
Capítulo 1-Espíritus heroicos
En un hermoso jardín, bajo la sombra de un árbol, se encontraba un joven, de piel pálida, cabello largo acomodado en una cola caballo, traje de sacerdote bien cuidado y planchado, traía en el cuello una cruz ella de madera de encina, zapatos mocasín marrones, cicatrices tanto en su frente como en sus dos muñecas, ojos de color verde, cabello castaño y barbilla cuadrada. Un detalle a notar, era el temblor que tenía en su mano derecha.
Junto a él estaba otro sacerdote, pero de edad más avanzada, parecía estar en sus sesenta, ya no tenía cabello en la parte superior de su cabeza debido a la edad, tenía un bigote bien cuidado y prominente y era una cabeza más bajo que su acompañante.
—¿Sabe de donde viene la palabra "ojala", maestro? —preguntó el joven adulto, con una sonrisa infantil.
—No ¿De donde? —preguntó feliz por el entusiasmo del joven.
—Viene del árabe law šá lláh, que significa "si Dios quiere" —explicó con diversión.
—Oh, es un buen dato, Aguilar —comentó mientras tomaba un sorbo de té—. Lamento tener que interrumpir la paz que tenemos en esta cálida tarde, pero hay algo que debo informarte.
—Claro, maestro, no debe preocuparse —dijo Aguilar, poniendo una mirada seria.
—¿Qué sabes sobre la Guerra por el Santo Grial? —preguntó el anciano, con voz temblorosa.
—He leído sobre ella, debido a mi formación en la Asamblea del Octavo Sacramento —respondió pensativo—. Un ritual que fue creado por las tres grandes familias de magos. Eiznbern, Thosaka y Matou. Siete Másters y siete Servants son escogidos e invocados para pelear por el Santo Grial ¿No es así? Algunos luchan por su deseo, otros para llegar a La Raíz.
—Eso es correcto, joven Aguilar —dijo con una sonrisa—. Entonces ¿Estás al corriente de la situación con la Srta. Dark?
—Sí, todos en la Asamblea están hablando de eso —respondió frunciendo el ceño— ¿La Santa Iglesia participará como mediador nuevamente?
—No, el Grial de la Cruzada es algo que no debe estar en posesión de la Asociación de Magos —explicó dejando de lado su té—. Esta vez, somos enemigos de la Asociación.
El anciano tomó a Aguilar de su mano temblorosa y lo miró a los ojos.
—Tu misión será participar en la Nueva Cruzada por el Santo Grial, ganar y destruir esa blasfemia —declaró con firmeza.
Aguilar estaba sin palabras ante lo que había dicho su maestro, la persona que consideraba como a un padre.
—¿Yo? ¿Por qué yo, maestro? Hay gente mucho más calificada en la Santa Iglesia para esta misión —cuestionó con inseguridad y con el temor de su mano aumentando-. Hasta usted podría hacer un menor trabajo que yo, no soy digno para está misión.
—¡Silencio! —gritó mirando a Aguilar con un rostro severo—. Nunca digas esas cosas de tí, eres alguien brillante y de buen corazón. Confío en tí y en tu amor por el prójimo para cumplir está misión.
Lágrimas aparecen en los ojos de Aguilar— ¿Qué pasaría si soy tentado por la maldad y pierdo el rumbo como mi padre?
—Nunca pasará eso, porque viste el camino oscuro que recorrió y juraste no cometer sus errores —la voz del anciano transmitía paz y serenidad—. Tú siempre fuiste diferente a tu padre y estoy seguro que llegarás a ser un hombre maravilloso, mucho mejor que él.
—Gracias, maestro, en serio necesitaba esas palabras —dijo aliviado, secándose las lágrimas.
—Me alegra que ahora lo entiendas —dijo sacando una caja de su bolsillo—. Tienes una misión que cumplir y para eso, te doy entrega del catalizador para tu Servant.
