Capítulo 10.-ArturiavsShirou: la batalla final por el Santo Grial.
Shirou y Rin regresaban a casa tras la batalla contra Shinji. El muchacho regresó a su forma normal, guardando la carta en su bolsillo. Únicamente les faltaban dos para poder ganar la guerra, y de ahí a tener la calma que una vez tuvieron.
Cuando bajó de sus brazos a Rin, ella sonrió.
-Bien, nos falta poco para ganar la guerra. Ya vi algunas fotos de Varadero, y la verdad es que... -Dando cinco pasos dentro de la casa, la muchacha cayó sobre sus rodillas, poniéndose pálida.
-¡Rin! -Exclamó Shirou, asustado, auxiliando a su amada.
-Tranquilo...e-es fatiga. Gasté mucha magia durante la batalla así que aquí están las consecuencias. -Balbuceó ella, viéndose sumamente cansada.
-Déjame llevarte al sofá. -El muchacho tomó a Rin de nuevo en sus brazos, caminando lentamente hasta depositarla en el sofá de la sala. Ahí, la tapó con una manta, arrullándola en sus piernas.
-No te preocupes, de verdad. Ganamos, eso es lo que importa. -Le dijo.
-Necesitaremos estar bien listos en estos días, no es por presionarte, pero quisiera que estés lista y saludable por si Arturia nos ataca por sorpresa.
-Sí, la olvidé a ella un segundo. -Rin se quedó pensativa un segundo. -Ven, Shirou, recuéstate conmigo.
La muchacha le hizo un espacio en el sofá, y él se recostó. Los dos se abrazaron, juntando sus frentes a la vez que cerraban los ojos.
Tenían bien en mente que la batalla final se avecinaba y que lucharían contra el espíritu heroico más fuerte de todos, lo que se traducía en una preocupación ya no por conseguir la victoria, sino lo que significaba lo contrario: la muerte.
Eso era la guerra del Santo Grial a pesar de que, en esencia, no debía ser: una guerra donde sino se gana, no sólo se pierde la oportunidad, sino igual la vida.
Ya fuera Rin o Shirou quien perdiera la vida, o incluso ambos, era lo que les preocupaba. Lo curioso de todo es que no era una preocupación de perder la vida propia, sino que la de su contrario se viera segada para siempre.
Rin abrazó un poco más fuerte a Shirou.
-Es pronto para decirlo pero quizá en el futuro cercano no haya oportunidad... -Ella se comenzó a sonrojar.
-¿Por el tema de la muerte?
-Sí, por eso mismo. Shirou... ¡yo te amo! -Soltó ella, de golpe, no se lo pensó ni un segundo, lo dijo así sin más, pero era un sentimiento que de verdad salía de su corazón.
El muchacho se sonrojó al escuchar esas palabras, pero contestó con un beso en la frente de su contraria.
-Yo también te amo, Rin Tohsaka. Es triste que tengamos que apresurar todo, me hubiera gustado conocerte más a fondo y en otra situación.
-No digas tonterías. -Se quejó ella. -Sé perfectamente que el habernos conocido así fue una manera terrible. Pero, hey, nos conocimos después de todo, nos confesamos nuestros sentimientos y ahora... -Se sonrojó. -Ahora los ratificamos con decir "te amo".
-Sigh...tienes razón. Aunque no me arrepiento de haberte invitado a salir ese día aunque pudo ser la diferencia de no verme envuelto en esta porquería de guerra.
-Lo dicho. Ya no importa cómo nos conocimos...lo hicimos, y eso nos llevó a amarnos. -Rin se acercó peligrosamente a los labios de Shirou, robándole un beso en los mismos.
Él se alcanzó a dar cuenta, así que sí tuvo tiempo de cerrar los ojos, convirtiendo ese momento en uno mágico y lindo, quizá el más calmado desde que estuvo en el vientre de su madre, dónde no había sonido, sensación, preocupación ni calma. Vivieron ese momento con la más poderosa vehemencia, sintiendo que su amor aumentaba a chorros, como el de una fuente enorme. (Vehemencia: Ardiente y lleno de pasión UWU)
La muchacha le levantó un poco la playera, bajando sus besos hasta el abdomen bajo de Shirou, quien gemía a voz baja. Ella le desabotonó el pantalón, metiendo su mano en la entrepierna de su contrario, comenzando a acariciar lo que tenía en sus manos.
