Capítulo 18.-La esperanza.
-Papá, cuéntame otra vez esa historia tan bonita del héroe justiciero.
-Ah, claro, León. Pues bien, el héroe justiciero era el mejor latino, un ejemplo para todos, pues era de los pocos que se atrevían a dar la cara en nombre de los que sufrían, y eso no le gustaba a los tiranos. El héroe justiciero, un hombre de verdad, dio su vida por los ideales de justicia e igualdad.
-¿Por qué no le pudo ganar a los malos, papá?
-Los buenos no siempre están destinados a ganar, aparte, los héroes deben morir para ser eso: héroes. (O espíritus heroicos en este caso xd) Él luchaba por un mundo mejor, donde todos fuéramos iguales, donde no hubiera gente con hambre, no hubiera madres llorando por sus hijos. Era el mejor de los hombres, y nunca tenía miedo, ni siquiera cuando perdió tuvo miedo, e incluso llamó cobarde al hombre que le quitó la vida.
-El héroe justiciero...
-Sí. Yo quería ser un héroe justiciero, pero también perdí. -Mi padre se cubrió el brazo, ya que ahí tenía una cicatriz en ella y otra en el pecho, aunque nunca me ha dicho cómo se las hizo.
-Hum...ya sé. -Dije, animado. -¡Yo seré un héroe justiciero y ganaré, ganaré por ti, papá! -Sonreí.
-Ojalá... -Mi padre me abrazó, yo respondí. Y fue ahí, escuchando una y otra vez la historia del héroe justiciero fue que me decidí a ser uno, incluso mejor.
Luchar contra los malos, ser una persona a la que la gente amara, incluso protegiera, ganar batallas, liderar causas.
En la primaria a uno de niño le dicen qué es lo que quiere ser de grande. Algunos dicen "quiero ser bombero" "quiero ser astronauta" "quiero ser policía" "quiero ser profesor"...¿y qué era lo que yo respondía?
-¡Yo quiero ser un héroe justiciero!
A algunas maestras les daba gracia, pues nunca habían escuchado algo así. A otras, a las más reaccionarias, les horrorizaba escuchar esas palabras, incluso hablaron con mi padre, pero él respondía que eran "sueños de niños". Pero...siempre he crecido con la idea de ser un héroe justiciero, uno que lidera causas justas, acaba con los malos y se alza con la victoria de un mundo mejor...
¿Son sueños de un niño o los anhelos de un adulto?
***
Despertaba con la calma de que habíamos mandado la prórroga al director, que, a su vez, la mandaría al departamento adecuado para que la analizaran.
Me sentía con bastante más calma eso representaba que las cosas iban a mejor, ya no estábamos asustados de que nos fuéramos a decir adiós tan pronto.
Aunque claro, aun había que platicarlo con la familia de Arturia, ya que ellos no tenían conocimiento de que ella se quería quedar otros seis meses en el país, y eso era un detalle importantísimo, pues de ahí dependía la permanencia de Arturia además de la prórroga.
Aun así, teníamos la esperanza, la veíamos y casi la visualizábamos, de ahí que nos tranquilizara un poco ese aspecto. Por lo mientras, buscábamos trabajo, así no fuera juntos, pero conseguirlo era prioridad.
Quizá como mesero me desenvolvería bien, aunque no tenía que descuidar la escuela o, de lo contrario, no podría irme de intercambio a Inglaterra, así como lo deseaba para poder estar otros seis meses con Arturia, aunque ahora ella en su tierra natal y yo en un pedazo más de tierra.
No podíamos tener fallas, y era seguro que no las hubiera, nos quedaba todavía esperar a la prórroga, incluso el director la había mandado como un asunto urgente y prioritario para que fuera más rápida la respuesta.
No me sentía bien del todo con eso...pero todo sea por Arturia, por poder seguir despertando a su lado, pasar bellos momentos juntos.