Aguilar tomó la caja y en ella había un pendiente de oro.
—Según me han dicho, alguna vez le perteneció a uno de los más grandes y poderosos héroes de la India, puede ser Rama, Arjuna o Asvatthaman —explicó con una sonrisa—. Verás Aguilar, lo que hace fuerte la conexión entre Máster y Servant es la compatibilidad y el vínculo entre ellos. Para lograr eso, tienes que hacerte su amigo. Juntos, como grandes amigos, será como ganarán esta cruzada.
Aguilar apreció el arete y asintió a las palabras de su maestro.
—"¿Grandes amigos?" —murmuraba para sí mismo para luego asentir con confianza—. No lo defraudaré, maestro, prometo cumplir mi misión y destruir el Grial de la Cruzada.
Cuando Aguilar se levantó de la silla para retirarse, fue detenido por su maestro.
—Prométeme otra cosa, Aguilar —dijo con preocupación—. Prométeme que sobrevivirás y volverás sano y salvo.
Aguilar abrazó a su maestro, a la persona que fue un modelo a seguir y un padre para él.
—Lo prometo, maestro, yo volveré nuevamente para tomar el té con usted —afirmó con una sonrisa.
Y tras ese abrazo, sus caminos se separan.
Aquella noche, tanto Aguilar como Hanagata Kei y Marcel Duchamp dieron inicio a su ritual para convocar Servants en tres sitios distintos. En una noche de luna llena, dibujaron con sangre, tiza de huesos y ceniza respectivamente y con la mano donde los Sellos de Comando aparecieron, recitaron el hechizo.
Hierro y plata como base.
Piedras y Archiduque de Pactos como cimiento.
Mi maestro Schweinorg como ancestro.
Las puertas cardinales se cierran.
Comienza desde la corona y sigue el camino bifurcado que te lleva al reino.
Llena, llena, llena, llena, llena.
Repítelo cinco veces.
Pero cuando uno esté lleno, destrúyelo.
Preparado.
Te lo ordeno, ven a mí.
Tu espada controlará mi destino.
Siguiendo las normas del Santo Grial, responde si mi voluntad y razón es correcta.
Juro aquí que seré todo lo bueno del mundo eterno.
Que expondré todo el mal del mundo eterno.
Por los siete cielos que acogen tres poderosas palabras, ven a mí desde el círculo del balance.
¡Protector del equilibrio!
Cuando el humo se disipó, Hanagata sintió una inmensa aura mortífera. Un temible y legendario guerrero del Japón feudal había sido invocado.
—Tú debes ser mi Máster —dijo con voz grave y con una mirada fríamente analítica—. Servant de clase Saber, mi nombre es Miyamoto Musashi. Usaré mis espadas para traer la victoria sobre nuestros hombros.
Hanagata estaba emocionado, tanto que empezó a reír a carcajadas. Había invocado al más grande espadachín de la historia de Japón.
—Mi nombre es Hanagata Kei, el cuadragésimo séptimo líder del clan Hanagata —se presentó haciendo un reverencia apropiada para tal guerrero—. Por favor, acompáñame en esta cruzada para cumplir nuestros más grandes deseos.
—¿El Clan Hanagata? —preguntó con intriga—. Uhm... Conocí a uno de tus ancestros, un buen hombre aunque tenía poca tolerancia para el alcohol.
—¡Hahaha! Está describiendo a casi todos los hombres del Clan —dijo mientras reía.
Hanagata Kei y Miyamoto Musashi sellaron el contrato y el joven mago creía que la victoria automática ya era suya ¿Cómo pensaría lo contrario con semejante espíritu heroico como compañero?
Cuando el humo se disipó, Marcel Duchamp sintió un enorme frío en su espalda, seguido de una presión en su pecho, parecía estar ante un ser salido de entre lo desconocido. Frente a él, estaba la persona a la cual había depositado su confianza para ganar está guerra.
