Capitulo 40: Camelot: Escape del Caballero
Una tenue luz irradiaba alrededor de las innumerables vidrieras alrededor de la cámara del trono, iluminando el espacioso interior, que estaba desprovisto de todo excepto de un glorioso trono de plata. La alfombra ornamentada se extendía hasta el centro de la habitación desde las puertas solitarias, junto con velas infundidas con prana que iluminaban los pilares entre las ventanas.
La habitación brillaba con dicha celestial a pesar de que la noche ya reinaba afuera. La tranquilidad del silencio en la cámara del trono se rompió cuando Sir Gawain fue expulsado violentamente contra un pilar por una luz juzgadora. La zona donde choco quedo marcada de destrozo y el Caballero del Sol cayo al cielo, muy lastimado por ese golpe, pero vivo.
-...Estoy celoso de que haya sido tocado por la lanza de Padre- murmuro Sir Mordred, reverenciada y con la cabeza agachada, al igual que Sir Agravain y Sir Tristan. Miro a su otro compañero que estaba débil, pero no hacía el intento de levantarse hasta que su Rey lo dijera. -No puedo creer que siga vivo...-.
-Ataque a matar y Sir Gawain lo soporto, por lo que será perdonado- declaro el Rey León bajando su mano, que fue donde se emano la luz celestial que golpeo al caballero. La voz con la que dijo sus siguientes palabras resonaron con algo de frustración. -Sin embargo, su fracaso en proteger la Selección Sagrada, aunque comprensible dadas las circunstancias, siguen siendo intolerables. Aunque ha sido perdonado, los perpetradores siguen en pie, y es algo que no permitiré-.
-Pensar que los Maestros de Chaldea estarían en contra de nosotros cuando el reino solo busca la salvación...- agrego Sir Tristan en voz baja, pero se callo cuando la mirada del Rey León se fijo en él. -Mil perdones... he hablado fuera de lugar-.
-Lo pasaré por alto- declaro el Rey León. -Sir Agravain-.
-¿Si, su Majestad?-.
-Esta reciente intrusión lo cambia todo. No se puede subestimar a los Chaldeanos y deben ser manejados apropiadamente. Eres libre de tomar el mando de los elementos del Norte...- la gobernante ordeno mientras apoyaba los brazos sobre el gran trono. -Ocúpate de este problema, aunque ten en cuenta que no aceptaré bajas innecesarias. Si esta pequeña distracción distrae o gasta muchos recursos para la guerra contra el Rey Sol... te arrancaré la cabeza-.
Sir Agravain no temió por esa amenaza y simplemente asintió. -Como ordene, su Majestad, no le fallaré-.
Mordred se levanto en silencio y observo como el pelinegro se retiraba de la habitación. Aunque mantenía un rostro estoico por fuera, por dentro estaba eufórica. Si la campaña del Norte estaba recibiendo más atención, incluso con Agravain al mando, significaba que tenía más posibilidades de ganarse finalmente sus propios méritos dentro de las murallas de Camelot.
No se malentienda. Estaba bastante feliz con poder correr y destruir libremente lo que sea y a cualquiera que amenazaba el reino afuera de los muros... pero la oportunidad de ganarse el mayor elogió de padre era el mayor regalo que podía imaginar. En el fondo agradeció a los de Chaldea por esta oportunidad, aunque no cambiaría que los mataría.
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Tras haber escapado, de lo que sería considerado como un golpe de suerte, de los muros y el terreno de Camelot, Chaldea, liderando un pequeño grupo de refugiados al desierto, se alejaban lo más que podían de la Ciudad Santa.
El miedo y terror a lo que les podría suceder era lo que mandaba en el estado de animo de los refugiados los primeros minutos, pero esa aura deprimente se fue apagando un poco ante cada defensa que los Sirvientes de Chaldea de bestias salvajes y cascarones de bronce.