-Hoy los noto más felices que hace dos días, y eso me da mucho gusto. -Dijo Fuji, bebiendo de su café. -¿Discutieron o algo?
-No. Era por otra cosa, así que no te preocupes, Fuji. -Sonrió Arturia.
-Me alegra mucho. Me pareció muy extraño, ya que Shirou es un muchacho tan tranquilo y amable y tú eres una persona dulce, no deberían tener problemas.
-El detalle está en que Arturia es un poco necia. -Hice cara de no saber nada, pero ella me dio un golpe con su servilleta.
-Mira quien habla, si tú eres igual o peor.
-Oh, sí. Shirou, eres muy obstinado, lo que puede ser contraproducente a veces, pero te suele ayudar de vez en cuando. -Apoyó Fuji.
-Espero que sí...o más bien, sí me ha ayudado. -Tomé de la mano a Arturia, sonriéndole.
Era uno de esos bellos momentos donde recordaba por qué rayos me metía en tantos líos. No tenía necesidad de pedir favores especiales al director, ni de trabajar, o de al menos preocuparme por algo más que no sea la escuela...y heme aquí.
Esa necedad me ayudó a no darme por vencido cuando se trató de Arturia, de poder estar con ella un poco más. Quizá sea el drama e ilusión de un hombre enamorado, o puede ser que de verdad encontré al amor de mi vida y por eso hago lo que hago.
La gente dice que estoy loco al hacer lo que hago. Bien, me han dado toda clase de advertencias para salvarme de la ruina. Cuando digo que me encuentro bien, ellos me miran un poco raro "seguramente no eres feliz ahora que no juegas más el juego". La gente dice que soy un holgazán al llevar mi vida entre sueños. Bien, me han dado toda clase de consejos diseñados para "alumbrarme".
Lo lindo de los sueños es que nos dan una razón para vivir, así sean de los más idealistas, así sean lo más tontos, pero nos dan una razón para vivir. Y si no los cumplimos...podemos cambiarlos por otros sueños, sean más tontos o idealistas.
Estudiábamos para el examen ella y yo, teníamos las preguntas. Uno lanzaba la pregunta y el otro la contestaba. Si nos equivocábamos, nos dábamos un pellizco, pero si acertábamos, un beso era robado en la habitación.
Era divertido, honestamente, nos hacía esforzarnos más, y aparte claro que nos gustaba. En una ocasión, y sintiéndome un poco juguetón, vi que Arturia daba vueltas por el cuarto, tratando de acordarse de la respuesta.
-La tengo en la punta de la lengua.
-Ups, se te acabó el tiempo. -Le pellizqué el trasero, aprovechando que estaba de espaldas.
Arturia se sorprendió mucho, incluso se sonrojó, me miró con una leve molestia, tomando una libreta para pegarme con ella.
-¡¿Qué te pasa?! ¡Respétame!
-Duele, oye, ¡duele! -La tomé de los brazos, pero ella seguía tratando de pegarme. Me recordó al día en que hicimos el amor por primera vez.
-No debes tocar el cuerpo de una mujer así por qué sí, incluso si es tu pareja. -Me fulminó con la mirada.
-Pero estamos jugando...
-¿Y? si yo te toco tus...olvídalo, claro que te va a gustar.
-Ah. -Jadeé, indignado. -No porque sea hombre sólo pienso en sexo y nada más. También me gusta ser romántico, y no hablo sólo de besos.
-Por eso me enamoraste. -Sonrió, dándome beso en el que yo caí, aunque luego me dio una pequeña bofetada que apenas me dolió. -Pero no me toques si no estamos en la cama, me parece una falta de respeto.
-Sigh. De acuerdo, perdón. -Le di un abrazo a modo de disculpa, el cual ella aceptó.
-Sigamos estudiando.
Sabiendo que debíamos esforzarnos, nunca dejamos de estudiar duro para obtener esa recompensa, y lo mejor de todo es que no nos distraía, por eso era tan perfecto.
