Capítulo 6-Una Alianza
Un nuevo asesinato de parejas se había cometido en New Marie, la detective Bolívar fue a investigar queriendo saber la identidad del Servant y el Máster responsables de tales actos.
En esta nueva escena del crimen, nuevamente las dos víctimas habían sido apuñaladas hasta la muerte en su casa, dejando una escena sangrienta, pero había algo diferente en esta ocasión ya que habían dejado una nota en la mesa de la sala. La carta parecía no tener sentido, pero en realidad, la detective Bolívar sabía que era. Por lo que se la llevó para tratar de investigarla.
En la comodidad de su apartamento, anotaba todos sus avances con la carta, pero tras cuatro tazas llenas de café comenzaba a sentirse frustrada.
—Es un idioma bastante curioso, yo sé hablar muchas lenguas, pero jamás ví algo como esto —comentó Francisco, viendo la carta detalladamente.
—No es un idioma como tal, es más bien una especie de criptograma, el problema es que no tengo ni idea de como resolverlo —decía rompiendo su lápiz por el coraje—. He resuelto varios criptogramas antes, pero este es confuso.
El teléfono celular de la detective suena y al contestar, habla con un criminalista durante unos pocos minutos para después revisar su laptop.
—¿Qué sucedió, Máster? —preguntó Francisco.
—Hice que la policía hiciera una recreación del rostro del Máster de Medusa mediante una descripción que les di, de esta manera podremos identificarlo —explicó pensativa—. Saber más de nuestros enemigos será vital en esta Cruzada.
Cuando la detective abrió los informes de la policía, no pudo evitar sentir un poco de pena por el chico.
—Simón Anzoátegui, nacido en Caracas, Venezuela —leía mientras jugaba con una pluma—. Tiene Síndrome de Savant.
—¿Savant? —preguntó Francisco, con curiosidad
—Se encuentra dentro del espectro autista, básicamente tienen problemas para el desarrollo social —respondió para seguir leyendo—. Posee un coeficiente intelectual de 150. A los diez años sus padres perdieron la custodia legal de él debido a negligencia y maltratos. Fue adoptado por su tía materna, pero murió hace un año.
—Entonces ya sabemos cual es su deseo para el Grial —dijo Francisco, pensativo—. "El enemigo de mi enemigo, es mi amigo".
—¿Qué sugieres? —preguntó la detective, intrigada.
—El chico podría ayudarnos, ya que después de todo, estas víctimas han sido asesinadas de una manera similar a su tía. Sin duda simpatizará con nuestra causa —explicó con elocuencia—. Además, su intelecto de genio nos vendrá bien para resolver el código.
—¿Crees que podamos convencerlo de que trabaje con nosotros? —preguntó incrédula—. Después de todo, nuestro primer roce con él no fue el mejor.
—Simplemente debemos hacerle una oferta que no podrá rechazar —dijo con una sonrisa carismática.
En la cabaña del bosque, Simón estaba en su cuarto de huéspedes, recostado mientras jugaba con un cubo de Rubik y analizando toda la información que recolectó del encuentro anterior entre Cesar Augusto, Saber y Foreginer.
—Mmm... el estilo de espadas y ese Noble Phantams, solo quiere decir que se trata de Miyamoto Musashi —murmurando, rememorando el combate entre Saber y Avenger a detalle—. Estamos hablando de un genio estratega y un espadachín sumamente poderoso. Las posibilidades de ganarle son bajas, aunque Medusa tenga sus dos Noble Phantams sumamente problemáticos y que nos den la ventaja, él nos supera en fuerza por lo que el enfrentamiento directo queda descartado —mientras armaba el cubo, pensaba en miles de escenarios para poder enfrentar a Saber—. Otro problema es que no encontramos a su Máster entre todo el caos, si Medusa... Si Medusa —para Simón, le era difícil siquiera imaginar esa decisión, pero en el fondo sabía que era necesario—. Si Medusa logra volverlo de piedra, entonces no tendremos que preocuparnos por Saber.
Ese pensamiento hizo que Simón recordara una junta que tuvo con el abogado de su tía, dos días después de su funeral, para discutir las cuestiones del testamento.
En esa época, Simón estaba destrozado emocional y psicológicamente. Pese a que el abogado le daba ánimos de continuar, él simplemente no prestaba atención a lo que decía.
—Tu tía dejó una nota, en caso de que falleciera —dijo el hombre, procediendo a leerla.
"Simón, te escribo esta carta, en caso de que fallezca antes de tiempo. Yo te he amado como a un hijo. Yo te preparé, yo te crié y quiero que vayas al mundo y lo enfrentes cara a cara. Nunca dejes que nadie te diga de lo que eres capaz y de cómo debes vivir tu vida. Mi último deseo es que sigas viviendo tu vida sin arrepentimientos, no le tengas miedo a la vida, a lo único a lo que le tienes que tener miedo es no haber sido feliz. Simón, tú eres un hijo de la luz, naciste para hacer grandes cosas y espero que algún día finalmente alcances la verdadera felicidad y prométeme que siempre seguirás siendo una persona buena y honesta".
