Epílogo
Tres meses habían pasado desde La Nueva Cruzada por el Santo Grial, Simón Anzoátegui caminaba por los pasillos de la Torre del Reloj, saludando a todos sus compañeros de clase. En medio de su trayecto recibe una llamada de un buen amigo.
—¡Hola Aguilar! —saludó con una gran sonrisa.
—Me alegro de finalmente saber de tí, colega —saludó Aguilar, sentando en un hermoso jardín—. Has estado desaparecido esta última semana, no he recibido noticias tuyas.
—Ay, cierto, lo lamento. La mudanza ha estado algo pesada —se disculpó mientras se rascaba la nuca.
—¿Mudanza? ¿Ya no estás en Caracas?
—Tampoco estoy en Venezuela, me mudé a Inglaterra —respondió con entusiasmo—. La Asociación de Magos me ha invitado a estudiar en la Torre del Reloj al enterarse de mi participación en la Nueva Cruzada por el Santo Grial, ¡Es una nueva experiencia increíble!
—No me extraña, los sobrevivientes de las guerras por el Santo Grial también son tratados como ganadores, lo que trae bastante prestigio —comentó Aguilar con una sonrisa mientras se rascaba la barbilla—. Me alegro que finalmente puedas desarrollarte como mago de una buena manera, pero oye ¿Cómo está Medusa?
—Ella vino conmigo, trabaja como bibliotecaria y renta un departamento cerca de aquí —respondió Simón, recostándose en una pared—. Nos reunimos en mis días libres y recientemente se ha interesado a convertirse en escritora de novelas de fantasía, ha estado llena de inspiración estos últimos días. Por cierto, ¿Qué has sabido de Susana?
—Ha estado de viaje recientemente por varios países de Europa, supe que quiere publicar un nuevo libro de criminología y después está interesada en meterse en la política de Venezuela —respondió mientras tomaba un sorbo de café—. Ha estado bastante ocupada, pero se nota su dedicación para cumplir su meta.
—Oye Aguilar, ¿Cómo has estado? —preguntó Simón, preocupado—. Me refiero a: ¿Cómo llevas lo de Karna? Si me disculpas la pregunta.
—Sería una deshonra recordar a Karna con tristeza, únicamente lo recuerdo con alegría de haberlo conocido —dijo Aguilar, mientras jugaba con el arete que usó como catalizador, el cual ahora usaba como collar—. Gracias por preocuparte Simón, estoy seguro que llegarás muy lejos en la Torre del Reloj.
—Gracias, Aguilar.
—Hay otra cosa que quiero comentarte —mencionó con un poco más de seriedad—. Los detalles de la Guerra por el Santo Grial han sido esparcidos por el mundo por culpa de Von Dark. Hay ciertos rumores sobre nuevas guerras y sub-guerras. La Santa Iglesia está intrigada y por eso se han investigado estos rumores.
—No te preocupes, conociéndote no dejarás que los malos se salgan con la suya —afirmó con una sonrisa, oyendo un sonoro timbre que lo llamaba desde afuera de la Torre del Reloj—. Tengo que irme Aguilar, hoy tengo una cita.
Simón se despidió de Aguilar y dejó las instalaciones de la Torre del Reloj para reunirse con Medusa. Tras terminar la cruzada, Medusa se quedó con un parche en su ojo derecho y se había dejado el cabello corto. Estaba estacionada en la acera, esperando a Simón en su bicicleta. Cuando los dos se reúnen se dan un fuerte abrazo y Simón la besa en los labios, finalmente los dos se suben a la bici y salen a divertirse en las calles de Londres. Ambos habían pasado por tantas experiencias, las cuales les hicieron aprender de aquel dolor que arrastraron por mucho tiempo, complejos, miedos, inseguridades, etc. Todo desapareció una vez que La Nueva Cruzada por el Santo Grial había terminado, su única meta a partir de ahora, era divertirse y vivir sus vidas sin que nadie les diga de lo que son o no capaces de hacer.
En España, Aguilar caminaba por aquel jardín pensativo junto a su maestro, Enrique Grisha. Debía ser cerca de las seis de la mañana, no faltaba mucho para la salida del sol.
—¿En qué piensas, joven Aguilar? —preguntó Grisha.
—En lo que viví en La Nueva Cruzada por el Santo Grial —respondió pensativo—. Vi en carne propia en lo que me hubiera convertido si hubiera sucumbido a la maldad, vi lo que la gente estaba dispuesta a hacer por amor y por la familia, vi como la gente estaba dispuesta morir por sus ideales y sueños y luché junto a mi hermano. Maestro, por mucho tiempo tuve miedo de convertirme en mi padre, pero ahora me doy cuenta de que eso es totalmente imposible, los demonios de mi pasado han quedado atrás, los he vencido y ahora, lo único que me depara el futuro es la paz.
—Me alegra escuchar eso, Aguilar —dijo mientras le daba una palmada en la espalda—. Estoy orgulloso de tí, mi hijito.
Aguilar miró hacia el horizonte, viendo el cielo azul y brillante, una vista que le recordaba a su fiel hermano, el Héroe de la Caridad, Karna.
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