—Así que he vuelto a este mundo después de mucho tiempo, esa es una sorpresa —divagaba con voz risueña— ¿Así que tú eres mi Máster? Si, mi Máster, mi amo y Rey. Servant de clase Foreigner, soy el último gran maestro de los caballeros templarios, Jacques de Molay.
—Es hermosa —murmuro asombrado—. Sí, yo soy tu Máster, cuento contigo Foreigner para cumplir con mi objetivo.
—Ah, pero que Máster más elegante —dijo en tono coqueto, acariciando sus mejillas—. Muy bien, ganemos está Nueva Cruzada y cumplamos nuestros más profundos y anhelados deseos. Esta vez, no fallaré en recuperar el Santo Grial, en nombre de mi Dios.
Foreigner y Marcel salieron del castillo tomados de la mano, por alguna razón, todos los síntomas negativos de Marcel desaparecieron, es más, se sentía atraído por Foreigner de una forma que no lograba entender.
Cuando el humo se disipó, Aguilar apreció con asombro a quien sería su compañero. Empuñó su lanza, detrás de él, se alzaba el sol, anunciando el comienzo de un nuevo día.
—Servant de clase Lancer, mi verdadero nombre es Karna —declaró con una mirada serena— ¿Eres tú mi Máster?
—Claro, mi nombre es Aguilar de la Santísima Trinidad —dijo extendiendo su mano hacia Karna—. Espero que podamos ser amigos, Karna.
Karna respondió a su gesto con una ligera sonrisa.
—Juro por mi padre el dios sol Surya, empuñar mi lanza para que usted obtenga la victoria —declaró en un fuerte apretón de manos—. Confío en usted tanto como confía en mí, Máster.
—Gracias, ahora, debemos reunirnos con mi maestro en la iglesia. Dentro de poco, La Nueva Cruzada por el Santo Grial daría inicio.
Al volver a la cede de la Santa Iglesia, el anciano sacerdote miró con fascinación al Servant de clase Lancer. Su presencia daba entender que era alguien bastante fuerte, un espíritu heroico de primer nivel.
—Oh, el Héroe de la Caridad del Mahabharata, Karna —dijo asombrado—. Sabía que mi discípulo tenía un gran talento, pero jamás imaginé que podría invocar a un Servant de tu calibre.
—El destino me permitió estar aquí, es difícil saber sus intenciones en esta nueva lucha —respondió Karna, secamente.
—Bien, bien. Dentro de una semana comenzará oficialmente la Nueva Cruzada por el Santo Grial. Sin embargo, la Santa Iglesia ya ha enviado desde hace varios días a varios agentes —dijo el anciano, entregándole a Aguilar una libreta de apuntes—. Aquí se encuentra toda la información recopilada por esos agentes. Lastimosamente, muchos no volvieron.
Aguilar frunció el ceño con rabia.
—Von Dark —murmuró con odio ese apellido.
—La ira simplemente nubla el juicio —comentó Karna mirando a su Máster—. Si deja que eso ocurra, entonces esa tal Von Dark ya le ha ganado.
Aguilar reaccionó ante las palabras de Karna y se calmó respirando hondo.
—Tienes razón, Lancer —dijo con la cabeza más fría—. Gracias por ese consejo.
—Deben ir a la Iglesia de San Marcos en New Marie —continuó diciendo el anciano sacerdote—. Allí recibirás tu equipo de la hermana Borgues. Héroe de la Caridad, le encargó a mi discípulo a quien quiero como a un hijo, por favor, protégelo.
—Es una promesa, señor —dijo asintiendo con la cabeza.
—Bien, me retiro, espero que descansen.
Cuando el hombre mayor se fue de la habitación, Aguilar le pasó una Nintendo a Karna.
—¿Sabes jugar? —preguntó con una sonrisa.
—No, ¿Podrías enseñarme? —preguntó amablemente con una sonrisa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro