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Capítulo 7.-Día siguiente.

Era una tarde, casi anochecía, pero era elemental que fuera así. Nos teníamos que encontrar con una célula de resistencia del ejército que había quedado aislada. Volteé a ver a Camilo, él me sonrió de forma amable, yo hice lo mismo, haciéndole el gesto militar.

Tenía un puro en los labios sin prender, pues nada más lo llevaba para "chulear" como dicen aquí en Colombia. El punto era que se veía bien con mi boina verde que llevaba, así me aseguraba de tener bien cubierta la cabeza en caso de tener que echarme a tierra.

La misión era de noche por esa misma razón, para cubrirnos con mayor facilidad. No hacía mucho había llovido, así que el conocimiento del terreno en esas condiciones nos favorecía a las FARC.

Teníamos que encontrarlos en cosa de dos minutos, así que la tensión crecía, pero ya no era la primera vez que entraba en combate, era más experto. Ya había matado más veces y visto cosas peores que las de aquella vez, así que mi temple guerrillero se había desarrollado. Cuando me volviera completamente estoico a las situaciones de peligro y de muerte, diría que ya estaba en mi perfección.

Nos tumbamos al suelo, pues no queríamos que nos vieran. Esperábamos, pacientes. La desventaja que tendríamos era que íbamos "contracorriente" caminando montaña arriba.

Le hice unas señales a Camilo, él me las regresó, diciendo que todo estaría bien. Era obvio que a ambos nos andaba por regresar al campamento a descansar tras aquella jornada tan agotadora.

Avistamos a los primeros soldados en las lejanías, así que nos preparamos, ya teníamos todos sin seguro nuestras armas. Lanzaríamos una bengala para tenerlos bien detectados en la semi-obscuridad, aparte de que eso serviría para confundirlos en el primer segundo.

Camilo era el encargado de lanzar la bengala, pues era el que arrojaba las cosas más lejos. Cuando llegó la hora, disparé con mi rifle silenciado de mil y un formas a uno de los objetivos finales. Una nueva muerte que me tendrían que atribuir...y que me perseguiría para toda la vida.

Disparé una segunda vez, pero esa fue suficiente para ya empezar a alertar a los soldados. Fue entonces que Camilo lanzó la bengala, causando que nuestros enemigos se confundieran.

-¿Qué es eso?

-¿Quién la lanzó?

-Es humo verde, es una señal de ayuda.

-¿Pero quién la lanzó? -Disparé al que dijo eso, ahí comenzó el tiroteo.

Serían unos veintidós contra dos unidades tácticas de combate (seis guerrilleros), que éramos nosotros, pero la ventaja que teníamos era muy considerable.

Camilo tenía un fusil, era bueno disparándolo. Habíamos hecho esto una y mil veces en la sierra de nuestra ciudad, así que era pan comido para nosotros.

Lo que no teníamos ni de lejos en cuenta en aquel momento es que ellos tenían una ametralladora ligera consigo, la cual accionaron repentinamente.

-¡Retrocedan!

-¡No, quédense donde están, ocúltense ya!

-¡Pecho tierra!

Yo era el que estaba más oculto y más atrás, así que mi misión era acabar con esa ametralladora antes de que matara a alguien.

Lastimosamente, fui lento...demasiado lento.

Camilo, quien quedó en una posición muy comprometedora, trató de escapar reptando rápido y de forma sigilosa. Lamentablemente, la ametralladora lo vio, disparándole sin piedad hasta hacerlo caer al suelo, no sé si vivo o muerto.

-¡¡¡Camilo!!! -Grité, desesperado. Tenía un dilema: iba y ayudaba a mi mejor amigo, o me quedaba a acabar con esa ametralladora que podría acabar con la vida de alguien más.

La segunda opción era más sensata, así que me templé lo más que pude, disparándole en la cara al que accionaba esa maldita cosa, ahí los soldados se replegaron, mis cuatro compañeros los acribillaron aprovechando que los tenían en el punto de mira idea.

Yo corrí junto con Camilo, tomándolo del uniforme. Tenía los ojos cerrados, le sangraba la boca y la nariz.

-¡Camilo! ¡Camilito! ¡Camilito! ¡Responde, Camilito! -Me solté a llorar en su pecho, pues creo que ni aunque lo hubiera preferido a él tenía oportunidad de salvarlo.

Mi comandante me tomó del hombro, dándome un abrazo. Yo me aferré a él, Camilo era mi mejor amigo, mi camarada.

