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Capítulo 14.-El corazón de Rin.

(El autor de la imagen será cabrón, detalla muy bien los muslos de Rin, los hace exagerados aunque digo, no está mal 😂😂😂😂)

Había sido mandado a un lugar especial por mi comandante, parecía ser que necesitaban ayuda para transportar municiones a un lugar del país que quedaba realmente lejano.

En sí, cuando Camilo vivía, algunas veces visitamos la ciudad, siendo una especie de inteligencia que vigilaba ciertos caminos, nos hacíamos pasar como turistas. Conocíamos la ciudad, nos divertíamos un poco y cumplíamos la misión indicada, pues nadie sospechaba de nosotros, unos extranjeros.

Para ese momento, y sobre todo con Camilo, yo me sentía tan Colombiano como las mariposas amarillas, era todo tan perfecto...pero ya no lo es tanto ahora.

Ahora voy con quien se supone es mi guía de turismo, visitamos los lugares concurridos y entregamos una maleta que yo suelo usar, en donde, me dicen mis comandantes, hay municiones, comida, incluso explosivos. Pues reincido, ¿quién pensaría que un extranjero es parte de las FARC?

De hecho, de esas mismas era la misión que ahora tenía, transportaba otra maleta, con un pasaporte falso, pero ahora lo hacía solo. Naturalmente, me dieron la dirección de un hotel donde me vería con mis camaradas, aunque el calor era de lo más tremendo, me compré una botella de agua, metiéndola de forma discreta dentro de la maleta de viaje.

Llevaba un sombrero y lentes de sol para que no me recocieran si es que, de casualidad, me topaba con alguien que me ubicara como guerrillero. Al llegar al hotel, entré en la recepción, siendo atendido por una hermosa mujer.

-Buenos días, joven.

-Hola. -Dije, acariciando mi barba. -Quería saber si tienen habitaciones disponibles.

-Sí, hay bastantes, usted elija. -El acento de la encargada era muy lindo, le sonreí de forma amable, viendo en que habitación me podía hospedar. Recordaba, me dijeron que buscara una lo más cerca de la 237, así que escogí la 240.

-Ésta me parece excelente, me agrada que haya una ventana cerca de la habitación en donde me quedo.

-Hay muy lindas vistas, barbón. -La chica me sonrió una última vez, le di la tarjeta de crédito que me otorgaron para la misión.

Me fui a tomar el asesor, despidiéndome con la mano y una sonrisa a la linda chica de recepción, ella hizo lo mismo, siendo lo que vi hasta que las puertas se cerraron y comencé a subir.

Me quité los lentes y el sombrero, poniéndome un moño con los colores de la bandera de Colombia en la camisa que llevaba puesta, siendo esa la señal. Eran las doce y media, y a las doce cuarentaicinco tenía que estar en la habitación 237 para entregar las provisiones.

Entré a mi habitación, dejando la maleta en la cama junto con el sombrero, los lentes los tenía en la camisa, abrí bien la maleta para sacar mi botella de agua, pues sudaba y estaba sediento. Sin embargo, pasó algo que me quitó por completo la sed.

La botella de agua quedaba amontonada entre bolsas y bolsas con un polvo blanco dentro de las mismas, no era harina ni azúcar o sal, no tenían esa consistencia.

-No...puede...ser...

Abrí una bolsa rápido, lamiéndome el meñique para que la sustancia quedara pegada a mi dedo. Volví a lamer el contenido, era un sabor extraño, algo que jamás había probado en mi vida pero sabía que gente mataba y moría por ese polvo.

Era cocaína, no había comida, municiones, explosivos, no había nada. Me lleve las manos a la cabeza, me sentí traicionado por mis propios comandantes, no me dijeron nada que yo sería una "mula" (nombre que reciben las personas que transportan droga de manera ilegal, de forma consiente o ignorante).

Me senté en la cama, movía mi pie de forma errática, pues ahora soy un traficante de drogas. Eso no es lo que haría un héroe justiciero, ¡ninguno de los héroes que yo admiro hacía esas cosas! Vi que era la hora, así que me apresuré a deshacerme de esa maleta lo antes que pudiera, y pediría una explicación lo antes posible.