La verdad, era que Chaldea iba en camino hacía las Montañas. En la búsqueda de información por el pueblo, Gudao se entero que aparte del Rey León y del Rey Sol, que son las dos potencias más fuertes de esta Singularidad y que estaban en una especie de Guerra Fría, hay una tercera facción, más pequeña que las otras dos; pero que eran posibles aliados y no podían dejar pasar esa oportunidad.
También estaba la posibilidad de ir a los territorios del Rey Sol, pero aparte de no saber en donde se hallaban esos territorios más allá que estaban en alguna parte del desierto, la probabilidad de que los aceptara era menor, mientras que poder ser aceptador por el grupo de la montaña era mayor, ya que al ser un grupo menor a las dos facciones, no rechazarían ninguna ayuda que necesitarían.
EMIYA hacía de vigía hacía el frente por cualquier enemigo que surja en el camino y Chole de vigía por atrás, para asegurarse que ninguna criatura o las fuerzas del Rey León los estuviera siguiendo. Schatach caminaba en la punta del vehículo y Mash iba al lado de Gudao y Gudako, que estaban dentro del vehículo de Da Vinci, que era la que conducía a paso lento para no perder a los refugiados.
-De haber sabido que haríamos algo como esto, hubiera construido un vehículo más grande- pensó con un suspiro la Caster.
Junto al grupo de Maestros, Lucius, o la persona que creían que se llamaba así, dormía en el suelo del vehículo. Empezó a dormir en el momento en que lo subieron. Seguramente estaba agotado por toda la energía que uso para repeler a Gawain.
EMIYA lanzaba miradas ocasionales a Lucius y al camino detrás de ellos. En su mente hizo una evaluación de todo lo presenciado. Como Contraguardián, estaba preocupado por lo que acaba de ocurrir. La idea de que los solados enemigos no eran humanos era un pequeño consuelo, pero que no amortiguaba la vista de cadáveres de todas las edades y siendo incinerados; el escenario que vivieron era casi como uno de los trabajos típicos que hacía para Alaya.
Miro a los Maestros, desde su posición podía ver solo sus espaldas. Ellos hacían un buen trabajo en mantenerse calmados, o puede ser que por la adrenalina todavía no procesen todo lo que paso... o no es la primera vez que ven algo así.
Una sensación de malestar lo inundo un segundo... él nunca desearía que jóvenes presenciaran una masacre como esa, pero era la carga que les toco llevar por capricho del destino, algo que parecían entender y soportaban la carga lo mejor que podían. Algo que respetaba.
Pero lo que más le preocupaba, era que "ella" o una versión suya, de repente se volviera un gobernante tiránico que no le temblara la mano al ordenar un genocidio. Ese no era para nada su personalidad, que por más emociones pretendía ocultar, siempre se preocupo por todo su pueblo y los que necesitaran ayuda.
Claro, no es la primera vez que se topa con otra versión de Arturia Pendragon. En cada invocación a una Guerra del Santo Grial se topa con diferentes versiones de Arturia, que aunque en personalidad, poder y físico sean iguales, siempre habrá algo que haga a cada versión diferente por pequeña que sea esa diferencia.
Obviamente esta versión es mucho más diferente, de una peor manera.
Podía ser una versión "Alter", como Chaldea llama a las versiones corrompidas de otros Sirvientes, pero no parecía ese el caso, ya que basándose en el aspecto de Cu Chulainn Alter y el de Saber Alter cuando su Master la describió, lo más obvio que los diferencia de sus versiones "buenas" era el color negro de su piel o ropas.
Por el pequeño vistazo del Rey León, aparte de verse más alta y ese casco, todo lo demás era la misma ropa que usaba Arturia en batalla con ciertos cambios cosméticos.
Esta Arturia Pendragon era una versión muy diferente de las que él conocía, y viendo que Gawain seguía obedientemente las ordenes del Rey León, esa luz divina que según Scathach, solo podría ser emanada por un Espíritu Divino, esta Arturia podría estar actuando por propia voluntad. Tal vez sea una versión que haya recibido algún poder sagrado de las hadas aparte de las Construcciones Divinas de Avalon y Excalibur.