-Ya, chico, ya...Camilito está tranquilo después de todo.

Nuestro sueño era ser héroes que luchaban por la libertad y la justicia, pero él se quedó en el camino.

-¡Camilito! -Seguía llorando en el pecho de mi comandante, él miraba al horizonte con una cara de desconcierto.

No sé si me pueda hacerme sentir mejor, pero me llevé la vida de quien se la arrebató a mi amigo Hyaku Rigo. Eso me hace sentir satisfecho pero tan vacío a la vez.

***

Dormitaba en mi cama, seguramente serían eso de las diez u once de la mañana. Shirou y yo nos habíamos dormido a las cuatro de la mañana, pues no bastados con bailar y beber lo justo y necesario para no embriagarnos esa noche, llegamos a si casa a charlar de lo que había pasado.

Tenía las suficientes copas encima para no tener pena de hablar con él tras descubrir una cosa. Él fumaba un puro, imitando el perfil del Che Guevara en algunas fotos. Yo hice lo mismo, poniéndome mi sombrero y llevándome el puro a la boca, sonriendo graciosamente.

Fue divertido, debo decirlo, pero ahora seguía exhausta.

Escuché pasos en la habitación, pero no podía moverme al estar aún "dormida". Me daba flojera hablar. Tras eso, escuché un vaso siendo colocado en mi mesa de noche para que los pasos regresaran, pero ahora de regreso a la puerta.

Pasado un rato, llegó a mis oídos la música de Beethoven, lo que me abrió los ojos de inmediato. Viendo mi mesa de noche, vi una rosa blanca con algo de rocía sobre sus pétalos.

-Ay, Dios. ¡Pero qué hice ayer! -Me llevé las manos a la cara, roja de la pena. Recordé lo que bailamos esa noche casi al último, cuando nos juntamos.

Un escalofrío me recorrió toda la espalda, pero era de pura vergüenza que tenía. No quería bajar por las escaleras, pero debía hacerlo. Tengo que plantar cara a mis descubrimientos, así sea una pena absoluta.

Particularmente...descubrí que me había enamorado de Shirou, mi compañero de casa.

Bajé de forma tímida un poco mareada, sujetándome fuerte del barandal para no caerme y partirme la cabeza. El olor era bastante delicioso, aunque apenas tenía apetito de algo, honestamente.

Al verlo, vi que Shirou preparaba el desayuno. Al verme, me sonrió de forma amable, como si nada, aunque tenía un leve rubor en sus mejillas.

¡Qué horror! No me había puesto a pensar si yo le gusto a él. Shirou me gusta, pero no puedo decir lo mismo de él...tendré que enfrentar las consecuencias de mis actos de la noche de ayer.

De no ser así...me moriré de verdad, pues no sé ni qué haré. No puedo compartir casa con un chico que me gusta pero rechazó. Me adelanto demasiado, mejor me calmo y disfruto del desayuno.

-Buenos días, Arturia. -Me saludó, se veía un poco ojeroso, pero de ahí en fuera estaba fresco como una lechuga.

-Hola, Shirou. -Lo saludé. Dejó ambos platos en la mesa, yendo a la pequeña cocina por un vaso de agua y una aspirina, aparte de un efervescente.

-Bébelo. -Me sonrió.

-Si no te conociera, diría que me quieres drogar. -Dije, sacando ese lado un poco bromista que tengo. -Muchas gracias, me da vueltas la cabeza un poco.

-Si no tienes apetito, puedo prepararte algo más ligero, lo que quieras.

-Así estaré bien...con que sea un poco de lo que hayas hecho, me sentiré bien.

-Hoy hay que descansar todo lo que hay en el día. Ver una película suena bien.

Recordé que había una sola televisión en la casa...que era en el cuarto de Shirou, así que me tendría que acostar junto a él para poder ver una película.

-No gracias, quizá me dé dolor de cabeza. -Me ruboricé un poco al pensar esa idea.

-Como gustes. -Me sonrió, sentándose a desayunar. -Evitaré que te duermas en la tarde, ya mañana hay clases y no sería bueno que llegues tarde.

-¿Cómo evitarás que me duerma en la tarde? -Dije, bostezando.

-Encontraré la forma. -Me sonrió...esa sonrisa un poco torpe de su parte me enamora mucho más de lo que ya estaba de él.

Una cosa ya me es segura, lo que no sé si me deba calmar o alarmar más de lo que ya estoy. Y esa es que ya lo que siento por él no es una mera sensación efímera que desaparecerá el día de mañana u hoy en la tarde.

