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Capítulo 9.-Pasado tortuoso.

Seguía ahora un ataque a una casa de seguridad en el monte, donde se esperaba que hubiera muchas armas, municiones y comida que serían, claramente, necesario acabar con ellas para evitar que pudiera ser un fastidio a largo plazo.

El problema recaía en que era vigilada por muchos soldados, ni siquiera yo estaba seguro de que fuera a funcionar. La casa quedaba en medio del monte, planeábamos nuestro ataque desde una zona aledaña.

Miraba con mis prismáticos la casa, contando la seguridad, necesitaría ayuda de alguien más si es que quería hacer algo al respecto. Teníamos una bazuca capturada, eso serviría para volar parte de la casa, causar muchos daños y hacernos adentrar.

La usaría el técnico de armas pesadas, ya apuntando justamente a su objetivo. Yo apuntaba también mi rifle, tratando de detectar algún objetivo importante.

Disparándose la bazuca, se causó una gran explosión en la entrada que movilizó a todos los soldados que se encontraban cerca. Las dos ametralladoras que teníamos fueron accionadas desde sus puntos estratégicos.

Nos habíamos preparado bien para ese golpe.

-¡Archer, danos cobertura, atacaremos en unos segundos!

-¡Señor, sí señor! –Tenía un puro en los labios, pero no lo prendía. Ya disparaba a algún que otro objetivo que tuviera en la mira.

Un segundo disparo de la bazuca bastó para que los soldados se metieran a la casa. Todos corrimos a la casa, las ametralladoras quedaron en la entrada, mis compañeros disparaban a discreción. Yo accionaba mi pistola, teniendo el rifle en la otra mano.

-¡Despejado, entremos! –Gritó mi superior, así que corrimos a la casa.

Apenas puse un pie en la misma y me recibieron con un disparo en el pecho. Sentí que se me escapó el aire y perdí las fuerzas, cayendo de bruces al suelo.

-¡Mierda, le dieron a Archer!

-¡Sáquenlo, ya, ya, ya!

Dos de mis compañeros disparaban sus rifles a la vez que me arrastraban por el suelo y las escaleras. Sentía algo caliente en todo mi pecho, algo que sabía no estaba bien.

Me sentía desorientado, mareado, miré mi ropa militar y vi una pequeña mancha color rojo en mi hombro derecho.

Sonreí, pues parecía no ser grave. Cuando me entregaron al personal médico que esperaba fuera de la casa, en el punto donde vigilábamos la casa, mis compañeros se fueron corriendo.

Los médicos me quitaron el chaleco verde, dejando ver que mi playera del Che estaba empapada de rojo, los ojos se me pelaron inmediatamente, ahí fue cuando me desmayé del susto.

-¡Sigue vivo!

-¡Debemos sacarle la bala, ya!

-¡No es grave, pero pierde mucha sangre!

-¡Usen el granulado hemostático!

A pesar de mi inconciencia, escuchaba los gritos a mi alrededor, aparte de los disparos en la lejanía, el cómo traían más heridos, sus quejas.

El sonido de unas tijeras y tela desgarrándose me llamó la atención, y a la vez me molestó mucho. Era mi playera, pero seguro.

Una bolsa de polvos siendo vertida en algo se escuchaba también, sentí más dolor en la herida, y luego un movimiento.

Parece ser que me llevaban en una camilla, pero yo ni maldita idea. Sentí bofetadas, lo que me hizo medio despertarme.

-Muy bien, hijo, ¿Qué tipo de sangre eres?

-A positivo, mi señor. No me voy a morir, ¿verdad?

-No tendrás la misma suerte que Camilito. Ahora en marcha, llévenselo de regreso al campamento, está muy malo.

-¿Có-cómo va el ataque?

-Hablamos de eso luego, ahora importas más tú, Archer.

Mis ojos pesaban, sentía que me quedaba dormido de nuevo, algo que causó que mi superior me moviera el pecho de forma apresurada, evitando que me quedara dormido.

Sin embargo, y aunque sonara extraño, pues quedaba al borde de la muerte, sentía una extraña paz, no había dolor, no había muerte, ni vida, ni nada que me preocupara.

Con una sonrisa, cerré mis ojos, dejando de escuchar los gritos de mi superior.