Y viendo como esta Arturia no le tembló la mano al ordenar la masacre de civiles inocentes y solo escogió a lo más digno, un pensamiento llego a su mente: ¿Esta Arturia llegó a una conclusión similar a la suya cuando descubrió la realidad de su ideal?
Por ahora, no tenía una respuesta a eso.
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Las llamas del campo de batalla en Camlan ardían sobre los cuerpos.
Entre las llamas, Bedivere vio en lo más alto de la cima la figura de su Rey, enterrando a Rhongomyniad al Caballero de la Traición, quien con un último esfuerzo golpeo con su espada el costado del Rey, causándole una herida mortal.
Pero aun esos golpes, las dos con sangre de Pendragon se miraron a los ojos.
-Rey Arturo...- Bedivere intento ir al lado de su rey, ayudarlo, salvarlo, pero las llamas que se elevaron frente suyo como un muro lo detuvieron.
Al intentar hacerse a un lado, vio a Tristán adelante, siendo cubierto por las llamas. Detrás de él estaban Sir Gareth y Sir Agravain.
-El Rey no comprende el corazón de las personas- Tristán menciono las mismas palabras que dijo antes de abandonar la corte de la Mesa Redonda.
-¿Qué esta diciendo, Sir Tristán? ¿Nosotros no prometimos servir al Rey, juntos?- Pregunto Bedivere.
-Lamento eso, mi camarada. Estoy profundamente entristecido-.
Antes de que pudiera decir algo, escucho un grito no muy lejos y al mirar, vio a Lancelot y Gawain luchando con una intensidad que solo podía ser de dos personas que peleaban con odio a muerte.
-¿Qué están haciendo? ¡Nuestro Rey esta en peligro!-.
-Bedivere...- al escuchar ser llamado, vio que tenía a su Rey entre sus brazos, con la herida mortal que le dejo Mordred.
-Rey Arturo-.
Ella levanto una mano hacía él.
-¿Por que?-.
Bedivere dio un paso atrás cuando la imagen de su Rey fue reemplazada por el casco y figura del Rey León.
-¿Por que no acabas con mi vida? Bedivere-.
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-¡Yo...!- Se despertó de golpe de ese sueño, para descubrir la fila de refugiados que venían. El suave meneo del vehículo en el que estaba y el frío de la noche lo hicieron conscientes de nuevo de la realidad lentamente.
A un lado de él, estaba Rust, durmiendo en el regazo de su madre quien acariciaba sus cabellos para darle confort.
Escucho un "Oh" y al mirar al otro lado, vio a los dos Masters de Chaldea, que se dieron cuenta que despertó.
-¿Dormiste bien?- Pregunto Gudako.
-Este lugar es...- Bedivere intento levantarse, pero el dolor en su brazo protésico le hizo desistir de momento en esa idea.
-Es mejor no esforzarse. Tienes suerte de estar vivo, después de todo- comento Scathach, sentada al lado de Da Vinci desde su posición en el volante.
-¿Todos están bien, supongo?- Pregunto Bedivere.
-Gracias a tu ayuda, fuimos salvados- dijo Gudao. -Este...- Gudao no sabía como referirse ahora a él, ya que Lucius no era su verdadero nombre.
-Sir Bedivere. El último compañero del Rey Arturo que presenció su muerte y el Caballero de la Mesa Redonda, quien devolvió la espada sagrada, Excalibur al lago- Da Vinci decidió ser directa con la identidad de quien traían. Ya no tenía sentido que la ocultara.
Unos segundos de silencio los rodeo después de esas palabras antes de que Bedivere sacudiera la cabeza... estaba demasiado débil para escapar, y no quería iniciar una confrontación con los aliados que Merlín dijo que necesitaría.
-Espero que no te importe que pregunte, pero...- la atención de Bedivere se enfoco en el Master masculino. -A pesar de ser un Caballero de la Mesa Redonda, ¿por que estas en su contra?-.
