
Capítulo 1: un nuevo día, un nuevo destino.
El viento frío recorría todo mi cuerpo, mis articulaciones dolían con cualquier mínimo movimiento que intentara hacer, aunque mi corazón latía de forma normal, no podía quitarme ese horrible dolor que abrazaba mi cuerpo.
Abrí mis ojos, el páramo era borroso, pero podía sentir algo más que el gélido viento, la tierra árida cubierta por la nieve era lo que mis manos podían tocar y sentir.
A pesar del dolor que sentía por todo el cuerpo, intenté levantarme con el poco esfuerzo que tenía.
Mis ojos lograron alcanzar a ver una espada sin nombre clavada en la nieve, empecé a caminar a pesar del frío seco y las ráfagas de viento que iban en mi contra, mis pies sufrían el mismo destino que mi cuerpo al ver que estaba descalzo.
De una sola espada comenzaron a aparecer más y más espadas, desconocía del origen de estás armas o de los nombres que ocultaban... Ignore ese detalle y simplemente camine sin rumbo fijo, mi cuerpo se movió solo y sin pensarlo.
Caminé y caminé sin cesar por el páramo frío y estéril lleno de espadas a mi alrededor. Me sentí...solo, un sentimiento que solo recordaba en mis momentos como guardián de la Counter Force, una vez más, sintiendo el respiro de la muerte cerca de mi nuca, a este punto de mi existencia no era más que solo un escalofrío para mi.
Me detuve por un momento, manchas de sangre esparcidas por la nieve se hicieron notar mientras aumentaban el número de espadas, hasta que perdí la cuenta en un momento, pude ver una silueta a lo lejos...
Su forma era grotesca a lo lejos, movimientos salvajes parecidas a la de un animal furioso era lo que noté a simple vista, los dientes afilados y la complexión gigantesca de un lagarto de piel escamosa y completamente oscura era lo que más se destacaba de la entidad, en lo que parecían ser sus garras tenía algún tipo de protuberancias que asimilaba a ser alas... parecía ser un dragón.
El olor del azufre llegó a mi nariz al instante que me acerque a la bestia salvaje con el menor de los cuidados, me sentía como una presa que estaba yendo a su inminente muerte a manos de su depredador. El origen de la sangre provenía de la boca de esa bestia, mordisqueando algo y devorando el objeto cristalino que crujía con cada masticada que daba el dragón, noté el lugar donde provenía esa sangre, los charcos se convirtieron en ríos, y los ríos deshicieron la nieve, mire a la bestia nuevamente, pero este simplemente ignoró mi presencia sin perturbar su mente.
Dirigí mi mirada a una espada sin nombre que estaba enterrada muy cerca de mí... acerque mi único brazo hacia el mango de la espada de forma inocente.
En ese mismo instante, la bestia volteo su cabeza para dirigir su mirada hacia un lado en específico, algo lo había perturbado, alguien había perturbado su festín, y cuando volví a tomar conciencia de mis actos, mis ojos cruzaron miradas con los ojos rojos de la bestia.
Una mirada profunda y llena de ira fue con lo que me encontré, una determinación imparable y una sed de sangre fue lo que comencé a sentir de parte de la bestia, su respiración era irregular, y mientras cruzaba miradas con la mía, comenzó a acercarse a mí.
A pesar de la hostilidad que sentía en contra mía, no sentí miedo alguno, por alguna extraña razón... me sentía más calmado.
Los ríos de sangre comenzaron a incendiarse, el fuego y las brasas se extendieron por todo el mundo gélido al alrededor de nosotros, más no desvíe mi mirada, ese momento pareció eterno. Las llamas nos encerraron, el calor abrasador no se hizo de esperar, el mundo alrededor de nosotros desapareció por un momento.
Su mundo se convirtió en un infierno invernal consumido por las llamas.
Mire hacia abajo, noté como el charco de fuego llegó a mis pies, las llamas recorriendo mi cuerpo desde los pies hasta mi rostro. Me atrapó y comenzó a incendiar mis ropas, mi cuerpo comenzó a carbonizarse, mi ropa se hacía cenizas, alcé mi mirada, el fuego me consumió por completo, sin embargo, el dragón jamás dejó de mirarme.