***

En mi cama, me desperté de un salto, mirando a todos lados, con notoria agitación en mis respiraciones. Suspiré lo más fuerte que pude, tranquilizándome, secándome el sudor de la frente y del cuello.

Al verme al espejo, vi la cicatriz que me quedó del disparo. Fue en el pectoral mayor,  y ahí se veía, horrible, siendo una marca imborrable de mi pasado tortuoso, lo que era una mierda en toda la palabra.

No quería quitármela a pesar de poder operarla y dejarla invisible, pero recordar que casi muerto una vez me hace sentir vivo. Mi corazón se detuvo por uno o dos segundos, siendo resucitado al tener sangre suficiente  todavía, no necesitando mucha en la transfusión.  

Me puse mi playera, bajando a desayunar lo más pronto que podía, el sueño me había hecho despertar unos quince minutos más tarde de lo que acostumbraba. Vaya que tenía prisa.

Recordaba ese momento tan horrible, desperté al lado de mis compañeros muertos, muchos de ellos los conocía y sabía de sus historias. Nunca antes me deprimí tanto, a pesar de que logramos destruir lo que podría afectarnos, lo mejor era capturarlo.

Muchos murieron ese día, pudiendo ser yo uno de ellos, salvándome, en realidad, por pura suerte de cabrón.

Me mensajeaba con Rin preguntándole por su amanecer, recordándole que era lo que yo más amaba en mi vida y en mi pequeño mundo.

Si no morí, fue por esa cosa llamada "hilo rojo" el cual me junta con ella. Sonreí mientras me peinaba, ya desayunado y listo para ir a la facultad.

Me miré el meñique izquierdo, sonriendo para mí mismo, pensando que Rin y yo estaremos unidos toda la vida, incluso después de ella.

Honestamente reconozco que suena muy estúpido viniendo de un universitario, ex guerrillero de las FARC, y un estudioso de historia, que sabe que el origen de esa leyenda es más que irreal al no haber ancianos tejedores en la luna.

En lo único que creo, por ser verdadero, es en el amor. Sigh, el amor, el amor, el amor...la razón por la que sigo vivo y no me he suicidado por alguna depresión que pueda tener tras mi salida de las FARC.

Ahora, manejando y todo, despejé mis pensamientos de esos recuerdos tan horribles que tengo de las guerrillas, o de lo contrario Rin me notaría inquieto, lo que claro que no me gusta.

Llegando a la facultad, en el patio principal, ella me esperaba, leyendo Crimen y Castigo. Me acerqué para darle un beso en la frente, haciendo que sonriera.

-¿Cómo está la mujer más bella del mundo? –Pregunté, con bastante cariño.

-Mal. –Contestó, enojada, lo que me sacó de onda. –No dormí bien y hoy tengo examen y me siento toda estúpida, ando estresada a más no poder y... -Callé sus labios con un beso, Rin se separó. –Archer, no estoy de humor, de verdad.

-Vamos, quiero ponerme cariñoso porque te amo. –Traté de darle otro beso, pero me lo impidió.

-Hablo enserio, Shirou...no tengo humor para nada. Debo centrarme en mi maldito examen. –Suspiró, llevándose las manos a los ojos. –Chingada vida.

-Tranquila. Te ayudo con lo que necesites, si mis conocimientos no están muy oxidados.

-Lo agradecería muchísimo, la verdad.

Vi a mi enemigo natural llegando con la chica de intercambio, llegaban tomados de la mano, lo que ya no es raro, Rin me dijo que ellos dos se hicieron novios después de que fuimos a bailar. Lo que me parece curioso es que...no la vi a ella ese día.

Casqueé la lengua, sentándome con Rin en una de las jardineras, ayudándola con algunas preguntas que no le quedaban claras o había olvidado la respuesta. Se llevaba las manos a la cabeza, estresada. Me dolía verla así de mal.

Siempre mantuve la calma, eso sí, siendo su soporte en lo que pudiera. Ella estaba a nada de derrumbarse sobre sí misma, lo que era horrible.

-Estoy cansada. Diré que me sentí horrible y que no pude hacer el examen.

-Es lo mejor, y no dudo que el profesor lo autorice. ¿Regresarás a tu casa?