-Yo...- Bedivere pensó un segundo antes de responder. Si quería la colaboración de sus aliados, tenía que ser honesto. De todos modos nunca le gusto mentir. -Fui invocado después que los otros caballeros. Cuando finalmente llegue a esta tierra...-.
-No pudiste evitar sorprenderte por todo lo que han hecho- termino Scathach, girando un poco su cabeza para ver al joven. -¿Verdad?-.
Bedivere asintió. -Es difícil de admitir, pero la Mesa Redonda actual esta equivocada. Así que debo detener al Rey, pase lo que pase...-.
-¿Incluso desde tu perspectiva el Rey Arturo esta actuando extraño?- Eso llamo la atención de Da Vinci. -Si ese es el caso...-.
-¡Oigan!- El grito de Chloe interrumpió la conversación. -Algo se acerca- con su vista de la clase Archer, vio una pequeña nube de polvo que se acercaba a su dirección, la nube parecía hacerse más grande y más se acercaba a cada segundo. -Parece que nos alcanzaron más rápido de lo esperado...-.
Archer giro y vio en la misma dirección que Kuro. Chasqueo la lengua. Pensaba que tendrían unas horas más de ventaja por la rapidez de su huida y el caos que se formo, pero estaba equivocado. Entre el polvo, empezó a distinguir las figuras de sus perseguidores.
-Se acercan como doscientos caballeros, y puedo sentir la presencia de un Sirviente liderándolos-.
-Y si no me equivoco, su firma espiritual es tan fuerte como el Caballero de la puerta- agrego Scathach. En otro momento estaría emocionada por luchar con alguien tan fuerte.
Pero una mirada a los refugiados, cuyos rostros empezaron a torcerse de miedo y terror al escuchar que eran perseguidos le indico que no podía enloquecer en un combate en este momento. Chasqueo la lengua. Era un poco irritante ser de los "buenos" a veces.
-¿Quién los lidera? ¿Gawain?- Pregunto Gudako.
Kuro estrecho más su mirada ante el Servant que lideraba el grupo. -Definitivamente no. Un hombre de armadura morada, al igual que su cabello.
-Sir Lancelot- Bedivere confirmo la identidad del enemigo al reconocer la armadura que su camarada uso algunas veces junto con el color de cabello.
Esa confirmación se hizo veridica cuando el grupo de doscientos caballeros se asomo al otro lado del prado del desierto, donde todos apenas podían verlos, pero los Sirvientes y aquellos con miradas entrenadas como los hermanos Fujimaru, vieron el símbolo de Lancelot en las banderas de algunos caballeros.
Primero el Caballero del Sol. Ahora el Caballero del Lago era su oponente.
Gudako miro a los refugiados. -No podemos permitirnos una batalla contra Lancelot, si es tan fuerte como Gawain- Scathach era probablemente la única que podría pelear a la par con ese Servant, pero tenía una abrumadora ventaja de números contra ellos. -Archer, ¿cómo esta tu energía mágica?-.
El Arquero Rojo materializo su característico arco negro. -Lo suficiente. ¿Tienes un plan?-.
Gudako sonrió con los ojos cerrados. Claro que tenía un plan -Bien. No estamos lidiando en una batalla en este momento... dijiste que eran... de caballería, ¿no?-.
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La armadura morada de Sir Lancelot tintineaba con cada paso de su corcel. Habían llegado a la entrada de Camelot hace dos horas, donde fue informado de todo lo que paso en su ausencia y le fue ordenado por parte de Agravain de perseguir a los fugitivos. No siendo perezoso, reunió a un grupo de sus caballeros y emprendió la búsqueda.
Pero ahora ya estaban a la vista, por lo que la victoria sería fácil de obtener.
Previamente habían interceptado otro grupo y los había trato en consecuencia. según las instrucciones que el Rey León le dio hace tiempo. Cuando llegaron a un terreno elevado en el enorme desierto, saco a Arondight de su vaina. La espada que su "madre" le dio en el momento que termino su entrenamiento.
