Capítulo 19-Los Seres Más Malvados de la Historia
Frente a frente, estaban dos hombres. Nacieron en épocas distintas, tuvieron formaciones distintas, experiencias distintas, motivaciones distintas y finales distintos. Entonces, ¿Qué los unía? Era una única cosa: los dos habían luchado por sus paises.
Francisco de Miranda e Ishii Shiro comenzaron a pelear en aquel hospital siniestro. Ambos hicieron un único disparo de prueba para probar al otro, ambas balas terminaron impactando entre ellas.
—Como se esperaría de un Ruler —mencionó Ishii Shiro, con admiración y respeto—. Tendré que usar todas mis habilidades para poder vencerte.
Un feroz tiroteo comenzó entre ambos, los dos Servants se refugiaban detrás de paredes sin parar de dispararse, sin descanso hasta que ambos se quedaron sin balas.
—Debes ser un militar, por tus rasgos debes ser un criollo, dime ¿Qué rango obtuviste en la milicia? Yo era teniente general —preguntó mientras preparaba su equipo.
—Primer comandante, ostentaba el título de generalísimo —respondió Ruler, desenvainando su sable.
—Oh, un militar de primera, posiblemente genio estratega con grandes formaciones académicas —observó Ishii, pensativo—. Alguien tan ilustre como tú debe tener un gran deseo.
—Mi único deseo es la libertad, quiero ser el hombre más libre del mundo —declaró con determinación—. Ni Assasin, Berserker, Avenger, Saber, Rider, Lancer, Archer, Foreigner, ni siquiera tú, Caster, me detendrán de cumplir mi deseo.
Ishii Shiro reía a carcajadas con ciertos aires de burla.
—Eres muy ingenuo, Ruler-dono, nadie puede ser el hombre más libre del mundo —dijo con altanería-—Siempre seremos esclavos de algo, sin importar qué, la libertad infinita es imposible. Es por eso, que yo Ishii Shiro lo que más ambiciono, es cambiar la historia y convertir a Japón en el gobernante indiscutible del mundo. El Escuadrón 731 será el guía de un nuevo mundo, junto a Irisviel-sama.
Francisco se quedó callado, realmente aquel médico loco tenía un punto innegable, ¿hasta que punto una persona podía ser libre? ¿Dónde termina la libertad de una persona?
—Eres mucho más sabio de lo que creía, Caster —reconoció, listo para el combate—. Sin embargo, no solo peleo por mi deseo, también peleo por aquella persona que quiere seguir luchando por el mundo y sus amigos.
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Ishii Shiro y Francisco de Miranda estaban de frente una vez más. El doctor tenía en su mano una inyección con un líquido morado.
—Te presento uno de mis grandes y recientes inventos, Falsa Maldición de la Locura —declaró procediendo a inyectarse el líquido en las venas de su brazo. Rápidamente sus músculos y venas se vuelven más marcados y sus ojos brillan de morado—. Una fórmula especial de varias drogas y sustancias que aumentan todas mis características físicas en un 110%. Admira al más grande genio del imperio japonés.
Con un impulso poderoso, Ishii Shiro estaba a pocos centímetros de Francisco quien apenas puede bloquear aquel golpe, atravensando varias paredes del hospital. Varias monstruosidades del doctor lo atacan, pero son asesinados fácilmente con su sable.
—Fascinante y a la vez inquietante como has podido sintetizar una habilidad inherente de la clase Berserker en una simple inyección —dijo Francisco, limpiándose el polvo de su traje—. Muéstrame que más puedes hacer.
Ishii Shiro volvió a impulsarse hasta Francisco, queriendo golpearlo nuevamente con brazo izquierdo, pero el Ruler bloquea con su espada el golpe. El filo del sable atravesó los nudillos, músculos y huesos del Caster, hasta detenerse un poco por encima de la muñeca.
—¡Desgraciado! —exclamó Ishii, furioso.
Francisco esquiva de milagro otro golpe y tiene que dejar su sable debido a que estaba sumamente clavado en Ishii. Caster se retira el arma y la lanza contra Francisco, quien la atrapa, pero debido a la fuerza y a la velocidad del arma, él también sale volando, deteniéndose en la pared la cual usa para impulsarse para dar un rápido y poderoso estoque. Ishii Shiro lo esquiva, provocándole un único corte en la mejilla.