Para la tarde después del examen, decidimos celebrar las buenas notas, ya que al ser en computadora, el sistema nos dio la calificación de inmediato y ambos tuvimos, de hecho, un buen promedio.
Aunque lo haríamos en la casa, por supuesto, y no llevábamos dinero, así que, naturalmente, tendríamos que pasar por él.
Prepararíamos algún postre para la hora del té, que era uno de los momentos especiales. Yo revisaba el refrigerador mientras Arturia veía alguna receta en su celular, vino hacía mí con una sonrisa en su boca.
-Ya tengo el indicado. -Me dijo. -Es el postre favorito de la reina Isabel.
-Seré un antimonárquico, pero puedo darme lujo de reyes algún que otro día. ¿Qué es lo que se necesita?
Tras darme la lista de ingredientes, fui a comprarlos a la tienda cercana, la que quedaba, de hecho, cerca de una farmacia. Caminando por la calle, me di cuenta de un detalle muy lindo, y es que en una de las vitrinas de la farmacia, yo podía ver un león de peluche, recordándome bastante a Arturia.
Su precio era barato, así que lo compré, ya vería la manera de esconderlo para que ella no lo viera hasta la noche. El leoncito era muy chistoso, y hasta daba ternura, de ahí que me recordara tanto a ella.
Compré lo demás en la tienda junto con algunos otros pastelillos, pues el pastel principal estaría hasta la noche, y ya un poco tarde. De cualquier manera, creo que valía la pena esperar, y no era para nada complicado.
Al llegar a la casa, escondí el león entre los cojines de la sala, dándome cuenta que Arturia había puesto música de Beethoven, lo que me sorprendió un poco.
-Creí que Beethoven era sólo para el desayuno. -Reclamé.
-Prefiero que sea para cuando cocinamos juntos. -Exclamó ella, desde la cocina.
-Ya veo... -Caminé hacía la cocina, encontrándome con que Arturia mensajeaba con Rin, parecía que se contaban cosas sobre las parejas amorosas.
-A qué no sabes de qué me vengo enterando.
-¿Sobré qué? -Saqué las cosas de la bolsa que tenía, poniéndolas en la mesa.
-Parece ser que falta poco para que Cu Chulainn se le declare a Rin.
-No me sorprendería, la verdad. Aunque me duele por Archer. -Al ya tener lo que utilizaríamos en la mesa, Arturia trozó unas galletas que compramos, empezando la receta.
-Como no me has querido decir, pues no puedo dar mi punto de vista.
Empecé a derretir el chocolate en el microondas, lo que causó un delicioso aroma en toda la casa, algo que noté al ver que a Arturia le brillaban los ojos. Los postres y el chocolate son su debilidad, en especial el chocolate.
-Un día te diré, sólo espero que seas muy buena guardando secretos.
-Más o menos, trataría de no decirlo a cualquier persona.
-Y menos a Rin.
El molde estaba preparado, yo corté el papel vegetal mientras Arturia mezclaba las galletas con el chocolate derretido, viéndose delicioso. Aún faltaban unos pequeños detalles de nada, pero estarían listos.
-¿Sabías que el chocolate es un afrodisiaco que te hace sentir enamorado? -Me preguntó ella.
-No creo que sea posible enamorarme más de ti...aunque jamás será muy malo experimentar.
-En efecto.
Ya con lo que era el molde del pastel hecho, lo metimos al frigorífico, faltarían unas buenas tres horas para que estuviera listo y pudiéramos derramarle el chocolate restante.
Ahí fue cuando vi la oportunidad de entregarle el leoncito a Arturia, aunque debía buscar un pretexto para tardarme un poco más.
-Voy a tomar agua. -Me regresé a la cocina mientras ella subía las escaleras.
Me tarde unos segundos en lo que escuchaba que ella subía, encaminándome a la sala para tomar al león en mis manos y también subir a la habitación.