Primero algo de cortesía. Cargo prana en la hoja y con un corte descendente, lanzo un corte en el aire, no hacía sus perseguidores, sino a la tierra al lado de ellos, donde impacto.
Era un mensaje. Un ataque de advertencia.
Después de lanzar ese ataque, noto un destello rojizo a lo lejos, una pequeña luz que cualquiera hubiera confundido o hubiera pasado por alto, pero no alguien como él.
Fueron sus reflejos sobrehumanos e instintos de guerrero entrenado y endurecido por años de experiencia que evitaron que moviera la cabeza cuando una flecha paso peligrosamente cerca de su rostro, clavándose en uno de los caballeros de más atrás.
Esa flecha fallo a propósito. Así como el mando una advertencia, sus enemigos mandaron la suya. Una pelea a distancia sería su peor error.
Ya le habían informado que Chaldea tenía algunos Sirvientes con ellos. También deben tener a un arquero de gran habilidad entre ellos, por lo que un enfrentamiento a distancia resultaría perjudicial.
Ordeno a sus tropas hacer una formación de tres unidades separadas para dividir la atención del enemigo. Aunque tengan un Archer, él no podría encargarse de todos, y dado que sabían de su presencia, lo más seguro era que lo harían de objetivo al ser la mayor amenaza, eso haría que el resto de sus tropas los rodearan.
Cuando iba a dar la orden a sus tropas de avanzar hacía sus enemigos, noto de nuevo el destello rojizo, pero esta vez mayor. Fueron su experiencia e instintos los que hicieron mover Arondight al frente, bloqueando una flecha que exploto al romperse.
Pero a pesar de esa explosión, el Caballero del Lago no fue herido ni retrocedió. Hace falta mucho más que una pequeña explosión para detenerlo.
-¡Avancen!- Con esa orden acompañada de un grito de batalla, comenzó a cabalgar junto a sus tropas hacía el vehículo enemigo.
Y otra vez el destello rojizo se vio, pero esta vez se elevo al cielo, donde brillo una vez más. El Servant Saber abrió los ojos al ver una lluvia caer hacía ellos.
Una lluvia de flechas.
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-Oh, Caballero del Lago... veamos que te parece esta lluvia-.
Desde su posición, Archer disparaba proyectiles que al salir disparados, se dividían en proyectiles más pequeños. Era un truco que hacía para encargarse de enemigos débiles que venían en grupo. En las Guerras del Santo Grial siempre usaba esta táctica para eliminar los guerreros de hueso de Caster sin gastar mucho mana.
Pero aparte de esos proyectiles, también disparaba flechas y espadas alteradas a tan alta velocidad que un ojo no entrenado no podía ver el momento en que hacía aparecer un arma en la mano, la tensaba en la cuerda del arco y disparaba.
Pero los que si podían ver a Archer disparar flechas, veían que para él, era natural hacer eso... como si fuera uno con el arco.
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La lluvia y descarga de flechas caía sin piedad sobre los caballeros, cuyos cuerpos se oían al caer en la arena. Muy pocos tenían la suerte de esquivar alguna flecha.
El propio Lancelot se defendía de las flechas, aunque tenía confianza en su resistencia, su ojo entrenado distinguía que entre un momento de una lluvia de flechas a otra, algunas flechas más grande se dirigían especifícamente a él, lo que hacía que las destruyera con su espada antes de impactar o las esquivara, haciendo que su objetivo fuera uno de los caballeros detrás suyo o a la arena.
Aunque las flechas caían inmisericordemente contra todos, parte de su objetivo se cumplía al ver a algunos caballeros que se separaron acercarse más al vehículo de Chaldea, pero esos rápidamente morían por flechas que no eran disparadas. ¿Tenían otro Archer con ellos?