Shirou volvió a besar a Rin de forma enérgica, pasando sus manos por toda la espalda, levantándole el suéter rojo con una cruz blanca en medio, teniendo el cuidado de acariciarle la piel suavemente, excitándola.
Sus besos fueron a parar al cuello de su amada mientras ella se desabrochaba la falda, la que fue retirada por el muchacho. Se cubrieron con la sábana, teniendo pudor como si alguien los pudiera ver.
Shirou se quitó el pantalón, dejando ver su erección, la que fue no sólo en aumento cuando le quitó el sujetador a Rin, besándole su abdomen y sus pechos.
Mientras era besada, Rin se quitó la ropa interior a la vez que gemía, un calor interno brotaba por sus entrañas, y su corazón estaba más que listo para lo que iba a suceder. Lo que dijera Arturia de ellos ya le daba completamente igual.
En el acto y teniendo ya oportunidad, Shirou entró en Rin, arrancándole un gemido a la vez que se ponía a besarle el cuello desesperadamente y le enterraba las uñas, jalándole sus cabellos pelirrojos suavemente.
Cada uno sentía sensaciones nunca antes experimentadas en su propia carne, la pasión era tal que los cabellos se les erizaron, sus movimientos eran primerizos, torpes, a la vez que armoniosos.
Los movimientos de cadera ejercidos por cada uno eran lentos, férreos, y su profundidad de golpe era considerable. Las magas no tenían la barrera natural que las mujeres sí (ok, esto me lo inventé pues...pues porque sí xd es mi historia y me la follo cuando quiero :v), así que, en vez de sentir dolor punzante y agudo, era un placer que le dejaba la mente en blanco.
El momento cumbre de Rin llegó pronto, su cuerpo no le respondió y sus piernas se estiraron lo más que pudieron, soltando un gemido acelerado, entrecortado pero delicado y suave como si fuera una palabra de amor muy especial.
Shirou, sintiendo que las uñas de Rin se clavaban en su cuerpo, pasó por un momento de dolor, pero recordando la situación por la que pasaba, igual se dejó llevar.
Él también sentía dolor, uno que le llegaba hasta el páncreas, pero no le hacía, su amor por Rin le impedía rendirse por cosa del dolor, siguió haciéndole el amor a su chica del alma, rozando la piel de ella con sus labios, teniendo un ardiente deseo de abrazarla para más nunca soltarla mientras le quedaran fuerzas, y aun si no las tuviera.
Al dejarse llevar, quedó igual que Rin: su cuerpo se movía delicadamente por sí solo. Literalmente su mente le decía "no". Pero su cuerpo le decía "sí", no logrando controlar esas acciones que causaban únicamente más placer en sí y en Rin, mientras ella gemía suavemente.
Sus manos se colocaron sobre el reposabrazos del sofá, sujetándose de los mismos a la vez que se daba impulso en el otro extremo del sofá para entrar más profundamente en Rin, ella le había mordido el cuello sin darse cuenta, y acariciaba todo rincón del cuerpo masculino de ese chico del que se había enamorado tan perdidamente.
El sudor los recorría a ambos, empapando sus cuerpos, y la sábana no hacía sino más que aumentar la temperatura de ambos, los que parecían derretirse con tanto amor y pasión que se tenían Rin y Shirou en ese momento.
No pudiendo aguantar más, Shirou entró dos veces más, acabando dentro de Rin, aunque por la pasión y el calor del momento ni siquiera le dieron importancia a eso, así que se besaron vehementemente, juntando sus cuerpos, tocándose, compartiendo sensaciones.
Para la mañana siguiente, la primera en despertar era Rin, ella se sentía desnuda, tapada con la sábana que cubría su cuerpo, sintiendo la piel de Shirou en su piel desnuda.
En un primer momento, la pena la invadió, queriendo separarse...pero tras un segundo de meditación, no hizo sino más que sonreír de una forma completamente genuina, dándole un beso en la mejilla a su amado, aquel a quien se había entregado con vehemencia y amor sincero.
Al despertarse Shirou, lo hizo de forma lenta y cansada, respirando un poco más pesado, por lo que Rin lo miró. Ambos se sonrieron, dándose un beso en los labios y juntando sus cuerpos.
-Ayer...ayer se quedará como el día más especial que podido vivir. -Dijo él.