Viendo que Arturia se cambiaba la camisa del uniforme, me puse el peluche en la espalda, caminando lentamente al marco de la puerta, recargándome en el mismo.
-Shirou, ¿Qué tienes en la espalda?
-Un pequeño detalle...para que me recuerdes en los seis meses que no me verás. -Sonreí, mostrando el peluche de mis manos.
-Shirou... -Arturia se llevó las manos a la boca, sonriendo y con un leve rubor en sus mejillas, lo que me enterneció mucho.
-¿Qué te parece?
-Es...es muy lindo. -Nos acercamos, dándonos un abrazo y un beso en los labios.
-Creo que no hay mejor para que me recuerdes. -Sonreí.
-Definitivamente, mi amado Shirou. -Nos dimos otro beso.
Arturia comenzó a examinar a detalle el pequeño león, enterneciéndose cada vez más al notar detalles que en un primer momento no pudo ver. Era tan linda para mi verla así.
Lo puso en su mesa de noche, lo que me pareció bien, incluso bastante lindo. Tendría a dos leones durmiendo a su lado, se sentiría muy protegida, y eso es más que seguro.
Nos pusimos a estudiar un rato en la cama, cubriéndonos ambos con una manta y bebiendo algo de té al ser esa hora tan idónea. Yo la tomé de la cintura, juntándola a mi cuerpo, ella me miró feo, aunque luego me sonrió amablemente, dándome un beso en los labios.
-Mañana ya no tenemos examen...
-Lo sé. -Respondió, dándome otro beso.
Así fuimos de poco en poco, sonriendo para nuestros adentros a la vez que continuábamos el beso, lo que era un momento mágico en su totalidad.
Fui un poco más allá, colocándome encima de Arturia para mirarnos a los ojos, ese verde me enloquecía, aunque igual me hacia sentir una enorme ternura por verlo.
-Shirou...
-Me alegra que podamos estar un poco más de tiempo juntos, aunque hay que ir pensando qué haremos cuando sea momento de que yo me vaya a Inglaterra.
-Mis padres te recibirán, eso lo sé. Y si no...buscaré la forma de convencer a un amigo de que te reciba. De hecho, tengo muchos amigos que viven solos, así que el lugar de hospedaje es lo de menos.
-Lo que sí es que tendré que ahorrar...y ahorrar mucho. El dinero creo que es mi único problema.
-Tienes un año para ahorrar lo que puedas...aunque tendrás que gastarlo sabiamente por seis meses.
-Lo único que me duele es que no será como aquí...que podemos vivir y dormir juntos, tendré que estar algo apartado de ti.
-Soportaremos seis meses sin vernos, ¿qué serán unas horas durante la noche?
-Cierto... -Le di un beso, volviéndome a acostar en la cama.
-Te va a encantar el pastel. Es sencillo y delicioso... acompañarlo con algo de té con leche vendrá muy bien.
-¿Té con leche? -Alcé una ceja.
-Tradición británica.
Un poco antes de las nueve sacamos el pastel del congelador y lo bañamos en una capa de chocolate, me daban ganas de lamerlo directamente, aunque Arturia me pellizcó la mano para que no lo tocara ya que podría echar a perder la presentación.
Se notaba que ella lo había probado varias veces antes, y aun así se notaba que estaba muy emocionada de probarlo. Supongo que el sabor del chocolate de aquí será muy diferente al de Inglaterra.
No pasó mucho para que Fuji llegara, lo que me sacó un poco de quicio, ya que se acabaría gran parte del pastel, con eso que también le encantan los dulces.
-Algo huele muy bien, ¿qué están haciendo?
-Pastel de galleta y chocolate. Algo me decía que la casa olía toda a chocolate, ¿pero incluso hasta la tuya?
-A un metro de la entrada llega el olor, así que sí.
-Sirve la mesa, holgazana. No me gusta esa costumbre que tienes de nada más llegar y sentarte. -Le enchiné los ojos.