-Sí. Me siento un poco mal, siéndote sincera. –Rin se recargo en mi hombro, con los ojos cerrados. Yo le acariciaba la cabeza, deseando que se tranquilizara. Besé su cabeza, queriendo consentirla al estar convaleciente. 

Lo mejor es que sí se fuera a casa, se le notaba agotada y en caso de decirle que hiciera el examen así, lo más seguro es que explotaría. Suerte para mí que casi no se enoja conmigo.

Se levantó de mi hombro, estirando sus brazos hacía enfrente de ella. Se sacudió un poco la cabeza, negando que se tuviera que ir.

-No, debo hacer ese examen hoy. Cuenta más del cincuenta por ciento de la calificación del semestre, no me lo puedo perder.

-Relájate, Rin. Tú vete a casa, yo le diré al profesor que te sentiste mal y tuviste que irte. Confía en mí. –Sonreí.

-Es que no sé...sería abusar demasiado de la confianza del profesor.

-No es un abuso, pues en verdad te sientes mal. Aparte, yo soy de sus alumnos estrella, lo convenceré. Confía en mí.

-Más te vale que funcione, Shirou...o me enojaré mucho.

-Si te quedas puedes reprobar. Es mejor un NP que un cinco o un cero.

-Rayos. –Rin rió de forma dolorosa. –Tienes razón. Te lo encargo mucho, no me hagas quedar mal.

-En lo absoluto. –Le sonreí a Rin.

Ella se fue de la facultad, yo me le quedé viendo unos segundos, caminando a mi salón para encontrarme con Cu Chulainn, quien charlaba con una de nuestras compañeras.

Parecía ser que salía con dos chicas a la vez...lo que no sé si sea bueno o malo. Nunca trae sentimientos a menos que use la palabra "me enamoré de verdad ahora sí". Son pocas veces que lo he escuchado decir esas cosas.

-¿Entonces te gusta más la soda de melón? Es normal, su sabor es refrescante. Aparte...es muy dulce. –Vi esa sonrisa en su rostro, aquella confianza que me saca un poco de quicio a veces.

-Por eso me gusta mucho...¿y el tuyo cuál es?

-Hum...quizá la cerveza, es lo que prefiero, aunque puedo tomar lo que me inviten...o lo que requiera la situación. ¿Qué tal si saliendo de clases vamos a tomar un refresco de melón?

-¡S-Sí! Me gustaría, claro. Aparte es día en que no tenemos muchas clases.

Lo vi de lejos, enchinándole los ojos. Vaya que es un cabrón, aunque no puedo hacer mucho para cambiarlo. Supongo que cuando encuentre a la chica ideal...se estará quieto de una maldita vez.

Recuerdo eso que me dijo, la chica de la cual está enamorado le es inalcanzable...siempre me pregunté quién es.

Nuestra compañera regreso a su lugar, con un Cu Chulainn que le sonreía en todo momento, yo lo saludé jalándolo de la coleta que se hacía todos los días, lo que lo encolerizo.

-¡Oye, nadie puede jalonear mi cabello!

-¿Ni siquiera esa chica inalcanzable? ¿Por qué no le hablas?

-Causas de fuerza mayor, amigo. –Se desparramo en su banca. –Y sí, ella sí podría jalar mi coleta. Su cabello es esponjoso y lindo, no como el mío que es lacio y simplón.

-¿La conozco? ¿O qué tal Rin? Ella podría ayudarte. –Chulainn se rió ante mi comentario.

-Sí, sí la conoces. Aunque no sé si Rin pueda ayudarme en ese asunto...también la conoce, pero es difícil de explicar.

-¿Es la chica inglesa?

-No. Igual ya sé que ella es novia de tu tocayo. Un hombre no juega con la chica de otro hombre, está en el código.

-Nadie sigue ese "código".

-Entonces no son hombres. No se trata de un juego de hombría, son simples valores como el respeto, la confianza. Tú no le quitas la novia a un camarada por no gustarte a que te hagan lo mismo.

-Touché...

Algo me llamo la atención, pues había otros tórtolos a nuestro lado.