Toqué la puerta del 237, recibí la respuesta inmediatamente.

-¿Quién es?

-Inteligencia. -La puerta fue abierta.

-Pasa. -Me dejaron entrar, rápidamente, echaron un ojo de que nadie viera. -Bien hecho, Archer. Con esto, la causa irá a mejor.

-¿Por qué no me dijeron que era una mula? Metí mi agua ahí y al sacarla vi qué hay en la maleta, ¡me debieron decir para!...

-Tranquilo, Archer. -Me interrumpió. -Sabemos que es irresponsable, pues pensando que hay comida, puedes descuidar la maleta, aunque si sabías qué hay aquí, temíamos que te pusieras nervioso y te delataras.

-Por amor a Dios, he llevado explosivos en maletas, ¡¿y me he puesto nervioso?! ¡He matado gente, no me tiembla la mano al hacerlo, por qué me!...

-Estás exaltándote mucho, relájate. La causa te lo recompensará, Archer. Tómate el día, esa tarjeta que tienes guarda muchos dólares, estás en Montería, bebe champan, sal con alguna chica. Eres un turista por ahora, no tienes uniforme ni arma.

-Si tengo arma. -Saqué mi pistola de detrás de mi pantalón, mostrándola para guardarla de nuevo.

-Déjala oculta en el hotel. Compra una maleta, víveres, y regresarás al monte en dos días. El dinero es de la guerrilla, gástalo sabiamente, y sobre todo, compra víveres para tu Columna.

-Tch. De acuerdo.

La verdad es que lo mejor es salir y distraerme un rato, pues ahora que descubrí que soy usado como traficante de drogas, un sabor amargo inunda mi paladar, el cual me gustaría cambiar por el sabor de la champan, que era lo mejor.

Salí a la tienda de autoservicio más cercana que vi, comprando una mochila y muchísima comida enlatada, botellas de agua, paquetes de galletas, lo que era necesario para mis camaradas.

Regresando al hotel, vi que la chica de recepción platicaba con otra, dándome la impresión de que cambiaba de turno. Ahí decidí aprovechar.

-Señorita, ¿le gustaría ir a mostrarle a este extranjero qué tiene la ciudad para ofrecer?

-Por supuesto, barbudo.

-Dígame...Shirou.

Nada volvió a parecer igual en las FARC desde ese momento...la sensación de que me usaron no se me quitó nunca.

***

Si había una cosa que me molestaba era que Archer no fuera sincero conmigo. Estaba segura que ocultaba una cosa, pero nunca supe qué era. Esas fotografías donde posaba con armas de fuego, apuntaba con una pistola y se paseaba con paramilitares o guerrilleros, lo que fuera, me daba igual.

De hecho, me daba igual todo él. Me dijo que me amaba, si, como no, me fue infiel el muy maldito. Lloraba de forma desconsolada en mi cama, cubriéndome el rostro con mi almohada, la cual quedaba húmeda por tantas lágrimas que había derramado en ella.

Tenía envueltas en papel rojo con un corazón pintado con plumón los tulipanes que Archer una vez me regaló. Los había puesto a secar a propósito para conservarlos, pero fui, secándome las lágrimas para tomar los tulipanes, en especial las hojas y hacerlas polvo, incluso el papel lo rompí en pedazos con el enorme coraje que me cargaba, sin dejar de llorar, sin dejar de apretar los dientes con tanto enojo.

Cuando iba a tomar el tulipán azul para igual hacerlo polvo y tirarlo a la basura, me detuve, recordando que, a pesar de que Archer me lo trajo, quien me lo regaló fue Chulainn. Nunca le di las gracias por ello, lo cual, me hizo sentir levemente apenada por su buen gesto cuando me sentí mal ese día.

Regresé a mi cama, llorando, tenía en mis manos restos de las flores, incluso un leve olor se impregnaba. Borré todas las fotos que tenía con él en mi celular, en las redes sociales, incluso en la que me mencionaron.