-Dramático. -Se burló, haciendo todo lo contrario a lo que le pedí que no hiciera.
-Un día de estos debemos invitar a Rin también a la hora del té.
-Ya tengo suficiente con Fuji, por amor a Cristo.
Ambas se rieron de mi desgracia, lo que me hizo suspirar de cansancio. Debíamos esperar media hora más para que el pastel estuviera listo.
El chocolate sobrante, que no era poco, lo comimos a cucharadas, siendo Arturia la que más comió, pues no se contuvo para nada, lo que me causó ternura.
Le limpié los labios con una servilleta de forma sorpresiva al quedarle manchados del chocolate, lo que la apenó un poco y causó una sonrisa pícara en Fuji. Algo me dijo que pensó que era mejor que ella no estuviera ahí, aunque ni modo.
Y sí, quizá le hubiera dado un beso en los labios, pero no podía al quizá incomodar a Fuji. Tras un rato de plática, burlas, y risas, finalmente el pastel quedó listo, lo que me hizo sonreír al sacarlo del congelador.
Se veía delicioso, incluso a todos nos brillaban los ojos por verlo, pero faltaba cortarlo.
-Se ve espect... -Fuji tragó saliva. -acular.
-Así es. Mi abuela siempre lo hacía los fines de semana para la hora del té, de ahí que me guste compartirlo con ustedes...me traerá más recuerdos al comerlo.
-Ahora sí...a comer.
La noche fue de perlas, sin duda alguna, incluso Fuji estuvo más callada de lo normal...pues ese pastel no se comía solo, claro está. Lo acompañamos con un té con leche, como dijo Arturia...aunque yo me quedaba más con el té normal, así, sencillo.
Era la hora de dormir, naturalmente, pero algo nos arrebataba el sueño a mí y a Arturia. Sentía un enorme nudo en el estómago por esa misma razón, y ella tenía un semblante sumamente preocupado, pues las cosas dependían del mañana.
Nos acostamos sin apenas decirnos palabras, pues no hacían falta en realidad, una mirada nos decía lo mismo: teníamos miedo por igual, y mucho miedo.
Tomé sus manos, dándole una pequeña sonrisa y un beso en la frente, quizá así se solucionarían, sus problemas, o esa era mi idea.
-Tengo miedo...
-Confía en que se puede. Y si no se puede...igual lo intentaremos, lo intentaremos hasta lograrlo, pues aún queda tiempo.
-Gracias...gracias por decírmelo. -Me abrazó, sonriendo. Yo regresé el abrazo más sincero que pude dar alguna vez en mi vida, ya que de verdad confiaba en que podría lograrse el que ella se quedara.
Dolerían esos seis meses, pero no importaba, nos volveríamos a ver así tuviera que golpear a quien tuviera. No hay más paz que la que genera el estar seguro de algo.
A la mañana siguiente, yo regaba las violetas, las que habían crecido y florecido mucho en los meses que llevaba de habérselas obsequiado a Arturia, siendo muy bellas y lindas, ahora su color estaba un poco opaco, pero no importaba, ya se compondría en primavera.
Eso, mientras Arturia se preparaba en la habitación. Yo seguía muy intranquilo, y seguramente ella igual lo estará, sería difícil concluir quién de los dos siente más nervios de la noticia que vamos a recibir hoy.
Mis pensamientos llegaron a un punto en donde sólo sentí una palmada en el hombro.
-Shirou, te estoy hablando. -Fuji se notaba un poco enojada. -Deja ya de regarla, la vas a ahogar. -Ella me quitó la regadera, y si, me había pasado un poco de agua.
-Me perdí en mis pensamientos. -Dije, a secas.
-Eres un poco despistado, pero te he notado más de lo normal...espero que no andes fumando cosas raras.
-Claro que no. -Le miré con inconformidad, ambos pasamos a la casa, hacía un frío considerable, incluso tenía guantes puestos. Suerte que en los salones se calienta un poco.