-¿Por qué te enamoraste de mi, Ushiwakamaru? -Le preguntaron a una chica de cabello negro muy largo, con un notorio maquillaje de color rosa y azul en los ojos, de piel blanca muy bella.

-Pensé que lo sabías. Contigo me siento comprendida, eres el único chico que me hace sentir así, Fujimaru-dono. -Ushiwakamaru lo besó en los labios.

-Oye, dime por mi nombre. -Él regresó el beso. -No es común que te guste ese tipo de literatura o de música.

-Es lo que pienso, Fujimaru. Aparte, somos el uno para el otro ya que nuestros nombres terminan igual. -Ella sonrió.

-Cierto, Ushiwakamaru. ¿Cómo iba la letra de esa canción que dices que fue como hecha para ti? -Fujimaru se levantó de su asiento, tomando de las manos a Ushiwakamaru para sonreírle. -"Cuatro guerrilleros bajan para el sur, otros seis que quedan para el norte van".

-"Lo dice temblando un bravo militar, se espantan los buitres porque aclarará". -Ella se rió, besando de nuevo a Fujimaru.

Ella está igual que el baboso aquel con sus ideas de ser una guerrillera que se sacrifica por los demás. Eso me fastidió.

(En lo personal, ellos dos hacían muy bonita pareja, malamente a Ushiwakamaru bb la capturaron 😢😢😢😢 pero magia de los fics que aquí hago lo que se me pega en gana, como hacerlos novios y que se den besitos uwu).

Fui al salón de Rin a reportar su falta, lo que al profesor no le molestó, diciéndome que la dejaría hacer el examen la siguiente clase que tuvieran juntos. Deseo buena salud a Rin.

Fue a visitarla, incluso comprándole unas rosas en una florería cercana a la facultad. Chulainn se había ido, pues él no tomaba el mismo seminario que yo.

Lo que me sorprendió fue verlo ahí, tras el vidrio de la florería, le ayudaba a algunas chicas a hacer un ramo, y el llevaba unos guantes...¿de casualidad trabaja ahí?

Bajé de mi auto para ir a comprar las flores. Al recibirme en la entrada, él me miró con picardía, sonriendo.

-¿Qué le ofrezco al joven?

-¿Trabajas aquí?...

-Claro. ¿Por qué crees que siempre regalo flores a mis citas? Me salen gratis, a mi jefe no le molesta ya que sabe que soy bien bala con las chicas. (Referencia :v), ¿Vas a comprarle rosas a tu madre? Qué lindo detalle.

-Son para Rin. Se sentía mal, así que... -Vi que la expresión de Chulainn, a pesar de esa sonrisa, se notaba triste, incluso impotente. -...Quería darle un regalo.

-Yo me encargo de escoger. Tú ve qué celofán le podría gustar. –Chulainn se puso a ver en las cubetas de la florería cuales flores le vendrían bien a Rin.

Me sorprendió verlo tan entusiasmado con las rosas, a pesar de que se veía mal tras esa falsa sonrisa. Siempre me pregunto...¿Qué es lo que le pasará?

Tengo la sospecha de que esa chica inalcanzable de la que Chulainn está enamorado es Rin, pero no estoy seguro. Mis sospechas son más del ochenta por ciento, falta confirmarlo.

-Tah, dah. Tulipanes rojos, la mejor flor para obsequiarle a Rin.

-Gracias. –Me di cuenta que los que me había dado eran de los recién traídos, los más frescos, a pesar de que quedaban otros en exhibición. Aparte de que le metió uno azul en el centro.

-Dame un... -Le puso un spray con un intenso aroma a fresco, lo que causaba que el olor natural de los tulipanes se alzara. –Listo.

-¿Cuánto es?

-Son quinientos yenes.

-¡Quinientos yenes! ¡¿No me puedes hacer un...?!

-Ya está incluido. Oye, me dejan regalar una flor por semana, no doce en un día, capaz el jefe me lo descuenta de mi salario.

-Pero has de ser cabrón. –Saqué mi cartera y le di el dinero. –Le diré a Rin que van de tu parte.

-¿Por qué? Si el novio eres tú. –Sentí que le dolió decirlo.

-Por nada en especial. Nos vemos, maldito infeliz que me cobra extra –Chulainn me levantó el dedo, gesto que yo regresé, marchándome en mi auto con los tulipanes.

