Capítulo 17.-In my life.
Los días eran de lo más lindo ahora, a pesar de ser algo repetitivos o con más o menos las mismas actividades.
No obstante, eso daba igual, todo momento era especial a su lado, al de Arturia, así fueran las cosas más simples de la vida misma, yo las disfrutaba al máximo.
Desayunar juntos, ver las estrellas en el tejado de la casa, hacer el amor, ir tomados de la mano por la calle, bailar a todas horas y en cualquier lugar.
Eran los lugares simples que ahora representaban algo especial: la cama, la sala, el antro donde vamos a bailar, el camino que tomamos a la Facultad, cosas así.
Cambiarán, definitivamente, algunos dejaran de existir, se verán más feos, otros serán mejores. No puedo saberlo con certeza, y tampoco es que quiera. Prefiero simplemente disfrutarlos mientras pueda, ya que llegará el momento en donde no sólo dejaré de frecuentarlos, si no igual de recordarlos.
Aunque no nada más eso, los lugares se hacen especiales al nosotros darles ese significado, y los recuerdos nunca vienen solos, se acompañan con amistades, con romances, alguna cosa especial que nos haya pasado con ellos, una risa, un enojo, el enamoramiento...
Bailar era de las cosas que nunca me cansaba de hacer, así estuviera cayéndome de sueño, siempre había momento para un baile de pareja más, así fuera lento y romántico, o veloz y alocado.
Nos divertíamos siempre con la música, haciendo mil y un locuras, incluso un vecino se vino a quejar un día porque nunca parábamos la música a ninguna hora del día. Ahí lo que hicimos, y siendo algo loco, es que bailaríamos usando audífonos, escuchando la misma canción.
Era divertido de todos modos, pues bailábamos hasta que nos dolieran los pies, incluso después de eso. Nos mirábamos a los ojos, sonriendo, besándonos con los gemelos cerrados.
Nuestros audífonos se nos cayeron en una ocasión, causándonos unas risas, ya que nos tomamos un tiempo para desenredarlos.
Al momento de dormir, nos dormimos abrazados, pues ya hacía frío al casi estar entrados en el invierno. Yo le di un beso en los labios a Arturia, subiéndolo de tono poco a poco, hasta que no pude más y me lancé contra ella. Se rió.
-Shirou, estoy agotada. Dejémoslo así por hoy.
-Es que no puedo. –Reí, dándole otro beso.
-Ni modo, compañero. Además mañana tenemos examen.
-Malamente.
Nos dormimos finalmente, con un último beso que fue bastante dulce, cálido y lindo.
Ya caminábamos a la Facultad tras escuchar Beethoven, yo discutir con Fuji, ella hacerme enojar, y desayunar, claramente. Arturia me tomaba de la mano, usábamos bufandas y chamarras gruesas esa mañana tan helada.
Notaba un enorme silencio en Arturia desde hacía algunos días, su rostro me preocupaba, ya que siempre se notaba triste, melancólica. Jamás me ha querido mencionar qué es lo que le sucede, y tampoco deseo ser invasivo. Ella tendrá sus razones para no querer decirme.
Quizá un familiar se enfermó en Inglaterra, es algo personal, o murió su mascota y no puede verla una última vez.
Como sea, quería sacar plática, y no es como si no lo hiciéramos antes o todos los días.
-¿Te sientes preparada para el examen?
-Estudié lo necesario, aparte no es un examen precisamente difícil, nos dieron tiempo para estudiar.
-En efecto...lo que me preocupa es cuál será el formato.
-¿Quieres ser guerrillero y te da miedo un examen? –Se burló ella, yo me le quedé viendo feo.
-Lo peor de todo es que no te equivocas, en realidad.
Sakura y Rin platicaban muy animadamente en el pasillo, la misma Sakura se notaba muy entusiasmada, aunque no tengo idea de que hablaban.
-¿Eso te dijo? –Preguntó Sakura.
-¡Sí, siempre que me declama poemas se me pone la piel de gallina, es muy romántico! –Exclamó Rin.
-Quien lo diría de él. Yo no pensaría que tiene ese lado de poeta.
-Es muy tierno, y la verdad es que me gusta...aunque es demasiado pronto, no quiero que sea sólo una impresión que me engaña.
-Pues...por lo que me has dicho, no parece serlo.
Tanto yo y Arturia escuchábamos atentamente esa conversación, aunque de forma disimulada, haciendo como si nada.
Seguramente tenía que ver con Cu Chulainn, lo que me hace sentir un poco de pena por Archer. El amor de su vida...lo olvidó rápido, aunque, en realidad, ese era el objetivo de Archer, que Rin ya no quisiera saber nada de él.
No obstante, sigue siendo duro, y bastante triste para mí a pesar de que no tengo vela en ese entierro.
Acabando el examen, y a pesar de que fue algo complicado en ciertas partes, creo que me fue bien. Era acabar e irse del salón, pero me cercioré tres veces de mis respuestas, siendo de los últimos en salir, ya casi para acabar el examen.
-Shirou, quédate. Me gustaría que me ayudaras a llevar los exámenes y mi laptop a mi cubículo, ¿tienes problemas?
-No. Se me hace que Arturia estará platicando con Rin.
Tomé la laptop del profesor, ayudándolo a cargar algunos exámenes. No me representaba ninguna carga realmente.
-Veo que es novio de la señorita de intercambio.
-Sí...y también vivimos juntos. –Di una risita irónica.
-Válgame. Bueno, son novios después de todo, y hay muchos casos así. No obstante, ¿Ya pensaron cómo le harán cuando ella acabe su intercambio? Gracias a Dios existen las redes sociales.
-¿Cuándo acabe su intercambio?...
-Sí. La señorita Arturia vino a estudiar un semestre, aunque me ha preguntado sino se puede alargar por el año...malamente no se puede.
Sentí un hueco en mi corazón, aparte de que mis piernas se vencerían en cualquier momento. Me mantuve lo más fuerte que pude, tratando de llegar al cubículo del profesor, que no quedaba tan lejos ya.
-Será mejor que piensen pronto, pero las videollamadas son buena idea. –El profesor me sonrió y me dio una palmada en el hombro. –Que le sea leve, señor.
-Gr-gracias, profesor.
Fue cuando bajé por las escaleras del segundo piso, naturalmente vi a Rin y a Arturia platicado en las bancas que quedaban en medio del patio. Ambas me miraron con una expresión de sorpresa, ya que mi cara seguramente era de abatimiento y desesperanza absoluta.
En mi vida he escuchado cosas, vivido desilusiones, pasado por un montón de dolor...aunque nada de eso se equiparaba a lo que vivía en ese momento.
Lo mejor que me había pasado en mi vida...se iría de forma irremediable de mi lado, y poco o nada podía hacer al respecto; poco o nada podía hacer para evitar que se fuera.
-Shirou, parece que viste un muerto. –Me dijo Rin, sorprendida.
-¿El profesor te dio la calificación del examen? No, imposible, ¿qué te pasó?
-Nada...en realidad no es nada en especial. –Sonreí, tratando de mejorar mi semblante.
Ambas me miraron con una expresión constante de sospecha. Es más que probable que no me creyeron en lo que les dije, y no me extraña, la verdad.
Ahora ya sé que es lo que tenía tan melancólica y callada a Arturia. Fui un idiota, pasé ese pequeño detalle por desapercibido, me la pasé tan bien que se me olvidó que, en realidad, Arturia no pasaría más de seis meses a mi lado.
En un principio lo supe, pero suelo olvidar las cosas importantes.
El sistema sólo permite intercambios de seis meses, no de más, y es a partir de séptimo semestre en adelante, no más. Así que, si por ejemplo, yo quisiera ir ahora a Inglaterra, primero debo aprender inglés, sacar el pasaporte, ahorrar para el boleto y lo más importante: esperar un año más para eso.
Rin se fue junto con Cu Chulainn, quien también había salido de su examen. Me saludó, yo regresé el gesto.
-Me llevaré a la señorita, aunque dudo que les disgusté. Es mejor formar parejas que malos tercios.