-El mío fue cuando te conocí, aunque claro que ayer no se puede quedar atrás ni por equivocación. Están ...el uno del otro muy cerca, en realidad.
Tenían clase ese día, pero era la hora indicada. Algo que le dio bastante gracia al propio Shirou es que, durante todo el desayuno y el recorrido de a la academia, Rin se la pasó de un ánimo excelente y se notaba muy energética, pareciendo que la fatiga del día de ayer era cosa de broma.
Vieron que Arturia seguía en la academia sana y cómo si nada, lo que indicaba claramente que no había peleado contra Berserker. Era cuestión de esperar y de planificar aún más la batalla que tendrían contra ella.
Harían como que Rin era la de la carta, dándole una de las tantas que tenían en su poder, sin mostrar la clase de espíritu heroico que contenía, así Arturia la atacaría, pero Shirou dispararía por la espalda.
Lamentablemente, ella sabía el pequeño secreto que los dos se tenían, así que ninguno de sus planes funcionaría.
Por lo demás, ni se preocupaban, tenían cinco class cards.
Durante la noche, ambos novios fueron a dormir juntos, dándose un beso en los labios para dormir abrazados.
Esa noche, Shirou pudo ver destellos morados en la obscuridad de sus ojos, y al quedarse profundamente dormido, sintió que alguien le tocaba suavemente el corazón.
Shirou despertó en una habitación donde las paredes eran blancas como la nieve. Ya sabía dónde estaba. Al voltear, ahora no vio a Sakura a su lado y tomándolo de la mano. Ella quedaba un poco lejos, sonriéndole, aunque notándose melancólica.
-Hay una cosa que me duele...y es que el tiempo no me alcanzó para poder enamorarte.
-Sakura...
-No te preocupes, Senpai. Me alegra mucho que seas feliz con mi hermana, y también te doy las gracias por perdonarle la vida a mi hermano, aunque el gusto me haya durado muy poco.
-No puedo negarme a algo que tú me pidas, Sakura.
-Mah. No importa. De verdad, Senpai, no te preocupes por mí. -Sakura rió un poco. -De todos modos no hay que preocuparse por los muertos, sino por los vivos, y por los que puedan estar próximos a morir.
-Tengo miedo de lo que pueda pasar mañana, sabemos que Arturia estará lista, así esté lastimada, pero estará lista.
-Senpai, ¿sabes de donde proviene tu fuerza? No has podido explotarla toda aun.
-¿Mi fuerza? ¿De dónde proviene?
Sakura se levantó, caminando para sentarse al lado de Shirou. Le tomó la mano.
-De aquí. -Ella llevó su mano hasta el corazón del muchacho, sonriendo. -Y de mi espíritu. Senpai, tú eres fuerte ya que literalmente cuentas con dos corazones, con dos fuentes de fuerza, así que no te preocupes. Ganarás.
-Gracias por darme algo tan valioso que viniera de ti, Sakura.
-Mi hermana mayor te dio su virginidad y su primer beso. Yo te di mi circuito mágico y mi primer beso...estamos a mano.
-¡O-oye, no metas eso a colación! -El muchacho se sonrojó.
-Por eso la amas con locura, pues yo amo a Rin-Senpai por ser mi hermana. Amala con locura, así como yo me quedé con las ganas. -Sakura le dio un beso en la mejilla. -Suerte, Senpai. Hasta la victoria siempre.
Con una última sonrisa, el blanco de las paredes se fue apagando, dejando todo en un negro casi total, exceptuando esos destellos morados a los que Shirou conocía bien.
Ahora el deseo que tenía ardía más fuerte en su corazón.
Para el día siguiente, y tras el incidente que tuvieron con Arturia, daban casi por sentado que la batalla final estaba en las puertas, así que el nerviosismo aumentó mucho más de lo que ya estaba.
Arturia había quedado lastimada de la batalla contra Berserker, necesitaba una forma de recuperarse prontamente, así fuera usando métodos poco ortodoxos, como ella misma los describía.
Shirou había ido a comprar una botella de agua en la máquina expendedora de la escuela. Él sonreía alegremente mientras metía las monedas en la maquila, silbando.
-Arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan; y gritemos todos unidos: viva la Internacional.
Al darse la vuelta, se topó frente a frente con Arturia, quien lo miraba con poca amabilidad. Ella le dio un golpe en el estómago que lo dejó sofocado, rematándolo con dos más en la mandíbula que de plano lo dejaron noqueado.