Me sentía relajado de lo que pudiera pasar, a pesar de seguir levemente preocupado por la salud de Rin. Pensé que, a lo mejor, si iba a su casa me la encontraría dormida o algo parecido.

Suerte para mí que, al llegar, su padre me recibió con bastante gusto, pues ya me conocía de antes.

-¿Cómo se encuentra?

-Ya mejor. Al final preferí llevarla al médico...tenía principios de gripe, pero estará bien.

-Con el calor nada es seguro.

-Eso es verdad. Está en su habitación, pasa con confianza...pero la enfermedad la ha puesto de mal humor.

-No es novedad. –Ambos reímos.

Entrando en su habitación, la cual me causó bastante ternura por tener una decoración para una niña de cinco años. Y quien dormía ahí era una mujer de diecinueve.

-¿Alguien pidió tulipanes?

-¡Shirou! –Exclamó ella, levantándose de su cama. –No me habías hablado, me preocupe por...

-No deberías. Estaba bien, y puedes darte cuenta que me acordé de ti en todo momento.

-Gracias por eso. –Rin se levantó de la cama para darme un abrazo, el cual yo respondí con bastante cariño.

Los tulipanes los pusimos en una jarra, dejándola en la mesa de noche, no sin antes ser olidos por Rin. Quedó encantada, debo darle mérito al perro de Chulainn.

-Los manda Chulainn, por cierto.

-¿Eh? ¿Por qué lo dices? ¿Él los compró?

-Los eligió...resulta ser que trabaja en una florería, de ahí que...

-Que siempre regale flores. Son lindos, debo darles las gracias cuando lo vea.

-Tengo la leve sospecha de que le gustas, Rin...

Ella se me quedó viendo extrañada, pero luego sonrió y se echó a reír con bastante gracia. Yo abrí los ojos para mal, llevándome las manos a la cara por la leve molestia que me daba pensar que mi novia no se tomaba enserio lo que le decía y medio me preocupaba.

-¿Celosito? –Explotó en risas de nuevo.

-Claro que no. –Chasqueé la lengua. –Lo que me tiene con cuidado es pensar que nos podamos enemistar por algo como esto.

-Son suposiciones tuyas, Archer. No deberías inquietarte. Aparte, no tengo ojos para nadie más. –Me sonrió, yo imité su gesto.

-Sigo intranquilo, pero me resulta imposible concebir que me seas infiel con él.

-¿Por quién me tomas? –Se me quedó viendo feo.

-Por mi confiable novia. –Me levanté y le planté un beso en la frente.

-Oh, gracias.

-Bien, tengo trabajo de tesis que hacer, así que me tengo que ir.

-Oye, no. –Rin hizo un puchero. –Me jaló de la camisa, por lo que la misma se me abrió del tercer y cuarto botón, ya que tenía los dos primeros sin abotonar por el calor que hacía.

Yo, de forma inmediata, me volví a cerrar la camisa como pude, acomodándola como si no hubiera pasado nada. Rin se me quedó viendo extrañada, tomándome de las manos.

-¿Qué ocultas? ¿Un tatuaje? –Me sonrió, pero yo no dejé que me abriera la camisa.

-No exactamente. No quieres verlo.

-Claro que quiero. Anda, déjame ver. No me burlaré de ti si es un tatuaje vergonzoso. ¿Es el nombre de alguna ex?

-¡Rin! ¡Por favor!... –La tomé de ambas manos, mirándola con cierto enojo a los ojos, pero más que nada por preocupación de que pueda ver la cicatriz de disparo que me quedó de las guerrillas.

-¿Qué escondes, Shirou?...dime qué escondes...por favor.

-No puedo...de verdad, no puedo. Nos vemos mañana, Rin. Espero que te hayan gustado los tulipanes y que te sientas mejor. –Le quise dar un beso para despedirme, pero ella me evadió.

El alma me dolió mucho, pues nunca antes me había rechazado un beso de esa manera. Era la primera vez que se distanciaba de mí de esa forma.

Me despedí de ella con la mano, medio formando una sonrisa, pero ella se acostó en su cama, dándome la espalda.