Nos veíamos a los ojos para desviarlos de forma inmediata, algo me dice que no soy la única apenada en esta situación. El ambiente era muy tenso e incómodo, apenas si platicábamos, lo que me daba mucha pena.

Suerte para todos que Fuji llegó a salvar el ambiente, casi saltaba y nos miraba con derrochante alegría, lo que nos hizo reír a ambos. De cualquier forma, nuestras miradas ni de chiste se podían topar o la pena se desataba, en el ambiente, casi como si fuera un aromatizante.

-No me di cuenta a qué hora llegaron, así que no me tienes precisamente feliz, eh, Shirou.

-Perdón, Fuji. Nos quedamos platicando bastante tarde, pero llegamos a...¿la una o dos?

-Creo que era pasada de la una, mi celular estaba muerto.

-Bueno, dejémoslo en pasada de la una. Me dijeron que llegarían a la una y media así que incluso llegaron antes, quizá.

-Aunque eso sí, nos desvelamos bastante...espera, ¿También te vas parando?

-Hacía algunas cosas del trabajo que eran pormenores...apenas si podía esperar, pero al menos supe que ya desayunaban.

-Eres una floja, Fuji. -Shirou la miró con una cara de inconformidad absoluta.

Yo me reí un poco, era gracioso verlos discutir, a sabiendas que son casi como hermanos o parecido. Familiares de otra sangre.

Todo el día fue un poco igual, casi no nos hablamos, es como si viviéramos con un muro que dividía la casa, hasta pasadas las casi seis de la tarde.

Ahí Shirou pasó a mi cuarto, tocando la puerta, que estaba abierta.

-¿Gustas ver una película?

-No sé...¿cuál sería?

-¿Una de comedia?

Me lo pensé dos o tres segundos, aceptando finalmente. Mientras no sea una de romance o similar, todo perfecto.

Nos fuimos a su habitación, recostándonos en su cama. En una ocasión, ambos nos tocamos un brazo, casi saltando de la cama como si fuéramos gatos asustados. Nuestra relación se había afectado, malamente.

Lo que necesitaba para ese momento eran los consejos de una sabia: Rin.

Ahora importaba más disfrutar de la película, la cual nos sacaba carcajadas a pesar de ser estupideces en lo más absoluto. Era gracioso, en una parte de la película me solté a reír tan fuerte que incluso pataleaba contra la cama. Nos divertíamos, no había más palabra para describir lo que sentíamos.

Serían las ocho cuando se acabó la película, así que cenamos de una vez, platicando casi exclusivamente de la película. No nos mirábamos directamente, hacíamos como si lo hiciéramos, pero veíamos a un lado de nuestros rostros.

Yo miraba, por ejemplo, la estufa, y él miraría el cuadro que quedaba arriba de mi cabeza. Era algo estúpido, lo sé.

Me templé como era debido para no delatar mis sentimientos. Lo que no entiendo es ¿Por qué Shirou está también nervioso? ¿Será que le gusto también? El otro caso sería que no le guste, y le apena pensar que una chica de la que no está enamorada se quede con él en su casa.

Mañana, mañana todo se resolvería, o quizá no todo, una parte de las dudas se despejaría, o eso era lo que deseaba.

Llegadas las once, ambos nos fuimos a acostar, pero antes de yo apagar la luz de mi cuarto, le mandé un mensaje a Rin diciéndole que necesitaba de su ayuda.

"Algo me dice que descubriste algo que ahora te causa problemas" No podía ser más acertado lo que ella me decía, para bien o para bastante bien.

Suspiré fuerte, cerrando mis ojos para descansar definitivamente ese día tan exhausto. Mañana a clases, lo mejor que me podía pasar en este momento.

Al día siguiente, despertamos como era normal, desayunamos y fuimos a la facultad. Platicábamos sobre el clima, el ambiente, alguna calle curiosa o un arte urbano que resultaba incluso bello a la vista.

Una vez en la facultad, cada uno tomó su rumbo, Shirou fue a saludar a Sakura y a platicar con ella un rato mientras entrabamos a nuestras clases. Yo vi como Archer cargaba a Rin, bajándola para que luego ella se recargara en su pecho.

Ay, Dios mío. Me imaginé a mí y a Shirou en una situación así, lo que era bastante posible, pues a pesar de ser británica, media 1.65 y Shirou rozaba en el 1.80. Así que me podía cargar de esa manera

Como fuera, despejé mi cabeza de esos pensamientos para ir a perseguir a Rin cuando se despidió de su novio, pidiéndole su ayuda.