Era tan cálido...
.
..
...
.....
........
Lluvia... La lluvia comenzó a caer sobre el páramo verdoso y desolado de aquel bosque vacío sin algún tipo de vida más que los árboles que habían extendido sus raíces en la sólida tierra.
Las nubes posadas en el cielo habían tomado un color grisáceo con contornos oscuros, vista de que una fuerte tormenta se avecinaba sobre el terreno. El viento comenzó a recorrer el bioma de forma más brusca, esto solo significó que los animales del bosque se habían refugiado en sus hábitats para poder sobrevivir a la aterradora tormenta que comenzó a recorrer estas tierras.
Sin embargo, alguien no se había refugiado de aquella tormenta.
En algún lugar del vasto bosque se encontraba una pequeña cabaña en ruinas, víctima de los efectos causado por diversas lluvias, olas de calor y vendavales pasados por aquel bosque, había Sido una sorpresa que el techo siguiera intacto hasta la actualidad.
A pesar de su deplorable estado, aún podía cumplir su propósito. Dar techo a quien lo necesite.
Su interior no fue diferente de su exterior. Su madera reseca y sin atisbo alguno de los que alguna vez fue un lugar acogedor para vivir, ahora todo estaba hecho trizas. Muebles quebrantados, puertas rotas y cortinas hechas jirones. Eso fue lo que se podía visualizar a primera vista.
Y en uno de los cuartos a casi demoler había alguien. Parecía no haber pasado mucho desde que su sueño había terminado, parecía... confundido, como si algo hubiese perturbado su alma en el momento en que su mente se había apagado.
En su interior pasaron miles de cosas por su mente, sentimientos que hacía tiempo ya no había experimentado. Sentado en aquel futón el cual había tomado su sueño momentos antes, extendió su mano derecha, sintió su mirada borrosa, sin poder visualizar con totalidad su entorno, pasó sus manos sobre sus ojos para tallarlos y recobrar el sentido.
No tardó en recuperar la vista, su cuerpo y su mente se sentían cansados por alguna extraña razón que el joven no logró comprender, el aún no había retomado su consciencia en su totalidad, eso solo lo hizo sentirse más confuso.
Miró su mano y notó algo peculiar. Partes de su mano y brazo estaban bronceadas, dividiendo varias partes de su cuerpo en diversos colores entre una piel bronceada y una que definitivamente no se encontraba en ese estado.
Se encontró consternado, que le había pasado? No comprendía la razón del fenómeno que había sufrido su piel. Aunque al final esto dejó de importarle al pasar varios segundos. Pero el joven sintió como si algo le faltara...
Su brazo se dirigió a un área específica de su cuerpo, siendo su mano el que hizo contacto con parte de su cintura, luego pasó por sus costillas, sin embargo él sintió un vacío que no obstruía el toque a esas partes de su torso. Pronto comprendió que era lo que significaba ese sentimiento de ausencia.
Su brazo izquierdo... no estaba
La mente del chico se volvió más difusa. ¿Por qué?... ¿por qué le hacía falta un brazo?. Con todas sus fuerzas intentó hacer memoria, esa perturbación en su mente no lo dejó reaccionar ante la situación compleja que estaba pasando en ese momento. Ese pensamiento le hizo doler la cabeza, una jaqueca inesperada que le hizo entender que no indague más en el tema. Simplemente aceptó su realidad, intento dejar de tener dudas. Cómo si de una simple máquina que recibe órdenes se tratara.
El joven intentó usar sus piernas y levantarse del suelo el cual se había encontrado postrado. Con todas las fuerzas a su disposición hizo el máximo esfuerzo para mantenerse de pie. Sintió como sus extremidades dolían por la falta de uso, sus piernas temblaban y sus pies a duras penas y podían mantener contacto con el suelo. Se sentía tan deplorable e ineficiente a este punto.
Con dificultad salió de la pequeña cabaña abandonada. El olor a humedad había llegado a sus narices sin previo aviso, símbolo de que la lluvia había pasado en aquel bosque apagado. Se encontraba algo confundido, al salir de la cabaña había notado ciertas estructuras que hacían notar el diseño japonés de la morada en la que estaba refugiándose.