-Descansa...te quiero, Rin. –Me fui de su casa al apenas decir esas palabras, despidiéndome de sus padres.

Llegué a mi casa, observando que las cosas no me eran mejores. No tenía hambre, mis deberes de la facultad me daban bastante igual. Estaba preocupado, muy preocupado. Rin sospecha ya que oculto algo muy importante, y conociéndola, va a querer saber así tenga que preguntarle a medio mundo.

Los únicos que saben que fui guerrillero son mis padres, así que no temo a que alguien me vaya a delatar. Lo que sí es que...me da miedo qué podría pasar si Rin en verdad se da cuenta que soy un asesino, un secuestrador...hay cosas que temo, y es por su bien que no las sepa.

Para el día siguiente en la facultad, Chulainn me saludaba diciendo que ya sabía con quién iba a tratar de ir enserio al ser una persona que le caía de perlas, pero no tenía la seguridad de que ambos fueran del todo compatible.

Esperaba a Rin, la cual, al verme, pasó olímpicamente de mí, incluso haciéndome un gesto de desagrado. Chulainn se rió un poco, cuestionándome por qué.

-Nos peleamos ayer...

-Oh, vamos. Te doy los mejores tulipanes de mi jodida florería, ¿y te peleas con ella? Carajo, eso es un poco frustrante.

-Hay cosas de las que me arrepiento, amigo. Cosas que deseo no haber hecho, ¡y ahora me persiguen para evitar dejarme tener una buena vida!

-Espera...¿acaso violaste a una mujer? –La mirada de Chulainn se volvió sombría, furiosa.

-No...pero algo equiparable. Me guardo eso para mí, pero nunca atenté contra una mujer o una niña.

-Eso no me tiene con calma de cualquier modo.

-Eres mi mejor amigo, Chulainn, pero hay cosas que ni siquiera a ti te puedo contar. Ahora iré a ver si puedo arreglar las cosas con ella...por favor, si algo sale mal...sé feliz, y hazla feliz. Creo que al final haces mejor pareja que yo con ella.

-Archer...

-Me di cuenta, amigo. No me molesta, pero hijo de puta, ¿Por qué de entre todas las mujeres de la facultad se te ocurrió enamorarte de Rin?

-Un día pensé... "Que chingona está su vieja" –Chulainn rió. –Pero ese pequeño sentimiento se salió de mis manos.

-Ni se te ocurra hacerte esperanzas. Yo seré quien diga cuando ya todo se vaya por la borda. Mientras tanto sigue con esa chica que me dices.

-Es carismática, energética y de lindo cuerpo. Tiene lo que me gusta, pero no sé si yo tenga lo que le gusta.

Me despedí de Chulainn, mi temor de enemistarnos se apagó por completo. Pero ha de ser cabrón, es todo un perro en cualquier sentido que uno pueda pensar.

Sea como sea, sigue siendo mi mejor amigo, y me falta arreglar las cosas con Rin, espero que ella no se sienta muy enojada conmigo por guardarle secretos. De cualquier manera, es un secreto que claro que vale toda la pena del mundo ocultarle.

Llegando a su salón, ni siquiera volteó a verme. Arturia le movió el hombro, diciéndole que la esperaba en la puerta. Ella se limitó a un "ya lo sé" sin decir nada.

Mi enemigo natural se acercó a la puerta, sonriéndome de forma incomoda, incluso forzada.

-No quiere hablar contigo...

-¿Por?

-Me dijo que le ocultas cosas.

-Y lo haré si es necesario. –Eso lo dije en voz baja para que ella no explotara.

-La confianza es base en una relación.

-A ti te gusta la revolución y la guerrilla, ¿No? Ven conmigo, necesito que veas algo. 

Fui a los baños de la facultad junto con mi camarada, me fijé que nadie estuviera cerca, asomándome en varias ocasiones.

Evidentemente, él se me quedaba viendo con cara de "Éste wey me quiere violar", lo que estaba lejos de yo tener una idea, por supuesto. Aunque sus sospechas se vieron aumentadas cuando me quite la camisa, dejándomela en el cuello.

No obstante, su expresión de asombro a mal, pasó a ser a una más de curiosidad cuando vio mi herida de bala en el hombro.

-¿Qué te pasó?...