La realidad es que tenía poca hambre ese día, incluso Arturia, que suele comer lo suyo, y eso fue algo de lo que Fuji se dio cuenta al sobrar mucho desayuno.
Nos miró con cierta duda, pero no dijo nada. La realidad es que hemos actuado extraños desde que me enteré que Arturia se tendría que ir tarde o temprano, pero ahora era más que evidente.
Al final de todo, ese día nos darían los resultados de la prórroga y sabríamos si nos quedaba más tiempo juntos...o no.
Lo mismo fue al recoger la cocina, lavarnos los dientes, ponerlos las chamarras y salir de la casa. El recorrido era silencioso, con el peso absoluto de la desesperación y del miedo de que las cosas no salieran como queríamos.
Eso sí, nos tomábamos fuerte de la mano, no queríamos separarlas en ningún momento...podrían ser de los últimos momentos en que podríamos hacerlo, al semestre quedarle más o menos un mes.
Un mes, un mes era todo lo que teníamos para estar juntos. Suena mucho, suena poco, en realidad no importa, cada minuto será injusto, necesario, valioso.
Incluso podrían ser ocho meses los que aun nos quedarían juntos, si contábamos las vacaciones, evidentemente. No quería contar más días en el calendario, al ser cortadas de raíz, dolería como sal en la herida.
No podía sentir la mano de Arturia en ese momento, malamente, usábamos los necesarios guantes por el frío, incluso un poco de vapor salía de nuestras bocas al suspirar.
La vi y noté que sus mejillas y nariz estaban rojas por las corrientes de aire frío que pasaban por nuestros rostros, y no se diga de sus orejas. Su tono de piel muy blanco lo evidenciaba, eso me causó una risa, y ella me pellizcó.
-No entiendo tu risa, Shirou.
-Te ves linda sonrojada...me dan ganas de abrazarte la cabeza para que vuelva a tener su tono de piel normal.
-Ay... -No sé sonrojó más por no ser posible. Era la verdad. -Tú igual estas sonrojado, aunque claro que se me nota más a mí.
-Correcto. -Sonreí, victorioso, aunque mi corazón se vació de nuevo al recordar el día que era. Suspiré hasta que agoté el aire de mis pulmones.
En la Facultad, Issei se paseaba con uno de los profesores, ese día expondría un tema importante, pero se detuvo al vernos. Cada quien tenía sus asuntos, así que vino con nosotros.
-Supe lo de su prórroga...les deseo la mayor de las suertes. -Nos sonrió.
-Muchas gracias, Issei. -Arturia dio un gesto similar.
-Confíen en que les será aprobada, no teman por lo que pueda pasar. Si confían, ya la tienen ganada.
-Amigo...confió con todo mi corazón.
-Bastará, lo aseguro. -Issei soltó una risita. -No me arrepiento de haberlos presentado ese día, ni siquiera de ayudar a Shirou a base de dejarlo un poco en ridículo contigo, Arturia. Tuve un buen presentimiento con los dos, y rara vez me suelo equivocar cuando veo una potencial pareja. Nunca lo dije, pero siempre les vi algo lindo a Rin y a Cu Chulainn, y mírenlos ahora.
-Agradecemos tus esfuerzos, Issei. No hay forma de pagarte por esto. -Arturia me tomó del brazo, sonriéndome ampliamente.
-Con una buena cena y una cerveza helada me doy por bien servido. Mi pago radica en tener la satisfacción de que uní a dos almas cosiendo sus hilos rojos.
-¡Ja! ¿Eres poeta?
-No, pero en mi exposición de mitología japonesa viene eso, así que de ahí la expresión.
Nos reímos un poco, aliviando la enorme presión que teníamos sobre nosotros, entrando al salón para quitarnos lo guantes y abrir un poco las chamarras al hacer ya un leve calor.