Cuando Simón terminó de escuchar, rompió en llanto y se golpeaba a sí mismo en el pecho.
—¡Tía Artemis...! ¡Yo no puedo! —gritaba con desesperación— ¡Vuelve...! Por favor... Te necesito.
En el momento en que Simón volvió al presente, sin darse cuenta estaba llorando. Medusa abrió la puerta y él se apresuró a limpiarse las lágrimas. Medusa entró a la habitación, vistiendo pantalones cortos y una camisa manga larga blanca con botones, inmediatamente se recostó en la cama, suspirando con algo de pereza.
—Cielos... fue una noche bastante agitada, ¿No crees? —comentó abriendo los primeros tres botones de su camisa para estar más cómoda—. No hemos tenido mucha suerte, primero nos encontramos con un Ruler y después, fuímos atacados por un Archer.
—Mañana descansaremos, necesito seguir haciendo anotaciones de los Servants que conocimos ayer —dijo Simón, viendo de reojo el escote de Rider con algo de pena—. Tu aliento huele a uvas, ¿estuviste bebiendo mucho vino?
—Solo unas cuantas copas, espero que el Sr. Doyle no le moleste que haya tomado lo que quedaba de la botella —respondió estirándose un poco—. Tú también necesitas un descanso de todo eso, acuéstate.
Medusa jaló a Simón del brazo para tumbarlo en la cama, estando los dos viéndose fijamente al estar acostados de lado.
—¿Quieres jugar con mis manos? —preguntó sin muchas insinuaciones—. Noté que sueles hacerlo cuando piensas o estás nervioso.
—Ah, vaya... Notaste eso —dijo rascándose la cabeza por los nervios y riéndose—. Sí... es una pequeña manía que tengo, necesito mantener mis manos ocupadas con algo para poder concentrarme.
Simón miró el cubo de Rubik que aún sostenía en su mano y luego miró a Medusa. Dejó el cubo de Rubik a un lado en la mesita de noche y empezó a jugar con las manos de Medusa, las cuales eran sumamente suaves y frescas.
—He estado pensando en algunas estrategias que podemos implementar contra Avenger —empezó a contar con una ligera sonrisa—. Tus ojos petrificantes serían nuestra carta de triunfo en caso de que no posea Resistencia Mágica, pero tengo algunos planes de contingencia en caso de que eso no funcione.
Medusa disfrutaba conversando con Simón, sus pláticas eran bastante extensas, entretenidas y debatían sobre varios temas, principalmente literatura. Él es la primera persona con la que pudo hablar de esta manera en mucho tiempo. Eventualmente, ambos se quedaron dormidos en medio de su charla.
Estando dormido, Shawn tuvo un sueño relacionado con Medusa, debido al vínculo que ambos tenían como Máster y Servant. En el sueño, veía a Medusa en una isla junto a sus dos hermanas mayores, Euryale y Steno.
Las dos eran como Medusa las había descrito, ambas la fastidiaban cada vez que tenían oportunidad, pero no lo hacían con maldad, solamente se divertían con su hermana menor y fueron la única compañía que Medusa tuvo durante mucho tiempo, les tenía un cariño sin igual. Al menos hasta que Medusa fue corrompida por la maldad y sus hermanas terminaron pereciendo a causa de eso.
Por la mañana siguiente, Simón se despertó, notando que Medusa seguía dormida a su lado, acarició un poco su largo cabello con cuidado para no despertarla y suspiró. Jamás se imaginó que Medusa hubiera vivido todo eso.
Tras abandonar la habitación en silencio, se fue a cepillarse los dientes y bajó las escaleras para desayunar.
—Parece que Medusa y yo somos más parecidos de lo que creí —murmuró aún en su mundo, reflexionando sobre lo que soñó.
—Vaya, vaya, Don Juan —dijo el anciano entre risas, dándole palmadas en la espalda a Simón—. Noté que tú y Rider pasaron la noche juntos.
—Ah, eso, supongo que fue mi culpa —comentó sin captar lo que él le quiso decir—. No la dejé irse hasta que yo me quedé dormido.
—La juventud no deja de impresionarme —dijo riendo aún más fuerte—. Yo también solía ser un conquistador a tu edad, las chicas de la isla me deseaban y yo llegué a tener varias novias hasta que conocí a la indicada y me casé con el amor de mi vida.
—Creo que me perdí —dijo Simón, arqueando una ceja.
—No te avergüences chico, a tu edad el sexo es algo común en los jóvenes —dijo con humor—. Con tal de que hayan usado protección está bien.
Simón finalmente entendió de que iba toda la conversación y no pudo evitar estar rojo como tomate.
—¡No, no, no! Y-yo n-no podría hacerle eso a Rider así como así —negó apenado—. Solo estuvimos hablando de cosas sin importancia. A-asumo que la aburrí y se quedó dormida.
El Sr. Doyle rió a carcajadas.
—Niño me matas —dijo secándose las lágrimas de la risa.
—¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llame una ambulancia? —preguntó genuinamente preocupado.