-No importa lo que me pasó...importa que no te suceda a ti. A ti no te importa cómo me hice esto, a Rin sí, y llegará hasta las últimas consecuencias para hacerlo.

-¿Tiene que ver con la marca de tu brazo?

-Sí...dile que por favor entienda la razón por la cual le guardo secretos.

-¿Qué le digo si me pregunta?

-No le digas nada...tú y yo platicamos y punto. -Saqué una de mis libretas, anotando una de esas notas bobas que solía hacerle. Escribí su nombre en cursivas, rodeado de corazones, además de un "perdón". –Dale esto de mi parte.

-Lo haré...a cambio de que me digas que te pasó.

Me reí, el camarada se puso un poco rojo del enojo que le ha de provocar. –Le dirás a Rin si te digo...cuando sea el momento lo haré. Jamás olvido nada, y eso te lo puedo asegurar.

Me fui del baño ya con la camisa puesta, esperando que con eso se resolvieran mis problemas con Rin. Quizá poco o nada logre, lo sabré hasta llegado el receso o la salida. Si me evita...es que todo fracasó.

Me encontré de nuevo con Chulainn, quien se veía un poco tranquilo. Me preguntó qué había pasado con Rin. Esperaba que las cosas hubieran mejorado, por supuesto.

De cualquier manera tengo un plan en la cabeza, pero es uno que casi no me agrada en lo más mínimo. Esperaré a ver que sale.

Para el receso, justamente, salía junto con Chulainn al patio a platicar un poco de lo que fuera, ya que eso era lo mejor para mi cuerpo. Tanto estar sentado me viene algo mal, sobre todo después de pasarme casi un año sin dejar de caminar, correr, agacharme.

Los líos que representan la guerrilla, por supuesto.

Rin se me acercaba negando con la cabeza, lo cual no me dio muchas esperanzas de que las cosas se fueran a resolver con ella. Seguramente me buscaría para darme una bofetada y regresarme la nota.

-Nos vemos después, Archer. –Chulainn se fue corriendo como perro asustado. Al menos tuve esa suerte.

Rin se me quedó viendo, aun negando con la cabeza, y golpeando su pie contra el suelo. Yo le sonreí de forma tierna e inocente.

-Hola...

-Shirou me lo dijo. De todos modos...me preocupa qué es lo que me escondes. Digo, tarde o temprano tendré que ver tu pecho, y sabré que me ocultas. Ya Shirou me dijo que no es un tatuaje, que no es ningún nombre de ex que te arrepientas, ¿Qué es?...

-Una cicatriz, es todo. Me da la suficiente vergüenza que la veas. –No era mentira del todo...aunque no era la verdad completa.

-¡Tanto maldito trabajo te costaba decirme eso! –Gritó ella, asustándome incluso por la rudeza que me lo dijo. -¡¿Me tuviste como estúpida todo un maldito día para que me salgas con esas tonterías?! ¡Qué desgraciado eres!

-Tranquila, Rin. Es una cosa muy personal para mí. –Exclamé, nervioso.

-¡Mira, nada más porque me provoca ternura no te haré más escandalo!...Pero eso no quita que eres un desgraciado.

-Bueno, es una cicatriz notable, me da pena que las veas. –Lo dije, ruborizado. –Entiende, por favor, por favor.

-Ya. Ya, está bien...debiste decírmelo, no deberías ocultarme secretos. Con decirme que era una cicatriz no me hubiera preocupado tanto. ¿Cómo te la hiciste?

-Eh...me operaron.

-¿De qué?

-Del hombro.

-Bueno... -Rin me abrazó, pegando su cabeza en mi pecho, escuchando los latidos de mi corazón.

Yo hice lo mismo, tomándola de la cintura, sonriendo para mí mismo. De todos modos, ella ya no confía tanto en mí como sí hace una semana.

Debo tener más cuidado, o de lo contrario tendré que recurrir a métodos que, por más que me duelan, harán que todo esté en calma. Aun así, no es como que ella tenga ganas de continuar su relación conmigo al saber lo que fui...un asesino a sueldo.
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Otro capítulo basado en Archer, aquí ya toma tintes más de UBW je je
No se qué más comentar :v así que bye

No vemos en una semana

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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