Ahí, ella lo jaló de una pierna y lo llevó a uno de los cuartos de intendencia.
-No quisiera caer tan bajo como Rin. Recurrir a fornicar con un medio mago para tener bien abastecido su mana, eso es patético. -Arturia le comenzó a desabotonar la camisa.
Él tenía los ojos abiertos, dándole vueltas, claro, pero veía cómo es que Arturia se acercaba a su cuello, y sentía un dolor punzante en la misma zona, incluso en los hombros y en partes debajo de su cuello, aunque él no podía hacer nada para resolverlo.
La faena no duró mucho, ya que a los dos o tres minutos, Arturia se limpió los labios con su mano, escuchando como se pasaba algo por la garganta.
-Servido...me siento como nueva. Ahora, pequeña escoria, si me disculpas, tengo que ir a buscar a Rin para matarla. -Sonrió ella, marchándose de la habitación de intendencia.
El muchacho trató de levantarse como pudiera, pero el fuerte mareo se lo impedía, aun así se arrastraba para tratar de salvar a su amada de la furia de Arturia, pues ella ya no tenía manera de defenderse contra un espíritu heroico, y mucho menos si las fuerzas de éste estaban al 100.
Al salir, casi empujando la puerta y ya con el mareo más leve, fue a avisar que Arturia estaba fuerte, caminando con prisa, ya que correr lo regresaría al suelo.
Fue al baño a revisarse el cuello, notando que tenía mordidas, y sí, Arturia le había mordido en sus hombros, en el cuello y en las clavículas, notándose rastros de sangre en las marcas de dientes.
<<¿Qué me hizo esa perra?>>
Al salir del baño, el chico fue a su salón, en donde una Arturia muy sonriente y participativa se encontraba, lo que le hizo enchinarle la mirada a la vez que negaba con la cabeza.
En el receso, él fue junto con Rin a la azotea de la academia, sujetándose de la valla de protección.
-Arturia me hizo algo, aunque no tengo ni idea de qué fue.
-¿Por qué lo dices?
-Mira... -El muchacho se dio la vuelta, desabotonándose la camisa para que se pudieran ver las mordidas. Rin se llevó una mano a la boca.
-Por Dios...
-¿Qué me hizo esa loca?
-Hay otra forma por la que los magos pueden obtener energía además del semen...por medio de la sangre.
-¡¿Qué?!
-Sigh. Arturia te chupó sangre para poder recuperar su magia perdida en la batalla contra Berserker. ¡Maldición! -Rin pateó al suelo.
-Eso nos pone en serios problemas. No creo que ella aplace más la pelea ahora que está completamente recuperada, es una idea muy tonta de pensar.
-La ventaja que teníamos ahora no existe. -Rin se sentó en el suelo. -La lucha se verá más complicada.
-Lamentablemente así es. -Ambos se vieron a los ojos. -La lucha que tenemos es victoria o muerte, pero no importa...venceremos.
-Me alegra tu entusiasmo.
Los dos le dejaron una nota a Arturia directamente en su banca, pidiendo que se vieran en donde todo empezó: el parque norte.
<<No tratan de huir a pesar de que tengo la ventaja...no me decepcionan, hasta eso>>.
Para la salida de la academia, Shirou y Rin se fueron tomados de la mano directamente hacía el parque, lo que les calmaba un poco el alma en ese momento de exacerbación.
Se recostaron sobre el pasto, mirando las nubes, esperando el anochecer que marcaría prontamente el inicio de la batalla final. Mientras eso ocurría, querían pasarla juntos, en calma, amándose bastante.
Se contaban lo mucho que se amaban, confesando cómo es que se habían enamorado el uno del otro. Shirou se enamoró de Rin a primera vista, siempre le pareció hermosa y por eso quiso ser su amiga, para conocerla mejor, saber si era mujer para él y para saber si él era hombre para ella.
Y sí, ambos eran tal para cual, para bien o mal.
Ella se había enamorado al ver a un niño torpe tratando una y otra vez de hacer un salto de garrocha que no le salía de ninguna manera, pero lo intentaba una y otra vez. Ese niño torpe era Shirou, naturalmente.
Fueron formas simples de poderse enamorar, aunque no por eso fue para menos, ya que eso les llevó a ser su amor de la vida.