El Ruler observó a su oponente detenidamente durante unos segundos, recapitulando toda la información que ha obtenido hasta ahora de su enemigo. Sabe que debido a que es un Caster no tiene grandes habilidades físicas, se atrevería a decir que hasta Aguilar podría vencerlo y por eso creó dicha fórmula para compensar tal desventaja. Toda creación humana tiene sus defectos, ¿Cuales serían los defectos de estos? Debía averiguarlos para así poder tener chances de ganar.
Ishii Shiro realiza una patada feroz la cual convirtió el mismísimo aire en una cuchilla. Francisco la esquiva y sin dudar y mira estupefacto como en la pared del lugar había un corte casi perfecto, como si lo hubiera hecho una máquina, no, mejor dicho, como si lo hubiera hecho un monstruo. Franciso observa la herida que le había hecho en el brazo, sangraba bastante, demasiado. Inmediatamente una estrategia clara se hace presente en su mente.
Blandiendo su sable con elegancia, agilidad y fluidez se lanza al combate una vez más. Francisco lanzó varios cortes contra el Caster, sin embargo, la gran mayoría de ellos son evitados gracias a las nuevas habilidades físicas. Ishii lo tomá del pie e iba a asotarlo con fuerza contra el suelo, pero grandes reflejos, se arma con otro par de fusiles y le dispara al Caster en el hombro, obligándolo a soltarlo. Francisco vuelve a tomar su espada y atina un estoque contra Ishii en su vientre, pero este lo manda a volar varios pisos hacia arriba con un gancho a la mandíbula.
Francisco de Miranda estaba tirado en el suelo, escupía una gran cantidad de sangre debido al golpe y la mitad de sus dientes se rompieron. Su mandíbula estaba dislocada por lo que rápidamente se la acomoda y vuelve a tomar su arma, poniéndose de pie una vez más. Caster llega de un salto y mira a Ruler con una sonrisa soberbia.
—¿No puedes verlo, Ruler? ¿O debería llamarte Francisco de Miranda? Da igual, dentro de poco voy a descuartizar tu cuerpo pedazo a pedazo —dijo lleno de narcisismo y soberbia, acercándose poco a poco, hasta que casi tropieza, extrañándolo. No solo eso, su visión estaba un poco borrosa— ¿Qué sucede?
—Veo que no tuviste tiempo de probar la Falsa Maldición de la Locura, Ishii Shiro —sentenció Francisco de Miranda, sonriendo al ver que tenía razón—. Debido al poco tiempo de preparación no notaste este efecto secundario. Ese veneno parece aumentar tus habilidades físicas, aumentando la potencia y velocidad de los latidos de tu corazón. Por ende, tu sangrando es más severo que el de cualquier otra persona. Si sigo dando cortes y estoques con mi sable, lo más probable es que mueras desangrado.
Francisco de Miranda esquiva otro golpe de Caster, cortándolo en un costado del torso.
—Incluso si muero, te llevaré conmigo —dijo Ishii, usando un torniquete con su corbata para frenar el sangrado.
Ishii lanzó varias agujas como si fueran kunais, Francisco las desvía y las esquiva, sabiendo que esas cosas significaban peligro.
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El Caster corta distancias con Ruler, atinándole una fuerte patada en su vientre, acto seguido trata de darle un poderoso derechazo, pero este clava de nuevo su espada entre sus nudillos. Una vez que retuvo su brazo con su sable, lo hace volar en el aire con una patada en sus piernas, poniéndolo bocaabajo en medio del aire y en un movimiento veloz retira el sable y realiza otro corte en su pecho.
—¡No seré vencido fácilmente! —exclamó desesperado.
Un ejército de ratas aparece en estampida, Francisco las eliminaba con sus fusiles con rápidos disparos a quemarropa.
—Es hora —declaró el Caster, preparándose para dar el golpe de gracia—. La guerra bacteriológica es nuestra victoria, la forma en la que Japón se alzará como gobernante del mundo y seremos nosotros los que consigamos la Victoria... ¡Escuadrón 731!