-Palabras sabías para un perro. –Se burló Rin.
-Hum. Chistosita. –Ambos partieron.
Arturia me miró con preocupación, yo la tomé de la mano, casi queriendo llorar al saber que nos quedaba cosa de un mes juntos, poco más, poquito más.
-Shirou, dime qué tienes...
-Lo mismo te pido a ti. Te he notado un poco...callada, triste, ¿tienes algo que decirme?
-Yo... -Ella se sonrojó, desviando la mirada para otro lado. –No. No tengo nada que decirte, Shirou.
-¿Segura?...así sea un detalle sin importancia, quiero saberlo.
-Es imaginación tuya, no tengo nada. –Sonrió, melancólicamente. –Estoy feliz, y más si es a tu lado.
-Sí...yo también soy muy feliz a tu lado. –regresé la sonrisa por obligación.
-Ven, dame un abrazo.
Ahí, y casi como si pensáramos lo mismo, nos dimos el abrazo más desesperado de nuestras historias, uno necesario, obligado, ya que no nos volveríamos a abrazar cuando nos separáramos en cuestión de semanas.
El día no fue romántico, no nos tomamos de las manos en ningún momento, no hubo besos ni miradas, y la misma pregunta siempre rondó en mi cabeza ¿por qué Arturia me ocultaba el hecho de que ella se iría?
El profesor me dijo que ella había buscado la forma de aplazar su tiempo en el país, quizá tiene esperanza de conseguirlo, por eso no quiere alarmarme.
Malamente...no hay opción, o quizá yo no la conozca. Sería cuestión de que se inscriba formalmente aquí en la Universidad, se salga de su Universidad allá en Inglaterra, pero una cosa me queda clara como el agua.
Su familia jamás la dejaría, ya que tiene más posibilidades si hace su carrera en Inglaterra, no sé si pierda los méritos obtenidos allá, aunque claro que es mejor que se quede en Inglaterra.
Aparte, jamás apoyarían esa idea y menos si es por un amor que se puede acabar, aunque, por mi parte, yo siempre amaré a Arturia, si ella me amará hasta el final, es lo que no sé.
No puedo obligarla ni aconsejarle a quedarse, no es mi vida, no quiero que sus enormes oportunidades a futuro se vengan abajo por mi mero egoísmo amoroso, sería el más absurdo de los errores cometidos.
En la casa, Fuji nos saludó con su derrochante alegría, pero vio que estábamos tristes, decaídos, así que no dijo más ni quiso quedarse a comer con nosotros.
-Recordé que tengo algo que hacer, así que los dejo, niños. –Salió por la puerta de forma apresurada. Ambos la despedimos.
El momento de la comida fue un poco incómodo, no habíamos puesto música, lo único que se escuchaba era el sonido de los cubiertos y vasos al ser puestos en la mesa, lo que tensaba la situación.
Creo que ambos planeábamos latentemente el iniciar la conversación, aunque llegaban esos recuerdos amargos del "adiós" del "caminos separados".
Ahora me sentía verdaderamente mal al saber la verdad, y lo peor de todo es que sería mucho peor al momento de decir "Adiós" ya que el "hasta pronto" quedaba fuera de las probabilidades reales.
Callar siempre es una opción, pero ese no era el momento. Ambos queríamos desahogar nuestros temores, nuestras inquietudes y sacar a flote nuestra tristeza a pesar de lo que significaría.
Arturia terminó de comer, apresurándose a escapar de la cocina, incluso lavó con mucha prisa sus platos cuando ayer incluso esperaba a que yo terminara, así jugábamos un poco en el lavadero.
-Me voy a leer, Shirou. –Me dijo, corriendo para las escaleras.
Cuando subí a mi habitación, me llevé la mala sorpresa que el cuarto que antes usaba Arturia estaba cerrado, entré al mío, y no la vi a ella, lo que me extrañaba ya que ahora compartíamos cama para todo, incluso al momento de leer.
Se comenzaba a distancia de mí antes de lo que era necesario, no sé si lo hizo por el dolor que le causa saber que nos separaremos o por otra cosa.