Su propio caballo sucumbió cuando una flecha se clavo en su cabeza. Cuando empezaba a caer, se tiro hacía adelante para rodar en la arena y no perder el equilibrio. Lancelot gradeció sus bendiciones y su regalo que le dio el Rey León cuando algunas de estas flechas lo golpearon, pero se quebraron al chocar con su armadura. Las flechas no perforaron la armadura, pero si sintió como cada flecha era como si el cuchillo más afilado lo golpeara repetidas veces que lo dejaban sin aliento.
Se levanto dispuesto a correr hacía sus perseguidores, pero movió la cabeza a un lado para evitar lo que parecía un tipo de espada atravesará su cráneo, explotando al impactar el suelo detrás suyo. Vio que otra espada volaba en su dirección y al no tener tiempo para esquivarla, le dio una estocada con Arondight, haciendo una explosión más grande que lo empujo detrás.
El Saber se tomo un tiempo para respirar y ver a su alrededor: gran parte de sus cazadores habían muerto y los que quedaban se estaban desintegrando. De 200 que lo acompañaron, con suerte quedarían 50, y noto que mientras ellos estaban ocupados esquivando las flechas e intentando acercarse, sus enemigos aprovechaban para alejarse.
De querer seguir persiguiéndolos, lo llevaría a una derrota inevitable y la muerte de los cazadores que quedaban, y aunque lograra alcanzar a sus enemigos, no estaba seguro de poder ganar en estas condiciones, ya que tiene confirmación que Chaldea también tiene a un Servant que es capaz de combatir a la par con Sir Gawain.
Al mirar al vehículo, pudo deslumbrar un momento al Servant que fue el responsable de todo eso. Ropas rojas y cabello blanco. No estaba seguro, pero creyó ver también una sonrisa de burla hacía él cuando parece que la lluvia de flechas ceso.
Apretó los dientes ante como su enemigo se reía de su derrota y gruño mientras se ponía de pie.
Se dio media vuelta para acercarse a los hombres que quedaban; hacía tiempo que había perdido la compostura. Esta fue una vergüenza absoluta que no olvidaría, y una decepción que el Rey León no tomaría bien.
-¡Maldición!-.
-¡Sir Lancelot!- Uno de los cazadores se acerco a caballo a él. Su armadura tenía varios rasguños y le faltaba un brazo. Por todo lo demás, permaneció sereno y firme.
-Voy a suspender la persecución... la fuerza del enemigo es mayor a lo esperado-.
-Pero eso...-.
-Me ocuparé de la ira de Sir Agravain- interrumpió el Caballero del Lago a su siervo. -He perdido un buen número de cazadores de caballeros que traje de Camelot y varios de mis propios hombres... además, los rebeldes están entrando a territorio del Rey Sol. Si entro a ese territorio, iniciaría un conflicto a gran escala para el que no estamos preparados todavía-.
-Entiendo, señor. Reuniré a las tropas restantes y le traeré un nuevo corcel para apresurar la llegada a Camelot- con eso dicho, el caballero se retiro.
Para Lancelot, si había algún consuelo, era que los Cazadores de Caballeros eran tan débiles como los Caballeros de Purga, además que si hablaba con razón y lógica, el Rey León podría no ejecutarlo.
Lo malo... es que enfrentara la ira de Sir Agravain. Y considerando su linaje y que es el encargado de torturar a los rehenes para sacarle información y castigar a cualquier caballero que falte el respeto...
En serio, ese tipo necesita conseguirse una novia.
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Gudako asintió satisfecha con los resultados mientras inspeccionaba la parte trasera del vehículo. Había gastado un Hechizo de Comando para aumentar el poder darle más mana a Archer para disparar esa cantidad de flechas, pero valió la pena, ahora estaban a salvo.
Su plan era sencillo: hacer que Archer dispare flechas a sus enemigos mientras ellos, con los refugiados avanzaban. Su hermano le encargo a Chole eliminar a cualquier caballero que parecía acercarse demasiado a ellos y apoyar a EMIYA para eliminar a los caballeros que querían rodearlos.