Al haberse obscurecido, Shirou sintió una corriente de aire por sus mejillas, lo que lo hizo levantar la mirada. Ahí la vio, Arturia con su armadura negra, sus ojos amarillos, piel y cabellos pálidos apareció frente a ellos.
-Me da asco verlos así...
-Cállate, hipócrita. -Soltó Rin. -Ni creas que te perdonaré el que hayas tocado a Shirou.
-Ven. -Ella hizo un gesto con ambas manos, como si la atrajera. -Dame una lección por haber...puesto mis labios sobre la piel de tu dildo de carne, por haberle besado el cuello. Sentí que algo se ponía duro allá abajo. Al parecer emocionó más a Shirou que tú misma.
-¡Maldita!...
Ella se puso enfrente, siguiendo la estrategia que tenía con Shirou, sacando una class card de su bolsillo al mismo tiempo que Shirou hacía lo mismo de forma disimulada.
-¡Yo te invocó, espíritu heroico!
<<Siguen creyendo que me voy a comer ese cuento>>.
Apenas dio un pasó, Arturia saltó hacía Shirou, dejando rota la tierra donde pisaba al ser bastante fuerte.
Una corriente de viento pasó al lado de Rin, la Excálibur golpeó algo: otra espada.
Shirou no estaba transformado, pero ya tenía sus dos espadas invocadas, siendo muy rápido para haberlo hecho.
-¿Así que ya sabías?
-Sí. -Arturia pateó el pecho de Shirou, haciéndolo para atrás. La carta voló fuera de su bolsillo, el abrió los ojos como platos, estirando la mano para alcanzar la carta.
Un enorme rayo de luz cegó a las dos mujeres, pero lo que vieron fue a Shirou ya transformado en espíritu heroico, con una mirada penetrante, furiosa.
-No creas que he olvidado lo de esa noche. También era mi cita, y no creas que me sentí alegre de que nos interrumpieras.
-¿Qué cosa eres? No importa, igual vas a morir. -Arturia empuñó la excálibur contra Shirou, el que la detuvo con sus dos espadas, retirándose dos saltos para atrás.
Arrojó una de las espadas, la que terminó por ser bloqueada por Excálibur, ambos chocaban el acero, Shirou invocaba espada tras espada, dando algunas patadas en el aire para tratar de alcanzar la cara de Arturia, pero no podía.
Se movían muy rápido, Rin apenas les podía seguir la pista, y eso era mucho decir.
Cargando un ataque que parecía bastante fuerte, Shirou puso sus dos espadas, bloqueando el ataque de Arturia, dándole una patada en el abdomen para quitársela de encima.
Una corriente de viento fue lanzada de la Excálibur, la que arrojó al suelo a Shirou, creando una nube de tierra que cubrió esa parte del parque
Rin se quedó quieta al no poder ver nada, apuntaba con su mano en caso de que le llegara un ataque, teniendo cuidado de no darle a Shirou.
Ya con la nube bloqueándole la vista a Shirou, el averiguar en donde tenía que aparecer sus espadas le era más difícil, recibiendo un corte en su brazo que lo derribó al suelo. Cuando estaba por sufrir otro corte, él apareció dos espadas desde el suelo, haciendo que Arturia se tuviera que retirar de un salto para evitar que éstas se le enterraran en el cuerpo.
Arturia trataba de rematar a Shirou en el hombro, pero él le bloqueó el ataque con una sola espada que apareció a su lado, dándole una patada en la pierna que la hizo caer sobre su rodilla, rematándole con un golpe en el rostro, derribándola.
Se levantó del suelo para volver a pelear, Shirou invocó su espada negra, chocando ambas con la Excálibur. Ambos se veían furiosamente.
-¡Hasta aquí llegaste!-Arturia tiró la Excálibur al suelo, llevándose un corte en el hombro de la espada negra pero a cambió le dio un golpe a Shirou que le sacó el aire.
En la pelea a golpes, Arturia tenía un poco más de experiencia, así que tras un gancho de izquierda y un upper en el mentón, Shirou cayó al suelo. Iba a rematarlo con un pistón en el pecho, pero él la tomó del pie, derribándola.
Se trataban de ahorcar mutuamente en pleno campo de batalla y con Rin disparando magia de su mano, acertando en la espalda de Arturia, quien lanzaba un quejido de dolor.
-Tú no serías nada si estuviéramos solos tú y yo. -Masculló.