La realidad es distorsionada una vez más, hasta que ambos enemigos fueron transportados a aquella recreación de las instalaciones del temible Escuadrón 731.
—¡Tengo un sueño, Ruler-dono! Debo cumplir ese sueño aunque me cueste perderlo todo, ya viví el fracaso una vez, pero ahora es diferente ¡El Escuadrón 731 vencerá! —declaró con convicción—. Mientras que tu deseo es meramente egoísta, mi sueño y el de Irisviel-sama ¡Es entregarle a la humanidad la perfección! Este será mi último Noble Phantasm, el cual se lo dedico con todo mi corazón y alma a mi Máster.
Decenas y decenas de soldados japoneses se posicionan detrás de Ishii Shiro armados con rifles, katanas, lanzallamas, metralletas, etc. Estaban listos para atacar en cualquier momento.
—Este será el final, Caster —declaró Francisco de Miranda, elevando su sable en el aire—. Liberté, Egalité, Fraternité... Fueron esas tres sagradas palabras las que impulsaron nuestra Revolución, el nombre de muchos quedó inmortalizado en su piedra, pero sobre todo el mío. Yo el Americano Más Universal, estoy inmortalizado en... ¡Arc de Triomphe de la Révolution française!
El Arco del Triunfo se alza una vez más y de su brillo dorado, cientos de revolucionarios son invocados para luchar contra un ser tan terrible como el doctor Ishii Shiro. Ambos hombres estaban al frente de sus respectivos ejércitos, en este punto, ninguno iba a renunciar, ninguno iba a abandonar sus sueños. Con un grito de guerra, ambos hombres ordenaron a sus tropas avanzar hacia el enemigo, hacia la victoria.
Ambos ejércitos colisionaron, el Escuadrón 731 estaba mejor armado, mientras que los revolucionarios eran más numerosos. Los lanzallamas rugían cual dragón, quemando todo a su paso, los fusiles estallaban en un disparo similar al de un rayo impactando de lleno con sus objetivos, las metralletas acribillaban a todo aquel que se ponía enfrente, los trinches empalaban a todos en embestidas salvajes como las de un toro.
—Una vez más, hagámoslo una vez más —dijo Francisco de Miranda, yendo de frente contra Caster.
Ishii Shiro cortaba de un solo tajo a cualquiera que se interponga en su camino para matar a Francisco. Ambos Servants chocan armas una vez más, la fuerza de ambos era tal que sus armas comenzaban a astillarse. El choque de ambas espadas era bestial, ninguno quería dejar un punto ciego a otro.
Francisco de Miranda sostenía su sable con la mano derecha, mientras que con la izquierda dispara un último disparo de su fusil disimuladamente desde el costado derecho de su vientre. La bala impacta contra el brazo del doctor que sostenía la katana, dándole así una oportunidad al Ruler de cortarle el brazo de un tajo vertical y totalmente limpio.
—¡Maldito criollo prisionero! —gritó Ishii Shiro, lanzando un último y desesperado golpe.
Antes de que impactara, Francisco de Miranda atraviesa su corazón con un estoque. Ishii Shiro vomitó sangre por montones y sus músculos parecían que se derretían, producto de aquel veneno que se había inyectado. Sin embargo, la voluntad del mayor criminal de guerra de la historia era de otro mundo, como último acto, le inyecta directamente en el cuello tres agujas. Francisco se alejó y se quitó las agujas rápidamente.
—¡Es tarde, Baka-me, hayaku shineyo! ¡Hahahaha! —reía a carcajadas con risa diabólica y lunática meintras se desvanecía—. Te inyecté mi fórmula especial de una inyección letal! Te dije que incluso si muero ¡Te llevaré conmigo, Bakakusobenezuera hito!
Ishii Shiro desapareció en polvo, su Noble Phantams también desaparece al igual que el de Francisco quien empieza a debilitarse. No sentía las piernas, por lo que cae al suelo.
—Máster —llamaba mendiante su vínculo telepático a Susana.
—¿Qué sucede, Ruler? —preguntó Susana, terminando de limpiar el lugar de esas monstruosidades junto a Simón y Medusa.