-¿Puedo hacer algo la próxima vez? ¿Por favor?- Gimió Da Vinci detrás del volante del vehículo, claramente molesta porque no tenía muchas oportunidades de lucirse.
-Ese fue una gran idea, Master. Estoy impresionada que se le ocurriera en poco tiempo- elogió Scathach la rápida planeación de Gudako a la situación.
-No fue nada. Todo el trabajo lo hizo Archer- dijo Gudako, rascándose la cabeza.
-De igual modo, fue tu plan lo que hizo que funcionara. No se subestime, Master- dijo Archer. Puede que a él se le hubiera ocurrido algo parecido, pero la estrategia de Gudako sirvió para que no gastara tanto mana en Fantasmas Rotos y obligar a sus enemigos a retirarse.
Para el deleite de todos, los refugiados vitorearon al ver que no solo escaparon de los caballeros nuevamente, sino que también fueron derrotados. Kuro hacía signos de victoria con las manos a las personas y Fou se puso arriba de su cabeza.
Ahora solo tenían que cruzar el desierto y dirigirse hacía la montaña. Decidieron avanzar un poco más antes de establecer un pequeño campamento para que todos pudieran dormir un poco antes de seguir. Aun quedaba mucho viaje para cruzar el desierto.
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Media hora de avanzar y establecer un campamento, todos se reunieron alrededor de fogatas para mantener su calor y fuerza para el día siguiente.
Los hermanos Fujimaru, Scathach, Da Vinci y Bedivere estaban alrededor de una fogata, mientras que los refugiados estaban en otra, un poco alejados de ellos. La razón no era por el grupo de Chaldea, sino que todos se sentían inseguros con la presencia de Bedivere, algo que él comprendía bien y no hacía nada para justificar.
Archer y Chloe estaban haciendo de guaridas para asegurarse que ningún monstruo u otro grupo de caballeros vengan, y Mash estaba dando su reporte al Doctor Roman.
Y mientras lo hacía, no pudo evitar decir algo.
-Doctor...-.
-"¿Hm?"-.
-Yo... debería de sentir más ira. A pesar de haber presenciado aquella tragedia... aun así...- Mash apretó las manos, tomando un puñado de arena. -No importa que, yo no puedo odiar a los Caballeros de la Mesa Redonda- elevo la mano y vio como la arena caía de entre sus dedos.
Escucho al Doctor pensar un segundos antes de hablar. -"Que trates de entender al enemigo ya es lo suficientemente bueno, no es necesario que te obligues a odiarlos"-.
Mash vio el pequeño rastro de arena que quedo en su mano... las palabras del Doctor, por alguna razón, se sintieron un bálsamo.
-Muchas... gracias-.
(...)
-Bedivere-san, ¿que piensas hacer ahora?- Pregunto Gudao al Caballero. Tenía que hacer esa pregunta ahora que podía.
-Yo... quiero ver al Rey. Debo verificar sus verdaderas intenciones y detener esta locura- fue su respuesta.
-Puede que no te guste la respuesta- dijo Scathach.
-Aun así... debo de hacerlo... como uno de sus Caballeros, necesito hacerlo, sin importar que- la determinación se reflejaba en sus ojos mientras veía las llamas.
Ritsuka se puso de pie. -Si ese es el caso, ¿te unirías a nosotros?-.
Da Vinci suspiro interiormente mientras se encogía de hombros con una sonrisa. -Ya me esperaba esto-.
-¿Por que?- Pregunto Bedivere.
-Si no detenemos al Rey León, este mundo solo empeorara- respondió Gudako, también levantándose.
-Por eso, por favor préstanos tu fuerza- Gudao le extendió la mano a Bedivere.
Bedivere observo a los Masters y recordó lo que sabía de ellos... dos jóvenes ordinarios que se encontrarían en cualquier parte, pero que se les fue impuesto el destino de salvar a la humanidad.