La forma de la que me enteré fue de las peores, pues él ni siquiera me lo dijo y parecía que no lo diría nunca. Lo descubrieron besando una chica en un antro, y no sólo eso, varias fotos más de cómo iban a un hotel de paso. Ver eso me destrozó el corazón, sentí un dolor horrible acompañado de una sensación absoluta de vacío en mi pecho. Ni siquiera pude tratar de evitarlo, me salieron las lágrimas apenas vi esas fotos, explicándose la indiferencia que había tenido él esos días.

Shirou y Sakura me mandaron mensaje de forma inmediata, tratando de consolarme y de buscar alguna explicación a lo sucedido, la que no existía, y aunque así lo fuera, no quería saberla para nada.

No quiero saber nada de Archer, no quiero saber nada de nadie, en realidad. Seguí recostada en mi cama, lamentándome, preguntándome una y otra vez qué había hecho mal para que me fueran infiel, ¿no fui suficiente para Archer? Siempre lo traté bien, fui buena novia, y él también lo fue, pero desde que le pregunté de esa cicatriz... ¡ya sé que era!

No era ninguna cicatriz, ya me era infiel desde antes, seguramente la zorra con la que me engañaba le dejó el pecho marcado a ese maldito...me solté llorar más fuerte, pues creí que era de tiempo reciente, y veo que no.

Para el día siguiente de que lo confronté y lo terminé, esperaba ligeramente que llegara con un ramo de rosas, arrodillándose pidiendo mi perdón, pero jamás se lo daría ni aunque volviera arrastrándose.

Me encontré con Arturia, quien me sonrió, dándome un abrazo. Se me notaban los ojos un poco rojos, pues había llorado hasta tarde, prácticamente hasta quedarme dormida y, rematando, me dio aire en los ojos.

-Quería saber, Rin, si podemos ir a beber algo junto con Sakura, que sea una plática de chicas. -Sonrió ella.

-Agradezco la invitación, pero de verdad no tengo ganas de absolutamente nada, nada más quiero llegar a mi casa a acostarme y llenarme la boca con maldito helado de chocolate.

-No te sumas en la depresión, distráete, olvida la mala vida amorosa un rato...

-Ojalá fuera fácil. -Abracé a Arturia, mi voz se quebró y casi me querían salir las lágrimas. -Quería casarme con él...creí durante todo nuestro noviazgo que Archer y yo seríamos inseparables, lo consideré el mejor chico, y mira ahora.

-Supongo que no puedo ayudarte, perdóname de verdad, Rin.

-No te preocupes, estaré bien...necesito tiempo y soledad.

-La soledad nunca es buena amiga, señorita. -Una voz conocida se escuchó detrás de mí, era una silueta alta, delgada y con una coleta de caballo que siempre me pareció linda. -Tome el consejo de su amiga, salgan a beber un café y hablen de historia, que es lo único bueno en la vida.

-Gracias por la ayuda, perro. -Sonrió Arturia, Chulainn le sonrió con una mirada de cuestionamiento.

-¿A qué viene el gentilicio, señorita?

-Creí que así te decían.

-Ah, vaya cinismo. Nunca me lo dicen en la cara, o al menos Archer era el único que me decía de esa manera...pero ahora el perro es él.

-No hablen de él si estoy presente...me dan ganas de... -Apreté mis puños y mis dientes. Chulainn tomó uno de mis cabellos, acariciándolo, y tomando su propia coleta.

-Creo que mi cabello es más sedoso que el tuyo, damita. -Su tono sarcástico y de burla me arrancó una risa de gracia, yo tomé su coleta.

-Lo admito...tu cabello es bonito, ¿usas acondicionador?

-Prefiero no responder. -Dijo, sonrojándose levemente, yo me reí de nuevo.

-Tomaré eso como un sí. -Arturia se unió a jugar con el cabello de Chulainn, quien nos miraba con unos ojos de pedir ayuda.

-Me siento violado... -Ahora Arturia rió, yo seguí peinando su coleta.

Dejamos su cabello en paz, pues Chulainn se comenzaba a apenar, algo que era sumamente extraño, muy rara vez se apenaba frente a una mujer, y Arturia y yo lo conseguíamos, pero era obvio, pues jugábamos con su cabello, peinando, incluso le hice una trenza que él se despeinó de inmediato.

-Nunca te di las gracias por esas flores que me enviaste.

