengo una reunión con inversores el martes y pensé en volar temprano para disfrutar de la ciudad. Ha pasado mucho tiempo —se frontó una mano en la nuca—. Te habría llamado, pero...

—No tienes que dar explicaciones.

—Bien —Eunwoo se aclaró la garganta—. Te ves bien, Jims. Realmente bien.

El rostro de Jimin se suavizó.

—Tú también.

A menudo, Jimin se había preguntado qué pasaría si se encontraba con Eunwoo de nuevo. Esperaba sentir tristeza, arrepentimiento y tal vez nostalgia. Habían sido amigos y habían salido durante años; los sentimientos no desaparecían solo porque la gente se separase.

Sin embargo, se apagaron con el tiempo, porque todo lo que sentía ahora era la brisa fría en su piel y un extraño malestar en la boca del estómago.

—Y... ¿Cómo te va la planificación del evento?

—Bien. Contraté a alguien para que se encargara de las redes sociales hace unos meses, así que tenemos un equipo de cuatro personas.

—Bien.

Tenían que dejar de usar esa palabra.

El incómodo silencio se amplió.

Eunwoo y Jimin se miraron incomodamente durante otro minutos antes de que la mirada de Eunwoo se dirigiera al anillo de compromiso del rubio.

Una tormenta de emociones nubló sus ojos, y Jimin resistió el impulso de retirar su mano de la meses y llevarla a su regazo.

—No estabas bromeando sobre el compromiso.

Una punzada golpeó el pecho de Jimin ante su primer reconocimiento directo a su nueva situación sentimental.

—Yo no bromearía con algo así —respondió en voz baja.

—Lo sé. Solo pensé... —Eunwoo inclinó la cabeza hacia atrás y exhaló un largo suspiro—. ¿Cuándo es la boda?

—El año que viene. A principios de agosto.

—¿En la famosa finca de los Jeon?

—Sí.

—Tú y Jeon Jungkook. Tus padres deben estar encantados —Eunwoo volvió a mirarlo a los ojos con una sonrisa socarrona—. ¿Cuánto vale? ¿Como mil millones de dólares?

Dos.

—Algo así.

—¿Cómo se conocieron?

—En un evento —respondió vagamente. No quería mentirle a Eunwoo, pero tampoco quería decirle que era un matrimonio concertado. La aprobación de sus padres era un tema delicado para ambos.

Por desgracia, Eunwoo lo conocía lo suficiente como para captar los matices de su falta de respuesta.

—Espera. ¿Te vas a casar con él porque quieres o porque tus padres quieren que lo hagas?

Jimin se movió en su asiento, deseando no haber ido al mercadillo.

Se quedó en silencio.

—Maldita sea, Jimin. —La frustración se filtró en su voz—. Sabía que nunca elegirías voluntariamente a alguien como Jungkook. Lo busqué después de tu mensaje. Todos esos rumores sobre él y cómo es... no hay cantidad de dinero en el mundo que lo valga. ¿En qué demonios estaban pensando tus padres? Además del hecho de que es multimillonario —una amargura inusual envenenó sus palabras.

—No es tan malo... —dijo, extrañamente a la defensiva de Jungkook a pesar de que había sido un idiota durante el noventa por ciento de sus interacciones.

Pero... El beso. El desayuno. Sus pláticas personales...

Eran cosas pequeñas en el gran esquema de su relación, pero le dieron esperanza.

Jeon Jungkook tenía un lado humano. Solo que no lo mostraba a menudo.

—Eso es lo que quiere que pienses. Incluso si no es tan malo como dicen los rumores. ¿Quieres casarte con alguien que ya está casado con su trabajo?

Jimin se sentía atrapado como si estuviera en una jaula. Eunwoo se inclinó hacia adelante, con una expresión intensa.

—No tienes que casarte con él, Jimin.

—Woo...

—Lo digo en serio —la ferocidad de sus tono hizo que Jimin sobresaltara—. Siempre has hecho lo que tus padres te has dicho que hagas, pero esto no se trata de un trabajo. Se trata del resto de tu vida. Ya no eres un adolescente y tienes tu propio dinero. Puede hacer frente a esto.

—No se trata de defenderse. Son mi familia, Eunwoo. No puedo darles la espalda.

La risa de Eunwoo carecía de humor.

—Deberías haber sabido que ibas a decir eso —se inclinó hacia atrás, con su mirada fija en él—. No he salido con nadie desde terminamos, sabes. No en serio. Mi relación más larga después de ti duró un mes.

Otra punzada sintió en su pecho.

—Yo tampoco —dijo en voz baja—. Pero ahora estoy comprometido, y esta conversación es inapropiada.

A Jimin no le gustaba Jungkook, pero nunca lo engañarla ni faltaría el respeto a la promesa implícita que había hecho al aceptar su anillo.

—Deberías irte —dijo Jimin—. Seguro tienes mucho que hacer antes de tu reunión del martes.

Eunwoo lo miró por un segundo antes de negar con la cabeza.

—Bien. Me ha gustado verte, Jimin. Si alguna vez cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme.

Jimin lo vio alejarse, con el corazón encogido y los pensamientos corriendo en una docena de direcciones diferentes.

Habían pasado muchas cosas que parecía un sueño febril.

El regreso de Jeon de Europa.

El beso y su primera conversación real.

Euwnoo apareciendo de la nada y pidiéndole que rompiera su compromiso.

¿Qué diría Jungkook si se entera lo que había pasado con Eunwoo?

Independientemente de sus sentimientos hacia él, Jungkook no parecía el tipo de hombre que respondería bien a la intromisión de otras personas en sus relaciones.