—No, por Dios. Es solo que a veces eres demasiado inocente —dijo ya más calmado y yendo a servir el desayuno.
Medusa bajó al poco rato, bostezando.
—Buenos días, Máster —saludó con algo de cansancio—. Espero que haya dormido bien anoche.
—Buenos días, Rider. Sí, dormí bastante bien —respondió con una sonrisa.
Alguien toca a la puerta, el Sr. Doyle le hace señas a Simón y a Rider para que fueran arriba, ya que nadie sabía que ellos dos se hospedaban allí y no quería que nadie hiciera preguntas.
El anciano abrió la puerta y se encontró con la detective Bolívar.
—Buenas días, Sr. Doyle —saludó con una sonrisa—. Estoy buscando a un joven-explicó mostrándole la foto— ¿Lo ha visto?
—No, no lo he visto —respondió de forma cortante, con su mano derecha detrás de su espalda, sosteniendo el mango de un revolver.
En su cuarto, Simón y Medusa esperaban a que la visita inesperada se fuera, pero alguien toca la ventana. Era Ruler, por lo que rápidamente Medusa le aplica una patada voladora, destrozando la ventana y parte de la pared en donde estaba. Ambos cayeron afuera de la cabaña, Medusa se armó con sus cadenas con picos y atacaba sin parar a Ruler para evitar que use sus Hechizos de Comando. Por su parte, el Servant esquivaba y bloqueaba todos los ataques como podía, pero Medusa usa sus Ojos Petrificantes y Ruler ya no podía moverse y solo faltaba el golpe de gracia.
—¡Rider, detente! —gritó Simón desde el cuarto, junto a la detective.
Medusa estaba centímetros de atravesar los globos oculares de Ruler con sus picos, pero por suerte logró parar.
—Solo vinimos a hablar —dijo la detective, aliviada de que su Servant este bien.
Todos estaban sentados en la mesa del comedor, menos el Sr. Doyle, el cual caminaba de un lado a otro mientras jugaba con su revolver calibre 22 en caso de que sus "invitados" intenten algo.
—Entonces ¿es cierto? —preguntó Simón, seriamente preocupado— ¿Un Máster y un Servant están matando gente, detective Bolívar?
—Oh, puedes llamarme Susana —corrigió mientras sacaba unas carpetas de su bolso—. Y sí, eso es correcto. Aquí hay fotos de las dos escenas del crimen. Cuatro víctimas en una semana.
Simón y Medusa vieron asombrados y asqueados las fotos, hasta que el chico no aguantó más y simplemente las apartó.
—¿Para que nos necesitan, específicamente? —preguntó Simón.
Susana saco el papel del criptograma de su bolsillo lo puso en la mesa.
—Los asesinos dejaron esto en la última escena del crimen. Hasta ahora, mis intentos de descifrarlo han sido infructuosos. Sé que tienes un coeficiente mayor al promedio, destacando en matemáticas, física y programación. Pensé que podías ayudarme a descifrarlo.
—Sin duda es un criptograma complejo —comentó intrigado, viéndolo a detalle.
—¡Por ende! Te tenemos una propuesta: ¡Una alianza! —exclamaba Ruler, con elocuencia, carisma y una sonrisa—. Nosotros cuatro nos aliaremos, derrotaremos no solo a los responsables de estos crímenes, sino que también a todos los demás Servants y Másters y al final cuando solo quedemos nosotros lo resolveremos con una lucha para así saber quién se quedará con el Grial de la Cruzada.
—¿Por qué tendría que confiar en ustedes? —preguntó frunciendo el ceño—. Ustedes nos emboscaron y quisieron matar a Medusa.
—Mi Servant se llama Francisco de Miranda, El Americano más Universal —confesó Susana para sorpresa de Simón y Medusa.
—Ven niño, dame la mano —pidió Francisco.
Simón asintió y al hacerlo, dos Sellos de Comando extra aparecieron en el dorso de su mano derecha.
—Te he transferido dos de mis Sellos de Comando —dijo Francisco, con una mirada que infundía confianza en Simón.
—Yo... no me esperaba esto —comentó aún tratando de procesar lo que estaba pasando—. Supongo que realmente quieren que confíe en ustedes.
—Todo lo que contrario —corrigió Francisco—. Nosotros confiamos en tí para atrapar a estos asesinos.
Con todo eso, Simón y Medusa fueron a buscar sus cosas para ir junto a Susana y Francisco, pero antes de irse, es detenido por el Sr. Doyle.
—Quiero que te lleves esto, muchacho —dijo, haciéndole entrega de un arco y un carcaj lleno de flechas—. El arco fue tallado por mí hace tiempo, pero a ninguno de mis hijos les interesa la caza y mis nietos son muy jóvenes. Quiero que te los quedes, te ayudará a defenderte.
—Gracias Sr. Doyle, nos ha ayudado mucho a mí y a Rider —dijo con una sonrisa.
—Gana la Cruzada, muchacho y cumple tu deseo —dijo despidiéndose del joven que le salvó la vida.
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