La vista del bosque se mostraba ante sus ojos, aunque su mente estaba difusa, intentó salir de la cabaña, siendo sus pies los que tocaron el húmedo suelo lleno de lodo y césped esparcido por todo el bioma que él podía alcanzar a ver.
"ve..."
Una voz, el chico confundido escucho la voz de alguien resonando en su mente.
"Ve... bosque... irte" la voz no se apaciguó. Más palabras habían llegado a su mente. Un pequeño dolor de cabeza había llegado al chico que con fuerza pasó sus manos por su cabeza. No pasó mucho hasta que ese dolor se había ido.
Por alguna razón, algo, no, alguien le decía que fuera al bosque. Sin embargo, ¿por qué debía de hacerle caso? Realmente no importaba esa duda ya que cuando se dió cuenta, sus pies ya se dirigían al interior del bosque.
Había perdido la noción del tiempo. No recordaba bien cuánto tiempo había pasado desde que se había adentrado en el bosque, aunque realmente no se sentía con ansias de saber porque se movía, si le intrigaba saber qué era lo que buscaba. Su caminata había sido muy tranquila a pesar de que el viento soplaba un poco más fuerte de lo normal.
Pero no fue hasta que llegó a cierta parte del bosque desprovista de árboles que se detuvo abruptamente.
Por alguna razón, el joven se escondió en un arbusto cercano a él. Con el más mínimo ruido que sus pies descalzos pudieran hacer, sus ojos se abrieron curiosos al ver cómo había alguien ahí.
Una figura que denotaba ser de alguna chica en definitiva. Aunque no pudiese recordar muchas cosas, él asoció a su vestimenta a la de esas doncellas de algún santuario sintoísta. Su belleza parecía ser palpable a pesar de estar de espaldas, pero eso no fue lo que más intrigó al joven, si no, las orejas y colas de zorro que resaltó en lo que parecía ser su cabeza y cerca de la parte trasera de su retaguardia. Con un pelaje dorado apagado plasmado en sus colas y orejas al igual que en su cabello, realmente se notaba una belleza única que no muchas mujeres podían hacerse notar.
El chico intentó ver más de cerca, teniendo al tacto el húmedo césped en sus pies, no pensó por un momento que su pie pisase una rama que un poco astillada le haría sentir algo de dolor, soltando una pequeña queja en su voz. Su dolor le hizo caer al suelo, que aún frío al final no le hizo ningún efecto. Pero sintió algo extraño. El joven volvió a ver detrás del arbusto,por un momento, su curiosidad había superado al dolor sufrido, pero aquella figura femenina que había visualizado se había esfumado, sin dejar ningún rastro palpable en el suelo el cual el joven pudiese seguir.
Sin prisa salió de su escondite. El viento que sin previo aviso fue recorriendo el bosque. Caminando sobre el lodo, hizo el intento de buscar algún rastro de la chica, pero realmente el éxito de su búsqueda no fue más que fallido.
Su piel se erizo cuando sintió algo en su cuello. Parecía que algo afilado había hecho contacto con su garganta suavemente.
"Veo que has despertado... eso me ha ahorrado la vista a la cabaña" la voz suave y juvenil de la chica había llegado a oídos del joven. Esas palabras lo habían sacado de su trance. Aún si el filo de la espada lo mantenía amenazando con desollar su garganta, pudo mantener la calma en su interior, una calma tan misteriosa que no sabría cómo explicar.
"Y yo veo que es muy innecesario acercar tu espada tan cerca de mi cuello" La chica había notado algo en la voz del chico, por alguna razón, él no sentía miedo al verse amenazado, era muy curioso.
"Levántate" por un momento, la voz sonó autoritaria. Le estaba dando órdenes al chico. "Me gustaría preguntarte algunas cosas" su respuesta fue breve, sin gastar más saliva de lo necesario. Al chico no le quedó otra cosa más que atender a sus órdenes.
No pasó tiempo hasta que regresaron a la cabaña abandonada. El silencio estuvo presente en todo el rato el cual hicieron su caminata. A pesar de todo, la joven tuvo un poco de curiosidad por su apariencia.