-¿Qué pasó con ustedes dos cuando fuimos a bailar? Fueron los últimos en irse.

-Nos quedamos bailando, no hicimos nada de lo que nos podamos arrepentir, lo aseguro. Mientras bailábamos...me di cuenta que algo en mi despertó.

-¿El amor? -Asentí con mi cabeza. -Awww, que tierno. Deberías preguntarle a Issei, él escucha todo lo que Shirou le cuenta. Si alguien sabe algo, es él. Claro, no dudes en pedirme ayuda, haré lo que pueda por ti.

-Gracias, Rin. Te debo una muy grande. -Suspiré pesado. -Me da pena estar junto a él, ayer fue una tortura absoluta.

-No lo dudo...Awww, hacen tan linda pareja a pesar de que tienen poco en común. No importa, las mejores parejas son las disparejas.

-Supongo que has de tener razón.

-Pero enserio, consúltalo con Issei. Él sabrá todo lo que deseas saber.

Casi no me había hablado con Issei, así que, y como suele suceder en muy a menudo, fui a comprar algo para dárselo a cambio de información. Lo único malo es que Shirou está platicando con Issei.

Rin me ayudó, llevándose a Shirou del salón. Ahí fue cuando me senté frente a Issei, mirándolo fijamente.

-Te doy esto si me dices si Shirou está enamorado de alguien.

-Acepto... -Issei tomó el pastelillo que le había comprado. -Sí, alguien le gusta. Alguien muy peculiar.

-¿A qué te refieres con eso, exactamente?

-Es...una chica de intercambio, viene de Inglaterra y...

-Co-con eso me basta. -Me sonrojé, mirando hacia abajo.

-¡Puta madre, sí! -Issei hizo un gesto de victoria.

-¿Eh?

-Yo me di cuenta que Shirou se enamoró de ti desde el primer momento. Mi plan era que pasaran tiempo juntos para que se conocieran...el resto ya dependía de él...pero salió a la perfección.

-Perverso. -Me le quedé viendo un poco feo. -Pero entiendo que lo hiciste por tu buen amigo...gracias por eso.

-¿Alguna otra pregunta que quieras hacerme?

-¿Sabes cuáles son sus gustos? -Me sonrojé de nuevo.

-Hum, claro que sí. -Issei se acarició la barbilla. -Pero eso lo deberás saber tú.

-¡Corrupto! ¡Por algo te di ese pastel! -Exclamé, fingiendo molestia pero riéndome de mi propia desgracia.

-¿Qué más necesitas saber? Él está enamorado de ti, ¿qué más necesitas? Eso es todo lo que te hace falta. Lo que sí es que...vivir juntos los hará pasar momentos incomodos.

-Como si un muro estuviera entre nosotros. -Suspiré, rendida.

-Derríbalo. No hay peor cobarde que aquel que puede tomar acción y no lo hace. ¿Eres cobarde, chica inglesa?

-Un poco... -Hice un mal gesto. -Me pongo muy mal estando junto a él.

-Deberías inspirar confianza, ¡Digo, mujer, ya sabes que tu sentimiento es mutuo con él! Si tenías miedo por el futuro catastrófico, ya deberías superarlo, ¿no te parece?

-Entiendo...Issei, te agradezco tu consejo.

-No hay de qué. -Me guiñó el ojo a modo de complicidad. -Rin te puede ayudar un poco más, yo no sé coquetearle a un hombre.

-Podrías aprender, que no quieras es otra cosa. -Me solté a reír, Issei se me quedó viendo con cara de "no gracias".

Shirou y rin entraron, viéndonos un poco animados a mí y a Issei. Creo que mi chico pelirrojo se puso celoso, lo que me pareció tierno, ya que eso indica que le gusto mucho.

Le sonreí, tomándolo del brazo para que se sentara. Siempre guardo distancia con él por una banca, pero ahora me puse junto a él, incluso acercando disimuladamente mi banca a la suya.

Rin me vio con una sonrisa pícara, levantándome el pulgar a sabiendas de que todo había salido perfectamente como queríamos.

Ya casi no le hizo gestos a Issei, más bien me comenta su parecer de la clase, alguna cosita que le inquietara, cosas así. Nada del otro mundo, sin pensarlo mucho. Me sentía un poco más cómoda, al fin y al cabo, ambos nos gustamos, y ese era mi peor temor: el fracaso.