-Las escogí...yo sé lo que le gusta a las mujeres, y eran los tulipanes más bellos, quería que fueran tuyos.

-¿Por qué? Haré de creer que me coqueteas. -Lo reté con la mirada.

-Señorita, somos compañeros, entonces eras novia de mi mejor amigo, claro que te daría las mejores. Pero... ¿Qué tal el tulipán azul?

-Sinceramente...era el más lindo. -Sonreí afablemente, llevándome las manos a la falda, tirando de ella. -Sí, el más lindo. Se destacaba mucho por su color único.

-Oh, ya veo. Aceptaré ese gracias únicamente si a cambio me das un beso.

-Mejor te doy una bofetada. -Dije, en tono de broma, Chulainn me sonrió.

-La acepto. -Me retó él, mirando hacía abajo, con cara de "no me llegas". Y sí, Chulainn mide 1.90 y yo apenas llegó al 1.65.

-Pon la mejilla. -Agachó su cabeza, poniendo su mejilla, dándose bofetadas suaves, esperando a que le diera una.

No obstante, y siguiendo su juego, aparte de que eso lo apenaría, cuando le iba a dar la bofetada, le robé un beso en la mejilla, lo que causó que Chulainn abriera los ojos como platos, sonrojándose hasta los dientes.

Yo reí a carcajadas, el perro se apenaba así por primera vez, y verlo era algo que resultaba único, pues miraba al suelo, apretando un poco el labio para soportar la vergüenza y algunas perlas de sudor aparecían en su frente.

-E-eres muy cruel.

-Ahora dilo sin apenarte. -Me miró con más pena, y se sonrojó un poco más de toda la cara.

-Iré a mi clase...como "perro" que me llaman, prefiero retirarme si me apedrean. Así que nos vemos, señorita.

Me despedí de él con mi mano, como si me despidiera de un perrito callejero, justamente. Ese detalle me causó gracia y ternura. Fui al salón con Arturia, topándome con...la "cosa". Lo vi y desvié le mirada, indignada.

Él hizo lo mismo, pero con más sutileza.

Ya no me sentía tan triste, pues recordaba los momentos que acababa de pasar con Chulainn y me salía una pequeña risa sin apenas quererlo. Arturia me miró raro, creo que pensó que me volví loca.

Negué con la cabeza para entrar al salón, donde Shirou platicaba con Issei sobre la clase, notándose desanimados al ser una materia que poco nos gusta a los tres, mientras que a Arturia le fascina bastante.

Era una clase tan monótona que incluso podía darme la libertad de no prestar atención, usar mi celular a escondidas o salirme a pasear por la Facultad, pero mejor me quedé en mi libreta, dibujando algunas cosas.

Dibujaba cosas sin sentido, realmente, teniendo flojera de la clase, resentimiento con mi vida amorosa y una cierta intriga con un cierto muchacho que me sacaba veinticinco centímetros de altura.

Casi no había platicado con Chulainn, pero siempre fue muy amable. Pensé en él por un segundo, recordando que, a lo mejor, y le gustaba. Ahora me acordé del beso que le di, y parece ser que sí le gusto, pues eso explicaría por qué se apenó bastante.

Me ruboricé al darme cuenta que era la única chica que hacía apenarse al muchacho que más citas tenía, aunque daba la impresión que nunca tuvo interés en ellas, quien sabe.

No tengo ganas para el amor, definitivamente no. De lo que tengo ganas...es de distraerme un rato, poco importa si es con mis amigas o con el chico al que le gusto...distraerme es lo que necesito, y me hace falta, realmente.

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Cualquiera al ver a Cu Chulainn:

Que técnica. Que músculos. Que...hombre. (con voz de Martín) Eso me prende. Eso me calienta.

Seh, hay admitirlo, Lancer es un papucho (decirlo no me hace gay >:v), y la verdad es que se puede hacer mucho fanservice con él, dioh mío, en la peli de First Order casi me lo denudan sin sentido, pero bueno, así el fanservice es equitativo.

El capítulo estuvo cortito, pero su continuación es en el siguiente capítulo, aunque no tiene a Rin como protagonista :0 de cualquier manera, se sigue con el tema, así que nos vemos en una semana.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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