Toqué la puerta suavemente.
-¿Puedo pasar? –Pregunté, dudoso. La respuesta tardo segundos en llegar.
-Estoy estudiando, Shirou. Me gustaría estar sola para concentrarme. –Notaba su voz quebrada, como si estuviera llorando o lo hubiera dejado de hacer apenas un segundo antes de hablar.
-Lo entiendo...te dejo estudiar entonces.
Fui a mi cuarto, sentándome en el borde de la cama a la vez que me llevaba las manos a la cabeza, teniendo un enorme problema. Arturia lloraba, seguramente ya sabe la verdad, sabe que no puede alargar su estancia más meses en la Facultad.
Quería preguntarle, pero no tenía el valor. Me pidió que la dejara sola, ¿pero debo dejarla sola? ¿No estaré haciendo mal en no ayudarla? Si vamos a llorar por separarnos, al menos eso debemos hacer juntos.
Fui y la confronté, tenía las llaves en mis manos e inserté la adecuada en la chapa para abrirla. Ahí vi algo que me partió el corazón.
Arturia lloraba en la cama, con la almohada en la boca para que no la escuchara. Me vio con esos ojos de cachorro triste, como perdido bajo la lluvia.
-Te pedí que me dejaras sola...
-Ya sé que pasa...¿por qué me lo ocultabas?
-¡Quería tener una esperanza, Shirou! –Me gritó, llorando más fuerte. –Quería tener la esperanza de poder estar más tiempo contigo...pero nunca fue así, me hice ilusiones y esperanzas en vano.
-¿Por eso me preguntaste después del concierto si te amaría a pesar de las distancias y aunque no estuvieras a mi lado? Arturia...te lo afirmo: te amaré aunque lo nuestro tenga final; te amaré aunque me muera, y te amaré junto al viento.
-Me duele que me digas eso...ya que yo también te amaré, pero la distancia será dolorosa e irremediable.
-No hay peor lucha que la que no se hace. Y si debemos luchar contra el tiempo y la distancia por seguir amándonos, lo debemos hacer.
-Shirou... -Ella se levantó, dándome un fuerte abrazo al cual yo correspondí, llorando de igual manera que ella.
Afrontaríamos el final del poema, pero no lo haríamos solos, y eso importaba más que cualquier otra cosa.
-Arturia...de verdad te amaré, y haré lo que pueda para que nos volvamos a ver. Espérame un año, lograré irme de intercambio a Inglaterra a tu Universidad, y nos podremos ver de nuevo.
-No, Shirou. Si no lo consigues...no sólo me lastimarás a mí, sino también a ti, no quiero que te sientas culpable si no lo logras, sufri... -La interrumpí, dándole un beso en los labios y abrazándola con más fuerza, indicándole que no la soltaría jamás apenas tomé su mano. –Shirou...
-Lo juro...nos veremos de nuevo, así sea por poco tiempo, y cuando esos seis meses pasen, seguiré buscando la manera de estar juntos.
-Eres un soñador... -Arturia recargó su mejilla en mi hombro. –Pero yo también soy una...quiero creerte, y juro que te esperaré a pesar de todo. No me dejes plantada, esperando.
-No podría hacerlo...daré todos mis esfuerzos por volverte a ver, así que espérame cuando ese día llegue.
-Así lo haré. -Arturia se secó las lágrimas, sonriendo con melancolía y dolor, yo hice lo mismo.
No sé qué hubiera pasado si es que no abría esa puerta, aunque ahora me siento la marea un poco más calmada, pero sigue golpeando con violencia, y en cualquier momento me podría arrastrar junto con ella.
Durante la mañana siguiente, platicaba con Archer de ese mismo asunto, y se notaba que lo pensaba, que la tenía muy complicada para ayudarme a darle una solución al problema.
Daba algunas vueltas en el lugar donde charlábamos, buscando desesperadamente una idea. Archer se había sentado, mirando al suelo y haciendo una expresión de que, en efecto, buscaba una solución.