Unos héroes que el mundo nunca conocerán ni recordaran.
Jóvenes con pocas oportunidades de vencer ante la amenaza que tienen que enfrentar, pero que siguen adelante, por el bien de todos.
Igual que su Rey hace mucho.
Si la espada Seleccionadora aun existiera, es probable que cualquiera de ellos dos fuera digno de sacarla.
Levanto su brazo orgánico y tomo la mano de Ritsuka.
Para ver a su Rey, se uniría a ellos.
................................
A la mañana siguiente, siguieron su camino.
El viento que había ese día era demasiado pesado, haciendo difícil avanzar. A medio día, Da Vinci tuvo que dejar el vehículo, ya que al ir en la dirección opuesta del viento y este era muy pesado, ya no les serviría.
Avanzaron por el desierto todo el día hasta la noche para descansar, y al volver al amanecer siguieron avanzando.
Pero cuando ya era cerca de medio día, y la fuerza de los refugiados se estaba acabando, una Bestia Fantasmal: una Esfinge, o algo que parecía ser una Esfinge viva apareció de la arena y los ataco.
Aunque Scathach lo mato fácilmente.
Cuando la bestia cayo muerta, escucharon sonidos de tropas acercarse, y vieron un grupo de soldados con armaduras egipcias, liderados por una mujer joven de estatura baja de piel oscura con cabello morado muy largo llegaba a sus pies y tenía la punta atada. Viste ropa reveladora que muestra sus piernas y estomago, además de un par de aretes de oro y un collar.
Pero sin duda lo más llamativo eran esas grandes orejas arriba de su cabeza.
-Yo soy Nitocris. Un Servant convocado junto al Rey Sol en esta tierra- se presento la mujer. -¿Han cruzado esta tierra sabiendo que es territorio del Rey Sol? Y además han tenido el descaro de matar a una de las bestias guardianas que protegen el territorio de nuestro gran reino-.
-El Rey Sol...- repitió Gudao. Una mirada a su hermana y ambos supieron lo que tenían que hacer. -¡Fuimos perseguidos por los Caballeros de la Ciudad Santa!-.
-¡Nos quedamos sin comida ni agua! ¡Por favor ayúdanos!- Grito Gudako.
Nitocris observo fijamente al grupo y a los Sirvientes que los acompañaban. Si fuera por ella no los dejaría pasar, pero el Rey Sol la envío aquí explícitamente para escoltar a los Maestros de Chaldea hacía él.
-De acuerdo. Discutiremos esto en la ciudad-.
Los murmullos de los refugiados, alegres de que estén dispuesto a escuchar y recibirlos se hicieron oir.
-Si los aceptan o no, es decisión del Rey Sol-.
Y sin más demora, el grupo siguió a Nitocris a la ciudad.
Hora de reunirse con el Rey Sol.
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N/A: Hasta aquí el capitulo. Admito que se sintió un poco bien volver a escribir de Fate.
Como vieron, Da Vinci seguirá en el grupo, al menos por ahora y de momento seguiremos la ruta de la primera película de Camelot hasta después de lo de Arash, ya que si voy a meter todo lo de la Atlas y Holmes. Algo que la segunda película no hizo y no se perdona.
Ahora, que Archer pueda retener a Lancelot con flechas no es raro. Ya se ha visto que las flechas de Archer, incluso las más "normales" son superiores a flechas ordinarias, y el objetivo no era matar a Lancelot, solo retrasarlo mientras eliminaba a sus tropas, ya que Gudako sabía que Lancelot se retiraría al ver a tantas bajas de su lado. De haber atacado a matar, hubiera disparado sus flechas más peligrosas como Hrunting o Caladbolg, pero el problema de eso sería que también gastaria mucho de su mana y del de su Master. Por eso se opto con ese plan.
Lo aclaro porque no faltara el que se queje de como Lancelot fue superado por EMIYA y más cosas.
Sin nada más que decir me despido. Visiten y comenten el resto de mis historias por favor. CHAO.
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