—Caster está muerto, lamentablemente yo caí en su trampa y estoy a punto de morir —respondió Francisco, comenzando a respirar con dificultad—. Lo lamento tanto, Susana, no podremos cumplir nuestros sueños. Realmente... Realmente quería surcar los mares una vez, quería verte convertida en una leyenda.
Susana comenzó a derramar lágrimas en silencio, dándose media vuelta para que sus compañeros no la vieran.
—Idiota... No quiero que lo lamentes, diste lo mejor de tí —dijo Susana, agarrándose le pecho con fuerza, sintiendo que se rompería en cualquier momento—. Siempre me protegiste y me iluminaste con tu sabiduría. Fuiste el mejor Servant que pude tener... No... Fuiste el mejor amigo que pude tener.
—Susana... eres realmente fuerte, no te des por vencida en luchar por el bien y la justicia —mencionó en sus últimos momentos—. A pesar de toda la oscuridad, aún tienes tu inquebrantable sentido de la justicia y una bondad infinita. Sé que terminarás haciendo un buen cambio en el mundo.
Con esas últimas palabras, Francisco de Miranda, el Americano Más Universal deja este mundo una vez más dejando en su Máster una lección que nunca olvidará. Susana, entre lágrimas, se despide de su Servant y amigo, decidiendo cumplir su sueño por él, por ella, por sus amigos y por su país.
Al mismo tiempo que esta batalla se llevaba a cabo, en otra parte del hospital, Miyamoto Musashi y Jacques de Molay comenzaron su enfrentamiento.
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Jacques de Molay mantenía distancias lanzado sus hechizos como proyectiles. Sabía que un combate cuerpo a cuerpo contra Musashi sería un suicidio total. Por su parte, el ronin usaba Quinta Fuerza pasa fluir entre los ataques de su oponentes, simplemente dejándose llevar por sus instintos y el combate en sí.
—Te maldeciré eternamente, Musashi —dijo con su sonrisa siniestra, mientras lanzaba a Baphy, su cabra de oscuridad.
El animal embistió con furia y fuerza hacia Musashi, pero con un salto la evita y se impulsa hasta llegar donde Moley, tratando inmediatamente de cortarla con un corte en equis con sus dos espadas, pero ella lo bloquea con su espada imbuida en oscuridad. Moley aleja a Musashi con una explosión mágica.
Por su parte, Hanagata Kei luchaba contra la atrocidades de Caster, pero en medio de su lucha otros enemigos se suman los cuales portaban armaduras típicas de los antiguos caballeros templarios. Blandiendo sus espadas y escudos, atacaron a Hanagata.
—Maldición, estás cosas deben ser marionetas controladas por Duchamp —se decía a sí mismo en sus pensamientos, mientras se defendía usando su Magia Elemental Eléctrica.
Volviendo al combate principal. Moley lanzó su escudo como si fuera un boomerang, siendo desviado por Musashi, pero todo era un plan de Moley para atacar por sorpresa apareciendo detrás de él e intentando atravesarlo con su espada, pero el legendario espadachín redirige la espada al suelo, dándose la vuelta y atrapando el arma con sus dos espadas, usándolas como si fueran filosas pinzas.
—Necesitarás más que eso para vencerme, monstruo —declaró Musashi, dando un cabezazo poderoso contra Moley.
Moley se recuperó fácilmente del golpe y transformó su espada de caballero en una de doble filo y mucha más ancha y grande, comenzando a girar a gran velocidad con ella, como si de una sierra se tratara. Musashi se mantuvo a la defensiva, esquivando dicho ataque deslizándose por el suelo, pero de la nada unas dagas se dirigen hacia el a una velocidad endemoniada. El espadachín gira en el aire para poder esquivarlas, una de ellas le corta la mejilla, mientras que otra le corta el hilo que usaba para amarrarse el cabello, dejándolo suelto. Moley vuelve al ataque saltando y tratando de realizar un corte vertical con su arma, pero Musashi lo vuelve a bloquear con sus espadas. El suelo debajo de él se agrieta en un gigantesco crates debido a la fuerza del ataque y el peso del arma.
—Por Hachiman, parece tener un fuerza similar al gran Sakata Kintoki —pensó Musashi, repeliendo a Moley.
