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JIMIN

Cuando empezó a trabajar, le resultó extraño asistir a eventos a los que, de otro modo, sería invitado. Pero se había acostumbrado a ello con los años, y los ingresos que tenía le permitían un pequeño grado de independencia de sus padres.

No era parte de su fondo fiduciario, ni era su herencia. Era dinero que se había ganado a pulso como organizador de eventos de lujo en Corea.

Le encantaba el reto de crear eventos bonitos desde cero, y a la gente rica le gustaban las cosas bonitas. Era una situación en la que todos salían ganando.

Estaba comprobando la configuración del sonido para el discurso de apertura más tarde esa noche cuando Taehyung se precipitó  hacia él.

—¡Jimin! No me habías dicho que estaba aquí —espetó su amigo.

—¿Quién?

—Jeon Jungkook.

Todos sus pensamientos sobre las pruebas de sonido salieron volando de su cabeza.

Dirigió su mirada hacia la de Taehyung, observando sus ojos brillantes y sus mejillas sonrojadas.

—¿Jeon Jungkook? Pero no ha confirmado su asistencia.

—Bueno, las reglas no se aplican a él —dijo vibrando de emoción—. No puedo creer que haya aparecido. La gente hablará de esto durante semanas.

Los susurros de los invitados empezaron a escucharse.

Jeon Jungkook, el enigmático directos general del conglomerado de artículos de lujo JeonGroup, rara vez asistía a actos públicos que no fueran organizados por él mismo, uno de sus amigos más íntimos o uno de esos importantes socios comerciales.

"CoreaFundraise Alliance" no entraba en ninguna de esas categorías.

Era uno de los hombres más ricos y vigilados de todo Corea.

Taehyung tenía razón. La gente estaría hablando de su asistencia durante semanas o, mejor dicho, meses.

—Bien —dijo Jimin, tratando de frenar sus repentinos latidos desbocados—. Tal vez eso haga que se tome más conciencia del problema de los osos polares.

Taehyung puso los ojos en blanco.

—Jimin, a nadie le importa —se detuvo al darse cuenta que lo dijo en voz alta—. A nadie le importan —volvió a decir en voz baja.

A Jimin realmente le entristecía que aquellos animales estuvieran en peligro de extinción, pero para ser sinceros. La gente rica estaba ahí solo para tener una buena imagen ante los demás.

Una vez más, su mejor amigo tenía razón. Sin embargo, no importaba el motivo de la asistencia de Jeon Jungkook, los invitados recaudaban dinero para una buena causa y los eventos mantenía su negocio en funcionamiento.

—El verdadero tema de la noche —dijo Taehyung—. Es lo bueno que se ve Jungkook. Nunca he visto a un hombre llenar un buen esmoquin.

—¡Taehyung! Tienes novio.

—¿Y? Todavía puedo apreciar la belleza de otras personas.

—Sí, sí —le dio un leve empujoncito—. Sigamos con el trabajo.

—Que aburrido —refunfuñó, pero hizo lo que le dijo.

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No debería responder a llamadas en medio de un evento de trabajo, pero no podía ignorar una llamada de Park Naun.

Volvió a comprobar que no hubiera ningún inconveniente que requiera su atención inmediata antes de meterse al baño más cercano.

—Buenas noches, padre. —El saludo formal se le escapó con facilidad tras veintitantos años de práctica.

Solía llamarlo "papá", pero después de que Park's Company ascendiera y se mudaran de su estrecha habitación de dos dormitorios a una mansión en las afueras de Seúl, insistió en que le llamara "padre". Al parecer, sonaba más sofisticado y de clase alta.

—¿Dónde estás? —su voz grave y seria retumbó en la línea—. ¿Por qué hay tanto eco?

—Estoy trabajando, padre. Me he colado en un baño para atender tu llamada —. Apoyó su cadera en el mostrador, al no recibir respuesta, se sintió obligado a decir algo más—. Es una recaudación de fondos para los osos polares.

Sonrió al escuchar un suspiro pesado. Su padre tenía poca paciencia con las causas oscuras que la gente utilizaba como excusa para salir de fiesta, aunque de todos modos asistía a los eventos de caridad.

Era lo que debía hacer.

—Cada día me entero de un nuevo animal en peligro de extinción —refunfuñó—. Tu madre está en un comité de recaudación de donados para algún otro pez, como si no comiéramos marisco todas las semanas.

Buen punto. Su madre amaba los mariscos.

—Estás en el trabajo, así que seré breve. Nos gustaría que nos acompañaras a cenar el viernes por la noche. Tenemos noticias importantes.

A pesar de sus palabras, no era una petición. Era una sutil orden.

Su sonrisa se desvaneció.

—¿Este viernes por la noche?

—Sí —respondió sin dar más detalles—. La cena es a las ocho en punto. No llegues tarde.

Colgó.

El teléfono se quedó congelado en su oreja durante un tiempo más antes que lo retirara. Resbaló contra la palma de su mano húmeda y casi cayó al suelo ante de guardarlo en su bolsillo.

"Tenemos noticias importantes" Era curioso cómo una frase podía sumirlo en una espiral de ansiedad.

Una citación de emergencia en la mansión de los Park nunca era un buen presagio.