-Eso lo sé, por eso es que no vine solo. -Al recibir un segundo disparo de magia, Shirou le dio un rodillazo en las costillas a Arturia para quitársela de encima, siendo bastante exitoso.
-Que mal perdedor eres...necesitando de ayuda para librar tus batallas, cobarde medio mago.
-No es de ser mal perdedor, es ser un contrincante inteligente. -Shirou invocó su arco, disparando cinco flechas al mismo tiempo, las que fueron evadidas por una corriente de viento de la Excálibur. -Trace, on.
Ahora no atacaba, su arco se había desvanecido pero esquivaba todos los ataques de la Excálibur que le llegaban, no dejando de ver el filo de la espada que tenía en frente.
-¡Ataca, maldito cobarde!
<<¡¿Qué rayos hace?! ¡Por qué no ataca y solo esquiva los ataques de Arturia! ¡Ella lo puede terminar matando!>>. Pensaba Rin, desesperada.
Cuando menos se lo esperaban, una segunda Excálibur había caído en manos de Shirou, aunque no era negra, sino de su color acero brillante, reluciendo sus detalles en un dorado como el sol.
-¡Imposible! -Arturia golpeó la falsa excálibur, sorprendida de ver algo así.
-¡Es mi táctica secreta! ¡El espíritu heroico Emiya tiene un apodo, así como el tuyo: Rey Arturo, rey de los caballeros! ¡El mío es Emiya...the faker! -Un golpe muy fuerte de la falsa Excálibur bastó para romperla, aunque dejó desprotegida de casi todo el torso a Arturia, razón por la cual Shirou le dio una patada muy fuerte que la hizo escupir sangre.
-¡Maldito! Aunque eres una mierda, tu espada se rompió a los pocos golpes, je, je.
-No estés tan segura. -Shirou apareció otra Excálibur brillante. -Y si no fuera poco. -Otra apareció en su mano derecha.
<<No puede ser tan fuerte como para portar dos Excáliburs, digo, el peso no importa, ¡me refiero al poder! ¡Levantar una es cosa que solo una persona en la tierra puede! ¡¿Y ahora dos?! ¡¿Qué clase de poder es ese?!>>.
-Acabemos con esto... -Shirou se lanzó con ambas espadas al ataque contra Arturia, la que se defendía a duras penas de ambas espadas santas, las que trataba de esquivar, sintiéndose superada a los pocos segundos.
Rin tenía juntas sus dos manos, compartiendo toda la magia que podía con Shirou y que así no se fatigara al gastar semejante cantidad de mana.
-¡Quítate! -Farfulló Arturia, girando sobre sus pies para partir en dos las espadas de Shirou, él se hizo un salto para atrás. -¡No puedes ganarme, tengo la carta más fuerte, derroté a Berserker, que te podría hacer pedazos en cosa de nada, aparte eres un medio mago! ¡No puedes tener oportunidad alguna, maldito!
La muchacha alzó los brazos lo más alto que pudo, derramando unas cantidades anormales de magia. Era su fantasma noble, por supuesto. Eso llamó la atención especialmente a Shirou.
-¡Rin, vete!
-¡No, de lo contrario no tendrás fuente de magia!
-¡Si tu mueres tampoco, así que vete ya!
-¡¡¡Excálibur Morgan!!!
<<No me quedará magia suficiente al acabar el hechizo, pero no importa, no me queda de otra>>.
Mientras el enorme destello negro escapaba a chorros de la espada, Shirou suspiró pesado, poniendo su mano frente a él.
-I am the bone of my sword. Steel is my body, and fire is my blood. I have created over a thousand blades. Unknown to Death. Nor kwon to Life. Have withstood pain to create many weapons. Yet, those hands will never hold anything. So as I pray: ¡Unlimited Blade Works!
Todo el torrente de magia había sido tragado por una dimensión alterna invocada por Shirou. Ambos desaparecieron prácticamente, dejando a Rin sin saber exactamente qué había pasado.
-¿A dónde fueron?...
En el Unlimited Blade Works de Shirou, ambos peleaban con sus espadas, Arturia teniendo su Excálibur y Shirou peleaba con literalmente cualquiera de las espadas que estuvieran clavadas en el suelo.
Se golpeaban con una enorme furia, aunque Arturia había quedado muy débil por lanzar su noble fantasma y no tener otra fuente de magia al haber agotado sus reservas.