Mientras tanto, Hanagata Kei luchaba con todas sus fuerzas contra los engendros de Caster y contra las marionetas de Duchamp. Le retira el casco a uno de los caballeros y nota como en realidad era un ser humanoide con cabeza de cabra.
—¡¿Qué carajos es eso?! —exclamó sorprendido.
El ser atacó con una hechicería similar a la de Moley, Hanagata la esquiva, notando que se estaba quedando sin energía debido a todo el esfuerzo que estaba realizando. Sacó una nodachi de su funda y con ella decapitó a los experimentos restantes de Caster con la velocidad de un rayo. Quedando solamente los caballeros de Moley y Duchamp.
Miyamoto Musashi debía usar todas sus cartas para poder ganar. Todas sus experiencias vividas lo llevaron hasta este punto. Tantos enemigos, tantas batallas libradas y ganadas, tantos años de aprendizaje y experiencia lo habían llevado hasta este punto en el cual su alma y su espada eran una sola. Guarda su kodachi en su vaina y se prepara con su katana, estaba listo para usar una de sus habilidades más poderosas, Vacío.
—Todos somos nada... Todos somos invencibles —murmuraba envuelto en un aura morada—. Esta es la cúspide que aspira todo espadachín, Jacques de Moley. Este es el camino del Vacío.
Aquella aura de letalidad que Jacques de Moley siempre percibía de Miyamoto Musashi se extendió por toda en una zona gigantesca. La Servant de clase Foreigner empieza a sudar frío, ella sentía como si estuviera rodeada de cientos de armas que apuntaban a zonas vitales de su cuerpo.
—Con razón eres el Ronin más famoso de Japón- —impactada—. Esta técnica, este estado, es similar a un Reallity Marbel, pero a la vez diferente. Miyamoto Musashi, no eres como ningún otro Saber.
—Dicen que Saber es una de las tres principales clases de caballería, pero yo no soy un caballero —explicó con una expresión serena y llena de paz—. Solamente soy un vagabundo que quiere saciar su sed combates, soy un hombre que decidió dedicarle su cuerpo y alma a la espada.
Miyamoto Musashi desenvainó su espada, sosteniéndola de una forma totalmente relajada, sin tensar ningún músculo ni nada, solo se dejaba llevar por su acero.
El espadachín se impulsó y ahora era Jacques de Molay quien estaba a la defensiva. Los ataques de Musashi eran poderosos y veloces, sin dejar ningún hueco para el contraataque, por lo que únicamente se podía defender con su propia espada.
—¡Maldito Saber! —exclamó enfurecida al darse cuenta de algo— ¡¿Crees que puedes burlarte de mí?!
Cada ataque, cada bloqueo, cada paso dado por cada uno de ellos parecía predeterminado por Musashi, como si estuviera coordinando los movimientos de Moley. En ese sentido, era similar a un hombre que guía los movimientos de su pareja en un baile.
—Solo estamos siguiendo el ritmo de las espadas, el flujo del combate —comentó Musashi, con sus ojos brillando de un intenso morado—. Ojos Celestiales es una de mis habilidades especiales.
Ojos Celestiales, una habilidad de que permite definir un resultado deseado como «inevitable», por medio de comprometer la totalidad de la existencia del usuario en el acto de alcanzar ese resultado. En la práctica, la aplicación del Ojo Celestial por parte de Musashi define por lo general ese «cortar un lugar determinado». Por ejemplo, una vez que ha decidido «cortar el brazo derecho del adversario», cortará dicho brazo derecho tomando todas y cada una de las medidas. Como resultado, su ataque se convierte en la respuesta óptima para un corte: «un golpe de espada sin nada inútil, que hace ceder incluso el tiempo y el espacio». Un poder para tomar todas las «medidas en aras de conseguir un objetivo» y «reducirlas a una». También se podría decir que se trata de un conjunto de ojos místicos extremadamente único, que confina los futuros naturalmente infinitos en «un solo» resultado.