Parecía alto, mucho más alto que ella, su cabello pintado de rojo y plata, esto pareció un poco extraño. Jamás en su vida había visto a alguien tan... colorido en el mejor de los casos, le gustaría hacer alguna pregunta sobre si se había pintado el cabello o algo por el estilo, pero no sentía que fuese el momento apropiado. Aunque actualmente vestía un kimono, cuando lo encontró solo lo había hecho con algún tipo de ropa hecha jirones. Fue muy extraño en realidad.
El joven se sentó a las afueras de la cabaña, aún siendo amenazado por la hoja afilada de la chica frente a él, la chica no bajó la guardia en ningún momento.
"Responde, ¿por qué estabas inconsciente en medio del bosque?" Sus palabras fueron secas, dichas con un solo propósito.
"No lo sé" fue la única respuesta del joven.
"¿Qué? Espera, ¿cómo no lo sabes?" Algo la había desconcertado.
El chico simplemente hizo una seña en sus hombros mostrando que no tenía respuesta.
"Ghh... bien, tu nombre, dime tú nombre" Ordenó con su voz altiva y renuente.
Nombre... su nombre. Algo se sentía fuera de lugar. "¿Mi... nombre?" Se sintió confundido, ¿qué le pasaba? Su mente comenzó a sentirse difusa, borrosa. "Yo..." sus manos pasaron por su cabeza, un dolor horrible comenzó a invadirlo, sentía como si su cabeza se estuviera quemando. El fuego consumiendo su mente poco a poco, convirtiéndose en cenizas hasta el fin...
Había perdido la noción del tiempo, su vista borrosa fue aclarándose. Fue tan confuso... difuso, demonios. ¿Por qué dolía tanto recordar su nombre?
Alzó su mirada vacía, el rostro preocupado de la chica frente a él pareció ser un pequeño consuelo para el joven.
"Yo no recuerdo mi nombre" fue la simple respuesta del chico. Por primera vez, el joven se sintió dolido, algo más que ajeno a todo, como si algo le faltara. Pero parecía ser obvio.
Había olvidado su propia identidad.
El pequeño suspiro de la chica zorro fue audible para el joven. Quien rendida, simplemente ya había retirado su espada. "creo que estás en un momento difícil actualmente, no me gusta ser invasiva, pero si no recuerdas nada sobre tu nombre o de dónde es qué vienes, entonces no puedo dejarte solo" la simpleza en su respuesta fue extraña. Realmente no podía decir a ciencia cierta a dónde quería llegar. "Sé que es confuso, pero podemos empezar desde el inicio. Mi nombre es Kunou, hija de la actual líder de los Yokai en el territorio de Kyoto" su voz se suavizó al presentarse, sintiendo algún tipo de confianza más amena entre ellos dos.
"Uhh..." su mirada vacía intentó buscar algún tipo de respuesta ante eso.
"Quizá no sea la mejor líder ni la mejor hija en realidad... pero estoy pasando una verdadera catástrofe en mi hogar... no se porqué, pero siento que tú me puedes ser de utilidad, de alguna forma u otra" tranquila y serena, pudo bromear por primera vez en todo el pequeño tiempo que se conocieron, quitando el hecho de que eran completos desconocidos momentos atrás. "Se que no puedo pedirte esto sin ofrecerte algo a cambio, por eso, si me apoyas en mi cruzada, haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte con tu memoria" la sonrisa infantil e inocente de la chica hizo aparición por primera vez, parecía tan radiante que era desconcertante. Un pequeño brillo que parecía iluminar un poco el día del joven.
"Qué dices Nameless. ¿Estarías dispuesto a apoyarme?"
¿Nameless? Esto parecía sacado de una mala broma ciertamente, pero para el joven pelirrojo esto tuvo otro significado. Esto le daba una identidad. En vista de su pérdida de memoria, el pudo tener un nombre otra vez. Un ser cuya espada se alzaría nuevamente. No hubo más dudas, con tranquilidad simplemente asintió a la petición de Kunou, prometiendo que en esta estancia en su destino volvería a encontrar su identidad.
A saber quién era él en realidad.
Fin del Capítulo
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