-¡Muere, muere, muere! -Gritaba ella a la vez que golpeaba con fuerza, destrozando toda espada que Shirou tomara del suelo que estuviera clavada.
Cuando dejó tomarlas, se centró en sus dos viejas confiables: la espada negra y blanca.
Al chocar espadas, hizo que ambos quedaran cerca, se podían ver a los ojos, apretaban los dientes y sangraban de algunas partes del cuerpo.
-¡Apenas vamos comenzando! ¡Esta es mi casa, Arturia!...esto es todo lo que soy. -Shirou clavó su espada negra en el pie de Arturia, sacándole un grito de dolor.
De ahí, se retiró bastantes metros, alzando su mano, sonriendo.
-¡Segundo noble fantasma: lluvia de espadas! -Al hacer bajar su mano, literalmente una lluvia de espadas comenzó a caer sobre Arturia, atravesándole varias partes del cuerpo, causándole gritos y que la sangre se le escapara a chorros del cuerpo.
-Te falto una...maldito. -Con sus fuerzas restantes, Arturia lanzó un torrente de aire desde su Excálibur que desvió la última espada que caía directamente hacía el abdomen de Shirou. No era una espada como tal, sino la daga que Shinji había usado para matar a Sakura.
-¡Agh!
-Si yo no gano el grial...nadie lo gana. -La forma de espíritu heroico se desvaneció como si fuera arena volando en el aire, dejando ver a una Arturia con su blusa blanca casi empapada de rojo.
El Unlimited Blade Works de Shirou acabó, así que ambos regresaron al parque en donde Rin los vio con digna sorpresa, alegrándose mucho al ver a Shirou como ganador y Arturia cubierta de espadas, arrodillada.
Cuando las espadas desaparecieron, Arturia cayó al suelo, teniendo los ojos abiertos, sangrando de nariz y boca. Rin fue corriendo a tomar su class card.
-¡Vencimos, Shirou! ¡Vencimos! -Sonrió ella, corriendo para verlo.
-Sí...vencimos. -Él cayó sobre una de sus rodillas, alarmando a Rin.
-¡Shirou! -Ella lo tomó en sus brazos, dejando ver la daga que tenía clavada en el hígado.
-Só-sólo estoy cansado. -Sonrió, débilmente, aunque la realidad era que estaba muy dolido.
-¡Shirou, yo te curo, tranquilo, saldrás de esta!
-No es sólo la herida...ya no tengo mana. Me lo acabé todo. -Shirou regresó a su forma normal, con su playera blanca que dejaba al descubierto que la sangre resbalaba de esa herida y parecía no detenerse.
-¡No, no, no, no! ¡No me hagas esto! ¡Siempre sales vivo! ¡Siempre pasa un milagro!...volverá a pasar.
Tomando las class cards de Arturia y de Archivald de las manos de Rin, Shirou juntó las siete cartas, sonriendo.
-Claro que sí... -El muchacho cerró los ojos, y tras unos segundos, las siete cartas se deshicieron en polvo de estrella, volando por los aires. -Rin, tú que sí te pudiste salvar. Dile "hola" de mi parte.
<<Maldita sea...creo que no podré cumplir mi promesa sobre ir de vacaciones a Varadero. Como quisiera haber conocido las estrellas de Cuba>>.
-Shirou, ¡No te vayas, Shirou!...no me dejes, por favor, no me dejes.
-Te amo...
El muchacho hizo un último esfuerzo por alcanzar los labios de Rin, dándoles un beso corto, pero en el que sintió una especie de electricidad. Era el sentimiento del amor verdadero.
Y así, Shirou cerró sus ojos, muerto en brazos de Rin, quien lloraba inconsolablemente la muerte de su amado.
Al regresar a su casa ella no había parado de llorar, no comprendía lo que le había dicho Shirou, y quizá jamás lo entendería. Sin embargo, cuando entró a su habitación, se llevó un susto de ultratumba.
Sakura estaba sentada en su cama, mirando por la ventana a las estrellas y a la luna. Cuando volteó a ver a Rin, sonrió, llorando.
-Buenas noches, hermana.
-Sa-Sakura...
-Senpai es muy generoso, aunque eso me tiene enfada. Di mi vida por él, y él me regresó a la vida, ese fue su deseo al Santo Grial: que yo reviviera. Aunque no solo eso, también pidió que... -Sakura se sonrojó un poco. -Que ambas nos empezáramos a tratar como las hermanas que somos.