De cualquier manera, que ambos nos gustemos no es señal para que nos lancemos en brazos como desesperados. Hay que madurar nuestro amor como el buen vino para disfrutarlo más y mejor. Lo único que me tenía con pendiente era una cosa...es muy pronto para pensar en "eso", así que mejor lo dejé a un lado.

Todo poema acaba, pero éste apenas va empezando, de eso no me cabe la menor duda, en lo más absoluto.

Saliendo de clases, Issei me mandó un mensaje de texto diciéndome "vayan a dar una vuelta o a comer algo" "pasen tiempo juntos"

"Más del que ya estamos" "No creo que eso sea posible" Fue lo que le respondí.

Ambos partimos a la casa. Al verme un poco más confiada y menos tensa, Shirou también se soltó, lo que me alegró mucho.

Tengo esa característica, y siempre me lo han dicho, pero cuando no estoy seria, soy muy sonriente. Con él me la paso tan bien que hasta me duelen las mejillas por tanto sonreír.

Es lindo, pero igual queda camino que recorrer si queremos lograr "algo" lo cual no suena mal. Digo, somos compañeros de casa, él es un hombre que no sé qué me vio para enamorarse de mí pero lo hizo, sin conocerme, lanzando una moneda al aire.

Yo no lancé monedas al aire, yo encontré alguien amable, ese alguien fue Shirou, me lo topé de casualidad, no esperaba mucho, y ahora...y ahora me enamoró profundamente, por pequeñas acciones y modestias que se tomaba conmigo y nadie nunca antes se tomó.

Es uno entre todos...el único que ha sido como una persona irreal. De seguro le atrajo mi aspecto, pero me conoció, se quedó tras saber cómo era...eso es amor: quedarte con alguien por enamorarte más allá de su cuerpo, su personalidad...te enamoras de su esencia.

La esencia de Shirou fue suficiente para enamorar a esta chica inglesa, que ha convivido con hombres más atractivos, pero superficiales. Creo que lo nuestro es un amor real: un amor sin superficialidades.

Comimos con Fuji en la casa, charlando de cómo nos habíamos pasado el día, diciendo por igual que no nos pudo ir mejor.

-Bueno, tengo una cita, nos vemos después. -Sonrió ella. -A lo mejor llego un poco tarde, así que no estés con pendiente, Shirou.

-Con que me avises, todo bien. -Dijo él, lavando sus cubiertos.

-¿Con quién irás? -Pregunté.

-No creo que lo conozcan, trabaja en una florería cercana al lugar donde trabajo. Nos vemos, no se duerman tarde.

-Y tú no llegues borracha como sueles acostumbrar.

-Dramático. -Fuji salió campante de la casa, corriendo a la suya propia para irse a bañar y cambiar.

Me pregunté quién era su enamorado, y cómo es que se habían conocido.

Mientras hacía las tareas, me mensajeaba con Rin para preguntarle cómo se coqueteaba con un hombre al que le gusto, y siendo, más específicamente, uno como Shirou.

Dijo que no era la gran cosa, pues encontraba parecidos de él con su novio en algunas cosas, no en todas, pues la madurez de cada uno era muy diferente. Naturalmente, Archer es bastante más maduro que Shirou.

Algunos audios nos servían para comunicarnos más fácilmente. Tenía los audífonos puestos, así que me ayudaba bastante a disimular que platicaba con alguien.

Desocupándonos ambos, nos pusimos a ver un poco de televisión, acostándonos en esa cama. Shirou se notaba un poco apenado, al igual que yo.

Quizá fue por tener un momento "Eureka" pues recosté mi cabeza de forma sorpresiva en su hombro, haciéndome la que me había quedado dormida.

Su reacción no fue para menos, pues soltó una risita, ya que me acarició parte de la cabeza. Sentí sus respiraciones agitarse, lo que no me fue raro en lo más mínimo.

Llegará el día en que no sólo me acaricie la cabeza, sino que también me abrazara, dándome de su calor.

Tuve la suerte de que esa canción sonara en el momento más indicado de todos, de no ser por ella, quizá nunca hubiera aceptado mis sentimientos por Shirou.

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Ahí va un personaje que todos extrañaremos, Camilo ahora está en un lugar mejor :'v

PADORU, PADORU!!
Feliz padoru a todos ^^ que bonita es esta tradición de fate jeje nos veremos también en noche vieja :v

Espero les haya gustado este capítulo dedicado a Arturia y su sentir respeto a Shirou, las cosas entre ellos seguirán mejorando uwu

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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