-Estoy en la mierda, Archer, si te soy lo más sincero posible.
-Te entiendo...ella no se puede quedar ni aunque haya un golpe de suerte, tú sólo te podrás ir hasta dentro de un año, aparte de aprender inglés y tener el promedio necesario.
-Sí, en efecto.
-Creo que no me queda de otra que decir que... aceptes que ya no hay nada que hacer y que tendrás que decirle adiós.
-¡No puedo! –Me exalté.
-¿Tú crees que ya no me duele lo de Rin? ¿Crees que no me jode el hecho de que me olvidó bastante rápido y que me cambió por el perro de mi mejor amigo, y aunque ya lo tenía previsto, de hecho? Los amores de la vida sólo tardan un poco más en olvidarse.
-No...yo no lo creo así.
-No se trata de creer, lo tienes en las narices. Si te sirve de consuelo...pregúntale al director sino le puede dar una prórroga, pero ahora ella, literalmente, se va a tener que financiar todo.
-¡¿Cómo es eso?! –Pregunté, desesperado.
-Una prórroga para quedarse seis meses más, pero el problema ahí será su familia, si es que desea quedarse, se tendrá que financiar esos seis meses sola, ¿Pues le dieron beca para venir?
-Una beca de mil euros.
-Joder...eso es una fortuna. Mil euros, no sé si su familia se pueda costear mil euros otros seis meses.
-Si su familia no puede...yo lo haré. Le diremos adiós a los sábados de baile, a los domingos de películas para ambos trabajar y poder costear su estancia otros seis meses ¡si es la única manera, que así sea, pero no me daré por vencido!
-Tch. Tan necio como siempre. Ese es mi consejo, lo tomarás, te conozco. Pero...haz lo que yo no pude, espero que lo logres.
-Gracias, Archer...te debo la vida.
-Seis meses de ella...pero es algo.
Ahora una nueva esperanza se alumbraba en lo alto, como un destello de luz en la noche más obscura del monte, así que esa luz me guiará a mí y a Arturia para poder estar juntos un tiempo más.
De ahí sólo quedarán seis meses de espera, serán largos, pero no imposibles de sortear, se pasarán rápido. Es menos que un año, más soportable.
Claro que le fui a dar la noticia de inmediato a Arturia, y vaya que se ilusionó al verme corriendo hacia ella, con los ojos destellantes de alegría, pues conocía mi plan de pedirle ayuda a Archer.
Rin igual se vio entusiasmada, ella también se había enterado de que a Arturia le quedaba poco tiempo en la Facultad, por lo que también deseaba pasar el tiempo posible con ella, ya que le tenía aprecio.
-¿Qué te dijo Archer? –Me preguntó, entre desesperada y agitada. Rin hizo un gesto de desagrado, no le gusta que yo hable con él.
-Puedes pedir una prórroga al director para alargar tu tiempo en la Facultad...aunque hay un detalle.
-¿Cuál? –Preguntó, nerviosa.
-No tendrás la beca de los mil euros está vez...pero no importa. –Tomé a Arturia de las manos. –Si ambos trabajamos, juntaremos ese dinero seguro en los seis meses, así que ese no será problema.
-Lo acepto, no tendré problemas con eso...igual no será mi primer trabajo. –Sonrió ella, yo hice lo mismo.
Los por menores ya quedaban resueltos, aunque ahora estaba el hecho de pedir esa prórroga. Suerte que me llevo bien con el director, de ahí que no me tuviera tanto con pendiente, se lo pediría como un favor personal, no como alumno suyo.
Es poco ético aprovecharme de mi amistad con él para poder pasar más tiempo con Arturia, pero en la guerra y en el amor todo se vale. No afectaremos a nadie con esto, y más personas aparte de nosotros saldrán beneficiadas.
Tenemos un mañana radiante todavía...
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Au :'v la cosa se puso intensa y hay ese nerviosismo de qué pasará D: muajaja puedo decirles si el final será bueno o malo, pero mejor guardamos la sorpresa :p
Nos vemos el viernes, y no lo olviden, no todos los finales son buenos (o malos...)
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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