-¡Sí Sakura, somos hermanas! -La chica lloró más de lo que ya lo hacía, corriendo hacía su contraria para darle un abrazo con amor de hermanas.
-¡Abrázame, hermana, abrázame!...
Ambas lloraron, abrazándose con mucha fuerza y casi ni se querían separar la una de la otra. Tras la injusticia cometida por sus padres, ahora ellas volvían a estar juntas, como las hermanas que siempre fueron.
Meses después...
Ambas hermanas estaban en la dorada orilla de Varadero, era de noche y podían ver perfectamente las estrellas, las que eran sumamente hermosas, mucho más que las de Fuyuki, de ahí que tuvieran una enorme satisfacción al verla.
A Rin le dolía especialmente las vacaciones en Varadero, ya que Shirou le había prometido que ambos irían juntos...pero eso no era posible de ningún modo.
Lo que sí, es que le alegraba infinitamente que pudiera ir con Sakura, la que ahora ya era plenamente su hermana, lo que por diez años le fue negado. Ahora se sentía libre de todo en cuanto a ella.
La arena era suave, fina, daba gusto tocarla, y el agua era perfecta, mucho más cálida que la de Fuyuki, y el clima era más caluroso, por supuesto. De cualquier manera, al ser de noche, ambas hermanas disfrutaban de su estancia en la playa.
Sakura tenía puesto un sombrero para sol, aunque lo tenía nada más por tenerlo, ya que falta no le hacía. Ella paseaba en la playa a la vez que Rin se perdía en sus pensamientos mientras miraba hacia el horizonte.
Al notarla perdida, Sakura concluyó rápidamente que ella pensaba en Shirou. Ella también estaba dolida, e igual quería que él estuviera con ambas en aquella que era, sin lugar a dudas, no sólo la playa más hermosa de toda Cuba, sino de todo el mundo.
-Rin... -La tomó de la mano.
-Todavía lo extraño mucho...
-Yo igual, pero no podemos hacer más. Sólo nos queda disfrutar la vida por la cual Shirou se sacrificó para que ambas tuviéramos. Estar amargadas por eso sería no menos que una ofensa a su memoria.
-S-sí...tienes razón. -Ella se limpió unas lágrimas que querían salirle. -Es que...lo amaba mucho, y quería pasar mi vida con él.
Sakura soltó una risita, sentándose a un lado de Rin sin soltarle la mano.
-¿Cómo te digo que yo igual estaba enamorada de él y que le di su primer beso?
-¿Qué?
-Antes de que morir, le di a Senpai un beso, trasplantándole así mi circuito mágico para que él pudiera sobrevivir. Y fue justamente el día en que me le declaré, pero te imaginarás que no obtuve respuesta, y de haberla obtenido, habría sido negativa. Senpai sólo tenía ojos para ti.
Ante la cara de sorpresa de Rin, Sakura volvió a reír, aunque ahora con menos vergüenza y de una manera un poco más sonora.
-No te pongas celosa, hermana. Nunca me molestó que ambos fueran novios y que...hicieran "cosas". Aunque sí me dolió un poquito.
-Hay cosas que debes empezar a contarme. -Rin tuvo esa "sonrisa tsundere" que la caracterizaba cuando se molestaba un poco. Eso le causó más gracia a Rin.
-Sí, te contaré todo lo que quieras, hermana...aunque ahora, mejor disfrutemos de Varadero. A Senpai le molestaría que no lo disfrutemos.
-Sigh. Ese tonto tenía la mala costumbre de ser necio. -Rin se estiró, tirándose en la arena, disfrutando de la sensación que la misma le dejaba en su piel.
-Pero tenía sus virtudes, como la de ser valiente y pensar en los demás. -Sakura hizo lo mismo, tomando una vez más la mano de su hermana.
-Y eso era lo que más me molestaba de él.
-Curiosamente...eso era lo que más me gustaba de Senpai.
Ambas hermanas veían las estrellas. Admirando la belleza de éstas en aquella playa cubana. Una estrella fugaz pasó frente a sus ojos, allá a lo lejos en el espacio, pareciendo una flecha que era lanzada. Parecía, de hecho, que Shirou disparaba esa flecha desde su arco, haciendo sonreír a ambas hermanas ya que sentían que él las cuidaba desde el cielo.
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