Todo llega a su climax con un corte de medialuna hace que Moley retroceda, dejando un amplio espacio desprotegido de su cuerpo el cual fue aprovechado por Musashi para realizar un combo de cortes giratorios, cortando varias partes de su cuerpo y despojándola de su ojo derecho y su nariz. Sin embargo, Foreigner no se inmutó, usando su hechicería restringió sus movimientos, haciendo aparecer un pentagrama morado a sus pies, pero esto no fue nada debido a su alta Resistencia Mágica característica de la clase Saber, de un solo tajo el hechizo fue roto. A pesar de librarse de la técnica, Musashi recibió de lleno un corte de la espada de Moley igualmente en su pecho. El ataque no se detuvo, ya Moley lanzó sus temibles dagas potenciadas aún más con su magia, pero Musashi los cortó limpiamente.
—¡Un milagro ocurrirá aquí mismo! —gritó preparando su Noble Phantams—. Lluvia, lluvia. Nuestro deseo es el templo de las maldiciones. La compensación del dolor palpitante de las llamas de las recaídas. Las cuotas se recaudarán por igual, tanto de los ricos como de los grandes. ¡Tiñe el Templo con tu sangre rociada ¡Vendredi Treize!
Con la apareción del demonio con cabeza de cabra, los pasillos se inundan de aquella oscuridad inmunda y demoniaca.
—El camino de la espada es uno de sudor, sangre y sacrificio, pero solo hay una disciplina que lleva a la perfección y esa es ¡Rikudō Gorin Kurikara Tenshō!
El espadachín gigante aparece cual ávatar de Musashi y con sus espadas contrarrestaba el flujo de oscuridad. No era una lucha fácil ya que su oponente poseía mucha más energía mágica que él, además de estar potenciada por muchos más de sus trucos. Miyamoto Musashi resistía con todas fuerzas el avance de esta ola de oscuridad, cargando el último golpe de su Noble Phantams en su espada.
—¡Desaparece, Santa Madre del Abismo!-exclamó con un devastador golpe que destruyó todo a su paso y contrarrestando lo que quedaba del Noble Phantams de Moley.
Los ojos de Musashi se abren todo lo que pueden al darse cuenta que Moley había desaparecido por completo, no se le veía en ningún lado hasta que volteó a sus espalda y miró a su Máster.
https://youtu.be/bq7caidfUts
Hanagata Kei se encontraba detenido en un círculo mágico de Moley, Musashi trató de ayudarlo, pero era tarde. Jacques de Moley apuñaló a Hanagata en varios puntos vitales con sus dagas, incluso haciendo girar sus armas mientras estaban dentro de él para hacerlo sufrir un poco más. Una vez que el daño estaba hecho, ella se retira del lugar, desapareciendo entre las sombras.
—¡¿A donde crees que vas?! ¡Regresa y terminemos esto de una vez! —gritó Musashi, indignado y asqueado por tal acto ruin y cobarde.
—Lo siento, Musashi. Fuí un estorbo para tí —dijo un moribundo Hanagata.
—No es así, Máster —corrigió Musashi, sentándose enfrente de él—. Es un hombre honorable y un buen padre que siempre quiso el bienestar de su hijo y de su clan. Nunca en mi vida me había sentido tan orgulloso de haber estado bajo las órdenes de alguien, hasta que fui invocado por usted.
—Hahaha... No sabes lo honrado que me siento de haber recibido tales elogios del gran Miyamoto Musashi, soy un afortunado —dijo tomando con sus últimas fuerzas una foto de su hijo Kaoru con lágrimas que caían por sus ojos—. Perdóname hijo, papá no pudo curarte de tu enfermedad... No sabes lo mucho que lo lamento... Quería verte fuerte y sano, para que te conviertas en un gran hombre como Musashi.
Con esas últimas palabras, Hanagata Kei murió sin poder cumplir una promesa. Miyamoto Musashi sabía que no le quedaba mucho tiempo, por lo que simplemente junta sus manos y cierra sus ojos para dar una última oración a su Máster.
Musashi no tenía ningún arrepentimiento. Se divirtió, tuvo un gran Máster, peleó con gente fuerte, Ishii Shiro, César Augusto, Arjuna y la Santa Madre del Abismo. En cada combate dio todo de sí, el más grande espadachín de la historia de Japón se esfumó del mundo totalmente satisfecho de haber participado en La Nueva Cruzada por el Santo Grial.
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