Tomé rápido la mano de Arturia, estaba cálida, lo que me alegró un poco.
Nos sentamos en donde siempre, faltaría un poco de rato para que llegara el profesor, por lo que un silencio de nuevo llegó al haberse acabado las risas.
Ni siquiera nos podíamos mirar a los ojos por los nervios que teníamos, decidí templarme, pues mi miedo era el de Arturia, aunque no sé si mayor o menor. En cualquiera de los casos...no es como que fuera sencillo.
Nuestras miradas se cruzaron, aunque las separamos casi de inmediato, apenados, nerviosos. Ahí me di cuenta de a qué extremo nos llevaba esta situación, haciéndonos parecer completos desconocidos cuando conocíamos todo del otro e incluso nos tuvimos como ninguna otra persona.
Eso me disgustó mucho, así que inmediatamente la tomé de la mano...de estar cálida, ahora parece un trozo de hielo por lo helada que se siente. Al mirarme, Arturia tenía los ojos cristalizados.
-Tengo mucho miedo, Shirou...
Yo me llevé la mano a la garganta, golpeándola suavemente para dar a entender que no podía ni hablar al tener un enorme nudo en el estómago y garganta por el temor que sentía y por ver a la mujer que amo ser presa de la desesperación y de temor.
-Ten fe, no hay problema...las cosas saldrán perfectamente para nosotros dos, lo apuesto y lo aseguro.
-Gracias... -Me abrazó, recargándose en mi pecho, yo le acariciaba la espalda, cerrando los ojos para calmar mi propio tormentoso corazón.
Ahí fue que...nos sentimos en paz, definitivamente en esa paz que hacía falta.
El director entró al salón, viendo a todos lados. Sonrió al encontrarnos abrazados, haciéndonos una seña de que lo siguiéramos. Ambos nos paramos como autómatas, casi corriendo para ir a escuchar lo que tuviera que decirnos.
-Pues, como te lo adelantaba desde hace poco, Arturia, hoy me entregan el resultado de la prórroga, y apenas abrí el sobre, creo que debía decirles.
-¿Qu-qué respuesta nos dieron? -Preguntó ella.
-Pensé que aún no llegaban, pero Issei me dijo que estaban en su salón, la verdad me dio gusto verlos abrazados, aparte de que, con este frío, claro que se antoja. -Al ver que desvió la pregunta, nos pusimos un poco nerviosos, y eso se notó al chocar nuestros gemelos en una mirada.
Al entrar en el despacho del director, cuyo suelo era de madera, estaba bien decorado, con un sofá para él, varios estantes de libros y premios dados a la Facultad y a él mismo, fue que se sentó en su escritorio y nos deslizó un sobre abierto en el mismo.
-Esa es la respuesta. -Se quitó los lentes. -Odio tener que dar malas noticias, me disgusta mucho...por eso mismo no lo haré hoy. La prórroga de Arturia fue aprobada. -Sonrió.
Ambos exclamamos un "sí" mirándonos con alegría, Arturia me tomó de la camisa, dándome un abrazo desesperado, yo hice lo mismo, incluso la levanté un poco, regresándola al suelo casi de inmediato para poder vernos, sonriéndonos ampliamente.
Ella se quedaría conmigo...a pesar de que la noche había llegado, la tierra estaba obscura y la luz era la única luz que se veía; que el cielo casi se caía, las montañas se hundían en el mar, siempre que tuviera algún problema estaría en calma, pues Arturia se quedaría conmigo.
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La portada de este capítulo se me hace muy bomnita uwu
De ahí en fuera, debo decir que todavía faltan dos capítulos más para que la historia se acabe, el siguiente, y quizá eso les moleste un poco, será un capítulo centrado en Rin y en Lancer, ya para dar punto y final a esa subtrama, por lo que espero quede claro, todavía no se acaba esto, y lo digo por algo en especifico que vendrá más adelante
Jaja, así es :v
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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